Evasión fiscal

A la caza de las grandes fortunas

UBS

Martine Orange (Mediapart)

El torneo Roland-Garros siempre ha sido un acontecimiento importante para UBS (el banco de ahorro e inversión antes conocido como la Unión de Bancos Suizos). Desde hace años, el banco suizo alquila un palco muy bien situado, en la pista central para invitar a sus clientes más selectos. Los gestores se pelean por conseguir entradas, pero se cotizan muy caras; más cuanto más se acerca la final del torneo y están reservadas, en primer lugar, para los llamados key clients (clientes VIP) europeos, en la jerga de la banca. Los que tienen un patrimonio superior a los 30 millones de francos suizos.

Con o sin un sitio privilegiado en el palco, son muchos los gestores de UBS que deambulan por los pasillos. El torneo de Roland-Garros es un acontecimiento tanto mundano como deportivo, en el que se dan cita muchos ricos. El banco está tan interesado en esta clientela que terminó por enviar a gestores del departamento de gestión de fortunas (wealth management) directamente desde Suiza, sin ni siquiera informar al respecto a la filial francesa.wealth management El objetivo era verse con clientes pero sobre todo debían captar a clientes nuevos.

Sin embargo, este año Roland-Garros ha perdido parte del interés. A pesar de que que el banco ha mantenido su palco en la pista central, UBS se ha quedado sin su afamado terreno de caza después del veto impuesto a los gestores del torneo suizos, en particular, y de Francia en general. El viernes 31 de mayo, UBS France, la filial francesa, fue imputada por complicidad en la comisión de un delito de evasión fiscal y fue declarada testigo asistido (imputado) por blanqueo y fraude fiscal.

La investigación se remonta a abril de 2012, cuando los jueces Guillaume Daïeff y Serge Tournaire abrieron un proceso por la presunta evasión fiscal de UBS en Francia, decisión que supuso la imputación del exdirector general de UBS Francia, Patrick de Fayet, de un exdirigente de la oficina de UBS en Lille y de un jefe de UBS Estrasburgo. Los mismos jueces enviaron a las autoridades fiscales francesas una lista de 353 personas sospechosas de haber tenido una cuenta en Suiza. El fisco francés remitió entonces un escrito de cooperación a los servicios fiscales suizos.

Seísmo bancario

El mundo de la banca ha reaccionado a esta información, como suele ser habitual, con gran discreción. Sin embargo, el asunto supone un seísmo en ese mundo. Habitualmente, en casos así, siempre son algunos responsables “poco cuidadosos o que han roto la confianza de la banca” los que resultan acusados, pero rara vez el banco como persona jurídica se ve salpicado. Es todavía más raro que un banco sea acusado de haber puesto en marcha conscientemente un sistema de evasión fiscal. El último gran caso de este tipo se remonta a 1982, con ocasión de la nacionalización del Paribas francés. Su dirigente Pierre Moussa fue acusado entonces de haber diseñado una red de evasión fiscal que tenía como destino la filial suiza del banco y cuyos detalles estaban recogidos en pequeñas libretas negras. Supuso un escándalo enorme.

UBS, que ya ha sido condenado en EEUU y en Brasil, está acuso en Francia de los mismo delitos, de la industrialización del fraude de forma masiva y de evasión fiscal. Se cuestiona incluso su organización. Todo estaba diseñado para saltarse las leyes y los países y crear un sistema que le permitiera atraer a los más ricos allí donde quiera que estuvieran, ese famoso 1%, en cuyas manos está el 70% de la riqueza del mundo.

Sobre el sistema utilizado por UBS se ha escrito numerosos artículos en en Marianne, Charlie hebdo, Le Monde y, sobre todo, en el libro de Antoine Peillon, Ces 600 milliards qui manquent à la France. Mediapart se centra precisamente en el corazón de la organización y en el mecanismo que le ha llevado a estar imputado por blanqueo: el departamento de organización de eventos, encargado de captar a los más ricos y que es una pieza central del dispositivo que conduce al sistema de doble contabilidad oculta, manuscrita, sobre el que se articulan sus prácticas de evasión fiscal.

Las clases pudientes

En 1999, el banco UBS decidió convertir a Francia en un terreno donde lanzar prospecciones intensivas. En unos meses, creó una estructura de en torno a una cuarentena de personas. El objetivo del banco suizo quedó fijado rápidamente: captar clientela francesa adinerada y redirigirlo a su departamento de gestión de fortunas. En Francia o en Suiza.

La sensación de impunidad es tal que UBS no se molestó ni tan siquiera en maquillar un poco sus intenciones, porque de forma paralela a la filial francesa, denominada internamente Francia interior, constituyó a imagen y semejanza un departamento denominado Francia internacional en Suiza.  De la misma forma, paralelamente se creó un departamento llamado España internacional, dentro de la misma división Europa.

Pero aunque Suiza sea un referente en materia financiera y aunque UBS tenga una reputación, era necesario encontrar el medio de captar clientela con dinero, un mercado que se disputan todos los bancos y los gestores de fortunas. La publicidad y los productos financieros se revelan como medios muy limitados. Aquí es donde entran en escena notarios, expertos contables o consejeros privado, que reciben comisiones cuando el banco consigue un cliente gracias a su labor.

Pero las grandes fortunas y los ricos merecen ciertas atenciones. Es necesario cumplir sus códigos de conducta, sus costumbres, hacerle sentir que forman parte de una élite aparte, que pertenecen a un monde etéreo donde todo son atenciones. Así fue como vio la luz el departamento “events” (eventos), encargado de organizar reuniones especiales para esta distinguida clientela. Dotado de un presupuesto de 1 a 3 millones de euros anuales, constituye el eje central de la estrategia comercial del UBS.

En su libro de investigación Voyage en grande bourgeoisie (PUF), Monique y Michel Pinçon-Charlot describen las costumbres cotidianas en este entorno. Se trata de un mundo aparte que cuenta con sus propios ritos, sus códigos, su sitio, sus objetos, sus modos de representación. Las redes forman un sistema circulatorio propio, irrigado por la cooptación y la endogamia social. No fue cosa de UBS, el banco es de este mundo. Su conquista comercial simplemente es un calco de estos esquemas de representación social en los que penetra. Los gestores del banco, que tienen como misión captar clientela, no son contratados tanto por sus conocimientos financieros –en ocasiones muy limitados— como por su nombre, por su pertenencia a este mundo, por sus redes, los contactos con los que cuentan, por su conocimiento impecable de este saber estar, de los usos y costumbres.

En esta estrategia comercial, el responsable de la música es el departamento de eventos de Suiza, que trabaja en estrecha colaboración con el departamento de la filial francesa, y que es el que puso por escrito estos métodos. Si el banco patrocina numerosos espectáculos y acontecimientos deportivos, organiza numerosas reuniones, no hizo más que codificar modelos de comportamientos habituales en este tipo de manifestaciones. A cada uno, lo suyo.

En la cúspide de la pirámide, se encuentran los llamados key clients, los clientes VIP, los “beautiful”, tal y como se denomina a aquellos que disponen de un patrimonio estimado de más de 30 millones de francos suizos (25 millones de euros). Para atraerlos al UBS, o para convencerlos de que depositen en la banca suiza la mayor parte de sus activos, no se escatiman medios. Para ellos, todo es poco: el festival de Montreux, la feria internacional de arte contemporáneo de Basilea, Roland-Garros, la America Cup de Valencia en 2007, en la que dominaba la tripulación Alinghi patrocinada por la banca, los grandes premios de Fórmula 1, óperas y los grandes conciertos (como el de Rostropovitch en el teatro de los Campos Elíseos de noviembre de 2002), inauguraciones en importantes galerías de arte. Todo se le hace poco al UBS para colmar las expectativas de sus clientes, de ahí que lleguen incluso a pedir a sus filiales que se conviertan incluso en agencias de viajes si se trata de encontrar una habitación, unas entradas para un concierto, un chófer... Estos multimillonarios merecían toda la atención en cualquier momento, ávidos como estaba la entidad bancaria por anticiparse a sus deseos con la esperanza de poder captar parte de sus riquezas.

Prospecciones en los greens greens

Por debajo están los llamados HNW (correspondiente a las siglas en inglés de High net worth), las grandes fortunas. En la documentación interna del banco, estas siglas aparecen a veces seguidas de una i para designar el área HNW Internacional, donde se gestionan los activos de clientes al margen de su residencia fiscal. El UBS aplica criterios algo más estrictos que los bancos dedicados a la gestión de grandes fortunas en Francia. El patrimonio mínimo de sus clientes en esta categoría debe rondar los  2 millones de francos suizos, mientras que los bancos franceses ponen como condición mínima un capital patrimonial que ronda el millón de euros. Por debajo de este umbral, unos y otros se ponen de acuerdo en cuanto al trato que deben dispensar: los siguientes solo reciben un asesoramiento estándar.

Estos clientes adinerados también están muy solicitados. Para ellos se organizan las cacerías, las visitas privadas a la zona de Burdeos o de Champaña, los viajes para ver al equipo suizo preparándose para la America cup, las entradas en los partidos de cuartos o en semifinales para Roland-Garros, las entradas para acudir a la ópera fuera de París y, sobre todo, los torneos privados de golf.

Este deporte, es para el UBS uno de las mejores cartas de presentación de cara a las principales fortunas de Francia. Es ahí donde se dan cita aquellos que cuentan con altos ingresos, que comparten el mismo sentimiento de pertenecer a un mundo aparte, donde el dinero se ve como símbolo de éxito social, donde el hecho de no pagar impuestos evidencia una buena gestión.

A propósito de todos estos nuevos ritos, UBS los ha convertido en terreno favorable para llevar a cabo sus prospección, a la caza del millonario. UBS invita a sus clientes más adinerados. Acude a los clubes de golf más prestigiosos, esos que exigen que los abonos anuales y que cuestán más de mil euros, envía invitaciones para torneos privados en campos de golf conocidos como Fontainebleau, Bouffémont, Évian, etc. UBS se vanagloria en un documento interno de haber invitado a más de 20.000 personas de todo el mundo.

“Cuando se es un profesional liberal, cirujano, se reciben múltiples solicitudes, de los laboratorios, de marcas prestigiosas de coches como BMW o Mercedes, de los bancos... ¡Claro que he recibido invitaciones de UBS pero, aunque juego al golf, no la acepté”, asegura un cirujano que figura en una lista de invitados elaborada por Gabriel D., gestor del UBS con base en Basilea. Justifica su presencia en esta lista porque había confiado la gestión de su patrimonio a una gestoría parisina, CCR, que acabó en manos de UBS. “Sin embargo, preferí seguir con mi gestor, que me decía que no veía muy claras las prácticas deUBS, en lugar de seguir con la antigua gestoría”, explica, para a continuación bromear con el hecho de que, desde que está jubilado, todas estas solicitudes e invitaciones han desaparecido.

Otras personas que figuraban en esta lista parecían más incómodos al recibir la llamada de Mediapart. Algunos no recordaban nada y otros han respondido sistemáticamente echando balores fuera. Se percibía cierta incomodidad.

Las veladas terminan por parecerse todas. Se ven parejas con una copa de champán en la mano y rodeadas de un gestor que les adula con la mirada, sonrientes al fotógrafo, tal y como se puede ver en publicaciones francesas como Point de vue, Images du monde o Paris Match. Como detalle subliminal destaca la contratación de un prestidigitador. En la primavera de 2007, UBS confía a un prestidigitador la animación de las veladas de los torneos de golf y como premio para el ganador se entrega...  una maleta.

“Es difícil imaginar lo que representa el golf. Se forman equipos de cuatro personas. Al principio nadie se conoce, pero al final todo el mundo se tutea. Y, por la noche, todo el mundo queda para cenar en un ambiente muy informal”, explica Stéphanie Gibaud, responsable durante varios años del departamento de eventos de UBS en Francia antes de ser despedida por haber denunciado las prácticas ilícitas del banco.

“La problemática entre Francia y Suiza”

El problema de estos encuentros organizados por UBS es que se dirigen a clientes fieles o a clientes potenciales que no proceden únicamente de la filial francesa del banco suizo, sino que las envían los gestores suizos del departamento de gestión de grandes fortunas del banco. Durante años, estos gestores se desplazan a los eventos que tienen lugar en Francia, a la caza de clientes.

Se les ve en la ópera de Nantes, de Estrasburgo, de Lille, en la sala Pleyel, en los greens de golf más conocidos en torneos privados. Sin que esto parezca molestar a la dirección UBS de París. Durante la celebración de una representación operística en Nantes, un coto de caza que UBS no descuida, al menos seis responsables suizos figuraban entre la lista de representantes del banco y no se trataba de simples trabajadores. Se encontraba Philippe Wick (responsable de France international en Suiza), en compañía  del presidente del consejo de vigilancia de UBS Francia, del suizo Dieter Kiefer y del director de UBS Francia, Patrick de Fayet.

A veces, UBS optaba por tomar directamente la iniciativa de organizar eventos y no avisaba hasta última hora a los equipos franceses. “Estamos organizando una preinauguración en la galería parisina Lahuière el miércoles 26 de abril (…) nos quedan algunas plazas, unas quince. ¿Creéis que vuestros CA (gestores) estarían interesados? Si es que sí, debéis completar el fichero Excel adjunto; enviadlo como muy tarde el lunes 27 de marzo”, escribe, muy resuelto, en un correo electrónico un responsable suizo del departamento de eventos del banco francés.

Estas iniciativas no siempre son bien recibidas por parte de los responsables franceses, que ven cómo Suiza acecha continuamente a su clientela. Sobre todo están en juego los posibles bonus sobre la clientela captada. Así en un correo electrónico dirigido a Patrick de Fayet, un trabajador de UBS de Estrasburgo se queja de la invasión de los suizos en su territorio. “Me pongo en contacto contigo con relación al evento Alinghi porque Nicolas O. [gestor suizo] nos ha confirmado que se trata de un acto conjunto organizado por Olivier Baudry [responsable de la división HNWI de Suiza] y que por eso le han dado 11 plazas para clientes alsacianos y de la Lorena […] Nicolas preguntó a Olivier Baudry si podía llevar a alguien de nuestra oficina y Olivier Baudry consideró que en la medida en que invitan a clientes y prescriptores no deseaban que el on shore [UBS Francia] esté representado. El problema no está en la colaboración Estrasburgo-Basilea, sino en la colaboración Francia-Suiza”, escribe, visiblemente crispado, este responsable de Estrasburgo.

La "problemática" de la colaboración de Francia y Suiza lo dice todo. Patrick de Fayet sin embargo no puede ignorar la ley francesa que prohíbe la venta de productos bancarios procedentes del extranjero en Francia. UBS lo sabe. En un documento interno, publicado por Antoine Peillon y por varios periódicos, recuerda: “Contrariamente a UBS Francia, que goza de autorización para ejercer en Francia, UBS SA (la banca suiza, en lo sucesivo UBS) no tiene autorización para ejercer su actividad bancaria en Francia, no goza de un “pasaporte europeo” para llevar a cabo tales actividades”, avisa.

Lo que parece ser un recordatorio de la ley en vigor se convierte, según van avanzando las páginas, en un vademécum explícito sobre cómo sortearla. “UBS no puede, de forma activa, tantear a posibles futuros clientes […] pero UBS SA puede dar continuidad a las peticiones sin tramitar de clientes potenciales […] Buscar clientes fuera de Francia y contactar con ese cliente potencial, sin que estas actividades provengan de una solicitud realizada en Francia, no presenta ningún problema”, asegura. Y continúa: “La documentación del contrato con UBS debería, en la medida de lo posible, quedar lista y firmada fuera de Francia. El gestor que esté de viaje no debe llevar los contratos firmados. Estos documentos deben enviarse directamente a Suiza”. Por correo o por internet, se sobreentiende.

Teclear tres veces un código falso

En otro documento, según se ha publicado ya, UBS da instrucciones a estos gestores sobre cómo comportarse al otro lado de la frontera. Regla número uno: no llevar encima ningún nombre de cliente. Regla número dos: utilizar los móviles de empresa que poseen un sistema de seguridad. Regla número tres: en caso de verse sometido a un control en la aduana, el gestor debe mostrarse cooperante y justificar el viaje, se trata de una reunión de trabajo. Regla número cuatro: si las cosas se tuercen, deberá teclear tres veces un código falso en el teléfono móvil para bloquearlo. Regla número cinco: si todo va mal, contactar con la embajada de Suiza del país, que se ocupará del gestor, con independencia de la nacionalidad del mismo. De ello se deduce que los problemas de UBS son realmente un asunto de Estado.

Tras ser imputado, UBS lo tiene difícil a la hora de defenderse. ¿Cómo explica que la filial francesa acepte gastar entre 1 y 3 millones de euros cada año para organizar eventos y reuniones mundanas, sin esperar a cambio una inversión? En otro documento interno, el banco hacía una estimación de los principales actos organizados. La feria internacional de arte de Basilea, los conciertos del Verbier Festival Youth Orchestra patrocinados por UBS de Ginebra están consideradas las citas que atraen a más franceses fuera del país.

Y lo que es más, ¿cómo puede explicar UBS semejante presupuesto comercial, mientras que oficialmente la filial francesa de la banca suiza solo declaró beneficios en 2006 y 2007, mientras que el resto de años fue deficitario, lo que se traduce en pérdidas por valor de 257 millones de euros?  En 2012, UBS Francia dice contar sin embargo con 12.193 clientes, con los que consigue entrar en beneficios.

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Estas únicas cifras habrían debido atraer la atención de la Autoridad de control (ACP), encargada de la vigilancia de los bancos, y del fisco mucho antes de que un escrito anónimo denunciase este modus operandi de la banca suiza en Francia. Un banco, sobre todo cuando su actividad principal es la gestión de fortuna, no puede obtener semejantes resultados. Si se trata de una cuestión de incompetencia y peligra su futuro, la intervención de las autoridades de vigilancia del sistema bancario está todavía más justificada. Eso o existen otros problemas.

Hasta finales de 2011, UBS Francia apenas ha mostrado la menor preocupación. Hoy, Christian Noyer, gobernador del Banco de Francia y responsable de la ACP reconoce que el caso UBS esta abierto, aunque rechaza aportar más datos.

Mientras tanto, UBS, que ha comprendido el peligro, ha tenido tiempo de hacer limpieza. La mayoría de los responsables de área han cambiado o han sido despedidos; sólo permanece uno de ellos en cada división, sin lugar a dudas el objetivo es que conozcan a la perfección aquellos aspectos que no se puedeb plasmar por escrito. Los gestores suizos ya no viajan a Francia pero siguen haciendo invitaciones en el extranjero. En estos momentos los grandes premios de Fórmula 1 parecen particularmente concurridos.

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