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Francia

Irak y Yemen son el caldo de cultivo de una nueva generación de yihadistas

Yihadistas

Los dos sospechosos de haber cometido la masacre en el semanario Charlie Hebdo, cuyo retrato fue inmediatamente difundido por las autoridades francesas, eran viejos conocidos de la Justicia y de los servicios de inteligencia por sus lazos con el yihadismo. Además, formaban parte de una célula especialmente activa en la pasada década, un periodo fundamental en la formación de una nueva generación de activistas. 

Chérif Kouachi, que junto a su hermano Saïd (de 32 y 34 años, respectivamente), ha tenido en jaque durante dos días a las autoridades francesas tras el atentado mortal, fue detenido en la operación que desmanteló la célula Buttes-Chaumont, que envió combatientes a Irak a través de Siria entre 2003 y 2005. Chérif fue arrestado en 2005 cuando estaba punto de volar a Irak, previo paso por Siria, en compañía de Thamer Bouchnak, y condenado el 14 de mayo de 2008 a tres años de prisión, de ellos 18 meses en régimen de libertad vigilada.

También su hermano Saïd Kouachi pasó supuestamente varios meses en Yemen en 2011 donde se entrenó en el manejo de armas, según el servicio de inteligencia norteamericano. Los dos hermanos figuraban “desde hace años” en la lista de los terroristas conocidos o sospechosos del Gobierno de EEUU. De hecho, según declaró el jueves a The New York Times un responsable del servicio de inteligencia norteamericano, Saïd y Chérif Kouachi figuraban en la lista norteamericana no fly list, que les prohibía volver desde o a suelo norteamericano.

En 2011, Yemen era el lugar ideal para el candidato a yihadista con ganas de perfeccionar sus conocimientos. Siria todavía no había sido parcialmente conquistada por el Estado Islámico y Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) acababa de hacerse con una importante zona del sur de Yemen. El país parecía capaz de constituir un eventual frente yihadista, aunque si bien es cierto que menos prestigioso que el Sinaí, sí con muchas posibilidades. No hay que olvidar que, en esa época, AQPA todavía no había hecho su juramento de fidelidad al Estado Islámico.

Hay otro elemento que resulta decisivo. Al contrario de lo que sucede en otras células de Al Qaeda, AQPA fue pionero en los círculos yihadistas a la hora de lograr movilizar activistas de habla árabe y de centrarse en el público angláfono, o incluso francófono, en Europa. Precisamente esa es la función que cumplen publicaciones como la revista Inspire, que publicó la amenaza explícita contra Charb. En esa época, AQPA era la única organización que había amenazado al exdirector del Charlie Hebdo.

Asimismo, Yemen es el país que los salafistas quietistas (no violentos y apolíticos) visitan para profundizar en sus conocimientos sobre el islam, lo que pudo contribuir a entorpecer la pista que seguían los servicios de inteligencia. “Hace algunos años, me encontraba en el país, donde vivían un centenar de franceses, familias, sobre todo en el Instituto Dammaj o en otros centros salafistas quietistas”, explica Laurent Bonnefoy, investigador especialista en Yemen. “Por esa razón, no hay que pensar que el simple hecho de viajar a Yemen presupone ser un radical. En el caso de los hermanos, la radicalización viene de atrás, de Irak, de la cárcel, incluso pudieron haber adquirido conocimientos técnicos en explosivos y manejo de armas allí”.

Posteriormente, estas diferentes células ayudaron a formar combatientes del Estado Islámico, que actualmente goza de fuerte arraigo en ambos países. De hecho, otro miembro de la célula, Bubaker al Hakim fue el que reivindicó, en nombre del Estado Islámico, el pasado mes de diciembre, el asesinato en 2013 de los dos opositores tunecinos Chokri Belaïd y Mohamed Brahmid; asesinatos por los que todavía no se ha celebrado juicio alguno.

La relación de Chérif Kouachi con Bubaker Al Hakim se conoció el miércoles por la tarde, cuando se hizo pública la identidad de los hermanos sospechosos de la masacre. Y fue gracias a varios especialistas en el movimiento yihadista, como el periodista David Thomson, autor del libro Français jihadistes [Franceses yihadistas], que publicó un tuit con el mensaje en el que se reivindicaban los asesinatos de los opositores políticos tunecinos, el 17 de diciembre de 2014.

[VO con subtítulos FR del msj reivindicativo de los asesinatos de C. Belaïd y M. Brahmi a manos del EI]

“Volvermos y mataremos a más de los vuestros decía entonces Bubaker Al Hakim (a la derecha). No viviréis en paz mientras que en Túnez no se aplique la ley islámica”.

Al igual que en el caso de Chérif Kouachi, la trayectoria de Bubaker Al Hakim en el seno del movimiento yihadista viene de atrás y se encuentra estrechamente ligado con el desarrollo de un nuevo terreno yihadista que forma a toda una generación de militantes. Bubaker Al Hakim, instalado en Irak ya en 2002, ha reconocido que estuvo en el país en cuatro ocasiones. Pero también hay otros elementos que evidencian la proximidad ideológica de los hermanos Kouachi con el Estado Islámico. Al grupo de los Kouachi, según el diario Le Monde, también pertenecía Salim Benghalem, miembro del EI, incluido desde finales de septiembre de 2014 en la lista negra del departamento de Estado norteamericano.

Autor de un capítulo dedicado a la célula iraquí en Francia en una obra sobre la evolución de la amenaza terrorista global, el exdiplomático Jean-Pierre Filiu recordaba este jueves en su blog que “Bubaker Al Hakim fue un escudo humano de Sadam Hussein en vísperas de la invasión de Estados Unidos de marzo de 2003” y que “a continuación conminó” ante los micrófonos de RTL y de LCI “a sus colegas del distrito XIX [de París]” a sumarse a la causa para “matar norteamericanos”. “Supuestamente, Bubaker Al Hakim pudo haber recibido”, según Jean-Pierre Filiu, “asistencia por parte de los servicios de inteligencia sirios, muy activos en su apoyo a la resistencia de los antiguos oficiales de Sadam Hussein contra la ocupación norteamericana. Desde Damasco, la célula Buttes-Chaumont amplió sus tentáculos hasta Faluya, feudo yihadista del Oeste de iraquí, en 2004 y en 2014”.

Esta evolución, a raíz de la invasión norteamericana de 2003 y hasta la fecha, de un nuevo terreno para la yihad es vital para comprender el proceso de maduración por el que ha pasado una generación que ahora ronda la treintena, como Chérif Kouachi. En esencia, la literatura en la que se apoyan estos activistas es la misma que la de la generación precedente. Además de la formación recibida a través de los imanes que difunden sus plegarias en YouTube, se inspiran especialmente en textos como el testamento de Abdallá Azzam, imán palestino muerto en 1989 y que desempeñó un papel fundamental en la expansión de la yihad.

Pero es sobre todo la intervención extranjera lo que ha alentado a una nueva generación de yihadistas. La invasión, el desmantelamiento, posteriormente la ocupación de Irak por parte del ejército de EEUU ha sido el contexto perfecto para la “yihad fundadora” de los dirigentes que se encuentran actualmente al frente de los grupos integrados o próximos al Estado Islámico, cuando este en su pugna contra la Unión Soviética en Afganistán, permitió la creación de Al Qaeda.

En Irak, la competencia entre las dos redes terminó pronto. El ala de la organización fundada por Osama Bin Laden fue absorbida por lo que entonces se denominó Estado Islámico de Irak (EII), en 2006. Entonces, tras la muerte del responsable de Al Qaeda en Irak, Abu Mussab Al Zarqaui, su sucesor decidió hacer un juramento de fidelidad a Al Bagdadí, jefe del EII, lo que le permitió convertirse en ministro de la Guerra del propio EII. A partir de entonces, Al Qaeda no volvió a tener miembros en Irak, algo que el número uno de Al Qaeda Zawahiri reconoce. A partir de ese momento, las victorias militares y la expansión por Siria e Irak ha contribuido a dejar en un segundo plano a Al Qaeda, que tiene mucha menos prisa que el EI en proclamar el califato.

Tras la retirada del ejército norteamericano, el EII ha seguido beneficiándose de la política no solo discriminatoria, sino literalmente avasalladora del Estado central iraquí, en contra de los ciudadanos de confesión sunita. Esta política, iniciada por el ex primer ministro chiíta Maliki (en el cargo de 2006 a 2014 y apoyado a la vez por Irán y EEUU), terminó desarticulando cualquier alternativa moderada –como la de los Hermanos Musulmanes iraquíes, cuyo vicepresidente iraquí ha sido condenado a muerte y enviado al exilio– y echando en los brazos del EII a cientos, quizás miles, de militantes sunitas iraquíes.

El 21 de septiembre de 2014, tres meses después de que el emir del EI, Al Baghdadi, proclamara el califato, el Estado Islámico declaró la guerra al Estado francés y a sus ciudadanos, como represalia por la participación de Francia en la coalición internacional. Este es el caldo de cultivo en el que han actuado los hermanos yihadistas, si finalmente se confirma que fueron los autores de los asesinatos del miércoles. Aislados antaño en el seno de pequeños grupos, a falta de “dirigentes” carismáticos, estos yihadistas han encontrado en el EI una nueva dinámica que les resulta conocida, ya que ellos mismos la alimentaron en el pasado, cuando viajaban a Siria e Irak.

El emir Al Baghdadi no ha establecido los límites territoriales del califato, por lo que se permite que los activistas locales se sumen al objetivo del EI en defensa de su propia causa, tal y como ocurrió al asesinar al equipo del Charlie Hebdo. “El proyecto del Estado Islámico es consolidarse y después, expandirse”, reconocía a Mediapart en octubre un activista yihadista en Túnez. “Adnani (portavoz del Estado Islámico) ha dicho que es necesario hacer frente a los infieles de todo el mundo. Pero en las organizaciones yihadistas, no se cumplen directamente órdenes de un jefe en el extranjero, esto no funciona así. La iniciativa parte en primer lugar de los individuos y de los grupos locales”.

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Traducción: Mariola Moreno

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