OPERACIÓN ANTITERRORISTA EN FRANCIA

La red terrorista olvidada por la inteligencia francesa desde el año 2010

Plaza de la República de París, abarrotada de participantes en la marcha republicana.

Los archivos han hablado. En las horas posteriores al atentado contra la redacción del semanario Charlie Hebdo, la policía supo que disponía de un informe que les conduciría inmediatamente hasta los asesinos. El olvido –deliberado o no– del carné de identidad de Saïd Kouachi, uno de los dos autores de la masacre, junto a su hermano Chérif, en un coche durante la huida, el 7 de enero, fue más que suficiente. El nombre de los Kouachi también hizo que apareciera de inmediato el expediente de una investigación antiterrorista iniciada en 2010 sobre el intento de fuga de varios jefes islamistas encarcelados, entre ellos Smaïn Aït Ali Belkacem, responsable de los atentados de París de 1995. Así que la Policía llevó a cabo de inmediato numerosos registros en la región de París.

Chérif Kouachi, que ya había sido condenado en 2008 por sus vínculos con la célula de reclutamiento yihadista conocida como Buttes-Chaumont, fue investigado en 2010 por pertenecencia a esta nueva red encargada de la fuga de Belkacem. También fue investigado Amedy Coulibaly, imputado en los asesinatos de Montrouge [en el que murió una agente de Policía] y de Porte de Vincennes [secuestro en el que fallecieron los cuatro rehenes y el propio Coulibaly], los días 8 y 9 de enero. Asimismo, Hayat Boumeddienne, su compañera sentimental, que en la actualidad se encuentra en busca y captura, también fue arrestada e interrogada en el marco de la misma investigación.

Mientras que las acusaciones en contra de Kouachi fueron sobreseídas al término de la instrucción, Coulibaly fue condenado a cinco años de cárcel el 20 de diciembre de 2013. De modo que el ministro del Interior Bernard Cazeneuve indujo a error a la opinión pública al declarar el viernes que “nada hacía pensar que” los hermanos Kouachi y Amedy Coulibaly “pudieran llegar a cometer un acto semejante. No se había abierto ningún procedimiento judicial contra ellos”.

En diciembre de 2013, otros ocho miembros del grupo de Kouachi y Coulibaly resultaron condenados a penas de entre uno y 12 años de cárcel. Solo uno recurrió, la figura central de la red, Djamel Beghal, sentenciado en 2005 por haber tratado de atentar cuatro años antes contra la embajada de EEUU en París. Fue encarcelado y posteriormente cumplió arresto domiciliario en el departamento de Cantal [centro sur de Francia]. El pasado diciembre, la Corte de Apelación de París ratificó la pena de Beghal por intento de fuga. De eso hace poco más de un mes.

“No hay pruebas y solo se han condenado las convicciones religiosas”, se quejó entonces Beghal en su blog. No obstante, el expediente de investigación al que ha tenido acceso Mediapart en su integridad deja entrever la existencia de un grupo armado listo para organizar, además de intentos de fuga, “operaciones de mártires”. Seis miembros de este grupo –de los que cuatro habían cumplido sus penas- se encontraban en libertad en vísperas del atentado contra el semanario Charlie Hebdo.Charlie Hebdo

En la primavera de 2010, la Policía Antiterrorista intuyó rápidamente la peligrosidad de la red. El 18 de mayo, durante un registro en casa de Coulibaly, alias Doly, en Bagneux [cerca de París], halló 240 cartuchos del calibre 7,62 escondidos en un cubo de pintura, así como una funda de revólver en un armario. “Son míos”, explicó el sospechoso, refiriéndose a las balas. “Son cartuchos para kaláshnikov. Intento venderlos en la calle”.

Amedy Coulibaly, muerto el viernes en el asalto a la tienda HyperCacher de Porte de Vincennes [París], no es un desconocido para la Policía. Cuando era empleado de Manpower, ya se vio implicado en 16 robos a mano armada con violencia y tráfico de estupefacientes. En mayo de 2010, la Subdirección Antiterrotista (SDAT) de la Policía Judicial lo presentaba como un “islamista rigorista”, sin embargo, ante los investigadores, minimizó su radicalidad religiosa durante el interrogatorio. “Trato de hacer avances con la religión, pero voy poco a poco”, admitió. Amedy Coulibaly hablaba en esa época de Chérif Kouachi como un “amigo que conoció en prisión”, pescadero eventual.

Interrogado sobre su relación con “veteranos del yihadismo”, admitió conocer a uno, Djamel Beghal. En julio de 2013, la Fiscalía Antiterrorista presentaba a Coulibaly y Kouachi como “alumnos” de este. “Si quieren que les diga todos los terroristas a los que conozco, van para largo, los conozco a todos: los de las células chechenas, los de las células afganas…”, fanfarroneó Coulibaly ante los policías, según consta en la declaración. “Pero no por conocerlos soy un terrorista”. También fingió “no estar de acuerdo con los atentados […] simplemente porque yo podría ser una víctima”. “Jamás participaría en un atentado ni en nada tan grave como eso”, insistiría días más tarde ante el juez.

La realidad de la investigación, sin embargo, es bien distinta. Las escuchas telefónicas, de marzo y abril de 2010, realizadas en el móvil de Doly, muestran “sin lugar a dudas”, a decir de los investigadores, “su fe radical” y la “influencia ideológica” que ejercía sobre él Djamel Beghal. Por su parte, el responsable de los atentados de 1995, Smaïn Aït Ali Belkacem lo consideraba como un activista “fiable y determinado”. “Además, está muy metido en la religión. Se lo toma en serio”, estimaba el terrorista islamista en una conversación telefónica interceptada en un móvil utilizado clandestinamente en prisión.

El análisis del ordenador portátil de Coulibaly permitió descubrir fotos suyas posando ante una bandera negra islamista. En otras imágenes se le ve en el bosque, armado con una ballesta, al lado de su mujer cubierta totalmente con un velo. Entre múltiples pruebas de fe, los investigadores encontraron imágenes pedófilas que también encontraron en el ordenador de Chérif Kouachi.

En esa época, Kouachi y Coulibaly son ya piezas clave en una red perfectamente articulada. “Djamel Beghal es el jefe de una célula operativa de obediencia takfir” (nombre de una secta salafista)”, resume un comandante de la SDAT en su informe del 21 de mayo de 2010. “Federados en torno a los dirigentes, que pertenecen al movimiento takfir, los miembros de la red terrorista son en su mayoría delincuentes experimentados que se convirtieron al islam en la cárcel”, continúa el policía, que habla de la “creación de un proyecto terrorista cuyo objetivo era ayudar a fugarse a los hermanos encarcelados y que tenía como fin último acometer una acción de mayor envergadura”.

“He venido para ofreceros una carnicería”

El primer paso consistía en organizar la fuga de Smaïn Aït Ali Belkacem, “cabecilla de la red”, y de otro activista islamista de la prisión de Clairvaux y en preparar la huida de Djamel Beghal, alias Abu Hamza, entonces en arresto domiciliario en Murat (centro sur de Francia). El objetivo, según la SDAT, era “cometer una acción terrorista de gran envergadura”. Dicha información se obtiene en una conversación telefónica entre Belkacem y Beghal, interceptada por la Policía el 22 de abril de 2010, a las 12:22. “Hay dos cosas en las que pienso desde hace mucho. Algo que preparo minuciosamente desde hace años para poder dar un buen golpe después, lo que se conoce como matar dos pájaros de un tiro. Todo esto requiere tiempo porque no es ninguna broma, no se trata de ningún juego”, confesaba Beghal.

En un correo intervenido por la Policía, otro miembro de la red, Fuad Bassim, escribía a un cómplice: “Haz lo necesario para ayudarme a salir y esta vez, fuera, no habrá piedad”. Condenado a ocho años de prisión a finales de 2013, Bassim se encuentra actualmente en busca y captura.

Pero el gran misterio de esta investigación de 2010 es el hallazgo de recetas para hacer veneno (en concreto cianuro, obtenido a partir de semillas de manzana) en la célula de Belkacem. Un experto en toxicología, tal y como se recoge en la sentencia del Juzgado de Instrucción de París, confirmó “la eficiencia del procedimiento descrito en las recetas, así como el carácter potencialmente letal del producto obtenido”. “Lo más peligroso sería contaminar con este liquido una red de abastecimiento de agua o un circuito de fabricación de alimentos, lo que podría hacer enfermar a buen número de personas”, se podía leer en el texto de la sentencia.

Sin embargo, los investigadores no pudieron demostrar que existiese un plan concreto para lanzar un ataque con este veneno. Sin embargo, la red había trabajado muy activamente para comprar armas en Bélgica y para preparar las fugas de los líderes islamistas. Una nota manuscrita encontrada en casa de un miembro de la célula, que estaba dirigida a un cómplice, decía: “Necesitamos dos kaláshnikov, de dos calibres, diez granadas. Trata de hacerlo lo más rápido posible porque lo necesito. Tienes que hablar con el hermano que vende las armas. Mi hermano no sabe nada, así que negocia un precio bajo”.

Aunque la imputación de Chérif Kouachi fue sobreseída por no existir “suficientes elementos probatorios de su implicación” en los intentos de fuga, sí que estaba considerado un miembro activo de la red. En abril de 2010, cuando se hallaba sometido a una estrecha vigilancia policial, se reunió con Djamel Beghal en Le Cantal durante una semana. Estaba acompañado de otros dos islamistas, anteriormente condenados por actos terroristas.

En las 11 ocasiones que declaró en mayo de 2010 ante la policía, Kouachi se mostró obstinadamente callado. “El interesado guarda silencio y mira al suelo”, hicieron constar los investigadores de la SDAT. “Es consciente de que su rechazo a dialogar con nosotros, incluso sobre los asuntos más anodinos, el rechazo a escribir una página, el rechazo a mirar las fotos que le hemos presentado, el rechazo a comer, es un comportamiento típico y ya constatado en personas fuertemente adoctrinadas y que pertenecen a una organización estructurada que han recibido consignas durante una detención preventiva”, señalaron los policías sobre el futuro autor de la masacre de Charlie Hebdo.

Los archivos informáticos de Kouachi hablaban bastante más. Los numerosos documentos, la mayoría anónimos, descubiertos en su ordenador o en memorias USB demuestran que existía un reclutamiento yihadista estructurado. La mayor parte de los documentos se refieren a operaciones de mártires, así como la conducta a seguir. Todos ellos fueron descargados en 2009.

Uno de los documentos, llamado operación Sacrificios describe un modus operandi que recuerda el atentado perpetrado en la redacción del semanario Charlie Hebdo. “Un muyahidín (combatiente) irrumpe en el cuartel del enemigo o en la zona de reagrupamiento y dispara a quemarropa sin haber preparado un plan de huida ni haber pensado en la huida. El objetivo es matar al mayor número posible de enemigos. Con mucha probabilidad, el autor morirá”, se lee. “La expresión atentado suicida que algunos utilizan no es exacta. Los judíos han elegido esta expresión para disuadir a la gente de recurrir a ella […] En lo que respecta al efecto que estas operaciones tienen sobre el enemigo, hemos constatado por nuestra experiencia que ninguna otra técnica produce tanto pavor ni conmociona tanto”.

Otro texto titulado El Profeta del Terror comienza con estas palabras: “Vengo a ofreceros una carnicería”. Cargado de alusiones religiosas, el texto es en realidad una llamada al terrorismo: “el Corán habla de prepararse lo mejor posible para aterrorizar al enemigo”. Mejor aún: “horrorizar al enemigo”.

Una obra del imán salafista jordano Abu Mohamed Al Maqdasi desarrolla toda “una serie de consejos sobre la seguridad y la prevención” dirigida a activistas radicales. Ejemplo: “en la mayoría de ocasiones, no es indispensable para el financiador saber cuándo y dónde tendrá lugar la operación ni a cargo de quién correrá. Del mismo modo, para los que van a ejecutar la etapa final de la operación (es decir, el terrorista, el secuestrador, el que se sacrifica, el asesino, etc…) no es imprescindible saber quién financia la célula o el grupo”.

Si bien en ningún documento hallado en 2010 en casa de Kouachi se habla de las caricaturas de Mahoma, un texto amplio titulado Desviaciones e incoherencias en los predicadores de la decadencia dice que la fetua contra el escritor Salman Rushdie está “plenamente justificada” –“que Alá lo maldiga”, señala–. El francés Michel Houellebecq es calificado de un “despojo humano” que se “permite decir en uno de sus panfletos que la religión más estúpida es el islam”. El texto también se refiere a los escritores mediocres deshonestos (a saber, los periodistas)” y asegura que “en las sociedades infieles, el pecado es la norma y la blasfemia una diversión sádica”.

La investigación de 2010 sobre la célula de Beghal demostró sin lugar a equívocos que sus miembros estaban decididos a pasar al ataque. Alguien cercano a Kouachi y Coulibaly, un tal Teddy Valcy, alias Djamil (condenado a 9 años en 2013), fue arrestado por estar en posesión de un kaláshnikov con un cargador con 22 cartuchos. “Esta arma me pertenece y no habría dudado en utilizarla contra vosotros si hubiese tenido tiempo”, dijo a los policía en el momento de su detención.

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En un vídeo grabado en su teléfono móvil en abril de 2010, aparece vestido con una chilaba, con su ametralladora a la espalda. Pronuncia un discurso de guerra: “es hora de actuar. La comunidad musulmana está en peligro […] La dignidad de los musulmanes está mancillada. No tenemos otras soluciones que tomar las armas para defender a nuestra comunidad. Os conmino a tomar las armas lo antes posible con una gran determinación y no olvidéis la recompensa del mártir […] se nos llama terroristas pero la palabra se queda corta porque debemos aterrorizarlos mucho más, a los enemigos, los infieles. No hay nada que hablar con ellos”. Los días 7, 8 y 9 de enero de 2015, una parte de la red de Beghal respondió a la llamada. Traducción: Mariola Moreno

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