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Violencia género

La sociedad argentina dice “basta” a la violencia machista

La sociedad argentina dice “basta” a la violencia machista

“Agonizó por los golpes antes de morir carbonizada”. “Discutió con su pareja y la arrojó del coche en la autopista”. “Horror en un exclusivo barrio elegante: discutió con su esposa y la asesinó a puñaladas”. A falta de datos oficiales, los titulares de los periódicos en Argentina ofrecen, a diario, una perspectiva espeluznante. Una mujer muere asesinada cada 30 horas –en Francia, cada dos días y medio–, según la asociación la Casa del Encuentro, que realizó las primeras estadísticas en Argentina en 2008. 

Para esta asociación, el término feminicidio es político. Alude a la violencia que ejerce un hombre contra una mujer, a la que considera de su propiedad. Pero el feminicidio es ante todo una cuestión jurídica. El concepto lo empleó en 1976 la feminista Diana Rusell, en Bruselas. En Argentina, desde 2012, el Código Penal reconoce el feminicio como agravante del homicidio, que puede ser punible con la cadena perpetua. Pero ahora está siendo sobre todo la calle la que da un nuevo sentido al feminicidio; la sociedad se está movilizando en contra de la violencia machista y lo hace saliendo a manifestarse multitudinariamente, irrumpiendo en la campaña presidencial y reclamando cambios legislativos.

El 15 de abril de 2015, María Eugenia Lanzette, de 44 años, maestra en una escuela de Córdoba, murió degollada a manos de su exmarido, en presencia de sus alumnos. Fue la gota que colmó el vaso. Las protestas comenzaron en las redes sociales con el hashtag #NiUnaMenos, una etiqueta lanzada en mayo por periodistas, escritoras y artistas argentinas. “Y nosotros, ¿qué hacemos? ¿Vamos a quedarnos de brazos cruzados? ¡Nos matan!”, escribían en Twitter. En apenas unas semanas, el lema se hizo viral hasta devenir un gigantesco grito de adhesión con el que decir “¡basta!” a la violencia, al acoso, a las violaciones. Y, especialmente, a los feminicidios.

La presidenta argentina, Cristina Kirchner, la oposición, los artistas, deportistas como el futbolista Lionel Messi y el tenista Juan Martín del Potro.... Todos tuitearon #NiUnaMenos. Y el 3 de junio cientos de miles de personas se echaban a la calle en Buenos Aires, pero también en 70 ciudades del país, en Chile, en Uruguay y hasta en México.

“Es muy positivo que el entorno de las víctimas puedan manifestarse”, dice Aixa Rizzo, estudiante de Derecho y una de las figuras más destacadas del movimiento. “Pero con amor y con indignación no se acaba con los feminicidios”. Como el resto de promotores de #NiUnaMenos, reclama que se aplique la ley en los casos de asesinatos de mujeres, una mejor formación de la Policía y del personal judicial, mejor educación sexual en la escuela y la auténtica protección de las víctimas de acoso.

“Paradójicamente, los feminicidios aumentan porque las mujeres se defienden”, explica el especialista español Jorge Cortés González. Imparte seminarios en España y en América Latina en los que aboga por: “Enseñar a los hombres todo lo que pueden ganar si acaban con esta sociedad machista. Tendrían menos presión. Solo se les enseña a canalizar el miedo mediante la violencia y la confrontación. Estadísticamente, consumen más droga, tienen más accidentes en la carretera”.

A principios de agosto, todos los candidatos a las presidenciales de octubre de 2015 fueron interpelados desde la cuenta de Twitter @NiUnaMenos. Se les instaba a suscribir un compromiso contra la violencia machista. Este documento, ratificado por la mayoría de los candidatos, compromete a la declaración de urgencia nacional en materia de violencia de género, la elaboración de estadísticas y la creación de casas de acogida para las víctimas. El compromiso se revela también necesario en el ámbito judicial, dado que los tribunales argentinos solo han emitido tres sentencias condenatarias por feminicidio desde la creación de esta figura jurídica.

Antes de la manifestación y de la aparición del movimiento #NiUnaMenos, ni la presidenta ni los candidatos a las presidenciales se habían ocupado de la cuestión a gran escala. Estrellas, familiares de víctimas, escritores, periodistas, todos han ejercido presión y se preguntan: ¿Qué candidato se va a ocupar de esta plaga? Porque los tres principales candidatos, que guardaban silencio antes de la famosa marcha, todos ellos han participado en un programa de televisión en el que el presentador va introduciendo billetes en las minúsculas bragas de las bailarinas y pregunta a las mujeres cómo es en la cama el candidato...

“A todas las mujeres les gusta que les digan que tienen un culo bonito”

Más allá del feminicidio, hay otros delitos que evidencian el alcance del machismo. Algunas actitudes no son sancionados ni con multa ni con penas de prisión, pero sí se denuncian de forma muy activa en las redes sociales. Aixa Rizzo publicó el 1 de abril en YouTube un vídeo, que ya ha recibido medio millón de visitas. Lleva por título “Acoso callejero: del piropo a la violación”. El piropo, ese comentario masculino, supuestamente halagador, con frecuencia agresivo, está fuera de lugar. En tres minutos frente a la cámara, Aixa, de 20 años, cuenta cómo durante un mes, sufrió a diario las groserías verbales de los obreros que trabajaban frente a su casa, en el barrio residencial de Caballito.

Al verse rodeada, logró deshacerse de ellos echándoles gas pimienta. “No es grave”, le respondió un policía, al otro lado del teléfono. Antes de aconsejarle que, la próxima vez, no se defendiese. En ese momento, a Aixa, se le heló la sangre. Cogió una cámara y grabó el vídeo. Dice que ha recibido 20.000 mensajes en Facebook, cada historia más dura que la anterior. Sobre todo, se pusieron en contacto con ella diputados, quienes acto seguido han propuesto sacar adelante una ley contra el acoso callejero.

En Argentina, la lucha contra la trata de blancas, los secuestros de jóvenes para obligarlas a prostituirse, avanza muy lentamente, impulsada por algunos progenitores, como la madre de Marita Verón, desaparecida en 2002. En un primer momento, los acusados fueron absueltos, tras lo cual, la presidenta convocó al Congreso con el fin de aprobar una ley contra la trata en 2012. Los acusados fueron declarados culpables en segunda instancia en 2014 y la madre de Marita Verón fue recibido por el papa el año pasado, como presidenta de una fundación que ya ha conseguido dar con más de mil jóvenes, sin nunca encontrar a la suya.

El papa ha tomado partido abiertamente sobre el asunto, sobre todo a través del diputado argentino Gustavo Vera, al que apoya y cuyo programa está íntegramente dedicado a la lucha contra la trata. Sin embargo, entre las feministas, se percibe un cierto malestar por la “injerencia” del papa, a quien la presidenta visitó días después de la gran manifestación que tomó las calles de Buenos Aires. Para Aixa, la prohibición de la interrupción voluntaria del embarazo es un “feminicidio de Estado”. “Los ricos siempre encuentran medios para abortar con seguridad en clínicas privadas, pero las mujeres pobres mueren cuando tratan de abortar clandestinamente en condiciones terribles”. El 4 de julio pasado, la “Red Latinoamericana de Católicas por el Derecho a Decidir”, escribía una carta al papa con ocasión de su visita a América del Sur; en ella, le pedían que reconsiderara su oposición sobre la cuestión. A principios de septiembre, el Pontífice anunciaba la posibilidad de que pronto los sacerdotes pudieran “absolver del pecado del aborto a todos los que lo han provocado”.

En cuanto a Cristina Kirchner, Aixa reconoce que ha hecho avances en la causa de las mujeres –como la introducción del feminicidio en el Código Penal, la reproducción asistida, las ayudas familiares, el matrimonio homosexual–, pero lamenta su cerrazón en lo que respecto al aborto. “Muchos diputados de su partido son favorables a la legalización, al menos en caso de violación”, explica Aixa. “Pero ella sigue oponiéndose. Especialmente, desde que tenemos un papa argentino. ¡El asunto no está ganado!”.

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Cristina Kirchner termina su mandato en diciembre de 2015. Y la violencia de género es en estos momentos una cuestión muy sensible para sus potenciales sucesores. Mauricio Macri, alcalde de derechas de Buenos Aires, candidato a las presidenciales, encendió las redes sociales el año pasado. ¿La causa? Una foto suya en la que se frotaba las manos comiéndose con los ojos el pecho de Violetta, la joven cantante de 17 años. Una semana antes, había hecho gala, en la radio, de los famosos piropos: “¡A todas las mujeres les gusta que les digan que tienen un culo bonito!”.

En julio, volvió a las andadas con un vídeo de campaña bastante desafortunado que quizás habría pasado nuevamente desapercibido, pero que captó la atención de la prensa ahora que el paternalismo y el machismo se miran con lupa, se disección y se denuncian. En las imágenes se ve cómo candidato pone a una niña en sus rodillas, visiblemente incómoda, y la agarra por la cintura tocándole varias veces las manos, las piernas o la espalda. En otro anuncio, trata de convencer a gemelas para que hagan un “concurso de besos”. Una actitud, que ha sido calificada de totalmente fuera de lugar en lo que a “sensibilidad contemporánea” y a la “marcha de #NiUnaMenos” se refiere, por el diario oficialista Página 12. Esta nueva sensibilidad de una sociedad argentina a flor de piel anima en estos momentos a las mujeres a protestar, a defenderse y a reclamar a los jueces que apliquen la ley.

Traducción: Mariola Moreno

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