Francia

Las amistades peligrosas de Alain Afflelou

Las amistades peligrosas de Alain Afflelou

“Está loco este Afflelou”, decían sus anuncios. Alain Afflelou, presidente y cabeza visible de la cadena de ópticas que lleva su nombre, no tendría que haberse metido en el negocio de la calefacción de La Defensa [la concesión de la climatización de los tres millones de metros cuadrados de las oficinas radicadas en el barrio financiero de la Defensa, objeto ahora de una investigación por el supuesto pago de comisiones a cargos electos]. Affelou fue quien, “por amistad”, puso los 11 millones de euros que permitió que los supuestos pagadores de sobornos se hiciesen en 2001 con la jugosa concesión. Ahora se investiga si, a cambio del préstamo, este hombre de negocios cobró 1,2 millones en comisiones, supuestamente pagadas en efectivo o en cuentas en el extranjero. Sin olvidar los 2,4 millones que su “amigo” inyectó en el club de fútbol que Afflelou presidía, el US Créteil.

El problema radica en que, además de reconocer el pago de sobornos, el amigo en cuestión, Laurent Gimel, es un estafador que ha malversado importantes sumas de dinero de su familia política, los Chevanne. Esta familia acusa al empresario de las ópticas de haberlos “desplumado” y hace cinco años que reclama, sin éxito, su imputación por encubrir un delito de apropiación indebida. Afflelou, en su condición de “testigo asistido” en el caso de la calefacción de La Defensa, niega las acusaciones. “Los jueces de instrucción nunca han considerado la posibilidad de imputarlo, por lo que les pido que sean especialmente respetuosos con la presunción de inocencia que le asiste”, ha señalado a Mediapart su abogado, Hervé Témime.

Lo que sí es cierto es que este hombre de negocios, que ahora vive exiliado en Londres, goza de cierta benevolencia judicial. A raíz de la denuncia presentada por la familia, la sala de instrucción ha ordenado hasta en dos ocasiones la reapertura de la investigación, un hecho poco frecuente, con el objetivo de que los jueces de instrucción prosigan las investigaciones. No ha sido hasta la última sentencia, dictada el pasado 12 de junio, cuando el juez se interesó por una transferencia sospechosa realizada a una cuenta de Israel, que sin embargo ya figura en la causa desde hace diez años...

Los amigos de Affelou

De lo que no hay dudas es de que Alain Afflelou ha escogido bastante mal a sus amigos. El primero se llama Laurent Gimel. De padre desconocido, Gimel abandonó los estudios tras concluir los estudios secundarios y se enroló en la marina. Más tarde empezó a trabajar como comercial y ejercía de juez ecuestre los fines de semana. Así fue como conoció, en 1997, a los 36 años, a su esposa, una joven y rica amazona. El padre de la joven, Bernard Chevanne, era uno de los herederos de Sylvain Floirat, fundador del imperio industrial Matras y Europe 1, actual Grupo Lagardère.

La familia Chevanne, que por aquel entonces residía en el castillo de Marivaux, en L'Oise [norte de Francia], vive de las rentas y lleva un elevado tren de vida. Pero a Bernard Chevanne no le atraía ni lo más mínimo el mundo de los negocios. Por eso no es de extrañar que, seducido por el encanto de su yerno, le nombrase director general de Juben Holdings, la empresa que gestiona la fortuna familiar. Una decisión que lamentará amargamente.

Laurent Gimel, juerguista, cocainómano y cercano a una mujer de compañía de nombre Jessica, tiene un amigo de farras llamado Alain Pedretti. Éste abandonó los estudios a los 16 años, fue payaso acróbata en el circo Bouglione y más tarde se convirtió en corredor de fincas en Cannes [sureste de Francia]. Pedretti se relacionaba con el entonces alcalde, Michel Mouillot, varias veces condenado por corrupción, quien lo nombró de buenas a primeras presidente del club de fútbol AS Cannes. Esta proximidad le llevó a pasar 12 días en prisión preventiva en 1997, aunque finalmente las acusaciones que se le imputaron fueron sobreseídas.

Al salir de la cárcel, Alain Pedretti, de 42 años, se encontraba en bancarrota y estaba quemado para dedicarse al mundo de los negocios. Laurent Gimel le tendió una mano. “Pedretti representaba para mí el hombre de negocios que había triunfado, que tenía relaciones y conocía a todo el mundo [...] Sentía una mezcla de amistad y de admiración. Se convirtió en mi gurú”, le contó al juez.

Gimel le propuso asociarse de forma informal. Pedretti aportaría sus negocios vinculados al sector inmobiliario, la empresa Juben se encargaría de la financiación y se repartirían los beneficios al 50%. “Pedretti no quería aparecer. Evidentemente no existe ningún contrato de esto”. Todo esto es ilegal. Dado que Bernard Chevanne no estaba al corriente, Gimel no dudó en falsificar su firma. Y, por supuesto, no pueden cobrar comisiones y mucho menos en metálico.

La vida padre

Los dos hombres se pegaron la vida padre a costa de la familia Chevanne. Gimel instaló a Pedretti en las oficinas de Juben, que terminó por adquirir su empresa y le asignó un sueldo de 7.500 euros al mes. Se mueven en Porsche y en Mercedes todoterreno. Frecuentan el restaurante Fouquet's, en los Campos Elíseos. Descansan en clubes de talasoterapia o en Marruecos y son capaces de gastarse miles de euros en una noche en Saint-Tropez. Gimel da alojamiento a Pedretti en un palacete en Neuilly, le paga la piscina y su casa en Normandía con fondos del Juben Holdings.

“Laurent Gimel me daba todo lo que yo quería, casi no había límites [...] No tendría que haber aceptado”, confesó Pedretti ante el juez. Describe a su amigo como un “oportunista”: “Tenía sed de reconocimiento, de relaciones y de poder. Yo le ofrecí todos los contactos que tenía en París”.

Entre estos contactos, se encontraba un tal Alain Afflelou. Se conocieron cuando Pedretti, descubridor del futbolista Zinedine Zidane en el AS Cannes, lo vendió al club Girondins de Burdeos, entonces presidido por el empresario de las ópticas. En el verano de 2000, Afflelou presidía otro club, el US Créteil, al que quería ascender a la primera división e incluso aspiraba a que jugase en el estadio de Francia. A instancias de su amigo el promotor, apasionado del fútbol, y dado el don de gentes de Alain Afflelou, Gimel invirtió dinero de la empresa Juben en el capital social del US Créteil, club de fútbol del que Pedretti se convertiría en presidente delegado.

Los tres hombres se hicieron “buenos amigos”. “Nos vimos en el fútbol en el US Créteil, íbamos a comer, a la discoteca, llevábamos vidas de soltero”, ha dicho Afflelou. El hombre de negocios llegó incluso a invitarlos, dos años después, a su boda, a la que asistió un número reducido de personas. Afflelou describe sin complejos a Gimel como un hombre “culto” y a priori competente, que parecía “conocer bien el derecho de sociedades”.

Un concurso amañado

A finales del año 2000, la gestión de Gimel terminó por conducir a Juben Holdings a la ruina, la empresa entró en suspensión de pagos. En aquel momento, el gestor de la fortuna de los Chevanne entró en contacto con tres hombres de negocios que buscaban financiación. Querían comprar la empresa Seem, titular del sistema de climatización de la Defensa, vaciar su caja, para después volverse a presentar al concurso, que decían que estaban casi seguros de conseguir (1).

Para Gimel, se trataba de una ocasión inesperada de levantar cabeza. “Si me metí en este negocio, fue para obtener beneficios económicos, beneficios rápidos e importantes. [Si no], nunca me habría metido en una operación tan complicada e incluso arriesgada desde el punto de vista penal”, explicó. Como había dejado sin un duro a la empresa Juben, recurrió al amigo Afflelou. Pedretti fue quien se encargó, durante unas vacaciones, del empresario de las ópticas, a quien le dijo que había “dinero en juego”.

El 5 de marzo de 2001, Afflelou le prestó 11 millones de euros a la empresa Juben Holdings. Solo “por la amistad que me une a Laurent Gimel y Alain Pedretti”, asegura. Aunque mantiene que ignoraba el supuesto pago de comisiones, el empresario de las ópticas confirma que Gimel le comentó que estaba convencido de que ganarían la concesión de la Defensa, gracias a los “contactos” de sus socios. Es curioso que un hombre de negocios tan bien informado como Afflelou no viese nada malo en el hecho de que una contratación pública se diese por ganada de antemano.

Seis meses más tarde, efectivamente la ganaron. El premio gordo que obtuvieron con La Defensa permitió a Gimel y Pedretti pisar el acelerador: montaron en Luxemburgo sociedades pantalla encargadas de emitir facturas falsas, para malversar fondos de Juben. El dinero les permitía financiar sus operaciones inmobiliarias, pero también obtener cientos de miles de euros en metálico, que traían del Gran Ducado Gimel, su chófer y un amigo de Pedretti, exfutbolista del As Cannes. Una parte de estos billetes sirvieron, según Gimel, para pagar 750.000 euros en comisiones al exalcalde de Puteaux Charles Ceccaldi-Raynaud, a cambio de la concesión del sistema de climatización.

Investigación por corrupción

Los dos compadres no tuvieron suerte: en 2001 se abrió una investigación por corrupción. La policía llega hasta Juben Holdings. El 20 de abril de 2004, se registraba el castillo de los Chevanne en Marivaux. La esposa y el suegro de Laurent Gimel lo despidieron ipso facto. Gimel y Pedretti aún tuvieron tiempo de culminar una estafa inmobiliaria contra Juben. Se repartieron los beneficios, 180.000 euros por cabeza, en metálico, en la oficina de un abogado luxemburgués. El yerno prodigo se refugió en Marruecos, donde el amigo Pedretti le encontró trabajo en el sector inmobiliario.

Los Chevanne denunciaron. Se abrió una investigación por apropiación indebida, que se incorporó a la causa principal de corrupción. Gimel resultó imputado por “fraude y falsificación de documentos” y por “apropiación indebida” (2). La familia Chevanne va descubriendo poco a poco las sumas que su yerno se fundió o malversó: más de siete millones de euros. Para su sorpresa, entre los beneficiarios figuran un tal Alain Afflelou, quien parece haberse beneficiado de transferencias que no se corresponden con el reembolso del préstamo (3).

Al revisar los archivos, los Chevanne hallaron facturas sorprendentes. La empresa Juben Holdings corrió con los gastos, por un importe de 2.400 euros, de los billetes de avión y del hotel de Afflelou correspondientes a un fin de semana pasado en Ámsterdam. Si bien este hombre de negocios puede aceptar regalos de su amigo Gimel, a priori no puede recibirlos de la empresa Juben, sociedad que sabía que pertenecía mayoritariamente a los Chevanne. Pero Juben también extendió un cheque por importe de 19.818, 37 euros a la hermana del empresario de las ópticas. Afflelou alega que tuvo que pedirle a Gimel que le abonara dicha cantidad como devolución del préstamo.

Hay otro pago que intriga a los Chevanne. En enero de 2001, cuando acudieron en busca de financiación para la operación de La Defensa, Afflelou recibió una transferencia por importe de 686.000 euros procedente de la cuenta personal de Bernard Chevanne, tras la orden de pago dada por Gimel. Pese a todo, Afflelou asegura que apenas lo conocía y que no tenía ningún tipo de vinculación con él.

Y eso no es todo. Laurent Gimel, que primero declaró ante el juez en Marruecos, acusó al empresario Afflelou. Tal y como reveló el diario Libération, Gimel dijo que en señal de “agradecimiento” por haberle prestado los 11 millones de euros, pagó supuestamente a Affelou tres millones de francos (450.000 euros) de “comisiones”, salidas directamente de la caja de Juben. Una nota manuscrita de Gimel, de la que se incautaron los investigadores, dice “3 MF disponibles”, después, “deducir 2,7 MF (3 MF – 10%)”. “No he cobrado comisión oculta alguna”, protestó Afflelou.

Dinero en una bolsa negra

Sin embargo, Gimel hace mención a los 60.000 euros en metálico “entregados en mano a Alain Afflelou en el Fouquet's, la suma se encontraba en una bolsa negra”. Su cómplice, Alain Pedretti, declaró haber asistido a una segunda entrega de 45.000 euros en las oficinas de Afflelou en los Campos Elíseos. Aspecto que el empresario niega.

Según Laurent Gimel, el saldo de la “comisión” se pagó supuestamente mediante dos transferencias por un importe total de 229.000 euros a una cuenta en Israel a nombre de Benny Bernstock, de quien Afflelou había proporcionado los datos. “No me concierne”, rechaza Afflelou. Sin embargo, las dos secretarias de Juben Holdings han confirmado que él era el beneficiario de las transferencias israelíes que figuran en la contabilidad, tal y como han constatado los investigadores. La secretaria que las realizó está segura porque Gimel le facilitó el número de cuenta en un “papel escrito del puño y letra de Afflelou”, pero que no ha sido localizado por los policías. Curiosamente, el juez no cursó ninguna comisión rogatoria a Israel para identificar al titular de la cuenta Benny Bernstock.

No obstante, la secretaria se acuerda del “enfado de Afflelou cuando hizo el primer ingreso”. La mujer le telefoneó personalmente para resolver una duda. “Me confirmó que el número no tenía más cifras y llamó a Pedretti para preguntarle por qué una 'simple' secretaria se permitía llamarlo y ocuparse de este pago confidencial”. Alain Pedretti ha confirmado que el empresario Afflelou parecía preocupado. Tras la apertura de la investigación, se entrevistó en la elegante estación de esquí suiza de Gstaad con Afflelou, que supuestamente le dijo que “en este asunto, no había que decir nada, que había que guardar el secreto”.

Los Chevanne se preguntan también por el dinero que se fundió Gimel en el club de fútbol US Créteil. Entre abril y junio de 2001, después del préstamo de Afflelou, la empresa Juben Holdings adelantó 1,8 millones de euros al club… para perdonarle esta deuda dos semanas después de realizar la primera transferencia. Según Pedretti, se trataba de la devolución de un favor que había pedido Afflelou a cambio de su préstamo. Aspecto que niegan Gimel y Afflelou.

Afflelou, que era presidente del club y amigo de Gimel, asegura que nunca nadie le informó. “No lo entiendo, decidieron renunciar a la deuda, nadie se lo pidió. Tenían que tener razones de peso para hacerlo”. Asegura que sin lugar a dudas correspondía al patrocinio firmado entre Juben y el US Créteil. Salvo que este contrato publicitario ascendía a solo 380.000 euros anuales y no a 1,8 millones. Pero el juez estima que no está probado que Afflelou supiese que Gimel había inyectado estos fondos a espaldas de su familia política.

Un juez rumbo a Tahití

En octubre de 2010, a la vista de estos elementos, los Chevanne reclamaron que Affleou, que acababa de ser interrogado en calidad de testigo asistido, sea imputado. Piden al juez que continúe con las investigaciones, sobre todo para esclarecer quién es el beneficiario de la cuenta israelí. Pero el magistrado lo rechaza y cierra la investigación en 2011, antes de poner rumbo a Tahití.

Los Chevanne recurren la decisión judicial. En noviembre de 2012, la sala de instrucción les da la razón y ordena la reapertura de la investigación. Un año más tarde, el nuevo juez, Jean-Michel Bergès, establece un careo entre Afflelou y Pedretti, mientras Gimel se negó a comparecer. Sorpresa: Pedretti cambió su declaración, explicó que acusó a Afflelou por petición de su amigo Gimel con respecto a la supuesta comisión de 450.000 euros. No obstante, el corredor inmobiliario insistió en que había efectuado un pago en metálico a Afflelou, pero asegura que el resto (es decir, la transferencia a Israel) tenía como beneficiaria una amiga jordana de Gimel. Lo que da que pensar visto el contexto geopolítico local…

Alain Afflelou, interrogado por última vez en diciembre de 2014, debe explicarse de nuevo sobre la cuestión que le resulta más embarazosa, la transferencia de 686.000 euros ordenada desde la cuenta personal de Bernard Chevanne en enero de 2001, momento en que Gimel pidió el préstamo para La Defensa. Afflelou respondió que Juben Holdings adeudaba este dinero al club US Créteil y que adelantó el pago 48 horas a petición de Laurent Gimel. Como no consulta sus cuentas (“tengo a gente que lo hace por mí”), supuestamente no se dio cuenta de que el reembolso no procedía de Juben, sino de Bernard Chevanne en persona.

Pero su versión resulta contradictoria a tenor de la investigación. A pesar de que Afflelou lo reclamó a su banco, éste no ha hallado el documento que justifica dicho adelanto de fondos. Dos documentos contables distintos del US Créteil, hallados por la Policía, prueban que Afflelou inyectó 686.000 euros dos días antes de la transferencia de Chevanne… pero ¡en la cuenta de otro accionista del club, la empresa E2P! En resumen, parece que Gimel reembolsó por anticipado a Afflelou un adelanto de los fondos que no tenían nada que ver con Juben Holdings. “Solo lo puedo atribuir a un error por parte del contable [del US Créteil], de lo contrario no me lo explico”, respondió Afflelou al juez. Afflelou “siempre ha creído” que pagó los fondos a Juben y “no tiene ninguna vinculación con la empresa E2P”, mantiene su abogado Témime.

El 5 de diciembre de 2014, un día después de que Afflelou declarara, el juez Bergès notificó a la familia Chevanne que no seguiría adelante con la investigación y que tampoco lo imputaría. En su auto, el juez estima que Afflelou “proporcionó explicaciones y elementos” convincentes con relación a la transferencia de 686.000 euros, aunque los únicos documentos aportados en el dossier contradicen su propia versión.

El magistrado subrayaba que Afflelou fue exculpado por Laurent Gimel. ¿La deuda del US Créteil perdonada? Según él no es un regalo, sino una exigencia de las instancias financieras de la Federación francesa de fútbol. ¿Las transferencias en metálico y a la cuenta israelí? Gimel estima que Afflelou iba de “perfecta buena fe”. “La única cosa que ha podido hacer es recibir dinero en negro [quizás] por razones fiscales […] Alain Afflelou no podía saber que este dinero procedía de las arcas de Juben. Eran Alain Pedretti y Laurent Gimel, como personas físicas [quienes pagaban], era una especie de agradecimiento”.

Sin mala intención

La conclusión del juez es que aunque sabía que Juben pertenecía a la familia Chevanne, “no existe el elemento intencional necesario para acusarlo de encubrimiento de apropiación indebida […]”. Así las cosas, el magistrado rechaza abrir una investigación en Israel porque esto ralentizaría una causa que se inició hace 13 años. Dos semanas después, Jean-Michel Bergès dio carpetazo al asunto, lo que favorece el sobreseimiento de la causa en contra de Alain Afflelou.

La familia Chevanne, furiosa, recurrió. “Pruebas factuales […] demuestran de forma indiscutible los numerosos encubrimientos de apropiaciones indebidas […] en beneficio de Afflelou”, se indigna el abogado Florence Gaudillière. “Afflelou nunca ha estado al corriente de las irregularidades cometidas. Afflelou actuó de buena fe, por eso en todo momento, durante estos años, ha declarado como testigo asistido”, replica su abogado Hervé Témime. Seguro de la inocencia de su cliente, no se opone a que se abra una investigación sobre las transferencias israelíes.

Los Chevanne vuelven a ganar. En una sentencia hecha pública el 12 de junio pasado, la sala de instrucción ordena al juez que emita una comisión rogatoria internacional a Israel, para verificar si Afflelou cobró 229.000 euros abonados en la cuenta del misterioso Benny Bernstock. Por el contrario, la Corte rechaza que el juez examine todas las cuentas de Afflelou.

Después de esta última peripecia, cabe preguntarse sobre la falta de curiosidad de todos los jueces con respecto a Afflelou y la cuenta de Luxemburgo de la alcaldesa de Puteaux, Joëlle Ceccaldi-Raynaud (Los Republicanos). ¿Hay voluntad de protegerlos? O solo, como sugieren fuentes conocedoras del caso, ¿los jueces instructores están cansados de una investigación interminable?

Sea como fuere, los jueces, desautorizados en dos ocasiones por la sala de instrucción, han contribuido notablemente a la ralentización de este proceso fuera de lo común, que mezcla sospechas de corrupción y malversación de fondos que perjudican a la familia Chevanne. Hasta que se lleve a cabo la investigación en Israel y se resuelvan los eventuales recursos, la celebración del juicio va para largo. La causa más antigua del tribunal de Nanterre decididamente parece estar maldita.

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(1). Aspecto este confirmado por varios encausados y que pone de manifiesto un documento hallado en los registros, aunque los interesados lo niegan.

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(2). Cargos de que se le acusa en el marco de la investigación por malversación de fondos en perjuicio de su familia política. Gimel está imputado también por “corrupción activa” y “favoritismo” por la concesión del sistema de climatización de La Defensa y por “apropiación indebida” en el desvío de fondos de la Seem; su amigo Pedretti por “encubrimiento” de estos delitos. Aunque reconoce que no todo no es “legal”, Laurent Gimel defiende que no es ningún estafador, con el pretexto de que también contribuyó a garantizar el tren de vida de su familia política.

(3). Afflelou tardó en cobrar el préstamo que le hizo a Gimel. Para cubrirse las espaldas, había obtenido una caución personal de Bernard Chevanne, cuya rúbrica falsificó Gimel. Una nota manuscrita hallada en el domicilio de Afflelou menciona una cita con Chevanne con la indicación de “cómo utilizar esta firma”. Afflelou asegura que no se trata de su letra y que probablemente corresponde a su director financiero, una nota destinada a preparar la visita al notario, a la que Bernard Chevanne nunca acudió.

___________Traducción: Mariola Moreno

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