Crisis en la eurozona

El Sinn Féin impulsa la reunificación política de Irlanda

El Sinn Féin impulsa la reunificación política de Irlanda

El triunfo electoral no fue tan abrumador como se esperaba. El Sinn Féin se ha visto obligado a revisar a la baja sus sueños más optimistas. En las elecciones generales celebradas en la República de Irlanda el pasado viernes 25 de febrero, el antiguo brazo político del grupo paramilitar IRA (Ejército Republicano Irlandés) tuvo que conformarse con el 14% de los sufragios emitidos, muy lejos del 25% de intención de voto que le otorgaban algunos sondeos meses atrás. Por su parte, los dos partidos que tradicionalmente alternan en el Gobierno, el Fine Gael (Ejecutivo saliente) y el Fianna Fail (en el poder hasta 2011), han conseguido, cada uno de ellos, el 25% de los votos.

Lo que parece fuera de toda duda es que, en las elecciones del viernes, los irlandeses querían castigar al sistema. Tras ocho años de políticas de austeridad, el Fine Gael y el Fianna Fail apenas suman el 50% de los sufragios, el porcentaje más bajo alcanzado desde los años 20. Hace sólo una década, las dos formaciones sumaban los dos tercios de los sufragios emitidos. Una miríada de pequeñas formaciones se benefician de la pérdida de fuerza de ambos partidos: los Verdes, la Alianza Antiausteridad, candidatos independientes. Estos grupos suman el 28% de los sufragios, mientras que los laboristas –que cometieron el error de formar parte de la coalición– se hunden (7%). En este panorama, muy fragmentado, lograr un acuerdo para gobernar es misión imposible e Irlanda corre el riesgo de vivir una situación similar a la española, donde las formaciones más votadas lo tienen difícil para alcanzar un pacto de Gobierno.

Sin embargo, esta marejada oculta el verdadero mar de fondo del Sinn Féin. Hace sólo diez años, en la República de Irlanda pocos querían oír hablar de una formación de la que se decía que tenía las manos manchadas de sangre, por su participación en las revueltas de Irlanda del Norte, que causaron 3.500 muertos entre 1969 y 1998. En 2002, el Sinn Féin apenas logró el 6,5% de los votos. En 2007, se quedó en el 6,9%. En 2011, alcanzó el 9,9% de los sufragios y su presidente Gerry Adams se convirtió en diputado en el Parlamento de Dublín. Ahora, al conseguir el 14% de los votos, se convierte en el primer partido de izquierdas de un país de 4,6 millones de habitantes, una fuerza imprescindible en el panorama político. Estas elecciones han sido un “seísmo”, decía el sábado 27 Gerry Adams.

Poco a poco, la gran apuesta política que el Sinn Féin hizo en 1998 empieza a dar frutos. Por aquel entonces, pese a las fuertes divisiones internas, el partido convenció al IRA para que entregase las armas; una decisión que culminaría en los Acuerdos de Viernes Santo. La guerra civil larvada que se libró en el norte había durado demasiado, casi un siglo después de que la isla quedara dividida entre la República de Irlanda independiente (al sur) e Irlanda del Norte, en manos de los Británicos. A cambio, Gerry Adams puso en marcha una estrategia sencilla consistente en acceder al poder mediante las urnas en el norte y en el sur. O lo que es lo mismo, reunificar la isla de facto, por la vía política.

El desafío se materializó en el norte. Martin McGuiness, antiguo oficial del IRA, es viceprimer ministro de Irlanda del Norte, donde gobierna en coalición con el exenemigo unionista del DUP (Partido Unionista Democrático). En el sur, ya se ha andado buena parte del camino. El Sinn Féin es un partido, en la oposición, que cuenta. Y todo ello, mientras Irlanda se dispone a conmemorar el centenario del levantamiento de Pascua de 1916, que fue reprimido de forma cruenta por el ejército británico. El símbolo es grande.

Gerry Adams –barba canosa, impecable como siempre, un elegante chaleco de lana bajo el abrigo negro y una voz casi susurrante, que contrasta con su fama de hombre muy duro– se movía como pez en el agua el pasado 20 de febrero de 2016. Los asistentes se arremolinan a su alrededor. Él no oculta su satisfacción. Estrecha manos, dice algunas palabras, se presta de buena gana a los selfies... “Existe una alternativa al sistema actual. La gente debe saberlo”, señala. “Los 20.000 manifestantes que se echaron a la calle esos días no son necesariamente simpatizantes del partido. Protestaban contra las políticas de austeridad del Gobierno del primer ministro saliente Enda Kenny (Fine Gael) y pertenecen a múltiples formaciones de izquierdas. Pero ninguno ve en Gerry Adams la alternativa.

¿Tal vez por los vínculos de antaño con los terroristas del IRA? A un militar en la reserva como Anthony Reynolds no parece importarle. “Hay que olvidarse de eso. Ha pasado mucho tiempo. A Gerry Adams le han acusado de todos los males de la humanidad, pero esa táctica ya no funciona”. Hasta la fecha nunca había votado al Sinn Féin, en esta ocasión ha decidido dar el paso este año.

El Sinn Féin ha aprovechado la ocasión

En Dundalk, a una hora al norte de Dublín, Maeve Curtis se ha convertido en todo un referente. Hace dos años que se manifiesta semanalmente, a las puertas del Ayuntamiento, en contra de la austeridad y sus consecuencias. También acudió a la manifestación de Dublín, quería dejar constancia de su hartazgo. “No votaré al Sinn Féin porque apoyo a la Alianza Antiausteridad [que ha conseguido el 3% de los votos]. No obstante, me quito el sombrero ante este partido, que ha sabido erigirse contra la austeridad. En cuanto a las “revueltas” de antaño, no olvidemos que Gerry Adams tuvo un papel destacado en el proceso de paz”.

¡Qué cambio de tono en lo que al líder del Sinn Féin se refiere! Hace tres décadas que se bate el cobre como político en la República de Irlanda. Pero en los años 80 era persona non grata. En 1988, la Gran Bretaña de Margaret Thatcher prohibió a la prensa que difundiese su voz para “privar del oxígeno de la publicidad a este terrorista”. Desde el lado de Irlanda del Norte, el hombre no era mucho mayor, aunque en un primer momento la lucha por la reunificación de la isla recibía apoyos, pocos eran partidarios de los actos sangrientos del IRA.

En cuanto al papel real de Gerry Adams, pocos se llamaban a engaños. Sinn Féin e IRA estaban íntimamente ligados. El presidente del partido nunca reconoció oficialmente haber formado parte del grupo paramilitar, pero es un secreto a voces, según Vincent Brownw, editorialista del Irish Times. “Todos sabemos que Gerry Adams fue uno de los líderes del IRA durante mucho tiempo y no es raro que lo desmienta, de lo contrario podría haberse un proceso penal, y quizás también civil, en su contra. Todos somos conscientes de la complicidad de Gerry Adams con numerosas atrocidades del IRA, atrocidades que sin lugar a dudas se hubieran cometido con o sin él”. Así las cosas, hasta finales de los años 90, el Sinn Féin, no superó el 2% de los votos en las elecciones legislativas en la República de Irlanda.

La paz alcanzada en el norte apenas hizo cambiar de actitud. La memoria de las bombas seguía demasiado viva. El verdadero punto de inflexión llegó con el estallido del sistema bancario irlandés en 2008. El Sinn Féin supo aprovechar la ocasión y se convirtió en portavoz de las políticas antiausteridad. Cuando a finales de 2010 el FMI y la Unión Europea impusieron al país un plan de rescate, se opuso. Cuando entraron en vigor los recortes presupuestarios y los recortes en las ayudas sociales, se dejó oír. “Por una recuperación económica justa”, era su lema aquel año. Paso a paso, el Sinn Féin ha sabido convertirse en verdadera alternativa.

Sin embargo, de puertas adentro comienza a oírse un rechinar de dientes. Ante un Gobierno tan impopular, con el Fianna Fail considerado responsable de la crisis económica, el partido habría podido hacerlo mejor. Gerry Adams ha llevado a cabo una campaña poco convincente, se ha mostrado titubeante sobre su propio programa económico. En varias entrevistas catastróficas no supo explicar la fiscalidad que quería aplicar a los salarios más altos. A los 67 años, ¿este líder histórico no estará debilitado?

Dan y Gavin McGlove, padre e hijo y ambos miembros del Sinn Féin, constituyen un buen ejemplo de las tensiones internas. Para el primero, de 59 años, cabeza rala y en situación de desempleo, los líderes de la lucha nacionalistas de antaño son intocables. “Siempre he apoyado al Sinn Féin. Cuando era joven, en mi familia me consideraban la oveja negra, ya que no veían con buenos ojos mis simpatías políticas”. Sobreentiéndase que no tiene intención de cambiar ahora.

Para el segundo, que luce barba de dos días como mandan los cánones, ingeniero en una multinacional farmacéutica, el análisis es bien distinto. “La gente sigue relacionando a Gerry Adams con el pasado, no con el futuro. Es hora de cambiar de rumbo”. A día de hoy, ninguno de los partidos con capacidad para formar gobierno prevé la posibilidad de pactar con el Sinn Féin, que sigue viéndose como una formación tóxica.

“Sigue siendo el partido al que muchos irlandeses no se plantean ni tan siquiera vota. El Sinn Féin nunca ha logrado realmente separar sus lazos con el terrorismo”, dice Michael Marsh, politólogo en la Universidad Trinity College London. Gerry Adams debe hacer frente a una paradoja: para conseguir su sueño de alcanzar la reunificación política, con su partido en el Gobierno a ambos lados de la frontera, es posible que deba dimitir. Y dejar que otro termine el trabajo.

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Traducción: Mariola Moreno

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