Reino Unido

El Sinn Fein ve más cerca su sueño de la reunificación de Irlanda

El Sinn Fein ve más cerca su sueño de la reunificación de Irlanda

“En el Sinn Fein somos partidarios del Brexit, pero para que los británicos se vayan de Irlanda”, ironiza Mickey Brady, uno de los cuatro diputados del partido nacionalista con escaño en el Parlamento británico. “¡Hace un siglo que venimos haciendo campaña para eso!”. Mientras el Brexit acarrea una grave crisis en el seno de los partidos británicos, mientras Escocia sueña con un nuevo referéndum sobre su independencia para permanecer en la UE, la formación nacionalista irlandesa ve en la consulta de Irlanda del Norte un signo de “evolución”.

A diferencia de Inglaterra y de Gales, los seis condados norirlandeses, que forman parte del Reino Unido, votaron a favor de la permanencia en la UE (con un 56% de papeletas a favor de la permanencia). Y el Sinn Fein cuenta con mejorar ese resultado para alcanzar un objetivo que persigue históricamente: una consulta sobre la reunificación de Irlanda, dentro de la UE. Para alcanzar este objetivo, el partido inició ya a finales de junio una serie de reuniones por todo el país.

En Irlanda del Norte, el Gobierno está en manos de unionistas y de nacionalistas. La primera ministra, Arlen Foster, del Democratic Unionist Party (DUP, muy conservador) y líder de la campaña del Leave (de la salida), gobierna con el viceprimer ministro Martin McGuinness, del Sinn Fein y partidario del Remain (permanencia). Desde que el 24 de junio se conocieron los resultados, el Sinn Fein reclama un referéndum sobre la reunificación de Irlanda y considera que “en estos momentos el Ejecutivo británico carece de legitimidad democrática para representar a los habitantes de Irlanda del Norte en las futuras negociaciones”.

El partido nacionalista de izquierdas presiona a la primera ministra, a quien cree desautorizada tras el resultado de la consulta. “David Cameron ha perdido el referéndum y ha dimitido, Arlene Foster ha perdido y ella se alegra, esa es la mentalidad. El DUP tiene una visión selectiva de la democracia”, considera el diputado Mickey Brady.

Por su parte, la primera ministra ha llegado a decir que “no lamentaba su posicionamiento”, mientras mostraba su deseo por pasar página: “La campaña ha terminado [...]. Es lamentable que algunos partidos se muestren contrarios a la decisión del electorado británico”, señaló en alusión al Sinn Fein. “Cuando pase el tiempo, se darán cuenta de que tenemos que hacer aquello para lo que se nos han elegido [...]. Ahora nuestro trabajo es representar al pueblo de Irlanda del Norte en las futuras negociaciones [...] y obtener el mejor acuerdo posible”.

“Nada está decidido”, ha llegado a precisar Martin McGuinnes, tras advertir de que su partido seguirá “defendiendo los derechos de los que han votado por la permanencia en la UE”. El Sinn Fein ya ha iniciado una gira para convencer de los beneficios de la reunificación. “Tanto los habitantes de este Estado, al igual que los del Norte, quieren una Irlanda unificada”, insistió Gerry Adams, presidente del partido en el primer mitin celebrado el pasado 29 de junio. “El Gobierno irlandés debe pensar como nación, no por los 26 condados, sino en la isla de Irlanda al completo”.

El partido cuenta con Escocia para poner en marcha la dinámica, con su “segundo referéndum sobre la independencia” que “ahora se encuentra, por derecho propio, en el orden del día”, ha llegado a decir Gerry Adams. “¡Algo muy grande está sucediendo en la isla!”, se felicitó en presencia de Adams el eurodiputado Matt Carthy, para quien “el Brexit ha llevado a mucha gente a considerar en serio la posibilidad de la reunificación de Irlanda”.

En este momento de incertidumbre, algunos acusan al partido de oportunismo político. Para otros –incluidos los católicos–, el Sinn Fein confunde dos cuestiones diferentes, la salida del Reino Unido de la UE, decida por referéndum, y la de la reunificación de Irlanda.

“Si los unionistas están tan confiados en que la gente quiere cerrar las fronteras, ¿por qué no organizan un referéndum sobre la unidad de Irlanda? ¡Venga!”, insiste Mickey Brady. El diputado sortea las críticas y recuerda que las urnas han hablado en Irlanda del Norte. “Ganamos; Arlene Foster perdió”. “Tratamos de convertir una situación política tóxica en algo positivo. Desde el 24 de junio, el contexto político ha cambiado y hay que ser consciente de lo que esto supone: ¿quién tiene razón, Arlene Foster o Gerry Adams?”, se pregunta Robert McClenaghan, un histórico del Sinn Fein en Belfast. “Tenemos que cuantificar objetivamente lo que significa el resultado de la votación. Para eso, hace falta un referéndum”.

Para él, el Brexit reviste una dimensión “muy personal” porque cuestiona tres aspectos “cruciales”: el recurso presentado por las familias de las víctimas ante el Tribunal de Justicia de la UE para conocer “toda la verdad” sobre los crímenes cometidos durante el conflicto; la cuestión fronteriza, y el asunto de los fondos especiales que la UE otorga a Irlanda en el marco de su proceso de paz y de reconciliación.

Durante mucho tiempo, el Sinn Fein fue marginado y se le consideró poco menos que un apestado porque se consideraba que tenía las manos manchadas de sangre por su participación en la guerra civil, que provocó 3.500 muertos entre 1969 y 1998. Pero la antigua ala política del grupo paramilitar IRA (siglas en inglés de Ejército Republicano Irlandés) ha creado una verdadera dinámica política, al pasar del 6,9% de los votos en 2007 a lograr el 9,9%, dos años después, y el 14% en las legislativas de la República de Irlanda de marzo pasado. Un resultado por debajo de sus expectativas, pero que le ha permitido convertirse en el primer partido de izquierdas del país.

“Irlanda unida, socialista, igualitaria”

Desde el local del Sinn Fein en Newry, ciudad norirlandesa fronteriza de 28.000 habitantes, Mickey Brady muestra las imágenes de los 15 rostros jóvenes que se pueden ver colgados en la pared. Todos murieron aquí, durante el conflicto. “Con él, iba al colegio; con él, también; su hermano era amigo mío; él fue asesinado en la calle de abajo; él jugaba en el equipo de fútbol”.

En el local, el pequeño grupo oficial de trabajo con que cuenta la formación trabaja entre vestigios de los conflictos irlandeses: antiguos carteles, libros del movimiento, una bicicleta de 1916 conmemorativa del centenario del levantamiento de Pascua –que acabó con la independencia de Irlanda–, o una pintura de la manifestación del Smash H. Block, en apoyo a las huelgas de hambre de los prisioneros republicanos que se sucedieron entre 1976 y 1982.

“El Sinn Fein es el partido más antiguo de Irlanda, se formó en 1905”, explica Mickey Brady. “Le llevó su tiempo constituirse políticamente, tener representación en los 32 condados irlandeses. Trabajamos mucho para alcanzar este proceso de paz, este gobierno de coalición, pero esto no queda aquí. Nuestro objetivo siempre va a ser reunificar los 32 condados”, explica, mientras recuerda que otros países europeos se separaron para después reunificarse. “Francia estuvo ocupada por Vichy durante la guerra, Alemania quedó dividida por un muro. No lo comparo, ¿pero entiende cómo nos sentimos?”.

Hoy quiere creer que la sociedad ya no tiene una imagen negativa del partido. “La gente nos vota porque apoya nuestras ideas, sobre todo en el terreno económico. Somos progresistas a todos los niveles: defendemos la justicia social, la igualdad, el matrimonio de las personas del mismo sexo, la legalización del aborto en algunos casos [en Irlanda, el aborto está prohibido, salvo que exista peligro para la vida de la madre]".

Para defender un referéndum sobre la reunificación de Irlanda, el Sinn Fein insiste en la posibilidad de que se pueda restablecer la frontera física con Irlanda del Sur, ahora la única frontera terrestre –junto con Gibraltar– del Reino Unido con la UE. Esta cuestión, sobre la que el Gobierno no se ha pronunciado, inquieta a los irlandeses. Algunos temen el regreso a la época de los puestos fronterizos, checkpoints, aranceles y registros de coches. Otros aseguran que eso no sucederá nunca.

“Va a pasar, ¡lo contrario sería ridículo!”, piensa Mickey Brady. “Porque los partidarios del Leave han hecho campaña sobre la necesidad de restablecer el control de fronteras, de la inmigración”. “No pueden hacer discursos así y dejar la puerta trasera abierta”, dice Martín, de 30 años, líder local del partido en Newry.

Pero el Sinn Fein también quiere convencer de su planteamiento con argumentaciones económicas. “La gente percibe que los partidos han fracasado. Nosotros defendemos una Irlanda unida, socialista, igualitaria. Recibimos muchas subvenciones europeas, sobre todo los agricultores y los pescadores. Decir que este dinero lo aportaría el Gobierno británico es mentira porque David Cameron ya tiene un agujero de 4.000 millones en el presupuesto”. Otra “realidad”, según él, es que “la gente que tiene pasaporte británico perderá la tarjeta sanitaria de la UE, mientras que los que posean pasaporte irlandés seguirán siendo ciudadanos europeos”.

El partido también trata de sacar partido de los cambios de opinión de los líderes del Brexit. “La campaña del Leave ha estado marcada por numerosas mentirasLeave, errores. Sobre la inmigración, sobre los 350 millones de libras esterlinas que se pagaban cada semana a la UE y que se recuperarían e irían a parar al sistema público de salud [argumento que el euroescéptico Nigel Farage reconoció más tarde que era falso]. Ahora se desdicen día sí y día también”, añade.

Para el Sinn Fein, el triunfo de sus planteamientos necesita de los jóvenes y de las clases populares. Mickey Brady enseña la foto de la sección de Newry, que cuenta con 100 personas. “Nuestros nuevos afiliados son en buen número jóvenes. Además, los jóvenes votaron mayoritariamente por el RemainRemain porque ven posibilidades en la UE en materia de empleo, de viajes”. Una situación contraria a la que se vive en Francia donde, cuando los jóvenes votan, lo hacen mayoritariamente por el Frente Nacional.

“Dirigirse a la gente”

En la capital norirlandesa, Belfast, a una hora en tren de la frontera, las paredes exudan el pasado. Tanto en el lado nacionalista (católico) como en el unionista (protestante), los murales en honor a las víctimas que se pueden ver en las fachadas de las casas, así como los mal llamados “muros de la paz”, levantados para separar a las dos comunidades, están ahí para recordar la violencia de un conflicto todavía reciente.

En pleno centro de Falls Road, bastión nacionalista al oeste de la ciudad, está la sede del partido. Tras los cristales tintados y con los seis condados del norte con los colores de Irlanda, una mujer recibe a los visitantes, bajo la atentada mirada de los padres de la República, proclamada en 1916. Son muchos los que pasan por la oficina de Robert McClenaghan: los que necesitan una ayuda para alojamiento, para llegar a fin de mes tras el recorte en las prestaciones sociales, los que vienen para recibir consejo o simplemente para hablar.

Este católico sonriente, de aspecto bonachón está convencido de que “alcanzará su compromiso”. “El Sinn Fein es un partido que procede de la calle, de la base. Quiero cerrar esta oficina y salir a la calle a hablar con la gente, tanto con católicos como protestantes. Vamos a llamar a todas las puertas para decir: Por favor, diga sí a una Irlanda reunificada”.

A sus 58 años, Robert McClenaghan lleva 40 de militancia nacionalista: primero en el IRA, después en el Sinn Fein, partido para el que trabaja a tiempo completo, y en la comunidad local, erigiéndose en líder de la misma, ya que se ocupa de las familias de las víctimas y de los expresos. Él mismo fue uno de ellos, permaneció en prisión 12 años cuando la guerra civil hacía estragos. Dos hitos marcan un antes y un después en su compromiso: el asesinato de su abuelo a manos de las fuerzas lealistas, en 1971, y la muerte de Bobby Sands, célebre héroe republicano, tras una huelga de hambre, en 1981.

“Su muerte es una de las razones por las que hago lo que hago hoy”, dice. “Bobby era amigo mí, estuve en la cárcel con él. Lo conocí el primer día, en 1976. Entonces yo tenía 18 años, era sólo un niño y estaba asustado. Me preguntó si necesitaba algo, cigarrillos, chocolate. No teníamos ni un balón para jugar al fútbol, cogió periódicos y los metió en un calcetín e hizo un balón. Para mí, el proceso de paz empezó cuando fue elegido diputado en el Parlamento británico y sigue a día de hoy: al hacer que la gente se implique, al despertar cierta conciencia política”.

Y esto pasa, en su opinión, por “reunificar las dos partes de Irlanda, política, económica, socialmente”, pero también “reunificando a las dos comunidades”. “Queremos el fin de la austeridad, la reunificación, lo de menos es si eres católico o protestante, hetero o gay. La economía se hunde, necesitamos estar unidos, no por la religión, sino por la clase. Hablamos con las clases populares y les decimos que piensen en sus intereses económicos, en lugar de en su fidelidad a la corona británica”, resume.

A día de hoy, pocos irlandeses creen en la reunificación, pero Robert McClenaghan se muestra “optimista”. “Sobre el papel”, puede salir una mayoría, dice: “En Irlanda del Sur, todos los partidos políticos declaran estar a favor de una Irlanda unificada, aunque sólo sea un compromiso verbal... En Irlanda del Norte, hay un 53% de unionistas y un 47% de nacionalistas. Debemos convencer al 4-5% de la comunidad protestante para que nos vote”. La práctica es más complicada, reconoce, “porque todos los católicos no quieren una Irlanda reunificada y todos los protestantes no quieren permanecer en el Reino Unido”, pero dice que en su oficina recibe entre “el 25 y el 30% de unionistas”.

En Newry, Mickey Brady y su equipo presentan el mismo discurso. “Las clases populares siempre han estado divididas, pero no se puede ignorar a una gran parte de la población. Nosotros les decimos a los unionistas: 'Queremos avanzar con vosotros'”. El diputado es miembro de Uncomfortable conversations (Conversaciones molestas), un grupo de diálogo entre las dos comunidades con actores de la sociedad civil. “A nivel individual, la gente está a favor de la reconciliación”, explica Robert McClenaghan. “Estrecho la mano del hijo del asesino de mi abuelo. Trabajamos juntos, para promover el turismo, para hablar del conflicto”.

Sin embargo, el proceso de paz es frágil. Si bien una aplastante mayoría no quiere revivir los problemas irlandeses, hay una pequeña minoría dispuesta a dar la batalla. Las tensiones persisten. Es verdad que las famosas marchas de la orden Orange de los protestantes ya no suscitan enfrentamientos violentos, pero su paso por arterias católicas todavía es visto como una provocación. Por su parte, los protestantes se quejan de que sus vecinos católicos les tiran, cuando hay mercados o coincidiendo con el aniversario de la reina Isabel II, piedras o desperdicios en el jardín.

El Brexit, ¿puede reavivar el conflicto? “No, pero puede despertar malestar”, responde Mickey Brady. “El acuerdo de paz [de 1998] proporcionó sensación de bienestar aquí. La gente va a pensar: 'Hicimos la guerra, conseguimos la paz, nos deshicimos de los grupos paramilitares, de los puestos fronterizos y los británicos de nuevo eligen todo; entonces, ¿de qué ha servido todo esto, sino ha sido para retroceder 40 años?”.

Por su parte, Robert McClenaghan teme que los unionistas del DUP traten de “rehacer la historia” volviendo al cierre de fronteras, a los checkpoints, al redespliegue militar. “Nuestro objetivo es abrir fronteras, no sólo con Irlanda. No olvidamos que nosotros mismos fuimos inmigrantes. Mi padre y su hermano se vieron obligados a emigrar a Inglaterra porque no conseguían encontrar trabajo en Belfast, porque eran católicos. ¿Cómo íbamos a decir que no queremos rumanos, sirios etc.?”.

Un discurso difícil de sostener habida cuenta del aumento del nacionalismo británico. “La verdadera razón del voto a favor del Leave, sobre todo entre las clases populares británicas, es la xenofobia, el rechazo a la inmigración. Las figuras del Leave han jugado con esos miedos”, lamenta Mickey Brady. “Cuando Inglaterra perdió contra Islandia [en octavos de final de la Eurocopa], los ingleses estaban más tristes que con el Brexit. Así están las cosas”.

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Las elecciones legislativas británicas del 8 de junio, decisivas para el Sinn Féin irlandés

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Traducción: Mariola Moreno

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