Wikileaks

Julian Assange, ¿demasiado cerca de la Rusia de Vladimir Putin?

El cofundador de WikiLeaks, Julian Assange, durante una rueda de prensa desde el balcón de la embajada de Ecuador en Londres.

Agathe Duparc (Mediapart)

¿WikiLeaks sigue siendo WikiLeaks? ¿O está condenada, por oportunismo o necesidad, a convertirse en una organización con EEUU como único blanco y, en consecuencia, en un agente de desestabilización política particularmente apreciado por Rusia? De hacerlo, se posicionaría sin duda muy lejos de los principios de transparencia, de defensa de la sociedad civil y del derecho a la información sobre los que se fundó en 2007. 

La ONG está en el punto de mira tras su irrupción en la campaña electoral americana a propósito de la publicación de 20.000 correos electrónicos pirateados de los servidores del Comité Nacional Demócrata (el órgano de dirección del partido), de otros 32.000 correos de la cuenta de Hillary Clinton en su época de secretaria de Estado con Obama, así como de 29 grabaciones de audio. Informaciones cada vez más precisas y documentadas sospechan que la organización se ha beneficiado de filtraciones obtenidas por círculos rusos. 

El día después de esas filtraciones –en las que se incluían correos sobre las maquinaciones del partido en favor de Clinton–, la candidata respondió con un discurso que desprendía cierto aroma a Guerra Fría. "Sabemos que los servicios secretos rusos han pirateado el servidor Comité Nacional Demócrata, sabemos que se han asegurado de que esos correos fueran publicados y que Donald Trump ha mostrado una perturbadora disposición a apoyar a Putin", dijo en Fox News. "Estos hechos plantean serias dudas acerca de la interferencia de Rusia en nuestras elecciones, en nuestra democracia", añadió.

Michael J. Morell, exdirector de la CIA, aseguró en un artículo en The New York Times que Trump es realmente un espía ruso aunque él mismo "todavía no se haya dado cuenta". El FBI ha abierto una investigación sobre la filtración. Y la prensa americana también se ha lanzado sobre el tema desvelando lo que definen como la cara oculta de WikiLeaks. (Leer aquí el editorial de TheTimes, "WikiLeaks ayuda a los chicos malos, no a los buenos"; o el artículo de The Daily Beast, "Julian Assange, Donald Trump y Vladimir Putin: una troika para una época enferma"). 

Para algunos comentaristas, la ecuación sería simple: WikiLeaks se habría convertido en una de las herramientas al servicio de los servicios secretos rusos y del Kremlin, donde se confía en la elección de Donald Trump. Instalado en su papel de cibergurú planetario, Julian Assange ha contribuido a confundir a sus fieles haciendo declaraciones muy fieles a sus principios, que consisten en cultivar al máximo la ambigüedad para proteger a sus fuentes, tal y como señaló en la CNN

Un miembro del DNC, asesinado

El pasado miércoles 10 de agosto el australiano respondió que "WikiLeaks nunca mantiene documentos en la reserva", tras ser preguntado en la televisión holandesa Nieuwsuur sobre su promesa de continuar publicando informaciones sobre Hillary Clinton, incluido un "regalo" prometido para octubre, en la víspera del escrutinio. "Los denunciantes hacen grandes esfuerzos y corren riesgos para enviar documentos. Un hombre de 27 años, que trabajaba Comité Nacional Demócrata (DNC, en sus siglas inglesas) fue asesinado de un tiro mientras caminaba por la calle en Washington", añadió negándose a revelar si este individuo era o no una fuente de su organización

Lo cierto es que tras la novela de espionaje... aparece la de suspense. El miembro del DNC asesinado por la espalda el 10 de agosto, pero al que no se le robaron sus efectos personales, es Seth Conrad Rich. La policía ofrece 25.000 dólares a quien pueda dar información sobre el suceso y también WikiLeaks ha dispuesto hasta 20.000 dólares con la misma finalidad. ¿Es este movimiento una distracción? ¿O realmente es una nueva pista para dar con las fuentes de WikiLeaks? 

Hasta ahora, la estrategia de Julian Assange había pasado por devolver las acusaciones sobre las implicaciones de Rusia, con más o menos entusiasmo. En un primer momento dijo en la NBC que se trataba de acusaciones "absolutamente infundadas" y que eran una maniobra de Hillary Clinton "para redirigir a la atención pública y distraerla del contenido de los correos". "Clinton han desarrollado una nueva estrategia de comunicación: todas las futuras revelaciones de corrupción son obra de Rusia", escribió WikiLeaks en un tuit del 9 de agosto. 

Sin embargo, en la cadena rusa Russia Today (RT) –el brazo de la propaganda pro-Kremlin en el extranjero– Assange dejó caer que no todo eran elucubraciones. No obstante, sí dejó claro que había que diferenciar entre los correos electrónicos publicados por Wikileaks y por los hackeados varios meses antes y difundidos en sitios como Smoking Gun.

"En este último lote sí hay documentos convertidos de Word a PDF en ordenadores cuyo idioma y sistema estaba en lengua rusa. Pero ese no es el caso de los que nosotros hemos publicado. Eso significa que algunos rusos ha estado implicados, o más bien que se trata de la obra de alguien que quería hacer pensar que Rusia está involucrada en la filtración", dijo el activista dando pábulo a una tesis muy extendida en las redes sociales rusas (ver el hashtag #BlameRussia). "Son pruebas circunstanciales", añadió. 

Origen ruso de las filtraciones 

Por su parte, el portavoz del Kremlim ha declarado al respecto que este asunto le recuerda a "las noches entre amigos en las que se cuentan historias de terror... y los que las cuentan acaban teniendo miedo de sus propias historias". La realidad es que entre la comunidad de expertos en seguridad existe cierto consenso en relación al origen ruso de las primeras filtraciones a las que se refirió Assange.

También Edward Snowden –desde su exilio en Rusia– se ha pronunciado sobre el tema señalando que "por supuesto que existen pruebas en la NSA (la agencia norteamericana de espionaje electrónico) que podrían desenmascarar a los responsables del hackeo al órgano de dirección del partido demócrata, pero que el director de inteligencia nacional de Estados Unidos, James R. Clapper, se opone a compartir esa información". 

Según Glenn Greenwald, el veterano periodista de The Guardian que publicó las revelaciones de Edward Snowden sobre los programas de espionaje masivo de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense, "no sería sorprendente que hubiera sucedido [el espionaje de Rusia al partido de Clinton]", tal y como señaló en la radio pública de Nueva York WNYC. "Los gobiernos se espían mutuamente e intentan influir en los acontecimientos que tienen lugar en otros países. El Gobierno norteamericano tiene una larga y rica historia haciendo exactamente lo mismo", aseveró. No obstante, señaló que las pruebas de la implicación de Rusia nunca saldrían a la luz. 

En un artículo en The Intercept –el medio de investigación que creó junto a Laura Poitras– Greenwald invitó a demostrar el mayor de los escepticismos frente a la "táctica de los demócratas", que consiste en acusar a los que les critican de connivencia con el Kremlin, una práctica que tiene una larga y sucia historia en los Estados Unidos. La realidad es que es precisamente en  The Intercept donde se ha publicado la investigación más rigurosa sobre el hackeo de los círculos rusos

Cozy Bear y Fancy Bear

El 15 de junio de 2016, la empresa Crowdstrike –contratada por los demócratas– publicó los resultados de su investigación sobre el origen de la filtración de los correos. Y aseguró haber detectado que dos grupos de piratas informáticos asociados a los servicios de espionaje rusos habían entrado en los ordenadores del DNC.

El primero de ellos, bautizado Cozy Bear por los ciberexpertos, es conocido por haber iniciado en años anteriores otros ataques contra la Casa Blanca o el Departamento de Estado con el objetivo de recuperar información no clasificada. Este grupo está implicado en varios sectores (defensa, energía, finanzas, medios de comunicación...) y, según Crowdstrike, sería cercano al Servicio Federal de Seguridad (FSB), el antiguo KGB. 

El otro grupo, denominado Fancy Bear, saltó a la fama sobre el año 2000. Está vinculado a los servicios secretos de la armada rusa (GRU) y se centra principalmente en los ministerios de Defensa. De hecho, tiene en su haber ataques en más de diez países, entre los que se encuentra EEUU, China y otros estados de la Europa occidental. Siempre según The Intercept, este grupo estaría detrás de las acciones en el Bundestag, el parlamento alemán, y cadena de televisión francesa TV5 Monde. 

Los dos equipos habrían actuado de forma independiente para atacar al órgano de dirección del partido demócrata, con una intrusión de Cozy Bear en el verano de 2015, y un hackeo de Fancy Bear en abril de 2016. The Washington Post publicó el pasado 20 de junio que estas conclusiones habían sido confirmadas también por otras dos empresas especializadas en seguridad informática, Fidelis Cybersecurity y Mandiant. 

Pero para contribuir a complicar todavía un poco más las cosas, el mismo día de la publicación del informe de Crowdstrike, un misterioso pirata que se presentó con el nombre de Guccifer 2.0 afirmó ser el autor de los hackeos. Afirmó ser de nacionalidad rumana y se presentó como un "combatiente solidario" si ningún vínculo con Rusia. 

Pero lo cierto es que varios especialistas han descubierto finalmente que los metadatos de algunos documentos hackeados de los servidores del DCN y después ubicados en la página de Guccifer 2.0 –entre ellos un dossier sobre Donald Trump– habían sido previamente tratados en un ordenador con parámetros rusos, tal y como reconoció el propio Julian Assange. Y, lo que es más, el supuesto hacker rumano ni siquiera era capaz de escribir correctamente en su propia lengua en un chat y utilizaba un software VPN Elite con base en Rusia, según la empresa de ciberseguridad Threat Connect. 

Vínculos entre WikiLeaks y Rusia

En cualquier caso, más allá de las revelaciones de los expertos que, sin duda, contribuyen a alimentar la paranoia de las élites políticas americanas y su tradicional rusofobia, lo cierto es que hay todavía una cuestión sin explorar: qué vínculos existen entre los responsables de WikiLeaks y ciertos espías rusos. 

La realidad es que en cinco años la ONG no ha publicado ni la menor información que pudiera molestar a Vladimir Putin o a sus allegados. De hecho, incluso en la publicación en noviembre de 2010 del Cablegate –los 250.000 cables del Departamento de Estado filtrados por WikiLeaks– las informaciones relativas a la corrupción en el seno de la élite rusa o al peligro de que se estuviera desarrollando "un Estado mafioso" fueron poco sustanciosas. WikiLeaks no se había molestado en censurar ciertos pasajes de los documentos, atrayendo así las primeras críticas en el seno de su equipo. 

"La gota que colmó el vaso fue la publicación de cables diplomáticos en los que aparecían activistas u opositores de regímenes autoritarios sin ocultar sus verdaderas identidades", explicó en septiembre de 2011 a The Guardian el periodista James Ball, que dejó la organización tras haber trabajado allí un trimestre. "WikiLeaks ha perjudicado más a la causa de la libertad de Internet y los filtradores que cualquier medida que haya podido poner en marcha al respecto Estados Unidos". 

WikiLeaks tampoco ataca a los aliados de Rusia, como el sirio Bashar al-Assad, que continúa masacrando a su pueblo con ayuda de la aviación rusa. En junio de 2012 WikiLeaks publicó los llamados Syria Files, cerca de 2,4 millones de correos electrónicos internos de las autoridades del país árabe, entre ellos 538 escritos por el dictador. Pues bien, ninguno de ellos aparecía revelación alguna sobre sus vínculos con Moscú. La publicación de estos correos sí sirvió para que la oposición rusa fuera señalada. 

Sus detractores también critican que las publicaciones de WikiLeaks caen siempre en el momento preciso. Por ejemplo, en diciembre de 2015, en plena crisis entre el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y Vladimir Putin, la ONG difundió las relevaciones de una "garganta profunda" turca que explicó que el jefe de Estado había planificado y ordenado a él mismo abatir caza ruso que había violado su espacio aéreo el 24 de noviembre de 2015. 

El pasado 19 de julio, la víspera de la "reconciliación" entre ambos, WikiLeaks había publicado emails de la AKP, el partido del presidente Erdogan, en los cuales figuraban informaciones privadas de simples simpatizantes del partido y que permitían acceder a la base de datos de todas las centrales eléctricas de 79 provincias del país (de un total de 81), tal y como denunció una investigadora turca. 

Cuando el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, en sus siglas en inglés) –competidor directo de WikiLeaks– publicó los llamados Papeles de Panamá, Julian Assange sacó las uñas y tuitéo: "El ataque de los #PanamaPapers contra Putin ha estado organizado por el OCCRP [Centro para el estudio del crimen organizado y la corrupción] centrándose en Rusia y en los países del espacio post-soviético, y ha sido financiado por la USAID [Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos] y la fundación de George Soros". "El OCCRP hace un buen trabajo, pero su reputación está seriamente afectada por el hecho de que el Gobierno americano ha financiado directamente el ataque de los #PanamaPapers contra Putin", escribió en otro mensaje. 

Assange, menos crítico con Rusia que Snowden

El hacker parece vivir en una constante luna de miel con el régimen ruso. Los medios del Kremlin –entre ellos Russia Today, la televisión en la que en 2012 presentó un programa sobre geopolítica, The Julian Assange Show– se hace eco de cada uno de sus movimientos. La cadena también le invitó en junio de 2016 a participar en un gran coloquio sobre el nuevo periodismo en el que el activista tuvo la oportunidad de hablar del apoyo que Google ha dado a la candidata Hillary Clinton. 

Con motivo del décimo aniversario de la cadena, en diciembre de 2015, Assange también participó en una mesa redonda en la que se debatió sobre la convivencia del derecho a la intimidad y la seguridad antiterrorista en la era digital. Pronunció un sorprendente discurso en el que aseguró que, en un momento de vigilancia generalizada, y dado que las tecnologías para intervenir comunicaciones son cada vez menos costosas, habría que irse olvidando del concepto de "libertad individual", del que dijo que es cosa del pasado. 

"Tenemos que prestar atención a esta nueva sociedad y encontrar los mecanismos que nos permitan evitar el conformismo y esa fuerte integración entre el Estado y la sociedad", lanzó a través de una pantalla gigante desde la Embajada de Ecuador en Londres. 

"Pediría a todo el mundo dar un paso adelante con el objetivo de superar las viejos debates y dejar de focalizarnos en nuestros valores, los de las constituciones americana y europeas. No es posible mantener a flote esos valores en las realidades actuales, especialmente en un contexto en el que la existencia del terrorismo islamista justifica toda la actividad de los Estados en este ámbito", añadió. Eso sí, Assange no dijo ni una palabra sobre la obsesión con el cierre de páginas web o los ataques a medios independientes en Rusia. 

Por el contrario, Edward Snowden, que recibió asilo temporal en Rusia en agosto de 2013, sí ha hecho gala de cierta valentía. De hecho, el pasado junio, el extécnico de la CIA criticó el nuevo paquete de medidas antiterroristas adoptado por la Duma, la Cámara baja del Parlamento ruso. "La nueva ley Big Brother constituye una violación de derechos inaplicable e injustificable y nunca debería haber sido promulgada. El texto va a costar dinero y libertades a los rusos sin que eso vaya a mejorar su seguridad", señaló. 

En septiembre de 2015, cuando recibió el galardón noruego Bjørnson por su labor a favor de la libertad de expresión, reprendió al régimen ruso por su actitud homófoba y por su voluntad de controlar la esfera pública y privada, recordando que él "nunca había tenido la intención de instalarse en Rusia". En octubre de 2015 dijo en la BBC estar dispuesto a regresar a EEUU y "a comparecer delante de un tribunal". Y aseguró que había hecho varias peticiones al Gobierno norteamericano en este sentido sin haber tenido respuesta alguna. "Por el momento me han dicho que no me torturarían, lo que es un buen comienzo, pero no han ido más lejos", añadió. 

Correos con información personal 

El día después de la publicación de los correos del partido demócrata, que contenían información personal sobre donantes privados, incluidos sus número de cuenta bancaria o de la Seguridad Social, Snowden hizo una observación displicente. "Democratizar el acceso a la información nunca ha sido tan vital y WikiLeaks ha ayudado a hacerlo. Pero su oposición al filtrado más mínimo [de las informaciones] es un error", escribió en su cuenta de Twitter. 

La réplica fue inmediata. "El oportunismo no contribuye a obtener el perdón de Clinton. No tiene que haber censura en la selección de las informaciones para esconder los flujos de tesorería del partido que está en el poder", escribió WikiLeaks.

En su entrevista en la televisión rusa RT, Julian Assange fue más allá: "Yo sé que Edward está intentando conseguir el perdón de Obama ahora que se acerca el final de su mandato. Está jugando a ese juego porque sabe que se encuentra en una situación muy difícil", dijo. "Edward Snowden sólo ha hecho una cosa y no ha publicado nada más desde hace tres años. Pero esa cosa fue tan importante que WikiLeaks y yo mismo decidimos encargarnos de su seguridad yendo a salvarlo a Hong Kong", añadió. 

Lo cierto es que, a día de hoy, ese "rescate" sigue siendo un misterio. El 19 de junio de 2013, WikiLeaks, que no había tenido nada que ver con las revelaciones de Snowden, propuso su protección. De hecho, Sarah Harrison, la colaboradora más próxima de Julian Assange, viajó al lugar en el que Snowden se escondía en Hong Kong. El analista que sacó a la luz los secretos de la NSA prefería refugiarse en América Latina. Según publicó el periódico ruso Kommersant, y después confirmó el propio Putin, el primer contacto de Snowden con los rusos tuvo lugar en Hong Kong. 

El 23 de junio, para sorpresa de todo el mundo, Edward Snowden, voló a Moscú acompañado de Harrison. Permaneció 40 días esperando en al aeropuerto de Sheremetievo porque EEUU había anulado su pasaporte. Desde allí pidió asilo, sin éxito, a 23 países. Gracias a Julian Assange, Ecuador envió a Snowden un salvoconducto válido para viajar que finalmente fue anulado por el presidente Correa. Así que al antiguo colaborador de la NSA no le quedó más remedio que pedir asilo en Rusia. 

Tal y como contó Mediapart, el exagente se puso en manos de un abogado próximo al poder y a los servicios secretos rusos, Anatoly Kutcherena, y permaneció tres meses oculto en compañía de Sarah Harrison. En agosto de 2015, en una entrevista pactada en The Times, Julian Assange volvió sobre esta historia. "Snowden sabía perfectamente a la presión a la que estaría sometido tras pedir asilo en Rusia", aseveró. "Él prefería América Latina, pero yo le mismo le aconsejé Rusia a pesar de la publicidad negativa que podría acarrearle. Mi argumento fue que había un riesgo importante de haber sido secuestrado e incluso asesinado por la CIA en el caso de haber ido a América Latina". 

_______________

  Traducción: Elena Herrera

La canción del pirata

La canción del pirata

Leer el original en francés:

 

Más sobre este tema
stats