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Inmigración

La OCDE insta a los Estados a abrir vías legales de acceso a los refugiados

Una activista observa cientos de salvavidas utilizados por refugiados mientras son expuestos delante del Parlamento en Londres

Frente a un éxodo migratorio sin precedentes, los países europeos constatan el auge de los movimientos xenófobos, cuyos discursos están cada vez más presentes en la esfera pública. Así lo ha constatado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su informe anual (disponible en este enlace) sobre las perspectivas de las migraciones internacionales, hecho público este lunes 19 de septiembre, en el que insta a los Gobiernos a coordinar sus acciones.

“Dejar que los países hagan frente individualmente a la afluencia masiva de migrantes, como ha sucedido recientemente con la crisis de los refugiados, no permite resolver los problemas de manera adecuada”, apunta Stefano Scarpetta, responsable del área de Empleo, Trabajo y Asuntos Sociales de esta institución internacional, integrada por 35 países, entre los más ricos del planeta. “Debe reforzarse la cooperación internacional, de modo que cada país contribuya a título individual”, añade, precisamente el mismo día que se celebra en Nueva York una cumbre de la ONU sobre la acogida de migrantes y de refugiados.

Los datos referidos a 2015 son fiel reflejo del cambio migratorio al que el continente europeo ha tenido que hacer frente en el último año y medio. En total, alrededor de 4,8 millones de personas emigraron a un país de la OCDE, es decir un 10% más que en 2014, lo que hace que la curva supere el pico alcanzado en 2007, antes de que la crisis económica mundial influyese en la ralentización de la movilidad.

Cuidado, no obstante, con las lupas deformantes: la fuerte alza del número de refugiados en Europa, si bien es muy visible y muy palpable en la opinión pública, sólo representa en realidad una parte relativamente pequeña de la inmigración total.

Las migraciones por motivos familiares y en virtud de la libre circulación en el seno de la UE representan, cada una, un tercio del total de las migraciones permanentes. Un nuevo migrante de cada tres procede de un país de la OCDE (la emigración de países como Rumanía, Bulgaria, Italia y Francia aumentó considerablemente en 2014); uno de cada 10 procede de China y uno de cada 20, de India, según el informe.

También crecen las migraciones temporales, sobre todo la movilidad interempresariales y la deslocalización de trabajadores en los países de la zona. Polonia es un país particularmente atractivo: se ha convertido en el principal destino de trabajadores temporales –en 2014 se expidieron 387.000 permisos de trabajo, más del doble de los trabajadores temporales admitidos en Estados Unidos en ese mismo periodo–. La mejora general del empleo en los países analizados ha favorecido las migraciones por razones laborales, según la OCDE, que recuerda que en 2015, el crecimiento estimado del PIB era del 2%.

Entre los tres millones de estudiantes, el 23% procedían de China. Los migrantes constituyen hasta el 8% del alumnado que cursa estudios superiores: el 13% de estos tienen nivel de máster y el 22%, doctorado. De aquéllos que cuentan con estudios de tercer ciclo, un 55% los realizaron en el ámbito de las ciencias o de la ingeniería.

La guerra y la represión han tenido repercusiones humanas de una magnitud desconocida. El conflicto en Siria y los conflictos políticos en el Cuerno de África han derivado en el exilio de cientos de miles de personas. Las demandas de asilo alcanzaban la cifra récord de 1,65 millón en los países de la OCDE, es decir el doble de 2014, de ellos 1,3 millones sólo en los países europeos. Los sirios copan casi el 25% de estas demandas; los afganos, el 16%. Gracias a la política voluntarista de la canciller Angela Merkel, Alemania se situaba en primera línea: se registraban 44.000 demandas y más de un millón de predemandas. Según la Oficina Federal Alemana de Estadística, este país acogió un 50% de nuevos migrantes más que el año anterior. En cuanto a Suecia, el país nórdico recibía el mayor número de personas en proporción a su población (1,6%).

Además de Alemania y Suecia, la mitad de los países para los que existen cifras ha visto aumentar las llegadas legales de migrantes, como Austria (+12%), Dinamarca (+16%), Irlanda (+17%), País Bajo (+13%) o Suecia (+7%). Por el contrario, Francia, lo mismo que Suiza y Reino Unido, vivían este periodo histórico sin conocer cambios notables: las entradas permanecían estables.

Aunque el impacto real no haya sido el mismo en el conjunto de los países, las opiniones públicas, gracias también a las declaraciones de los líderes políticos, están crispadas. “La confianza de los ciudadanos en la capacidad de su Gobierno a la hora de gestionar las migraciones tiende a desaparecer”, señala Stefano Scarpetta, que recalca cuales son “las preocupaciones comúnmente compartidas”, a saber: las migraciones están fuera de control: los inmigrantes agravan la presión sobre servicios públicos como el alojamiento social, la sanidad y la educación, en detrimento de las poblaciones instaladas en esos países; la inmigración beneficia a los ricos, los pobres se convierten en competidores; los inmigrantes rechazan integrarse y están en contra de los “valores” de las sociedades de acogida.

Y es que los argumentos racionales no cuajan, como señalaba recientemente a Mediapart. “Numerosos trabajos de la OCDE muestran que las migraciones en general producen efectos positivos a medio y largo plazo sobre las finanzas públicas, el crecimiento económico y el mercado del empleo. Pero este mensaje no cala. La opinión pública se preocupa del efecto a corto plazo de los flujos migratorios elevados, en particular de los flujos de refugiados y algunos perciben las migraciones como una amenaza para su bienestar económico y social y para su seguridad”.

Por muy fundados que sean, los razonamientos demográficos y macroeconómicos “caen en saco roto”; parecen demasiado abstractos y elitistas para convencer de forma generalizada, reconoce no sin razón la OCDE, que insta a los Gobiernos a “hallar mejores argumentos, más tangibles, para luchar contra las voces anti-inmigración”.

“Nueva generación de políticas migratorias”

La organización interestatal aconseja a los responsables políticos que tengan en cuenta que el impacto de las migraciones no es igual para todo el mundo en todo el territorio: las personas más afectadas son los más desfavorecidas, porque los inmigrantes se concentran casi siempre en regiones y zonas urbanas concretas. Allí donde los problemas se plantean verdaderamente, los poderes públicos deberían redoblar su presencia. “Aunque suceda rara vez, en algunas circunstancias, la llegada de numerosos migrantes poco cualificados a una región puede tener localmente un impacto negativo que afecte a las perspectivas de empleo de residentes poco cualificados ya residentes en la zona. Reforzar los servicios públicos locales, ya presionado por el aumento del número de inmigrantes, y velar por que se aplique el salario mínimo y se apliquen estrictamente otras reglamentaciones del mercado del trabajo, forman parte de lo que sería una respuesta política eficaz”, insiste la OCDE.

Para evitar que los ciudadanos tengan la impresión de que la inmigración es un fenómeno incontrolable e incontrolado, los Estados deben demostrar su capacidad de respuesta y de coordinación, según la organización. “Necesitamos una nueva generación de políticas migratorias adaptadas a los desafíos del siglo XXI. Estas políticas deben ser a la vez globales y locales”, resume el responsable de la dirección de Empleo, Trabajo y Asuntos Sociales.

“En el momento actual, tenemos la impresión de que los flujos migratorios deciden políticas y no a la inversa”, opina Jean-Christophe Dumont, responsable de asuntos migratorios. “Para dejar de sufrir, el político debe anticipar los choques, por inesperados que sean. A día de hoy, la presión ejercida por la opinión pública es tal que casi no existe lugar para la acción. Sin embargo, hay que tomar conciencia de la situación: la inmigración es un hecho; la movilidad forma parte de nuestra vida; los franceses nunca han emigrado tanto; en 2014, 123.000 ciudadanos [del país vecino] se instalaron en el extranjero, lo que supone un aumento del 17% en un año”, continúa, antes de concluir: “La cuestión hace tiempo que ya no es: 'cómo impedir la inmigración', sino 'cómo hacer para que cada uno se beneficie social, económica y humanamente'”.

Según la OCDE, las respuestas que permiten gestionar las crisis existen pero están muy poco explotadas. El informe sugiere recurrir a las vías paralelas legales, indispensables para reducir los flujos regulares: la concesión de más visados humanitarios, el desarrollo de programas de apadrinamiento privado o la entrega de más permisos de residencia por razones laborales, familiares y de estudios. Pese a los riesgos que corren los exiliados en su huida de las bombas, estas vías de acceso se han desdeñado hasta la fecha: en los últimos cinco años, sólo se concedieron 18.200 permisos de trabajo a ciudadanos sirios (cuando hay casi dos millones de sirios de 18 a 59 años desplazados a países fronterizos); en el curso del mismo periodo, solo 15.300 jóvenes sirios obtuvieron un visado de estudiante, es decir, menos del 10% de los estudiantes universitarios sirios desplazados; durante este tiempo, más de 72.000 sirios se beneficiaron del reagrupamiento familiar, un porcentaje “bastante débil” a la vista de las necesidades.

Por último, las políticas de integración deben complementar de inmediato las políticas de acogida, insiste la OCDE, convencida de que la aceptación por parte de la opinión pública será más fácil en la medida en que los refugiados, convertidos ya en inmigrantes, trabajen y participen de la vida económica, social y política local.

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Traducción: Mariola Moreno

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