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La enfermera del servicio de neonatología del hospital de El Havre [noroeste de Francia] dejó una nota inquietante en la que justificaba su suicidio, el pasado 24 de junio: “He trasladado a una niñita a reanimación, su estado empeoró por la noche. No sé lo que pasó, tengo la sensación de que he hecho algo grave, no puedo vivir con la idea de que he destruido una familia que también tenía derecho a ser feliz”. Su marido ha hecho pública la carta. También ha hablado: “Todo es culpa de esta presión que se pega a las manos”.

El suicidio todavía no se considera accidente laboral, pero los sindicatos están dispuestos a emprender acciones legales: “Informamos de que había trabajadores que no se encontraban bien a raíz de la reorganización llevada a cabo en el servicio en que desempeñaba su trabajo enfermera, emitimos un dictamen desfavorable. Pensamos que la reestructuración se ha llevado a cabo demasiado rápido, sin concertación y sin que el personal tuviese alternativas”, comenta Agnès Goussin-Mauger, del sindicato CGT. La dirección obligó al personal de neonatología a trabajar también en el servicio contiguo de reanimación. El proyecto se vio suspendido este verano.

La directora del hospital, Zaynab Riet, empieza por transmitir su “consternación” y la de “toda la comunidad que forma parte del hospital”. Pero, esta exfermera sigue considerando válido su proyecto de versatilidad: “Las competencias de una enfermera en ambos servicios son los mismos”, explica. En neonatología, la enfermera que puso fin a sus días se ocupaba de los bebes, prematuros o enfermos, pero cuyas vidas no corrían peligro. “No quería trabajar en reanimación neonatal, con niños que se encuentran entre la vida y la muerte. Lo dijo varias veces, desde que fue contratada, después al médico de salud laboral y en el hospital”, apunta la sindicalista de CGT.

Este tipo de reorganización es habitual en los hospitales públicos, el grupo hospitalario de El Havre es un establecimiento estándar. En los 2000 acumuló una importante deuda de un centenar de millones de euros, pero poco a poco la ha ido reduciendo su deuda, a medida que desarrollaba su actividad. Todo ese proceso se inscribe en la lógica de la “tarificación por actividad”. Imposible racionar los hospitales públicos, que deben responder a las necesidades sanitarias, crecientes fruto del envejecimiento de la población. La tarificación por actividad va en aumento: cada año, las tarifas hospitalarias bajan a medida que aumenta la actividad, para que el gasto hospitalario se ciña al presupuesto anual que le otorga el Parlamento. “Bajando las tarifas, se nos obliga a bajos nuestros costes de producción y a aumentar nuestra productividad”, explica Pierre Cueiuille, sindicalista del Sud.

En El Havre, en 2015, el número de ingresos hospitalarios aumentó un 4,77%, pero el personal se mantuvo estable, en un +0,56%. Para mitigar esta diferencia, el hospital recurrió a los métodos de la “nueva gestión pública”, copia-pega de los de la industria. Primera receta: aumentar las cadencias. El hospital piensa en términos de “duración médica de la estancia”. En todos los hospitales bien gestionados, baja, como en El Havre (-1,38%). Por lo tanto, los pacientes permanecen menos tiempo hospitalizados, incluso no son hospitalizados y vuelven a casar inmediatamente después de ser intervenidos quirúrgicamente: es la cirugía ambulatoria.

De este modo, los hospitales pueden volver a centrarse en el acto rentable en sí y limitar el número de días de hospitalización, mal pagados. Se cierran camas: “Entre 2013 y 2016, un total 34 camas en quirófano, 45 en medicina general, 11 en pediatría”, enumera la directora de El Havre, Zaynab Riet. “Los efectivos van en consecuencia del número de camas”. Pero en las camas, los pacientes entran y salen más rápido y la carga de trabajo aumenta para enfermeras, auxiliares sanitarios y personal de limpieza. “Si la carga de trabajo es demasiado alta, se aumentan los efectivos”, asegura.

La Federación Hospitalaria de Francia, que defiende los intereses de los hospitales públicos, acaba de publicar un interesante barómetro para el que se interrogó a 274 directores de establecimientos sobre la gestión de recursos humanos. Para el 75% de los encuestados, el principal desafío de los recursos humanos es “dominar/reducir los costes” y el 80% controla la masa salarial. La explicación es sencilla: se ven superados por “las obligaciones económicas y presupuestarias” que instan al 92% a hacer evolucionar sus prácticas. Y lo lamentan: para el 31% de los directores encuestados, los riesgos psicosociales suponen “un riesgo potencial serio” e incluso son “una realidad” a la que deben hacer frente el 24% de ellos.

En El Havre, el sindicato CGT recientemente hizo una ronda nocturna en el hospital y observó que los efectivos estaban bajo mínimos. En un servicio de medicina general de 28 camas, había una enfermera y un auxiliar con contrato temporal; en otro servicio de medicina general de 24 camas, trabajaban una enfermera titular, otra con contrato parcial y una personal auxiliar del servicio de oncología etc. En el transcurso de la visita, el sindicato tomó nota de las “dificultades a la hora de solicitar las vacaciones”, del “aumento de las bajas”, etc. El viernes 17 de octubre, los asistentes sociales y el personal de limpieza de la unidad de corta duración de geriatría fueron a la huelga para reclamar “la sustitución permanente de al menos una” de las dos auxiliares del servicio que se encuentra de baja.

Polivalencia

A la hora de suprimir efectivos, los hospitales son muy creativos en materia de organización del trabajo. Las jornadas de trabajo de 12 horas siguen a la orden del día: el 64% de los directores preguntados las aplican en su establecimiento. En El Havre, en reanimación y maternidad trabajan así. El personal a menudo lo recibe de buen grado, puesto que sólo trabajan tres días a la semana, de media. Para la dirección de esos centros, supone un ahorro de efectivos de entre el 4% y el 10%. En una jornada de 24 horas, se suceden dos equipos, en lugar de tres. Se suprime el tiempo de transmisión, esos tiempos en que el equipo saliente intercambia información de sus pacientes con el personal que comienza el turno.

Muy a menudo este tiempo de transmisión desaparece, se realiza fuera de esas 12 horas de trabajo, lo mismo que el tiempo de vestirse y desvestirse, que generalmente se descuenta de la jornada laboral. También sale lo peor de este horario de trabajo y con él, aumento el peligro de incurrir en errores y accidentes, al final de estas largas jornadas.

Más original aún, el hospital de El Havre ha puesto en marcha un sistema de urgencias, las 5x8 suecas. En un ciclo de 10 días, un mismo equipo trabaja dos días por la mañana, dos por la tarde y dos por la noche. Los equipos de día y de noche son los mismos, lo que facilita las sustituciones. “Se les preguntó a los equipos y lo aprobaron”, cuenta Pierre Cueiuille, del Sud. “Les dijimos que era una locura, pero nos contestaron que siempre era mejor que la situación de entonces. El personal cubría las vacantes, de día y de noche. La dirección les propuso los turnos 5x8 a cambio de una promesa: sus tres días de descanso consecutivo nunca sería cuestionado. ¿Hasta cuándo?”.

Es el pez que se muerde la cola: la intensificación del trabajo engendra absentismo, que justifica la intensificación del trabajo. En El Havre, el absentismo del personal no médico es del 9,72% en 2015, por encima de la tasa nacional, del 8% en 2014, y afecta en primer lugar a los trabajadores de mayor edad. La directora Zaynab Riet explica ese mal indicador con una “pirámide de edades donde los jóvenes y los mayores están sobrerrepresentados. Tenemos muchas bajas maternales, pero el absentismo ha bajado. Era del 10,1% en 2014”, se felicita. Su receta: “Un plan de prevención dirigido a identificar las causas del absentismo, que pone especial cuidado en la ergonomía de los puestos de trabajo, el equipamiento, la formación, la organización del trabajo...”. Para el sindicalista Sud Pierre Cueiuille, “se trata del chocolate del loro mientras no aborden las causas estructurales”. La CGT puntualiza además que un médico, que depende de la dirección de recursos humanos, visita al personal en situación de baja y a veces les insta a reincorporarse al trabajo antes de lo habitual.

Para ocuparse del absentismo, muchos establecimientos han creado equipos destinados exclusivamente a hacer sustituciones. Pero, cuando las finanzas del establecimiento se ponen en rojo, se suprimen. “Hemos redistribuido estos efectivos en los diferentes servicios”, explica. Pero no son suficientes. Pierre Cueiuille asegura que se cubre “una ausencia de cada tres, quizás algo más en lo puestos clave, sobre todo en enfermería. Continuamente estamos peleando con la dirección de recursos humanos para cubrir las bajas con sustitutos y, si no es posible, con el personal que está de descando. A menudo se llama a las enfermeras cuando que están de días libres. Así, es muy difícil tener la vida personal”. En El Havre, las horas adicionales suponen un gasto de medio millón de euros en el presupuesto.

Para paliar el absentismo, la polivalencia es otra receta porque el personal se sustituye más fácilmente en los equipos más grandes. Los sindicatos calculan que la versatilidad es generalizada. La directora lo niega, prefiere hablar de “asistencia entre servicios de la misma área, para asegurar la continuidad de un servicio en caso de ausencia imprevista. Los servicios paramédicos tienen una formación polivalente que les permite ejercer en todos los sectores”.

Como último recurso, el establecimiento hace contratos cortos “de 24 a 48 horas. Este fenómeno va a más”, dice Pierre Cueiuille. Los gastos dedicados a contrataciones temporales aumentaron un 22% entre 2014 y 2015. La directora precisa que “sólo el 20% de las contrataciones temporales son por periodos muy cortos. Y los contratados sólo representan el 8% de los efectivos, una proporción baja con relación a otros establecimientos”. Las contrataciones de larga duración las padecen los jóvenes profesionales, antes titulares después de un año de prácticas pero que ahora encadenan contratos antes de formar parte de la función pública hospitalaria. “Lo que sucede en el resto de la sociedad también sucede en el hospital. Es una lógica de individualización. Los jóvenes sufren la precariedad y dicen que no existen derechos sociales”.

La ministra de Sanidad ha tardado más de dos meses en responder a las preguntas de los sindicatos de enfermeros tras el suicidio de ocho de ellos este verano, algunos en el puesto de trabajo, otros dejando pruebas de su malestar en el trabajo, como en El Havre. Marisol Touraine asegura estar “preocupada”.

Poco ha tardado en tirar de argumentario. El mismo que empleó para defender el proyecto de ley para la financiación de la seguridad social, que se debatirá en las próximas semanas. “El déficit de la seguridad social será historia en 2017”, “es el final de los déficits sociales”, repite cuando se le presenta la ocasión. El Gobierno prevé que la Seguridad Social presente un déficit de 400 millones, pequeño comparado con los 500.000 millones de gastos.

Pero para conseguirlo, en los últimos cinco años, el Gobierno ha recortado como nunca el gasto médico: sólo aumentó el 1,8% en 2016. La previsión para 2017 es del +2,1%. No hay que llamarse a engaños porque el crecimiento “tendencial” del gasto será muy alto el próximo año, según el Comité de alerta sobre la evolución del gasto del seguro sanitario: +4,3% por la llegada de medicamentos muy costosos, aumentos de las tarifas de los médicos liberales, alza del índice de riesgo en la función pública hospitalaria. Los hospitales deben ahorrar por importe de 1.500 millones.

Oficialmente, deben “optimizar el gasto y las compras”, proceder a “mutualizaciones” en el seno de los grupos hospitalarios que se están constituyendo. Pero las cuentas están claras cuando la masa salarial representa el 60 al 85% de los gastos. En el hospital de El Havre, la sindicalista de la CGT Agnès Goussin-Maugeer ve desfilar a personal continuamente: “Están indignados. Pero cuando se les convoca a asambleas generales no vienen. Están desilusionados, tienen el sentimiento de que esto no va a parar nunca”.

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Traducción: Mariola Moreno

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