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Entrevista al presidente del Parlamento Europeo

Schulz: “La brecha entre la UE y Turquía cada vez es mayor”

Martin Schulz, en una imagen de archivo.

En el barrio europeo de Bruselas, las especulaciones se suceden en el último año. Martin Schulz ¿optará en 2017 a la reelección como presidente del Parlamento Europeo, cargo que ocupa desde hace casi cinco años? O por el contrario, el socialdemócrata alemán, de 60 años, ¿dejará Bruselas en la mitad del mandato para liderar la campaña del SPD, contra la CDU de Angela Merkel, de cara a las legislativas de octubre de 2017?

En la larga entrevista concedida a Mediapart, socio editorial de infoLibre, Schulz, eurodiputado en el Parlamento Europeo desde 1994, mantiene el suspense; reconoce que todavía “hay mucho por hacer” en el frente europeo y defiende a François Hollande, cuyo apoyo precisa si quiere mantener la Presidencia del Parlamento. Sin embargo, también constata con picardía que cada vez más eurodiputados “tienen un papel nacional” fundamental, en sus respectivos Estados.

No obstante, esta entrevista parece la de un candidato en campaña en Bruselas: defiende con uñas y dientes su gestión al frente del hemiciclo. Martin Schulz, a menudo criticado en Mediapart, por la gran coalición alcanzada con la derecha, responde a sus detractores, también en el seno de su propia familia política. Y, entre otros asuntos de actualidad, habla sobre el futuro del tratado de libre comercio con EEUU tras el triunfo de Donald Trump, del caso Barroso y de la “germanización” de Europa.

PREGUNTA: ¿Establece usted algún tipo de vinculación entre el triunfo del Brexit y el de Trump?Brexit

RESPUESTA: En estos momentos, hay que relativizar, dejar a un lado las reacciones emocionales. No se pueden mezclar las cosas. Cada situación es particular, cada cita con las urnas se nutre del contexto del país en el que se celebran las elecciones. No obstante, estos comicios se pueden interpretar como de enfado con el establishment, como elecciones en las que se ha manifestado el rechazo en lugar de ser elecciones de adhesión a un programa, a unos valores y a unas ideas. Dicho lo cual, espero que el presidente Trump sea diferente a la caricatura del candidato Trump, igual que la virulenta campaña del Brexit no dio paso a anuncios apocalípticos o paradisiacos de la campaña.

P: La victoria de Donald Trump ¿supone el fin del tratado de libre comercio con EEUU (TTIP o Tafta)?

R: Resulta prematuro extraer conclusiones sobre la Presidencia Trump y su política exterior. Pero lo mismo Trump que Clinton, en campaña, manifestaron sus divergencias con la política comercial llevada a cabo por el presidente Obama. Probablemente las negociaciones sobre el TTIP se congelen en el futuro próximo.

P: ¿Qué debe hacer Europa, tras el enésimo viraje autoritario del presidente Erdogan en Turquía?

R: Se deben enviar mensajes claros. Condenamos la intentona golpista del pasado verano, pero la reacción turca despierta muchas dudas. ¿Cómo un golpe, que fracasó en 24 horas, dio pasó, en 24 o 48 horas, al arresto de decenas de miles de personas? ¿Cómo puede ser compatible con las reglas del Estado de derecho la detención de diputados kurdos? Estos aspectos constituyen la diferencia entre nuestra visión y la suya. Entre nosotros y Turquía, la brecha cada día es un poco más profunda. Y al mismo tiempo necesitamos diálogo. Necesitamos a Turquía y ellos a nosotros.

P: ¿Se deben suspender las negociaciones para la adhesión de Turquía a la UE?

R: No. Seamos honestos: estas negociaciones ya se encuentran paralizadas. En estos momentos no se está negociando. ¿De qué sirve suspender nada si no se está negociando? Es algo simbólico.

P: ¿Cómo se puede seguir adelante con el acuerdo alcanzado con Ankara sobre los migrantes?

R: Hay que mantener la cooperación con los refugiados. En Europa, se subestima un elemento: la mayoría de los refugiados [del conflicto sirio] no viven en Europa, están en suelo turco. Y Turquía no los trata mal. Por tanto, en mi opinión, no es posible acabar con esa cooperación, pese a las diferencias mencionadas.

P: El ministro austriaco de Defensa califica el acuerdo de “cada vez más frágil”. ¿No es verdad?R:

No tengo indicios para decir eso, no. Por el contrario, creo que Turquía aplica de manera muy concreta el acuerdo. Creo que en lo que a los migrantes respecta, Turquía no es el problema. En ese sentido, más bien, donde hay que mirar es a la UE, en concreto en lo que respecta al reparto de refugiados que llegan a las islas griegas en el seno de los Estados miembros.

P: Su gestión del Parlamento Europeo está marcada por la gran coalición, esa alianza entre conservadores del PPE y socialdemócratas del S&D. Representantes socialistas –en su propia familia política– se oponen cada vez más. El socialista francés Guillaume Balas ha mostrado su preocupación por que el Parlamento se convierta en un “astro muerto”. ¿Qué le diría?gran coalición

R: Balas es un interlocutor muy interesante y a menudo hablo con él de esos asuntos. ¿Cuál es la realidad del Parlamento Europeo? El Parlamento es la Cámara de los ciudadanos en una Unión donde las fuerzas centrífugas [partidarios de un regreso a lo nacional] son cada vez más fuertes en los Estados miembros. El Parlamento también lo refleja así. Hay en torno a un centenar de eurodiputados abiertamente antieuropeos [de los 753 presentes en la Eurocámara].

¿Qué critican? La injusticia social, la incoherencia de las políticas aplicadas, la brecha entre el Norte y el Sur de Europa y la incapacidad de las instituciones europeas a la hora de responder a corto plazo a las necesidades de los ciudadanos. ¿Cómo podemos responder? El Parlamento Europeo adopta normas vinculantes para 508 millones de ciudadanos, en 28 Estados soberanos. Lo que supone una contradicción en sí misma: un Parlamento adopta leyes para una única nación. Adoptar normas vinculantes para diferentes naciones es algo excepcional. Y si este Parlamento ya no aprueba nada, porque no tiene mayoría, ni en el centroderecha ni en el centroizquierda, nos encontraremos en una situación comparable a la que ha vivido este año España. Hemos asistido a una confrontación ideológica, sobre todo a la izquierda, desconocida desde hace al menos dos décadas. Y el país ha quedado paralizado. Nada se mueve. Mientras el déficit público ronda el 5% y no hay inversión exterior.

P: No hay mayoría sustitutoria en el Parlamento, ¿es ése el problema?

R: Después de las elecciones europeas, en 2014, le dije a Balas y a otros eurodiputados que si había una mayoría de centroizquierda, había que crearla. Pero contabilizando a socialistas, liberales [UDI-Modem], GUE [PC y Partido de Izquierda] y Los Verdes, tenemos a 350 eurodiputados, no una mayoría. Y yo no soy capaz de crear una coalición que abarque desde el liberal neerlandés Mark Rutte [primer ministro de los Países Bajos] a los comunistas portugueses del PCP. Balas quizás pueda, yo no. Por su parte, si el PPE y los liberales tratan de formar una coalición, ¿quiénes pueden ser sus socios? ¿Los tories británicos? ¿Nigel Farage? ¿Marine Le Pen? Inviable.

Actualmente, el Parlamento no tiene mayoría de izquierdas ni de derechas. Por tanto, quedan dos alternativas. Una mayoría de geometría variable, un día a la derecha y otro a la izquierda, que en mi opinión sería una incoherencia total, y si se sigue esta estrategia, puede pasar lo que sucede en el Consejo Europeo, donde el 90% de los textos bloqueados lo están por la incapacidad de los 28 Estados miembros a encontrar una mayoría. La otra opción pasa por intentar que cooperen las dos principales fuerzas políticas del Parlamento, incluidos, cosa que a menudo se desconoce, los liberales y Los Verdes.

P: Los eurodiputados de izquierdas alérgicos a la gran coalición reconocen que son minoría. Pero creen que la socialdemocracia conseguiría mejores compromisos de la derecha del PPE si, además, alcanzase una posición común con sus aliados naturales, los Verdes y GUE. Reclaman más debates a la izquierda, menos acuerdos…gran coalición

R: Lo que describe era la estrategia del presidente del grupo socialista Martin Schulz (2004-2012). “Wir fangen links an, aber wir am links keine Mehrheit hätten, müssen wir verhindern, dass Recht gegen uns eine Mehrheit bildet”. Es decir: empezamos por la izquierda, pero si no tenemos mayoría de izquierdas, hay que impedir que la derecha forme una mayoría contra nosotros.

P: Entonces, ¿por qué el Schulz presidente del Parlamento ha cambiado de estrategia?

R: Ya no soy presidente del Grupo Socialista. Mi estrategia de cooperación con la comisión de Jean-Claude Juncker no es ideológica. Es institucional. La Comisión Juncker está en el Gobierno desde hace dos años. ¿Dónde está? En el centro de la acción política, en el centro de la polémica y de los debates en Europa. Compárelo con el final del segundo mandato de José Manuel Durao Barroso, que terminó marginado.

En una Europa de la renacionalización [en la que se tiene a regresar a los Estados nación], las instituciones comunitarias deben defender el método comunitario. Por eso el presidente del Parlamento Europeo debe consolidar la estrategia de una Comisión que se encuentra el centro de la acción. Que un presidente de la Comisión pueda decir a su interlocutor en el Consejo [que representa a los Estados miembros en Bruselas]: haced lo que queráis, tengo mayoría en el Parlamento Europeo, eso cambia notablemente la situación de Juncker.

P: ¿A qué se refiere cuando pone a la Comisión en el centro de la acción?

R: Esta estrategia ha permitido que Juncker se presente en el Parlamento Europeo diciendo: sí, fui primer ministro de Luxemburgo durante 19 años, pero es mi Comisión la que va a reclamar a Irlanda los impuestos de Google y de Amazon. O soy yo [Schulz], cuando era candidato a la Presidencia de la Comisión [en 2014, frente Juncker] quien solicitó que las empresas pagasen impuestos en los países donde obtienen beneficios. Si la izquierda socialista hiciese suyos esos logros y dijese “es éxito nuestro”, en lugar de decir: “La gran coalición, socorro”, personalmente habría preferido una izquierda plural…

Nosotros fuimos quienes obligamos a Margrethe Vestager [comisaria europea de Competencia] a endurecer el discurso en lo que a la fiscalidad de las multinacionales se refiere. Nosotros conseguimos el plan de inversiones [el plan Juncker]. Nosotros ayudamos a Pierre Moscovici [comisario de asuntos económicos] a interpretar de forma más flexible el pacto de estabilidad presupuestaria… pero la izquierda europea prefiere decir: ah, no, es la gran coalición… pero la gran coalición sólo es un marco. La cuestión es saber lo que sucede dentro de él.

P: ¿Se presentará a la reelección como presidente del Parlamento Europeo?

R: Los temas de los que habla ponen de manifiesto que hay mucho por hacer. Ya veremos.

P: Quedan menos de dos meses…

R: Veremos. Mi cargo al frente del Parlamento Europeo expira el 17 de enero.

P: De ser reelegido, se reabrirá el debate sobre la “Europa alemana”. El Tribunal de Cuentas de Luxemburgo acaba de nombrar a un nuevo presidente alemán; el comisario alemán Günther Oettinger va a recuperar la cartera de Presupuestos, que añadirá a sus competencias iniciales, tras la salida de su colega búlgara. Sin olvidar el papel clave que tiene Martin Selmayr, jefe de gabinete de Juncker, ni el de Klaus Regling, al frente del Mecanismo Europeo de Estabilidad. O a usted mismo… ¿Qué opina?

R: Ese debate no deja de sorprenderme. Nunca he creído que Europa volvería a debatir cuestiones nacionales. Hago un esfuerzo por no ser alemán. Soy europeo. Si algo que no se me puede reprochar es que sea demasiado alemán. Soy un internacionalista convencido. Lucho por una Alemania europea, en lugar de por una Europa germanizada. En lo que me concierne, es injusto que se me eche en cara mi nacionalidad. El primer vicepresidente de la Comisión [Frans Timmermans] es neerlandés, como el presidente del Eurogrupo [Jeroen Dijisselbloem]. ¿Asistimos a la neerlandización de la UE? Lo mismo sucede en Italia, con Federica Mogherini (al frente de la diplomacia de la UE), Mario Draghi (BCE) y de otros italianos con cargos importantes en el Parlamento Europeo…

Las críticas no son justas; Europa no debe hablar de la nacionalidad de uno u otro de sus responsables…

P: El comisario Oettinger ¿tendría que haber dimitido por sus comentarios racistas y homófobos en una cena en Hamburgo?

R: Debía disculparse y lo hizo. Ha tenido momentos de debilidad. No tuvo un buen día. Podemos reprocharle que sea un hombre de derechas, podemos criticarle su política digital [es el responsable de Economía Digital en la Comisión], pero lo conozco bien y no es ni racista ni homófobo. Tuvo un discurso estúpido.

P: En lo que respecta al caso Barroso, Juncker propone que se amplíe hasta tres años el plazo durante el cual un expresidente de la Comisión debe pedir permiso a la Comisión antes de incoporarse al sector privado. ¿Está de acuerdo?

R: Sí. Lo que Barroso ha hecho, lo que Neelie Kroes ha hecho, daña a la UE. Ser el presidente saliente de la Comisión y aceptar, en el momento del Brexit, un puesto en Goldman Sachs como asesor, en Londres, sobre el Brexit, es el peor de los escenarios posibles. Es inaceptable. Hay que revisar el estatus de los comisarios y Juncker está trabajando en ese asunto.

En cuanto a los plazos en cuestión, yo mismo le he dicho a Juncker que podrían ser superior a esos tres años, siempre que se prevea una remuneración transitoria. No se le puede prohibir a un comisario que trabaje y, durante ese tiempo, no pagarle. De lo contrario, no tendríamos ni un solo candidato a la Comisión. También hay que puntualizar en que ámbitos no puede trabajar un comisario saliente. Cabe esperar también que un excomisario obre con racionalidad. Y precisar, asimismo, posibles sanciones si no se respetan las reglas.

P: En una petición que ha tenido mucho éxito, funcionarios europeos proponen que Barroso pierda su pensión de expresidente de la Comisión.

R: Los recibí en esta misma oficina y trasladé la petición a la comisión encargada de las peticiones, en el Parlamento Europeo. Pero las condiciones para retirar la pensión a un expresidente son muy estrictas. Y es muy difícil cambiar algo con carácter retroactivo. Se podrá hacer en un futuro, eventualmente, pero no para sancionar a Barroso.

P: En la Comisión, las normas para los comisarios son más estrictas que las vigentes en el Parlamento para los eurodiputados. Hay diputados que trabajan en el sector privado. ¿No ve en ello problema alguno?

R: Tenemos normas muy claras. Cuando un diputado deja el Parlamento, tiene derecho a reincorporarse al mundo laboral. Pero el código de conducta especifica que un exdiputado que acepta un cargo como lobbista, que está relacionado con el proceso legislativo europeo, no puede utilizar los privilegios que goza como exdiputado (por ejemplo libre acceso al Parlamento sin aparecer inscrito como lobbista).

P: Hay 176 diputados que perciben rentas complementarias a su actividad política.

R: Tienen la obligación de declarar estos ingresos en su declaración de intereses financieros. No puedo prohibirlo porque habría que reformar el estatuto de los diputados.

P: ¿Usted es partidario del endurecimiento de dicho estatuto?

R: Si es una combinación entre el mandato en el Parlamento y actividades de lobby, sí. A diario, créame, debemos hacer frente a casos muy difíciles de comprobar. Le voy a dar ejemplo: una eurodiputada trabaja en un gabinete de abogados. El gabinete –digamos que cuenta con una treintena de abogados- trabaja fundamentalmente para una empresa. Le pregunto a la diputada quiénes son sus clientes y se ampara en el secreto profesional de los abogados. ¿Qué hago? Por el estatuto de los diputados, podríamos obligarla a darnos más información, pero actualmente es imposible. En algunos Estados miembros, Alemania entre ellos, este secreto protege a los clientes e incluso queda garantizado por la Constitución.

Algunos colegas me dicen: un diputado no puede trabajar por su cuenta porque su cargo está bien remunerado. Pero ¿qué le digo entonces a un eurodiputado que es médico y que tiene una consulta en la que trabaja los fines de semana y por cuyo trabajo quizás gana el doble de lo que cobra como eurodiputado? ¿Puedo prohibirle esta actividad si la declara correctamente?

P: ¿Ha hecho Françaois Hollande bastante por Europa desde 2012?

R: Hollande, como presidente de Francia, ha tenido que hacer frente a la situación más dramática de la UE, ¡Acuérdese, desde mayo de 2012 hasta hoy, la larga lista de crisis y de dramas que hemos vivido! Hollande ha tenido que afrontar, como ningún presidente de Francia antes, dramas nacionales y europeos. Ha hecho todo lo posible por controlarlos.

P: Habría podido hacer algo en Bruselas, en respuesta a esas crisis y a esos dramas a los que se refiere, con el objetivo de reformar Europa…

R: Lo intentó y mucho, pero Europa es como es. Francia es un Estado miembro de la UE y la regla de la unanimidad a menudo prevalece. A iniciativa de François Hollande, ahora tenemos ese triángulo que conforman Alemania, Italia y Francia. En mi opinión, se trata de un avance considerable. Desconfío de esa seducción de la izquierda que consiste en decir que nunca es suficiente. Pertenezco a ese movimiento socialista que dice que el 1% de algo será siempre más que el 100% de nada.

P: Hay al menos tres eurodiputados franceses que optan a la Presidencia de la República (Jean-Luc Mélenchon, Marine Le Pen y Yannick Jadot). ¿Qué opina?

R: Cada vez hay más eurodiputado que representan un papel nacional. Sucede lo mismo en mi país, en Alemania…

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    Traducción: Mariola Moreno

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