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Schulz se vuelca en la política alemana

Martin Schulz

Martin Schulz, 22 años después, se aleja de Bruselas. El socialdemócrata alemán, de 60 años, anunció este jueves que dejará la Presidencia del Parlamento Europeo el 17 de enero de 2017. “Ahora trabajaré por el proyecto europeo desde el ámbito nacional”, anunció, confirmando así las informaciones publicadas ese mismo día por el diario Süddeutsche Zeitung.

Las especulaciones sobre el futuro de Schulz se sucedían desde hace meses. O bien optaba a un tercer mandato –de dos años y medio, al frente del Parlamento Europeo, tal y como esperaba su “amigo” Jean-Claude Juncker, presidente luxemburgués de la Comisión Europea– o bien participaba en la batalla política alemana, de cara a las legislativas de octubre de 2017. En una entrevista reciente concedida a Mediapart, socio editorial de infoLibre, Schulz mantenía el suspense, no sin malicia. Días después, la web Politico creía saber cuáles eran las intenciones del dirigente: su prioridad era “100% Bruselas”.

Pero ya ha decidido y finalmente se decanta por el Bundestag. Schulz se presentará a las legislativas como cabeza de lista del Partido Socialdemócrata (SPD) por Renania del Norte-Westfalia, land muy poblado del Oeste de Alemania al que pertenecen ciudades como Colonia y Düsseldorf. De modo que se asegura un escaño, en el Parlamento alemán, a partir de octubre. Sin embargo, a día de hoy, no es seguro que vaya a ser el candidato socialdemócrata a la Cancillería.

Este exlibrero, gran amante del fútbol, compite con el ministro de Economía Sigmar Gabriel, que todavía no ha revelado sus intenciones. Según el calendario oficial (que puede quedar rápidamente obsoleto), el SPD –que aparece muy por detrás de la CDU en los sondeos– debe decidir el nombre antes de finales de enero, ya que en mayo tiene que nombrar oficialmente a su candidato. Por su parte, la canciller conservadora Angela Merkel ya anunció el 20 de noviembre que aspira a lograr un cuarto mandato. El nombre de Schulz también ha sonado en los últimos días como sustituto del ministro de Asuntos Exteriores del SPD Frank-Walter Steinmeier, que en febrero se convertirá en presidente de la República Federal Alemana.

Mientras, en Bruselas, la salida de Schulz reabre el juego. Desde que se puso al frente del Parlamento, en enero de 2012, Schulz encarna la controvertida idea de gran coalicióngran coalición, en alusión a ese “acuerdo técnico”, alcanzado al principio del mandato, entre los dos principales grupos del Parlamento Europeo, la derecha del PPE, por un lado, y la socialdemocracia del S&D. Para sus defensores, esta estrategia tiene el mérito de hacer el Parlamento gobernable, ya que facilita la formación de mayorías, en un panorama político cada vez más fragmentado.

En la capital belga, la vida política ha estado marcada durante mucho tiempo por una fuerte rivalidad entre las tres grandes instituciones (el Parlamento, la Comisión y el Consejo, que es la voz de los Estados miembros). La era Schulz al frente del Parlamento ha supuesto un punto de inflexión: al sistematizar la llamada “gran coalición”, Schulz ha puesto el Hemiciclo al servicio de la Comisión, para reforzar el peso de la institución comunitaria que dirige Jean-Claude Juncker. Y todo ello a riesgo de liquidar los conflictos en Estrasburgo, de pisotear la opinión de los grupos minoritarios y de debilitar los debates públicos en el Parlamento. Pero también, y quizás es más grave, de dar argumentos a la ultraderecha, que denuncia que gobierna Bruselas el equivalente europeo del UMPS (de la derecha).

“Ha amordazado al Parlamento Europeo y en primer lugar al Grupo Socialista”, espeta el eurodiputado belga Philippe Lamberts, de Los Verdes. “Fue lo primero que hizo en Bruselas, ejercer de líder del PPE. Yo, mientras tenga que haber un agente del PPE, prefiero que tenga la etiqueta del PPE”. “El presidente del Parlamento no puede ser el mero agente de influencia de la Comisión o del Consejo. Hay que saber ir al conflicto, para defender las posiciones del Parlamento”, insiste Lamberts, que reconoce que “no lo añorará”.

Como era de esperar, Martin Schulz, federalista de toda la vida, en su declaración del jueves, sólo citó a una persona: Jean-Claude Juncker, “un amigo y un gran europeo”. Los dos hombres tienen una buena relación y se dice que se telefonean cada mañana. Para el presidente de la Comisión, del PPE, la marcha de Schulz no es una buena noticia. Paradójicamente, la probable elección de un presidente del PPE, en enero, puede hacer más frágil la “gran coalición” y menos dócil al Parlamento Europeo. El luxemburgués lo entendió perfectamente. Según el diario alemán Die Spiegel, Juncker llegó a amenazar con dimitir si Schulz se iba de Bruselas, la Comisión lo desmintió acto seguido.

Sea como quiera, la gestión del presidente Schulz deja un Grupo Socialista profundamente dividido. En la actualidad dirigido por el italiano Gianni Pittella, considerado por muchos como hombre de paja al servicio de Schulz, sin carisma, en el grupo hay un sector minoritario –pero creciente– de eurodiputados abiertamente molestos por la gestión autoritaria de Schulz. El socialista francés Guillaume Balas ha señalado su preocupación por que el Parlamento Europeo se convierta en un “astro muerto”. En su comunicado del jueves, mucho más moderado, la delegación de los 13 socialistas franceses desea “mucho éxito” a Schulz en Alemania, pero recuerda que “siempre se ha opuesto a la gran coalición”.

Las diferencias entre Schulz y el ala izquierda de los socialdemócratas europeos no son solo tácticas. En el fondo están motivadas por las políticas llevadas a cabo en Bruselas. Mientras ha estado al frente del Parlamento Europeo, fue un infatigable defensor del libre comercio, llegando a hacer imposiciones que han dejado huella en el Hemiciclo. En junio de 2015, decidió posponer in extremis, la víspera por la noche, la votación de un texto favorable al libre comercio con Estados Unidos (TTIP o TAFTA) porque la consulta parecía condenada al fracaso. En el “momento valón” del CETA, el acuerdo con Canadá de octubre de 2016, Martin Schulz de nuevo convenció al ministro de Comercio canadiense para que se quedase en Bruselas con el fin de proseguir las negociaciones con Valonia. Esta intervención fue decisiva para “salvar” el futuro del CETA.

En julio de 2013, en su anterior mandato, Martin Schulz inició antes de lo previsto las negociaciones clave sobre las líneas presupuestarias de Europa, para el periodo 2014-2020. El Parlamento, en ese asunto, sólo consiguió al final magras contrapartidas a un presupuesto de austeridad decidida, entonces, por Londres y Berlín, de graves consecuencias para el futuro de la UE. “Siempre se ha comportado como alguien que defendía la mundialización liberal. Sobre todo, nunca ha buscado reequilibrar la gobernanza económica europea y lo que llamamos el semestre europeo”, dice Lamberts, muy encendido.

Sin embargo, al crédito de Schultz le queda un activo difícil de discutir: el alemán, que habla francés fluido, ha sabido dar más visibilidad al Parlamento Europeo en el panorama internacional y hacer oír su voz fuera de la burbuja de Bruselas. ¿Quién se acuerda de sus predecesores, el polaco Jerzy Buzek (2009-2012) o el español Josep Borrell (2004-2007)? Schulz, debería dejar una huella más profunda en la memoria. En un sentido, responde al espíritu de los tratados europeos, que otorgan, sobre todo desde el Tratado de Lisboa, en vigor desde 2009, cada vez más competencias al Parlamento de Estrasburgo, frente al resto de instituciones europeas.

Asimismo, la salida de Schulz marca el pistoletazo de salida de la carrera a la Presidencia. ¿Quién tomará el relevo hasta finales del mandato en 2019? Conforme al acuerdo técnico entre el PPE y el S&D de principios de mandato, el puesto debería volver a los conservadores. El exministro Alain Lamassoure, en Estrasburgo desde hace 17 años ininterrumpidos (también fue eurodiputado de 1989 a 1993), no tardó en anunciar su candidatura ese mismo jueves, y puede defender un Parlamento más independiente y más animado, frente a la Comisión. Pero la eventual derrota de Alain Juppé, este domingo en la segunda vuelta de las primarias de la derecha y del centro en Francia, también puede complicar la apuesta del francés, conocido por apoyar al alcalde de Burdeos.

Hay otros conservadores en cola. Se habla del excomisario italiano Antonio Tajani, pero se vio salpicado por el dieselgate cuando trabajaba para José Manuel Durão Barroso, lo que parece limitar sus posibilidades. El irlandés Mairead McGuinness, un experiodista, en su tercer mandato, puede ser un candidato de consenso. El Grupo lo elegirá en una votación, en la que participarán los diputados del PPE, el 13 de diciembre en Estrasburgo. Hasta entonces, el debate sobre el control del PPE de los puestos claves (Juncker en la Comisión, pero también Donald Tusk en el Consejo además del futuro presidente del Parlamento, también conservador) puede ir a más. Tras la salida de Schulz, los socialdemócratas ya sólo tienen a Federica Mogherini, al frente de la diplomacia europea, en el concierto de los dirigentes de Bruselas. _____________Traducción: Mariola Moreno

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