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Hamon y Valls: dos candidatos “irreconciliables” se disputarán la candidatura socialista en Francia

El candidato a la presidencia francesa, Benoît Hamon.

En las primarias del Partido Socialista francés celebradas este domingo 22, no había dos polos más alejados, dos izquierdas más “irreconciliables”, parafraseando al ex primer ministro Manuel Valls. Benoît Hamon y Manuel Valls se enfrentarán, el próximo 29 de enero, en la segunda vuelta de las primarias de la llamada Bella Alianza popular (PS y fuerzas satélites). En la primera vuelta de estas primarias, la participación fue inferior a la registrada en 2011. En vísperas de las presidenciales de 2012, casi 3 millones de personas acudieron a las urnas, frente a los 1,3 millones de votantes del domingo. El resultado que arrojaron las urnas en esta primera vuelta quedó como sigue: Benoît Hamon (36,21 %), Manuel Valls (31,19 %), Arnaud Montebourg (17,62 %), Vincent Peillon (6,83 %), François de Rugy (3,83 %), Sylvia Pinel (1,99 %) y Jean-Luc Bennahmias (1,01 %).

Una vez conocidos los resultados, los simpatizantes del exministro de Educación Benoît Hamon, que se habían dado cita en una chalana situada a un centenar de metros de la sede del PS, en Solferino, no ocultaban su júbilo. Al igual que en los mítines del candidato del ala izquierda, entre la nube de cámaras y palos de selfie, abundaban los jóvenes.

 

En la segunda vuelta prevista para el próximo domingo 29, se enfrentan dos líneas claras, dos candidatos que, primarias al margen, ya tiene un papel fundamental. A la derecha del PS, Emmanuel Macron llena mítines y gusta en las filas socialistas e incluso en el entorno de François Hollande. A la izquierda del PS, Jean-Luc Mélenchon con el movimiento Francia Insumisa ha lanzado una OPA a la izquierda de la izquierda (el PCF y Ensemble ya se han sumado, mientras que el NPA busca apoyos).

¿Puede arreglárselas el PS? No está claro. Jean-Christophe Cambadélis, primer secretario de los socialistas, compareció ante la prensa en la tarde del domingo, antes de que se hubiesen hecho públicos los primeros resultados. Al mal tiempo, buena cara. “Una declaración política” que no aportó gran cosa. “Muchas gracias a los miles de participantes en la Bella Alianza Popular, pese a la campaña infinita en contra de las elecciones, pese a la idea transmitida de su inutilidad”, dijo Cambadélis. Mi felicitación a todos los candidatos que han honrado las primarias, que han defendido sus ideales con sinceridad y respeto. Hemos ganado esta primera vuelta”, añadió. “Frente a la derecha de Fillon, frente a una extrema derecha que progresa en la sombra, frente a la fragmentación, a los rencores, a la tentación del fatalismo, juntos presentamos una vía posible para el éxito de mañana”, dijo finalmente el primer secretario del PS, “convencido de que una nueva alianza está en ciernes”. Salvo que esta “nueva alianza” ya se encuentra en el limbo.

Tan pronto como los simpatizantes de Hamon conocieron los resultados, el desafío de la segunda vuelta comenzó a rondar en la cabeza de todos. El diputado de París Pascal Cherki, que dio su apoyo al candidato, no tardaba en lanzar el reto: “Ahora los periodistas tenéis que preguntarle a Jean-Luc Mélenchon. Él es quien no quería primarias por Hollande. ¿Ahora que va a hacer?”. Más en serio, añadía: “Benoît Hamon ha dicho siempre que con Jean-Luc Mélenchon era posible encontrar convergencias. Hay aspectos de los que hablar”.

Para Cherki, los “electores han querido pasar página y sobre todo escribir una nueva”. “Ahora está Macron de un lado, el centro izquierda, por resumir, aunque hay mucha derecha en el centro derecha, y en el otro lado se sitúa Jean-Luc Mélenchon, que representa a la extrema izquierda y no lo digo en un sentido peyorativo”. “Ese deber le incumbe a Benoît Hamon”, concluyó el diputado. Benjamin Lucas, presidente de las Juventudes Socialistas francesas, alababa poco después el “despertar de los electores de izquierdas”. “Estamos ante la evidencia de que los electores de izquierdas no se resignan a una izquierda que toma prestado sus temas y sus discursos a la derecha”.

En el punto de mira, Manuel Valls. En ese momento, las personas del entorno de Manuel Valls, reunidos en la Casa de América Latina, a pocos metros de la chalana de Hamon y de la sede del PS, comprendían que su líder no se pondría en cabeza. A su llegada, se reunió con personas de su entorno, como el alcalde de Evry Francis Chouat, el número dos del PS Henri Weber o el ministro de Justicia Jean-Jacques Urvoas. Las televisiones y las radios se rifaban a los militantes, que llegaban a cuenta gotas. Pocos simpatizantes de Valls hablan con los periodistas.

El resultado de la primera vuelta se da a conocer entre un silencio casi total: las pantallas de televisión de la sala permanecen mudas.

“Decisión muy clara”

El diputado de París Christophe Caresche lamentaba la “votación liberadora”. Un militante le decía a otro: “Hamon ha apostado por el populismo, tan de moda, al prometer una renta universal de 500 euros para todos”. En la televisión, el exnúmero dos de la CFDT Jacky Bontems, fiel a François Hollande que trató conseguir el apoyo de los sindicatos a Valls, lamenta: “Después del vapuleo Hollande, ha llegado la hora del vapuleo Valls. El aparato tampoco se ha movilizado mucho. Y, por si fuese poco, Macron le ha robado parte de los electores a Manuel Valls...”.

A las 21.40 cuando Manuel Valls toma la palabra, los alrededor de 40 militantes presentes parecían despertar para las televisiones, que graban el momento. “¡Manuel presidente!”, “¡vamos a ganar!”, coreaban. En una esquina de la sala, el diputado Christophe Caresche espera un discurso contundente: “Si es para perder, que sea con honores”.

Manuel Valls hace mucho más que satisfacer sus deseos. “Una elección muy clara”, dijo y se presentó a los electores de las primarias, “entre la derrota asegurada y la victoria posible”, entre “promesas irrealistas y no financiables” y una “izquierda creíble”. Fiel a sus lemas de final de campaña, habló de “Trump”, “de la Rusia de Putin”, de la laicidad, sobre la que no va a ceder “ni un milímetro”. También de la “renta universal de coste desorbitado”, la propuesta estrella de su contrincante, “que implica subir masivamente los impuestos”. Valls dramatizaba a propósito el desafío de la segunda vuelta. Se presentaba en bucle dirigiéndose a todos los que temen la explosión, el domingo, de un PS desgarrado entre Mélenchon, el candidato de Francia Insumisa, y el fundador de ¡En marcha!

En la chalana de Hamon donde proseguía la fiesta, los ataques dejan de piedra a más de uno. Primero porque ellos han recibido el apoyo de Arnaud Montebourg, lo que les da matemáticamente la mayoría en la segunda vuelta. Sobre todo porque, como dice el director de campaña Mathieu Hanotin, el resultado de la primera vuelta demuestra que hay una “liquidación definitiva del balance del quinquenato”. “No es a nosotros a quien se dirige Manuel Valls esta noche, es a los cientos de miles de personas que se han movilizado”, añadía Hanotin para quien la “agresividad” nunca ha traído la victoria en política.

Antoine Détourné, que también apoya a Hamon y miembro del Consejo Nacional del PS, resume la campaña de su candidato en torno a dos momentos: la emisión de France 2 de principios de diciembre y la entrada en campaña de Valls. En estos dos momentos, constató “picos de interés” con relación a Benôit Hamon. “Valls asienta esta noche, con ataques, las condiciones de su derrota completa”, advierte. Entre los que apuestan por Valls, se niegan en cambio a darse por vencidos. El portavoz del grupo PS en la Asamblea Nacional Hugues Fourage asegura que “nada está escrito”. Para echar leña al fuego entre Hamon y Montebourg, recuerda las críticas de éste a la renta universal que propone Hamon.

Por su parte, Pierre Aidenbaum ya piensa en la segunda vuelta. “No va a ser fácil, pero será la ocasión dirimir entre dos líneas”, dice. El parisino cree tener la victoria al alcance de la mano, siempre que “el domingo acudan a las urnas de 200 a 300 mil personas más”. Arremete contra Hamon, “ese ministro de Educación que dimitió la víspera del comienzo del curso: no es un hombre de Estado”. Por último, el domingo por la noche, cada sector insiste en “la clarificación” que está por venir. “¡Primero vamos a ganar y después, ya veremos!”, dice el vallsista Hugues Fourage con una sonrisa tensa, que admite un “riesgo” de cisma socialista la semana que viene. El diputado Christophe Caresche ya habla incluso de una corbynización del PS si Hamon vence el domingo. Incluso niega garantizar que vaya a darle su apoyo, aludiendo a los frentistas socialistas muchos de los cuales votaron a Hamon. “Durante cinco años, no han respetado nada en el Parlamento, no van a darnos lecciones”. Más explícitos, algunos amenazan ya con irse con Macron si vence Hamon.

A principios de enero, en el tradicional discurso posnavideño, el primer secretario del PS, Jean-Christophe Cambadélis, aludía a la “bola de partido, ese momento en que la pelota puede caer de un lado o del otro de la red”. Se refería entonces al partido que enfrentaba a la derecha y a la izquierda. El domingo la bola caerá del lado de la “izquierda Valls” o de la “izquierda Hamon”.

Las razones de la derrota de Valls

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Traducción: Mariola Moreno

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