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¿Es Marine Le Pen el último recurso de los más pobres?

La líder del Frente Nacional y candidata a la presidencia francesa, Marine Le Pen.

En las últimas presidenciales, la izquierda consiguió sus mejores resultados entre los votantes más desfavorecidos. Para ellos, François Hollande era entonces el candidato “que defiende a los pobres”, “los obreros”, “el ámbito social” y la izquierda “tiene corazón”. Al cabo de tres años de Gobierno socialista, ese vínculo ha saltado. En las últimas regionales [2015], ese electorado se decantó por el Frente Nacional. Y, el próximo 23 de abril, hay grandes posibilidades de que voten por Marine Le Pen.

Dos estudios –uno realizado después de las presidenciales de 2012 y el otro tras las regionales de 2015– lo demuestran. Ambos incluyen un índice sobre la precariedad, el EPICES –siglas francesas correspondientes a “Evaluación de la precariedad y de las desigualdades sanitarias en los centros de salud”–.

Pensado inicialmente para detectar la fragilidad social de la población que acude a los centros sanitarios de la Seguridad Social, se trata de un indicador multidimensional. No tiene en cuenta sólo la pobreza monetaria, sino también la vivienda, el acceso a los cuidados, el aislamiento social y cultural. Este índice se desarrolla a partir de 11 preguntas simples, a las que los sondeados deben responder con sí o no. Las respuestas, ponderadas, permiten calcular un grado de precariedad que varía entre el 0 (ausencia de precariedad) y 100 (precariedad máxima).

En la muestra de la investigación de 2015, representativa del electorado francés inscrito en el censo, el resultado medio de dicho indicador fue de 22. Si se clasifica a las personas en 5 grupos iguales o “quintiles” por nivel creciente de precariedad, el resultado pasa de 0 en el primero, el de los “no precarios”, a 49 en el último, el de los “muy precarios”. Las desigualdades entre estos dos grupos son sorprendentes cuando se analizan los elementos del índice. Todos los del primer quintil viven en pareja, son propietarios de la vivienda en que residen, han ido de vacaciones, hacen deporte, fueron a espectáculos en los últimos 12 meses, no tienen problemas para llegar a fin de mes y, en caso de necesidad, cuentan con alguien a quien recurrir. En el otro extremo, en el último quintil, el 55% de los encuestados viven solos, el 36% de ellos son dueños de la vivienda en que residen, el 40% hizo deporte en el último año, el 30% pudo marcharse de vacaciones, el 39% asistió a algún espectáculo, la mitad no tiene a nadie a quien acudir en caso de necesidad y el 76% tiene problemas para llegar a fin de mes. La filiación política de estos dos grupos también está demostrada.

Con independencia de las elecciones de las que se trate, a mayor grado de precariedad, menor confianza en la política. En la primera vuelta de las presidenciales de 2012, el índice de abstención declarado era tres veces menor entre los “no precarios “que entre los “muy precarios”, mientras que, en la segunda vuelta, había 15 puntos de distancia entre ellos. La proporción de abstencionistas reincidentes, que no votaron en ninguna de las dos vueltas, pasa del 6% en el primer quintil al 19% en el segundo.

Y, si bien en las regionales de 2015 la movilización fue mucho menor que en las presidenciales, la diferencia de participación es similar, sobre todo en la segunda vuelta, cuando la abstención entre los “muy precarios” fue 23 puntos superior a la registrada entre los no precarios. Cuantos menos medios tiene un elector, menos se deja oír su voz, menos cuenta. La exclusión social nutre la exclusión política.

Los obreros precarios abandonan a la izquierda

La precariedad también incide significativamente en el sentido del voto. En 2012, el apoyo a la izquierda crece regularmente con el nivel de precariedad; entre los que menos tienen consiguió mejores resultados. En la primera vuelta de las presidenciales, el 51% de los muy precarios se decantaron por el candidato socialista, ecologista, del Frente de Izquierdas o trotskista (frente al 43% de los no precarios). En la segunda vuelta, el 63% votó a Hollande, mientras que Sarkozy se impuso por un estrecho margen entre los electores más favorecidos.

En cuanto a Marine Le Pen, también consigue mejores resultados entre el electorado muy precario que entre los votantes no precarios, con el 20% (frente al 11%) de los sufragios. Pero también consigue mejores resultados en el penúltimo quintil (24%), menos desfavorecido y donde el índice EPICES medio se sitúa tres puntos por debajo del umbral de precariedad, fijado en 30. En especial, cuando se tiene en cuenta otros aspectos de las personas interrogadas, susceptibles de influir en el sentido del voto (profesión, religión, edad, sexo, formación), la precariedad tiene un peso estadísticamente significativo cuando se trata de votar a la izquierda o a la derecha, en la primera y más aún en la segunda vuelta electoral. Sin embargo, ya no tiene ya ningún efecto concreto a la hora de votar Marine Le Pen, donde influye ante todo y sobre todo la formación.

Tres años y medio después, todo ha cambiado. Tanto en la primera como en la segunda vuelta de las regionales de diciembre de 2015, se percibe una relación significativa entre el sentido del voto y el nivel de precariedad social, pero invertido. Los resultados del Frente Nacional mejoran cuando lo hace la fragilidad social: en la primera vuelta pasa del 24%, entre los no precarios, al 47%, entre los muy precarios y del 16% al 42%, en la segunda vuelta. Mientras que el voto de izquierdas se hunde por debajo de la barrera del 25% entre los más desfavorecidos.

Ese giro del sentido del voto es espectacular entre los obreros. Se trata de un sector de la población especialmente frágil que, en 2015, registró unos resultados de precariedad 6 puntos por encima de la media. Sin embargo, se trata de un sector poblacional heterogéneo, desigualmente afectado por la precariedad, lo que contribuye a la fuerte división política que se percibe. Si, tal y como señaló el investigador Florent Gougou, desde finales de los 70, globalmente los vínculos privilegiados entre la izquierda y los obreros se debilitaron progresivamente, en la primera vuelta de las presidenciales de 2012, los obreros precarios (resultado de 30 y superior en el EPICES) todavía proporcionan una mayoría a la izquierda desde la primera vuelta (un 52% contra un 40% entre los no precarios) y también votan por ella en la segunda vuelta (63% de los votos para Hollande). Mientras que Marine Le Pen duplica sus resultados nacionales entre los obreros no precarios (35% frente al 22% de los obreros precarios). Estos obreros tienen un mínimo de calificación, cierto confort material, pero tienen miedo a la idea de descender en una escala social en la que han ascendido con grandes dificultades.

Pero, en 2015, la cosa cambia. Los obreros precarios abandonan a la izquierda, sus listas electorales no logran superar el 17% de los sufragios emitidos en la primera vuelta de las regionales, mientras que los resultados de Marine Le Pen alcanzan un nivel récord del 64%. Cae una barrera.

Hay que precisar estas cifras. La abstención alcanza el 50% del electorado, en la primera vuelta de las regionales, y el 59%, entre los obreros, según las estimaciones del profesor universitario Pierre Bréchon, más sin duda entre los precarios.

Así que los votos que recibió Marine Le Pen, en la primera vuelta de las regionales, no superó el cuarto del electorado obrero precario inscrito en el censo. Sin embargo, por reducido que sea, ese electorado es como el espejo de aumento de las transformaciones que han afectado al electorado de izquierda en su conjunto, en este quinquenato.

Y si bien las elecciones presidenciales que se avecinan parecen especialmente inciertas, no obstante todos los sondeos confirman la progresión continua de la intención de voto para Marine Le Pen entre el electorado obrero en su conjunto. En la primera vuelta, la intención de voto de este colectivo supera el 40% (frente al 27% de intención de voto del conjunto del electorado). Y si la presidenta del FN pasa a la segunda vuelta, la única categoría socio-profesional en la que se prevé que obtenga mayoría es en la de los obreros –de aquellos que voten– con un resultado estimado de voto superio al 55% si se enfrenta a Emmanuel Macron y superior al 65% si su contrincante es François Fillon. _____________

Traducción: Mariola Moreno

Wilders, el aliado de Marine Le Pen, monopoliza la campaña electoral holandesa

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