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Los ataques aéreos de la coalición provocan la muerte de cientos de civiles en Mosul

Mosul

“El suelo temblaba en cada ataque aéreo. Bombardeaban a diario, sobre todo por la noche”. Oum Mustafa, de 43 años, cuenta todavía aterrorizada cómo eran las jornadas vividas bajo las bombas y los misiles en un barrio de Mosul. Sentada en una de las grandes tiendas del campo de Hammam Al Alil, que acoge a los desplazados, escapó por los pelos con sus hijos del barrio de Mosul Al Djadida (nuevo Mosul), al oeste de la metrópolis del norte de Irak.

El olor de la muerte estaba omnipresente. La calle que se encuentra detrás de la mezquita Fatah Al Ali ¡está completamente destruida!”. Oum Mustafa vivía a cuatro manzanas de allí. Los nueve miembros de su familia permanecieron encerrados 12 días, hasta que terminaron los combates en la zona. “No teníamos sótano por lo que nos escondíamos debajo de las escaleras. Cuando la cosa se calmaba, íbamos a una habitación”. Y después la noticia de la masacre corrió como la pólvora, gracias a los vecinos que iban de casa en casa. “Se habían refugiado 151 personas en una casa con sótano. Fue bombardeada. ¡Sólo sobrevivió una! En otro sótano, eran 107. No sobrevivió nadie”, dice.

El bombardeo más mortífero se produjo el viernes 17 de marzo, a eso de las 8:25 de la mañana. Días después, el 28 de marzo en una rueda de prensa en Bagdad, el teniente general Stephen Townsend, comandante jefe de la operación Inherent Resolve, contra el Estado Islamico y dirigida por Estados Unidos, terminó por reconocer que el ataque “influyó”. “Se le asignó a un oficial general la misión de dirigir nuestra investigación sobre la credibilidad de estos muertos entre los civiles”.

Stephen Townsend no desveló entonces qué aviones de la coalición habían efectuado el ataque. Ese día, Estados Unidos, Francia y Reino Unido confirmaban que sus aviones participaban en una operación en Mosul. “Precisamente, estamos comprobando los ataques que se produjeron en el sector de Mosul Al Djadida”, nos explicaba por teléfono el 29 de marzo el coronel francés Patrick Steiger, portavoz del Estado Mayor de los Ejércitos. Al día siguiente, señaló que los aviones franceses no estaban implicados, aunque reconocía que habían participado en un ataque “no en el sector en cuestión, sino en la zona”.

140 cadáveres entre los escombros del barrio de Nuevo Mosul

Y es que toda la zona se ha visto bombardeada. “En Mosul Al Djadida, un centenar de casas ha sido destruida o ha quedado dañado”, estima el general de brigada Mohammed Mahmoud, contactado por Mediapart, socio editorial de infoLibre. Los hombres de este comandante de la Defensa Civil de la provincia de Mosul, están especializados en catástrofes. Desplazado a la zona desde el 20 de marzo, tuvo que pedir refuerzos a Bagdad y a Kirkuk; unos 70 hombres en la zona para sacar los cadáveres de entre las ruinas. El 28 de marzo por la noche sacaron "140 cuerpos de entre los escombros”, precisa. Se trata de un trabajo de alto riesgo: “Uno de mis hombres fue alcanzado por una bala de un francotirador, así como un civil que estaba a su lado. Sobrevivieron, Inch’Allah”.

Políticos locales y algunos periodistas han podido constatar, única y exclusivamente los primeros días, la magnitud de los daños ocasionados. Desde entonces, el barrio permanece cercado por las Fuerzas de Operaciones Especiales Iraquíes (Iraqi Special Operations Forces, ISOF, por sus siglas en inglés), que han “liberado” la zona. Y, por orden del primer ministro iraquí Haider al-Abadi, la prensa internacional tiene prohibido el acceso. El mando iraquí da su propia versión de los hechos. En su opinión, los investigadores han constatado que “se habían colocado explosivos en las paredes [de la casa completamente destruida] y no había agujeros ni señales que demostraran que había sufrido un ataque aéreo. Además, encontraron un gran vehículo bomba y su detonador […]”.

Varios testigos coinciden en señalar la presencia de un camión cargado de explosivos en las inmediaciones. “Había un camión lleno de explosivos cerca de la casa, una especie de camión de la basura”, recuerda Ammar, residente en Mosul Al Djadida, que perdió a cuatro miembros de su familia en la explosión. Como en otras partes de la ciudad, Daesh había recurrido al empleo de escudos humanos. En Al Djadida, los combatientes del EI entraban en las casas, amenazaban, se ocultaban con sus familias, habían agujereado las paredes y obligaban a los dueños a dejar las puertas abiertas. “Había un joven ruso, de unos 15 años, que impedía que la gente saliese a la calle y ponía explosivos”, explica Oum Mustafa. Un libanés, mayor, gritaba: “¡Sólo me iré cuando Mosul Al Djadida esté completamente destruido!”.

Pero es imposible negar, tal y como se empeña en hacer el comandante iraquí, que un ataque (o ataques) alcanzaran esta casa. La coalición, las fuerzas de rescate, testimonios de supervivientes recogidos por Human Rights Watch y medios de comunicación anglosajones… así lo confirman (tal y como se puede leer aquí, aquí, aquí o aquí). “Hay evidencias de que se trata de un ataque aéreo”, confirma también el jefe de la Defensa Civil, contradiciendo con ello la versión oficial iraquí. El 24 de marzo, citando al comandante de la segunda división de la ISOF, el mayor general Maan al-Saadi, The New York Times escribía: “Los civiles murieron tras un ataque de la coalición al que sus hombres recurrieron para acabar con los francotiradores apostados en los tejados de tres casas del barrio denominado Mosul Al Djadida. El general Maad Saadi ha dicho que las fuerzas especiales no eran conscientes de que los sótanos de estas casas estaban llenos de civiles”.

Un caso entre decenas más

Las fuerzas de rescate tardaron tres días en acudir a la zona. Según declaraciones de un vecino a The Guardian, “había niños gritando bajo los escombros. Nadie fue ayudarlos”. “La demora se debe a dos razones”, asegura Uday Aladhamy, portavoz del Gobierno de Mosul, que pudo llegar a Mosul Al Djadida el 27 de marzo. “Los combates continuaron durante varios días. Pero el mando iraquí también trató de ocultar la información. No quería perder el crédito ante el elevado número de víctimas civiles”.

El 19 de marzo, dos días después del ataque, el mando de las Fuerzas de Operaciones Especiales Iraquíes al completo recibía al lugarteniente general Stephen Townsend en su cuarto general al sur de Mosul. Interrogado sobre el número creciente de víctimas civiles de los ataques aéreos de la coalición, Haider Tamimi, responsable de prensa del comandante jefe Taleb al Sheghati, evita la pregunta: “Daesch ha utilizado 870 coches bomba desde el comienzo de las operaciones. 430 han sido destruidos por las fuerzas iraquíes. Eso es lo que causa las víctimas civiles”. Ni los iraquíes ni los norteamericanos han querido abundar en el contenido de su reunión.

“Era una visita rutinaria”, asegura el lugarteniente general Abdul-Wahab a-Saadi. “El general Townsend nos agradeció los logros de las fuerzas iraquíes”. Preguntado por los ataques aéreos, pese a todo debía reconocer: “Nuestro principal reto son los civiles. Hacemos todo por evitar que mueran. No empleamos artillería pesada ni mortero, porque contribuiría a la pérdida de civiles. Los combatientes de Daesh van de tejado en tejado, sobre casas llenas de escudos humanos. Eso nos impide tomarlos como objetivo en los ataques”. Y apunta las dificultades de los combates en Mosul Ad Djadida, donde “Daesh pone coches bomba en calles estrechas y superpobladas”.

La justificación del mando iraquí no se sostiene sobre todo por que el ataque mortal del pasado 17 de marzo no constituye un hecho aislado. Una investigación de Amnistía Internacional publicada el 28 de marzo documenta otros casos relacionados con la ofensiva en el este de Mosul, en diciembre de 2016 y en enero de 2017. No obstante, la ofensiva en el oeste, que empezó el 19 de febrero, supuso un punto de inflexión.

“Las víctimas civiles habían crecido ya de manera muy importante en los últimos meses de la presidencia de Barack Obama, pero aumentaron todavía más en los dos primeros meses de la Presidencia de Donald Trump”, explica Chris Woods, periodista de investigación británico y fundador de Airwars. Desde el 19 de febrero, este observatorio, que lleva el control de los casos de ataques aéreos mortíferos perpetrados en las guerras contra el terrorismo, contabilizó 107 civiles muertos en ataques documentados en detalle, 1.785 si se incluyen todos los incidentes más o menos bien constatados. Mediapart ha podido confirmar la muerte de 187 civiles en tres casas destruidas a raíz de un ataque aéreo, según testigos directos.

En los barrios recuperados por las fuerzas iraquíes con el apoyo de la coalición, son numerosos los testigos que constatan una nueva práctica, potencialmente en el origen del aumento de las pérdidas civiles: se recurre a la aviación para acabar con combatientes de Daesh aislados, apostados en tejados o en casas, que resultan estar llenos de civiles. En un artículo publicado el 17 de marzo, Mediapart, ya documentaba un ataque aéreo en el barrio de Mahatta, cerca de la estación, que provocó la muerte de al menos 26 civiles.

“Eran entre las cuatro y las cuatro y cuarto del martes 14 de marzo", explicaba Khalef Khudair, de 50 años, mientras desplegaba en el suelo de una casa donde se había refugiado las tarjetas de identidad de 18 miembros de su familia fallecidos en el ataque. "Un hombre de Daesh se apostó en nuestro tejado. Yo me encontraba en una habitación con otras dos personas. Dos enormes misiles impactaron sobre la casa. La habitación de al lado, en la que estaban los demás, quedó completamente destruida”. Según testigo presenciales que se encontraban en el exterior de la casa, el combatiente de Daesh, armado con una metralladora, tenía en su punto de mira a una unidad de la segunda división de las fuerzas especiales iraquíes.

¿Uso desproporcionado de la aviación?

Saïf, que vivía en el barrio de Wadi Hajar, cerca del aeropuerto, en la entrada sur de Mosul, también escapó de la muerte. El 28 de febrero, a las 6, la casa en la que se había refugiado era bombardeado con el fin de acabar con la vida de combatientes de Daesh, atrincherados en los tejados de las casas del barrio. 21 civiles y al menos 1 terrorista, apostados todos ellos en el tejano vecino, eran asesinados. “El 25 de febrero, nos habíamos refugiado en la casa de mi padre con 28 personas, pertenecientes a cinco familias”, cuenta, tras abandonar el hospital. “El 28 de febrero, me desperté al alba para orar. Salí a buscar agua para las abluciones. Daesch había incendiado el coche de un vecino, me prohibieron apagarlo, porque decían que el coche era de un infiel. Sentí miedo, volví. Me puse a rezar ante la nevera. Escuché el ruido de un avión”.

La casa de su padre se vino abajo tras ser bombardeada. 21 personas murieron en el acto, de ellas 8 miembros de su familia, su madre, dos de sus hermanos, su mujer y sus dos niños. Todos dormían en la misma habitación, fallecían aplastados por el techo, que se desplomó. Después de permanecer enterrados u nos 15 días, los cuerpos recibían sepultura en un parque infantil situado enfrente. “La mitad de nuestra madre todavía está bajo los escombros”; explica el hermano de Saïf, Saddam.

Saïf, en posición de oración en el momento de la explosión, sólo sufrió la fractura de una pierna, agujereada por la metralla; lo sacaron de entre las ruinas al cabo de un cuarto de hora. No recuperó la consciencia hasta dos días después en una casa de un vecino, desde donde fue trasladado a Mosul Este para ser operado. “Cinco miembros de Daesch se ocultaban en el barrio. Se les conocía por su nombre, estaban bajo vigilancia”, recuerda. Una casa vecina donde se habían refugiado anteriormente ya había sido destruida en un ataque aéreo. “Llamamos a los militares iraquíes para informarles”, dice. “Y sin embargo ¡nos bombardearon! Las fuerzas iraquíes no necesitaban llamar a la aviación. Habrían podido combatirlos con armas ligeras. ¡Habrían podido hacerles frente!”. Una vez más, el asalto en el barrio lo perpetraron las Fuerzas de Operaciones Especiales Iraquíes.

Belkis Wille, que ha investigado los ataques para Human Rights Watch, alude por teléfono al derecho internacional: “Cuando se trata de ataques aéreos, cualquier aviación que bombardea en una zona poblada de civiles tiene la obligación de emplear el sistema de visión más preciso que poseen y la fuerza de ataque menos fuerte posible. […] La cuestión es saber si los recientes bombardeos, como el de Mosul Al Djadida no son desproporcionados”. Interrogada en varias ocasiones, por mail y por teléfono, la coalición no ha dado curso a nuestras preguntas sobre el uso desproporcionado de los ataques aéreos en Mosul.

Un compromiso siniestro en detrimento de los civiles para tomar Mosul

Para explicar esta nueva práctica, muchos especulan sobre si se trata de una decisión política vinculada al nuevo presidente Donald Trump, que “nunca ha ocultado que quería levantar ciertas protecciones a los civiles”, según Chris Woods, el creador de Airwars. De hecho, la facilitación de los ataques es previa a la investidura de Trump. El 28 de marzo, el teniente general americano Stephen Townsend reconoció haber efectuado en diciembre “un cambio en las normas prácticas” de los ataques aéreos. Pero asegura que este cambio no está relacionado con los recientes casos de ataques mortales en Mosul. “Hubo un cambio en las normas pero no están vinculados con lo que vemos ahora”.

Belkie Wille, de HRW, que ha podido hablar de estas reglas con oficiales iraquíes, las resume así: “Hubo cambios en diciembre de 2016 sobre qué mando puede ordenar un ataque aéreo. Antes, la decisión debía llegar al menos a Bagdad. Ahora, se ha suprimido este paso. Ya no es un mando con dos estrellas el que debe dar la orden de atacar, sino un mando de una estrella, iraquí. Lo que significa que hay más mandos autorizados a solicitar un ataque […] y que el protocolo es mucho más rápido. Y los mandos que piden los ataques se encuentran mucho más cercanos a la línea del frente”.

Este cambio decidido en diciembre se produjo después de los dos primeros meses, agotadores, para las fuerzas iraquíes de batalla en Mosul . “Era una respuesta a lo que ha pasado en Mosul Este”, dice Chris Woods. Las fuerzas iraquíes perdieron a muchos hombres. Una de las críticas era que no había bastante apoyo aéreo dirigido. Esto a lo que asistimos en Mosul Este podría ser una especie de compromiso siniestro. Para reducir el riesgo para las fuerzas iraquíes al asalto, ha aumentado el riesgo para los civiles. En lugar de limpiar una casa en un combate en el cuerpo a cuerpo muy peligroso para los soldados, las fuerzas iraquíes recurren a los ataques aéreos más a menudo”.

Así las cosas, supuestamente la coalición optó por acabar pronto para a salvar soldados iraquíes, a costa de ser responsable de la muerte de más civiles. Es lo que reconoció indirectamente el teniente general Stephen Townsend el 28 de marzo: “Lo que sé es que no tengo en el punto de mira a los civiles. El Estado Islámico, por el contrario, sí. La mejor manera de acabar con este sufrimiento humano es ganar en Mosul y en Raqqa y hacerlo rápidamente”.

Para Chris Woods, no se trata de acusar a la coalición de ignorar deliberadamente la cuestión de las víctimas civiles como hacen las aviaciones rusas o siria en Siria. Pero la decisión de avanzar a cualquier precio en Mosul gracias a la aviación también tiene un resultado mortífero. “En los últimos tiempos, el número de víctimas civiles algunos días supera el máximo diario registrado en Siria en los últimos años”, dice. “Reconocíamos que la coalición estaba preocupada por proteger las vidas civiles. Esta preocupación está desapareciendo”.

  Jérémy André es un periodista freelance que reside desde hace unos meses en Erbil, capital del Kurdistán iraquí. Colabora regularmente con Mediapart.

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Traducción: Mariola Moreno

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