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La condena de Lula divide a Brasil

El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva.

Nueve años y seis meses de cárcel. La sentencia no podía llegar en mejor momento para los opositores del expresidente brasileño Lula. En las redes sociales, éstos dan muestras de regocijo con la publicación reiterada de una imagen de Lula con las dos manos abiertas en dirección al objetivo; a la mano izquierda, le falta un dedo, que hace tiempo le segó una máquina: “¿Cuántos años de cárcel, Lula?”, se puede leer bajo de la foto.

Para deleite de algunos, el juez Sérgio Moro emitía esta semana una sentencia condenatoria por el caso del tríplex de Guarujá. El apartamento, supuestamente cedido y reformado por la empresa OAS, está valorado en 3,7 millones de reales (alrededor de 1 millón de euros). Una forma de remunerar la mediación de Lula a la hora de conseguir contratos con la compañía petrolera Petrobras. El juez mantiene las acusaciones de corrupción pasiva y blanqueo de dinero para condenar, por primera vez en Brasil, a un expresidente. “Poco importa el nivel en el que estés en la sociedad, la ley siempre se encuentra por encima”, declaró el magistrado al dar a conocer la sentencia.

El fallo era de esperar pero la condena ha supuesto un nuevo seísmo político para los brasileños, pese a que ya están acostumbrados a giros espectaculares: “Es un caso especial, la repercusión es enorme. Estamos hablando del líder político más popular desde la redemocratización de 1985, incluso desde Getúlio Vargas en los 50”, exclama Maurício Santoro, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Río de Janeiro (UERJ). Lula, considerado por Barack Obama como “el político más popular del mundo”, terminó su segundo mandato con una popularidad del 87%.

“Evitar algunos traumatismos”

Pese a la condena, Lula permanece en libertad a la espera del juicio en segunda instancia. En la sentencia, el juez declara “haber sopesado decretar el ingreso en prisión preventiva [...], pero, para evitar determinados traumas, la prudencia recomienda esperar a la apelación”. Para Nuno Coimbra, profesor en la Universidad de São Paulo (USP), “Moro ahí hace algo de política. En realidad, no podía pedir su encarcelación en primera instancia sin justificación real”. No obstante, para Maurício Santoro, “el juez es consciente de la tensión que gira en torno a este caso, que no es como los demás”.

El país se encuentra profundamente dividido desde las elecciones de 2014 y la destitución de Dilma Rousseff contribuyó a que creciera la tensión. En el Senado, dos diputados de edad bastante avanzada casi llegaron a las manos tras conocerse el veredicto del juez Moro. El desafío en torno a esta condena es importante, el expresidente no sólo es adulado por una parte de la población, también es el principal favorito para las presidenciales de 2018.

Sin ir más lejos, este mismo fin de semana ya hay convocadas manifestaciones, mientras que el pasado miércoles fueron los opositores los que salieron a la calle en São Paulo para demostrar su alegría. “Estamos muy lejos de la polarización de Venezuela, pero puede haber episodios de violencia aislada, peleas entre partidarios, incluso palizas después”, subraya Maurício Santoro. Desde la llegada al poder de Michel Temer, las manifestaciones son más bien tímidas, pero a medida que se van acercando las elecciones, los ánimos podrían caldearse. “Los vídeos de campaña van a abusar de las portadas de los periódicos anunciando la condena de Lula, los contrarios al Partido de los Trabajadores van a desarrollar su discurso...”. El partido de los Trabajadores ya ha calificado la decisión del juez Moro “de error arbitrario e ilegal”.

“En un primer momento, esta condena no cambia nada. Cada uno defiende sus posiciones. Los que le creían culpable piensan que tienen razón y los que lo defendían afirman que es víctima de una conspiración”, dice Maurício Santoro. Además, la actualidad alimenta los miedos de los partidarios de Lula, admite el investigador, “al menos simbólicamente”. El mismo día, el gran aliado de Michel Temer, Geddel Vieira Lima, detenido poco antes, dejaba la cárcel para permanecer bajo arresto domiciliario. Semanas antes, fue el senador Aércio Neves (PSDB), candidato en 2014, consiguió que se archivase una demanda de imputación, para la que existían pruebas bastante más concluyentes que las presentadas contra el expresidente.

Escenario incierto para 2018

El país depende de la decisión del Tribunal Regional Federal de la cuarta región (TRF4), el encargado de juzgar el recurso de Lula. “Los miembros del TRF4 deben tomar la decisión más difícil de su carrera. Condenen o absuelvan a Lula, serán odiados por una mitad de Brasil”, analiza Maurício Santoro. “A menudo, este tribunal confirma, incluso aumenta las penas impuestas por Moro. Pero, en un 40% de los casos, las penas se reducen o anulan”. Ultimamente, el TRF4 ha dejado en libertad al extesorero del PT, João Vaccari Neto. Los abogados de Lula se aferran a esta esperanza mientras preparan una defensa calcada a la del extesorero. Esperan que el tribunal considere, una vez más, que el acusado ha sido condenado por “pruebas insuficientes”, basadas “únicamente en denuncias recompensadas”.

Pero la espera se anuncia larga: un recurso de apelación se demora una media de año y medio. “Probablemente se celebre en octubre de 2018, el mes de la votación de la primera vuelta. Una decisión que tendría que haber sido puramente técnica se va a tomar en el peor momento. Partidarios y opositores van a politizar este proceso al máximo”, explica Nuno Coimbra. En mayo pasado, Lula ya transformó el comienzo de su juicio en acto político.

“Lula debería reaccionar con virulencia a esta condena endureciendo mucho su discurso. El próximo año va a ser tenso. En 2018, no habrá espacio para los centristas”, dice Maurício Santoro. En 2002, Lula trató de cambiar la imagen de radical que le caracteriza, con un discurso muy sosegado, en cambio las futuras elecciones se anuncian por muy virulentas. Lula y sus aliados no dejan de denunciar una persecución política orquestada por las élites económicas y mediáticas, que nunca habrían aceptado que un obrero dirija el país. En una sociedad extremadamente desigual, este discurso contrario a las élites impresiona. Por otro lado, desde que empezaron sus problemas judiciales, la intención de voto favorable a Lula ha aumentado. “Los electores sufren la crisis económica y se acuerdan de los años de abundancia con Lula. Algunos piensan que es un corrupto, pero que, por lo menos, ha hecho algo por el país”, continúa Maurício Santoro. Sin embargo, con la condena, la segunda vuelta se anuncia bastante más complicada para el candidato Lula. “Los indecisos bien podrían decantarse por la oposición después de esta sentencia”, prosigue el investigador.

Y, si se confirma la sentencia, no parece haber ningún nombre para tomar el relevo. Las elecciones serían francamente imprevisibles, favoreciendo la entrada en liza de outsiders. Aunque sea absuelto, Lula sigue teniendo pendientes cuatro causas y el panorama también es incierto. “Hace tres años que no es posible hacer ninguna predicción para Brasil”, lamenta Nuno Coimbra.

Días de alivio para Temer

Sea como fuere, la condena del expresidente beneficia a Michel Temer, constantemente bajo presión desde que se conocieron las revelaciones del dueño de la empresa JBS en mayo. No obstante, el respiro no va a ser muy largo, en opinión de Maurício Santoro. “Tres días, como mucho. La decisión se esperaba y los próximos días no pasará nada nuevo que alimente el folletín mediático. Para eso, habrá que esperar al recurso de apelación”. Enseguida, la actualidad arrollará al presidente en funciones.

Estos días en los que permanece en un segundo plano son toda una bendición para un presidente que no se encuentra cómodo bajo los focos, pero a quien le gusta manejar los hilos entre bambalinas. “Temer lo único que hace es postergar la caída; eso se le da muy bien, pero tiene mucho que temer de las posibles delaciones de antiguos aliados, como Eduardo Cunha y Rocha Loures”, señala el analista. El fiscal de la República también anunciaba recientemente que dispone de elementos para presentar una segunda denuncia que podría resultar fatal para Michel Temer. Pocos diputados correrían el riesgo de defender públicamente a un presidente encausado por corrupción dos veces en apenas unas semanas. Más aún cuando, para Maurício Santoro, “el mercado y los medios de comunicación lo abandonan. Acaba de someter a votación la reforma laboral como estos sectores deseaban. Esta batalla que acaba de ganar en realidad podría fragilizarlo más que otra cosa. Ya no representa más que problemas. Ya no es útil”.

Traducción: Mariola Moreno

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