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La carrera liberticida de la Polonia ultra que Europa tolera

Miles de ciudadanos se concentraron de forma pacífica frente al Tribunal Supremo, en Varsovia, el pasado domingo 16 de julio.

Polonia se enfrenta a sus viejos demonios autocráticos y Europa debe ponerle freno para evitar que ocurra lo peor. Si en algún momento llegaran a federarse, en el seno de la UE, naciones centrales pero antidemocráticas con la excusa del antiliberalismo, la amenaza de un telón de plomo se cerniría sobre el continente, del Báltico al Adriático.

En septiembre de 1939 –demasiado tarde–, en Francia, destacadas personalidades se saludaban con un: “Hola, ciudadano. Y ¡viva Polonia!”. Ese país, capaz de todos los excesos en los bandazos históricos; ese país que fue borrado del mapa de finales del siglo XVIII y principios del XIX (el famoso "ninguna parte" de Ubu Rey, de Jarry); ese país que habría podido convertirse en reactor moral de Europa siguiendo la senda de Solidaridad con personalidades tan destacadas como los Mazowiecki, Kuroń y Geremek... ese país se ha regodeado en el populismo rabioso y en la demagogia racista.

Desde noviembre de 2015, el Gobierno de Varsovia encarna la regresión moral, política y diplomática. El PiS (Prawo i Sprawiedliwość, Derecho y Justicia), ebrio de poder, persuadido de que una justa compensación de las cosas debe liberarlo de todo contrapoder, sólo persigue lo retorcido y la injusticia. Su presidente, Jarosław Kaczyński, marca el paso del Gobierno al frente del cual se sitúa la extesorera de la formación, Beata Szydło. Y esta camarilla reaccionaria, que sólo tiene una idea en la cabeza –¡a toda máquina!–, la ha tomado ahora con los órganos de Justicia y contra la prensa con una violencia intolerable.

Pese a todo, en Bruselas se tolera, en aras de la contención de Rusia: un Putin bajo control bien vale una misa oscurantista a orillas del Vístula. ¿Cuánto tiempo aguantarán, solas, las fuerzas vivas polacas? ¿Dejaremos que se machaquen, como en las insurrecciones del siglo XIX frente a la capa rusa y austriaca, la sal de la rebelión? ¿Permitirá la UE que sean amordazados los que protestan contra las mordazas?

En la noche del 14 al 15 de julio, el Senado aprobó en una votación exprés y sin enmiendas dos proyectos legislativos relativos al Consejo Nacional de la Magistratura, que tiene como misión designar a los presidentes de los tribunales polacos y validar las candidaturas de los aspirantes a juez. La primera reforma permite la elección de la mayoría de los jueces de dicho Consejo en el Parlamento, controlado por el PiS; la segunda deja en manos del ministro de Justicia el nombramiento de los presidentes de los tribunales.

El domingo 16 de julio, miles de polacos salieron a la calle para manifestarse a favor de la independencia del Tribunal Constitucional y del equilibrio de los poderes. Una de las principales concentraciones se llevó a cabo delante del Parlamento, en Varsovia, con el apoyo del Comité para la Defensa de la Democracia (KOD), movimiento cívico que ha respaldado la mayoría de las protestas convocadas en el país desde diciembre de 2015, cuando el PiS empezó a interferir en la labor del Tribunal Constitucional. Allí se dieron cita miembros de los partidos de la oposición Plataforma Cívica y Nowoczesna. La Policía calcula que asistieron 4.500 personas, cifra que el Ayuntamiento de Varsovia eleva a los 10.000 participantes. Los manifestantes blandían banderas polacas y europeas, así como pancartas donde se podía leer “Sin Estado de derecho no hay libertad” o “Fin de los jueces, fin de la democracia”.

Por la noche, Iustitia, la principal asociación de magistrados del país, organizó –en esta ocasión a las puertas del Tribunal Supremo– otra manifestación no partidista en contra de las nuevas propuestas legislativas, en el mismo lugar en que Donald Trump alabó el heroísmo polaco hace apenas dos semanas. Al término de la concentración, tras escuchar a Chopin y entonar el himno nacional, la multitud se dispersó tranquilamente.

Entre los ciudadanos educados que protestan, se encienden y resisten –a los que el Gobierno enfrenta a masas maleables sobre los que vierte una desenfrenada propaganda –, el despotismo de Varsovia repite una y otra vez el mismo discurso: “En Polonia, el Poder Judicial no se ha reformado desde los tiempos de la República Popular Polaca”, harenga Jarosław Kaczyński, para quien es necesario “un cambio radical”.

¡Y pobre del que se interponga en esta sana y deseable reacción! Los medios de comunicación públicos han pasado a estar bajo control directo del Gobierno. Lo que ha hecho que Polonia se hunda hasta el puesto 47º de la clasificación mundial de libertad de prensa. En marcha una nueva etapa de esta cruzada contra los medios de comunicación, tal y como relataba, desde Varsovia, para Le Monde el pasado 18 de julio, Jakub Iwaniuk: “El Gobierno ultraconservador polaco aumenta su presión sobre los medios de comunicación privados y sobre los periodistas. El ministro de Defensa, Antonio Macierewicz, denunció ante la oficina militar de la Fiscalía General de Varsovia al periodista de investigación Tomasz Piatez, del diario de centroizquierda Gazeta Wyborcza. ¿La razón? Un libro publicado por el periodista (Macierewicz y sus secretos), fruto de 18 meses de investigación, que arroja luz sobre la vinculación del ministro de Defensa con personas relacionadas con intereses rusos y al servicio de la inteligencia moscovita”.

Jakub Iwaniuk precisa: "Cabe destacar que el ministro no ha presentado una denuncia por difamación, sino por ‘recurso a la fuerza o a la amenaza contra un funcionario’, ‘insulto o humillación a un órgano constitucional’ y ‘ataque ilegal a un representante público". En virtud del Código Penal polaco, el periodista puede ser condenado hasta tres años de cárcel”.

El principal país del que fuera el antiguo bloque soviético en Europa está a punto de alcanzar el punto de no retorno, con el riesgo de que arrastre con él a las otras naciones consideras ‘iliberales” de la región, respaldadas por el aprendiz de brujo de la Casa Blanca. Existe el riesgo de que se forme un arco dictatorial en el Viejo Continente, que trae siniestros recuerdos: cuando el portugués Salazar, el griego Metaxás y después Franco se unieron al italiano Mussolini, al húngaro Horthy o al Führer alemán. No se deja crecer impunemente la grama liberticida y canalla en un continente lleno de sangre… ___________

El presidente polaco promulga la ley que da al ministro de Justicia poderes para designar a algunos jueces

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Traducción: Mariola Moreno

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