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El SPD quiere convencer a los alemanes de que es posible la alternancia

El exalcalde de Berlín, Klaus Wowereit, y el presidente del SPD, Martin Schulz, celebran la aprobación del matrimonio homosexual.

El SPD ¿conseguirá que cale su mensaje electoral entre los votantes alemanes? Hasta la fecha, a Martin Schulz no le han ido muy bien las cosas. Cuando tomó el relevo de Sigmar Gabriel como candidato del SPD, en enero pasado, el partido pensó que había encontrado el arma imparable contra Merkel y se encontraba exultante. Un mes y medio después, todavía en trance, los delegados del SPD elegían al candidato a la presidencia del partido con un resultado “soviético” del 100%. Los medios de comunicación reprodujeron y amplificaron entonces la imagen del hombre providencial, encantado de ver cómo la campaña electoral alemana quizás podía escapar al rodillo de Merkel. Después llegaría el jarro de agua fría. El SPD resultó derrotado en tres elecciones regionales en primavera. Incluso perdió su bastión, es decir, gran land de Renania-Westfalia del Norte, también conocido como el corazón de la democracia.

Los electores han mostrado que, aunque Martin Schulz era percibido como un superhombre en el SPD y en los medios de comunicación, su mensaje, entonces demasiado impreciso, de “restablecimiento de la justicia social”, todavía no había calado entre la población alemana. De modo que esas derrotas electorales han aportado varias señalas de utilidad. En primer lugar, mientras Schulz no facilite el modo de empleo que llevan aparejado, es decir los elementos programáticos precisos, su discurso será abstracto y sin efecto. Por otro lado, el SPD sólo puede ganar cuando esté perfectamente unido. Por último, los electores del Oeste se muestran desconfiados ante una alianza con Die Linke por su pasado de alemanes del Este, es decir, frente a una eventual coalición que reagrupe el SPD, a Die Grünen (ecologistas) y a Die Linke (izquierda radical).

A esto se suma el hecho de que “actualmente no hay grandes ganas de cambio en el país. La situación económica del país es sólida y los importantes acontecimientos que marcan actualmente la política mundial apuestan más bien por un deseo de estabilidad”, según destaca Dietrich Creutzburg, en el Frankfurter Allgemeine Zeitung. Además, la llegada de Schulz ha marcado la unión de los conservadores que, de repente, han dejado de pelearse. Para adelantarse de su rival, Angela Merkel también ha aprovechado su posición internacional frente a Donald Trump y a Theresa May y al lado de un joven presidente francés muy de moda al otro lado del Rin. Como resultado de esto, el SPD, que estaba al nivel de la unión conservadora CDU/CSU a finales de enero, se ha desplomado en los sondeos y a día de hoy va unos 14 puntos por detrás.

En el último congreso antes del inicio de la campaña electoral, el SPD quiso demostrar que había aprendido la lección. “Mi programa es restaurar el empuje público a través de las inversiones, de impedir la división, de impedir la división de nuestra sociedad y de comprometernos a la hora de promover la idea europea”, explicó Schultz. El SPD pretende vincular sus dos primeros objetivos invirtiendo en educación para todos, a través de “un programa de modernización de la escuela” que debe hacer gratuitos los estudios desde el Kindergarten [escuela infantil] a los másteres universitarios. En el ámbito sanitario, la obligación de cotizar en el sistema general se ampliaría a todas las categorías de trabajadores, autónomos incluidos, con una estabilización del nivel de cotizaciones en el horizonte del 2030. Este estabilización también se propone para las pensiones, que actualmente son el 48% del último salario percibido, así como para las cotizaciones de las pensiones (un 22%, que sufraga el asegurado y su empleador). Entre las medidas adicionales pensadas para las clases medias y las más desfavorecidas, el SPD quiere reforzar el control del precio de los alquileres así como la inversión en alojamientos sociales.

En lo que concierne al mundo laboral, pretende suprimir los despidos improcedentes, garantizar por ley la igualdad salarial hombres-mujeres o garantizar el derecho de volver a trabajar a tiempo completo, una vez reducida la jornada. Al rechazar eliminar la tristemente célebre renta de existencia mínima (ayuda Hartz IV), el SPD quiere que se cree, entre la ayuda al desempleo clásica (ALG I – válida 1 año) y la Hartz IV, una nueva ayuda conocida como Q. Ésta debería permitir que cualquier desempleado, que se esté formando, pueda seguir percibiendo la ALG I durante un máximo de 48 meses.

Con esta medida el SPD espera mejorar la cualificación y la reinserción de los parados evitando caer demasiado rápido en el sistema Hartz IV que, como muestran las estadísticas, a menudo derivan en “una pobreza suavizada y controlada” de la que resulta difícil salir. Lógicamente, el SPD también ha presentado un proyecto de reforma fiscal con un volumen de ayudas de 15.000 millones de euros, destinada a ayudar a los que cuentan con pequeños ingresos. En este concepto, el tipo máximo impositivo sobre la renta pasaría del 42% al 45% y éste a partir de 76.500 euros anuales y no 250.000 euros como ahora. Por contra, el ala derecha, que no se pone de acuerdo con el ala izquierda sobre la reintroducción del impuesto sobre las fortunas, nadie ha decidido y el asunto se debatirá en el seno de una comisión que se ha de constituir.

Hay otros puntos del programa que se han utilizado para desmarcarse o para señalar eventuales puntos de acuerdo con otros partidos, con miras a eventuales coaliciones. En lo que respecta a defensa, por ejemplo, el SPD rechaza aumentar la contribución de Alemania a la OTAN hasta el 2% del PIB como reclama Donald Trump. Cuenta también con reducir las exportaciones de armas. Una orientación que podría facilitar una alianza de izquierdas. Además, por convicción y por molestar a la CDU, el SPD se ha alineado con la reivindicación de ecologistas y los liberales que han afirmado que sus partidos no firmarían ningún acuerdo de coalición que no contenga el proyecto de autorizar el matrimonio homosexual.

En un país que sufre de infrainversión en las infraestructuras, que casi 13 millones de personas que viven por debajo o próximo al umbral de la pobreza y que tiene márgenes presupuestarios como los de Alemania, el programa socialdemócrata sin duda parecería que se queda corto, aunque la inflexión social sea real. En todo caso, los socialdemócratas deberán tratar de convencer a los electores a partir de estas bases, tratando de convencerlos de que Angela Merkel ya no le aporta nada al país. En este punto, el SPD decidió recurrir a un especialista en elecciones: el excanciller Gerhard Schröder.

Inicialmente bien recibido, éste no ha tenido ningún problema en calentar motores diciendo que el partido todavía no se había jugado. Efectivamente, en 2005, inició su campaña electoral con 23 puntos de desventaja sobre Angela Merkel para terminar a solo 1 punto por detrás del partido de la futura canciller. “Nos hemos peleado y hemos recuperado el terreno perdido. Lo que valía entonces, queridos camaradas, sigue siendo válido a día de hoy”, repitió arrancando un estruendoso aplauso. Gerhard Schröder había venido a título de excanciller y “combatiente electoral” sin igual. Sin embargo es el autor de las reformas que han conducido precisamente al aumento de la fractura social en Alemania. Pero este punto no ha parecido molestar a mucha gente. Unos instantes después le llegaba el turno a Martin Schulz para mostrar su combatitividad atacando de lleno a la canciller conservadora a quien reprochaba que “callase de manera sistemática los debates sobre el futuro del país”, calificando esta actitud de “ataque contra la democracia”.

Las reacciones políticas en el congreso del SPD, muchas y apasionadas, han puesto de relieve que la campaña ha empezado. La carga contra Merkel ha hecho reaccionar a la galaxia conservadora y el estado mayor de la canciller. “Ataque contra la democracia” [...] una frase así es indigna de un candidato SPD a la cancillería”, tuiteó Peter Altmaier, mano derecha de Angela Merkel en la cancillería mientras una de las vicepresidentas de la CDU, Julia Klöckner, condenaba unas “palabras que, hasta la fecha, empleaban sólo los terroristas”. Wolfgan Schäuble concedió una entrevista larga al diario económico Handelsblatte. No se cortó a la hora de desmontar las propuestas del SPD sobre la jubilación y los impuestos, estimando que estos conceptos irrealistas ocultan en realidad un aumento de los impuestos y que participan “de la estupefacción del elector”.

También la candidata de Die Linke, Sahra Wagenknecht, ha disparado contra Martin Schulz. “El SPD en realidad escogió un programa que doblega aún de forma más radical que los anteriores frente a los deseos de los lobbistas de empresas y de los más ricos... El hecho de que el SPD no se atreva ni siquiera a gravar a las fortunas de millonarios y multimillonarios es la prueba”, explicó al diario Die Welt, para concluir que “nadie necesita un SPD que no quiere hacer las cosas de manera muy diferente de la CDU”. Martin Schulz y el SPD tienen ahora tres meses para demostrarle a los alemanes de lo contrario.

 

Traducción: Mariola Moreno

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