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Merkel se enfrenta a las limitaciones de una 'coalición Jamaica'

La canciller alemana, Angela Merkel, durante un discurso de campaña de la CDU.

El corazón político de la capital alemana ha recuperado el pulso. La Dorotheenstrasse, la calle  que comunica el Bundestag, el parque Tiergarten, los despachos de los diputados y las sedes de numerosas administraciones federales y oficinas de lobbistas, vuelve a ser un hervidero. Desde que se dio a conocer el resultado de las elecciones, la administración del Parlamento alemán también sufre quebraderos de cabeza: tendrá que acoger al mayor Bundestag de todos los tiempos: no menos de 709 diputados (un 69,3%, hombres), siete partidos políticos y seis grupos parlamentarios. En el hemiciclo, también habrá que encontrarle vecinos a los 94 diputados del partido de ultraderecha AfD.

En estos días, ya se han conocido las primeras decisiones y golpes de efecto. El mismo lunes, la copresidenta del AfD, Frauke Petry, criticaba la “anarquía” que reina en su partido y comunicaba su decisión de convertirse en diputada independiente, ¡al margen del grupo parlamentario de su propia formación! En ese momento, anunció su dimisión y ahora se plantea crear un partido más moderado. En las filas socialdemócratas, se preparan ya para la cura de oposición y ahora se ha sabido que Andrea Nahles, todavía ministra de Empleo y de Asuntos Sociales del SPD, se convertirá en la futura presidenta del grupo SPD, liderando la oposición. Si Nahles maniobra con éxito, un día podrá aspirar a la Cancillería.

El miércoles se conocía también otro importante movimiento: el poderoso tesorero alemán –desde 2009–, Wolfgang Schäuble, héroe de la ortodoxia presupuestaria para unos, sepulturero dogmático de Europa para otros, abandona su cargo para convertirse en presidente del Parlamento alemán. Su edad –75 años– tiene mucho que ver con la decisión, pero también da dos pistas sobre la estrategia de Angela Merkel. El pasado domingo, la canciller y los conservadores salieron claramente debilitados de las elecciones, tras perder 8,8 puntos para la CDU con relación a su resultado de 2013. Por su parte, la formación bávara CSU, hermana pequeña de la CDU, también ha retrocedido 10,5 puntos, hasta lograr sólo el 38,5% en Baviera.

Después de cuatro años de gran coalición omnipotente, Merkel va a verse debilitada en un Bundestag que cuenta con una oposición más fuerte y más agresiva. Recordemos que uno de los jefes del AfD anunció que lanzaría la “caza contra Merkel” lo antes posible. En especial, corren el riesgo de ser duros los debates sobre Europa e inmigración. Con Wolfgang Schäuble al frente del Parlamento, Merkel tiene al menos un cerbero que tiene la autoridad necesaria y que conoce las astucias parlamentarias como la palma de su mano. Además, al liberar al Ministerio de Finanzas, Merkel agudiza el apetito del partido liberal (FDP) con quien espera negociar la formación de una coalición Jamaica (por los colores de los partidos –amarillo de los liberales, verde de los ecologistas y negro de los conservadores–, es decir los mismos que en el país de Bob Marley) y que sueña con ocupar el puesto.

De momento, en Berlín no se han iniciado las negociaciones para formar una coalición. La Constitución alemana prevé que tras la celebración de las elecciones, la fuerza política que haya obtenido más votos negocie la creación de una coalición de Gobierno. Por cuarta vez consecutiva, la unión conservadora CDU/CSU de Merkel abrirá el baile. Pero aunque esta última preside, apenas tiene opciones ya que los socialdemócratas han optado rápidamente por pasar a la oposición. Técnicamente, sólo le queda una alternativa: negociar con los liberales del FDP y los ecologistas de Die Grünen.

Esta unión absolutamente inédita en Alemania, ¿es viable? ¿En qué punto podrían encallar las negociaciones? “Globalmente, no hay incompatibilidades fundamentales, pero cada partido debe poder entrar en la coalición con un proyecto que defender que garantice el mantenimiento de su identidad”, estima la politóloga berlinesa Gero Neugebauer. Al examinar los programas, se distinguen las cuestiones poco conflictivas de los asuntos de alto voltaje. Las finanzas y la política fiscal forman parte claramente de la primera categoría. Las arcas están llenas, por lo que nadie se va a oponer a la bajada de impuestos exigida por los liberales. Cierto es que los ecologistas quieren gravar más los salarios altos y las grandes fortunas. Pero sus reivindicaciones son vagas y permiten cierto margen.

Política exterior y defensa también son, en contra de lo que cabe pensar, asuntos moderadamente conflictivos. Las tres formaciones quieren apoyar la ONU, reforzar el compromiso de Alemania en la OTAN y desarrollar una respuesta de seguridad europea coherente e integrada. El aumento del presupuesto armamentístico no es el tema preferido por los ecologistas, pero tampoco supone un obstáculo fundamental si la cosa se presenta bien. Más espinosa es la cuestión de las venta de armas. En el fondo, nadie quiere vender armas a dictaduras o a regiones en conflicto. La práctica ha mostrado que los conservadores y los liberales no tienen demasiados problemas para venderle a un país como Arabia Saudí, mientras que para los ecologistas resulta un dilema. Estos últimos piden una nueva ley sobre las exportaciones de armamento. En el fondo, el problema es más una cuestión de dosificación que de principios.

Por el contrario, entre los puntos más duros de roer, se encuentra la cuestión relativa a Europa. Los conservadores y Los Verdes no se oponen a la creación de un presupuesto europeo y a la profundización de la eurozona. Contrariamente al FDP que rechaza todo lo que pueda sonar a "unión de transferencias" corren el riesgo de llevar, según el jefe del FDP Christian Lindner, a “instalar un oleoducto de dinero de Berlín a Bruselas”. Este también quiere poder declarar en situación de quiebra a los países no solventes como Grecia para excluirlos de la zona euro. Si Merkel deja la cartera de finanzas al FDP, y a menos que Lindner se modere, Europa corre el riesgo de no reformarse mucho con "Merkel IV".

Otro punto de fricción, el de las pensiones y la cobertura sanitaria, enfrenta al FDP liberal, favorable a una buena dosis de privatizaciones, a ecologistas que los rechazan categóricamente. Entre los dos, también hay programada una batalla sobre la cuestión del clima, esencial para Los Verdes que quieren disminuir rápidamente la parte del carbón en el mix energético nacional, mientras que el FDP desea enteramente someter al sector energético a “las fuerzas del mercado”.

Por último, un conflicto en torno a la cuestión de la inmigración puede crear fricción entre los ecologistas y parcialmente a la CDU, por un lado, y a la CSU y al FDP, por otro. El presidente de la CSU, Horst Seehofer, sigue batallando por establecer una cuota anual de acogida de refugiados y para “mejorar” las expulsiones. La CDU de Merkel está contra esta cuota mientras que Los Verdes reclaman una nueva ley sobre la inmigración y luchan contra las expulsiones “populistas”. Estas últimas han advertido: la cuestión de la cuota de acogida es una línea roja que no franquearán nunca.

Si uno u otro de los eventuales partidos que integrarán la coalición Jamaica tirara la toalla, se abriría la vía a la celebración de nuevas elecciones. De momento, estamos bastante lejos de esta hipótesis así como de la formación de Gobierno. Contrariamente a los franceses, que conocen los nombres de sus ministros dos a tres días después de las elecciones, los alemanes deben esperar varias semanas.

Las negociaciones de coalición entre los partidos no darán comienzo antes de finales de octubre. El 15 de octubre, se celebran elecciones anticipadas en el land de Baja Sajonia. El Bundestag debe haberse constituido el 24 de octubre, a lo sumo, es decir, 30 días después de las elecciones (duración máxima legal). Una vez las negociaciones hayan comenzado, aún habrá que contar dos a tres semanas de trabajo. A título indicativo, en 2013, la elecciones se celebraron el 22 de septiembre, el programa de Gobierno se firmó el 17 de noviembre y Merkel fue reelgida el 17 de diciembre. Un tempo que deja tiempo para escucharse. O enredarse en los desacuerdostempo. _________________

Conservadores, liberales y verdes negocian la 'coalición Jamaica' para formar gobierno en Alemania

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Traducción: Mariola Moreno

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