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Los caprichos de los príncipes saudíes

Mohammed bin Salmán, príncipe heredero de Arabia Saudí.

Kark Laske (Mediapart)

“Si no viajo, es porque me han matado”, pudo haber tuiteado el príncipe Abdul Aziz bin Fahd, hijo del rey emérito de Arabia Saudí, Fahd. Al Manar, la página web oficial del Hezbollah libanés, difundió este tuit, atribuido al príncipe, el 6 de septiembre, en el que anunciaba que se disponía a “dar el último adiós” al rey Salmán y a “coger el avión”. El tuit fue borrado y su cuenta oficial (@afaaa73) permanece inactiva desde el 11 de septiembre.

Dos meses después, el 5 de noviembre, un día después del inicio de la ola de arrestos de dignatarios, iniciada por el príncipe heredero Mohammed bin Salmán, los medios de comunicación informaban de su muerte en un accidente de helicóptero. El Ministerio de Información desmentía después la noticia. El siniestro aéreo se produjo, pero quien viajaba a bordo del aparato era otro mandatario. El riquísimo príncipe de 44 años, que frecuenta palacios de París, Ginebra y Nueva York, supuestamente se encuentra “bien y en buen estado de salud”, en Riad. Así que no se encuentra desaparecido, pero no se le ha vuelto a ver desde la purga.

Compañero de viaje y socio financiero del primer ministro libanés Saad Hariri, el príncipe Abdul Aziz bin Fahd ha alimentado la leyenda negra de la monarquía. Su nombre aparece en un caso de proxenetismo en 1999 y se le vincula con el secuestro, en Ginebra, en 2003, de un príncipe demasiado crítico, el príncipe Sultan bin Turki. La Policía de Nueva York irrumpió en su suite en el hotel Plaza, en 2010, después de la violación de una joven por parte de un miembro del personal que no es otro que un trabajador de Oger, la empresa de Hariri. En 2014, reaparece en París, pero como víctima de un atraco. Hombres con pasamontañas detenían uno de los coches de su convoy en la periferia de París.

Los asaltantes se llevaron 250.000 euros en metálico, joyas y documentos. Los paparazzis le siguen el rastro, en Marbella o Nueva York, donde aparece siempre rodeado de media docena de guardaespaldas. En Estados Unidos, su patrimonio inmobiliario, que ronda los mil millones de dólares, se conoció, en parte, en los tribunales. El príncipe posee una quincena de inmuebles alquilados a firmas activas en Arabia, la sociedad británica de material de Defensa BAE Systems o a la petrolera BP. Se sospecha que estas actividades inmobiliarias ocultan pagos secretos y menos confesables.

La purga de Riad ha sorprendido en el mundo de la diplomacia occidental por “el alto rango de las personalidades encausadas y destituidas de sus funciones” –han sido detenidos 11 príncipes y 38 ministros o viceministros–; por el montante de las fianzas –se habla de mil millones de dólares, al tratarse de la libertad del príncipe Miteb bin Abdallah, exministro de la Guardia Nacional– y por haber alcanzado a miembros del aparato de seguridad del Reino. Uno de los imputados, el hombre de negocios Walid al-Ibrahim, fundador de la cadena de televisión Al Arabiya, es socio (50%) del príncipe Abdelaziz en el grupo audiovisual MBC. Y la quiebra del grupo Oger, que ha multiplicado los favores a los dignatarios, el sobrecoste de las grandes facturas, incluso la suspensión de pagos y la quiebra, expone también al hijo del rey Fahd.

Tras declarar también él en la comisión anticorrupción, el primer ministro libanés Saad Hariri, que dimitió de sus funciones 15 días, y responsable del holding Oger Group, no pudo hacer frente a los impagos, por importe de entre tres mil y cuatro millones de dólares, pendientes tras la insolvencia de la firma en Riad. “Era evidente que el líquido que necesitaban la empresa y la familia procedía de Arabia. En el momento en que se suspendieron los contratos, la situación deja al interesado a merced del buen hacer del príncipe heredero”, analiza un diplomático. “La carne de mi espalda viene del rey Fahd”, tenía por costumbre decir Rafic Hariri, el fundador del grupo en 1979.

La sólida empresa fundada por Hariri padre lo conseguía todo del rey Fahd. La muerte de uno y después la del otro, con pocos meses de diferencia, en 2005, convierten también a los dos herederos, Saad Hariri y Abdul Aziz bin Fahd, en socios, bajo el reino de Abdallah. “Después, se cometieron importantes errores”, dice un empleado francés. “La compañía firmó grandes proyectos y empezó la huida hacia delante: Saudi Oger duplicó su volumen, realizó un número desproporcionado de contrataciones, hasta el punto de pasar de 20-25.000 asalariados a más de 50.000 empleados; se dejó de hacer un correcto seguimiento a las obras y una buena parte del dinero se evaporaba para la política”. Según los responsables, una parte significativa de los adelantos recibidos de la monarquía no se destinaba a las obras. “Era un poco de trampa”, opina un responsable francés. “Se produjeron impagos, pero se seguían pidiendo anticipos, para cubrir las deudas de las obras precedentes”.

“Los saudíes toman en serio a Saad Hariri”

Mientras tanto, el príncipe Abdal Aziz, “hijo predilecto” del rey Fahd, sometía al grupo de construcción a sus propios caprichos. Oger Internacional construye, por su orden expresa, una réplica del Palacio de la Alhambra de Granada, en Riad, en recuerdo de Boabdil, el último emir de Granada, derrotado en 1492. El príncipe lo había visitado muchas veces cuando veraneaba en Marbella. En la réplica se emplearon 1,6 millones de ladrillos y 4.500 metros cuadrados de cerámica para el suelo, material encargado a artesanos españoles, según los métodos tradicionales. “En aquella época el dinero corría a raudales. El príncipe se percató de que el ángulo de un edificio del Patio de los Leones era, por unos grados, diferente al original, por lo que hubo que destruirlo por completo y ¡reconstruirlo! Se hicieron fotos en Granada para comparar con enorme grado de precisión la copia y el original”.

En los jardines, el príncipe pidió que se disimulase una entrada secreta en una roca. A imagen y semejanza de las películas de James Bond, una piedra acciona la apertura, que lleva a un dormitorio. En la empresa de Hariri, las obras del príncipe se identifican por sus iniciales (ABF 1, ABF 2, ABF 3…). Manda construir también reproducciones de la mezquita de Córdoba y de la Giralda, el antiguo minarete de Sevilla. Para cambiar de decoración, consigue también que el grupo Oger le haga una réplica de los jardines de Hyde Park de Londres –es ABF 5– en nueve hectáreas, con un lago de 13.900 metros cuadrados y 640 metros cuadrados de fuentes. “El proyecto se articula en torno a un lago artificial, así como a numerosos estanques y fuentes en medio de espacios verdes”, según consta en una placa de la empresa. “Compuesto como un cuadro, cada elemento del jardín, cada vista debe, a su vez, ser percibida como una pintura”.

En los 90, el rey Fahd se hizo construir un palacio completamente enterrado, un shelter (refugio) de 20.000 metros cuadrados, a 30 metros bajo tierra, en el perímetro del palacio real Al Yamamah, en Riad. Un lugar que casi nunca ha estado habitado. El propio palacio y los demás edificios gubernamentales también los ha levantado Oger. Al igual que la residencia del rey Abdallah, que comprende los diferentes palacios de sus esposas, en un terreno de 1,5 km de dos, o las residenciales reales de Djeddah, que comprenden una isla privada, situada a 100 km al norte.

Tras la muerte de Rafic Hariri, la dirección de Saudi Oger pasa de Saad a Ayman Hariri, hijo de su segunda esposa Nazek. Ayman tiene 27 años y, cuando se hace cargo de sus funciones, en Riad, manda insonorizar su oficina para tocar la guitarra. Entre 2006 y 2008, ordena que el grupo construya un palacio principesco que costará 130 millones de euros. Para acudir a la entrega de la Legión de Honor a uno de sus directores en París, Ayman Hariri viaja a bordo del 737 de la compañía, en el avión dos personas… Como máximo responsable del grupo, Saad se metió en política en 2005; se convirtió en primer ministro en 2009, pero sin lograr el peso político y la confianza de su padre en Arabia.

“El principal problema con los saudíes es que no toman a Saad Hariri en serio”, afirmaba en 2007 a los americanos un exresponsable de los servicios secretos libaneses en 2007 a los americanos, según un cable de WikiLeaks. “Mientras que Rafic Hariri era un participante activo en la toma de decisiones en Arabia, asesorando a los dirigentes saudíes sobre la manera de promover los intereses de Líbano, así como sobre la mejor manera de defender los intereses del Reino de Líbano, los saudíes tratan a Saad ‘como un niño’”.

Pero el grupo Oger no tiene problemas para conseguir las obras de prestigio. Se construyen entre 2008 y 2012: el Ritz Carlton de Riad –desde noviembre se utiliza como centro de retención de sospechosos de la ola de anticorrupción–, que es un encargo del Gobierno; la King Abdallah University of Science and Technology (KAUST) de Djeddah, financiada por la petrolera Aramco; la sede del NASCO, la National Security Council de Arabia en Riad; las obras de la nueva estación de Djeddah. Oger obtiene también la parte del pastel de la Universidad Princesse-Noura (PNU), una obra de tres mil millones de euros. El futuro campus universitario está compuesto “de 21 edificios académicos, de un hospital, de un centro de investigación, de una biblioteca, de 400 villas, de 10 edificios técnicos”.

“En Saudi Oger había unidades que viajaban con los príncipes para gestionar sus necesidades logísticas”

Según sus responsables, Saudi Oger no puede gestionar todas estas obras, aunque se contratan obreros por centenares, incluso por miles, en el sureste de Asia. Se multiplican las subcontratas, las compras se realizan en red, con considerables sobrecostes, el control falla. El 24 de enero de 2011, se produjo un accidente en las obras de la biblioteca de la Universidad Princesa Noura, una grúa se desplomaba sobre unos andamios y provocó, oficialmente, tres muertos y 11 heridos. Según fuentes internas del grupo, las víctimas fueron muchas más; cuatro años más tarde, el grupo de construcción de la competencia Bin Laden también lamenta un accidente grave en las obras de la gran mezquita de La Meca, que causa la muerte de 107 obreros.

El director de Saudi Oger debe desplazarse a París durante un año, y regresa después. Un suceso sórdido saca a la luz los vínculos de Oger con el príncipe Abdul Aziz. Una mujer, estudiante de enfermería, Jane D., es secuestrada, golpeada, drogada y violada durante varias horas en una suite de la planta ocupada por el príncipe en el hotel Plaza de Nueva York, en enero de 2010. El violador no es otro que un responsable de Saudi Oger, un ingeniero que tiene como labor acompañar al dignatario. Afirma que su misión incluía “atraer a mujeres confiadas” para “satisfacer los deseos sexuales del príncipe y de su entorno”. La investigación revela que se trata de una división VIP de la empresa Oger y que tiene por misión responder a las necesidades “logísticas” del príncipe y que, al menos, otros tres empleados de Oger se encontraban en la habitación en el momento de la violación. El responsable fue condenado a diez años de cárcel y se apeló a la responsabilidad del príncipe y de la empresa de Saad Hariri, en vano.

“En Saudi Oger había unidades que viajaban con los príncipes o el rey para gestionar y a veces anticipar sus necesidades logísticas. Se trataba de una división logística, pero los hechos de Nueva York se ocultaron”, asegura un responsable francés.

Por si fuese poco, un caso de secuestro viene a oscurecer un poco más la reputación del amigo de Saad Hariri. En 2015, se presenta una denuncia en Ginebra contra el príncipe Abdul Aziz bin Fahd por el secuestro de uno de sus primos, sobrevenido 12 años antes. El príncipe Sultan bin Turki –hijo de un antiguo y poderoso viceministro de Defensa y de Aviación y sobrino de Fahd, Abdallah y Salmán– desapareció en junio de 2003, tras haberse mostrado crítico con el reino. Peor aún, el príncipe acusaba a Rafic Hariri de haber malversado subvenciones saudíes destinadas a Líbano. La familia real “concede cientos de millones de dólares al ladrón servil para comprar aviones privados”, llegó a decir. El 12 de junio de 2003, salió del Hotel Intercontinental, para dirigirse a una cita y nunca regresa.

La continuación se explica en la denuncia que presenta en 2015. Se dirigió al palacio del rey Fahd, en el lago Lemán, en Collonge-Bellerive. El príncipe Abdul Aziz le esperaba con un ministro saudí. La conversación se torció: Sultan bin Turki rechaza desmentir sus declaraciones. Los huéspedes dejan la habitación y mientras se desvanece por los efectos de una droga, varios hombres, enmascarados, de negro, se acercan. Se despierta en un hospital saudí; posteriormente es sometido a residencia vigilada, antes de permanecer encarcelado durante 11 meses. No fue hasta 2010 cuando logró salir del país… La historia no queda ahí, ya que un año después de su denuncia, en enero de 2016, el avión privado que debía llevarlo de París a El Cairo aterriza en Riad, donde desembarca manu militari. Sus abogados y su entorno no tienen noticias de él desde entonces. La BBC ha dedicado una investigación a la desaparición de Sultan bin Turki, así como a otros dos secuestros atribuidos a la monarquía.

Pero para Saad Hariri y el grupo Oger, los vientos cambian. “La administración del nuevo rey Salmán ordenó abrir investigaciones y cuestiona los pagos a cuenta”, explica un empleado. Palos en las ruedas a la máquina de dinero de la familia Hariri. Se deja de pagar el sueldo a unos 56.000 empleados, jefes y obreros de Oger. Estallan las revueltas en los campamentos, que comienzan a dejar de recibir productos de primera necesidad. Las obras, pura y llanamente, quedan abandonadas. Es el caso de las obras del King Abdulaziz Center for Knowledge and World Culture (KACWC) en Dharan, casi acabado, o de un conjunto e 6.000 villas –Sang Villas- sólo ejecutado en un 10%, retomado después por la competencia.

Sin embargo, el grupo de Saad Hariri recupera la esperanza al obtener algunas obras en residencias reales: sobre todo en Vallauris, en los Alpes Marítimo, donde el grupo Oger recibe el encargo de ejecutar los trabajos de acceso del Palacio del Alba en la playa, infringiendo la ley de costas, en julio 2015, trabajos que harán saltar el escándalo; o en Tánger, en la residencia del rey Salmán. Sin embargo, eso significaba desconocer la determinación y los proyectos del príncipe heredero Mohammed bin Salmán.

Arabia Saudí: el juego de tronos del príncipe heredero

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Traducción: Mariola Moreno

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