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Las mujeres en puestos políticos de responsabilidad son una excepción en Italia

Matteo Renzi, aspirante a la reelección como primer ministro de Italia.

197 diputadas de 630 escaños. En Roma, el Parlamento saliente está formando –en una inmensa mayoría– por hombres. En el Gobierno, ellas son seis de 20 integrantes y no hay ninguna mujer que dirija alguna de las principales carteras. ¿Las elecciones de este 4 de marzo llevarán a un reparto tan poco paritario en la cima del poder?

En teoría, no. La última ley electoral –que se votó en octubre de 2017 para poner fin, de forma provisional, a un imbroglio constitucional del que Italia tiene el secreto– supuso, por primera vez en el país, la imposición de cuotas en los partidos políticos a la hora de conformar las listas electorales: ahora deben incluir al menos un 40% de mujeres. La decisión supone una victoria para las diputadas, algunas de las cuales, como la parlamentaria del Partido Demócrata Fabrizia Giuliani, se movilizaron a favor de esta ley. No obstante, una ley basada en el poder masculino no se modifica a las primeras de cambio...

Los líderes políticos enseguida dieron con la manera de garantizar cierta continuidad del sistema. La filósofa y feminista Francesca Izzo lo explica en estos términos: “La nueva ley electoral autoriza las candidaturas múltiples, lo que ha permitido que los partidos presenten a mujeres en varias circunscripciones simultáneamente. Claro que, dado que una persona sólo puede resultar elegida por una circunscripción, si una candidata gana en varios lugares, van a ser hombres los que terminen por ocupar el puesto que ellas dejan vacante. Dicho de otro modo, se ha hecho una ley ofreciendo a continuación la manera de saltársela... Sintomático en un sistema en el que los hombres siguen siendo los más poderosos. Y ello no por que falten candidatas. El problema es que las mujeres no ocupan puestos de decisión cuando se hacen las listas. El aparato de los partidos es muy masculino en Italia”. Así las cosas, nada indica, en este punto, que el próximo Parlamento vaya a estar formado por un 40% de mujeres como contempla el nuevo sistema de cuotas.

En la UE, Italia es el alumno desaventajado en términos de representación política de las mujeres. Al margen de Grecia, Hungría y Letonia, pocos parlamentos nacionales tienen tan pocas diputadas como la Camera italiana –pese a que nombró presidenta a la comunista y figura de la política italiana Nilda Iotti en 1979–.

Para desentrañar esta particularidad transalpina, Mediapart, socio editorial de infoLibre, ha hablado con diputadas de los principales partidos italianos en liza en las elecciones de este domingo 4. La constatación es unánime: las mujeres siguen siendo, muy a menudo, apartadas del centro del poder y los partidos apenas se preocupan por integrarlas. Sin embargo, las razones de este desequilibrio y los medios para ponerle remedio hacen aparecer las divergencias entre las candidatos.

Para Maria Rizzoti, senadora de Forza Italia (derecha de Berlusconi) y candidata a la reelección, este desequilibrio se explica por la naturaleza misma de la actividad política: es una actividad más difícil para las mujeres cuando éstas tienen hijos de corta edad o adolescentes. “La política exige un compromiso total. Se nos obliga a poner nuestra vida privada entre paréntesis para servir al país. En mi caso, paso de lunes a viernes en Roma, donde se celebran todas las sesiones parlamentarias, y los fines de semana me recorro el Piamonte, mi región, para reunirme con los ciudadanos y los electores. No es una decisión fácil. Para un hombre, todo es más sencillo cuando recibe el apoyo de una mujer”.

Fabrizia Giuliani confiesa la amargura que le provoca el asunto. Elegida diputada por el Partido Democrático en 2013, ahora no va en las listas. “Me puse a disposición del partido, pero el PD –que está en franco retroceso–ve venir que va a conseguir menos diputados en la próxima legislatura, por lo que la dirección ha querido garantizar la presencia de determinadas personas. Con esta decisión pone de relieve que mi perfil de mujer comprometida en las luchas feministas no forma parte de sus prioridades. No estamos ante una buena noticia para las mujeres de este país”.

No obstante, la mujer se niega a caer en el derrotismo. “Se registra una tendencia positiva. El Parlamento saliente, con casi el 30% de mujeres, ha sido el más femenino de la historia, puesto que el anterior sólo contaba con un 18% de diputadas... Dicho esto, lo importante no es el número. Lo importante es que esta mayor presencia de las mujeres en el panorama político sea sinónimo de cambios para todas las mujeres del país. Las mujeres que resultaron elegidas como yo en 2013 tuvieron en ese sentido una gran responsabilidad”.

Parte visible del iceberg

Fabrizia Giuliani, junto con otras mujeres, se movilizó durante la pasada legislatura a favor de numerosos asuntos relacionados con los derechos de las mujeres. “Nuestro primer acto fue impulsar la ratificación de la Convención de Estambul, en contra de la violencia de las mujeres. ¡Italia fue uno de los últimos países europeos en firmarla! También logramos avances en el mercado laboral para permitir a las mujeres embarazadas, con condiciones precarias, conservar su empleo –en Italia, es frecuente que las mujeres pierdan el trabajo con el nacimiento del segundo hijo–. Por último, conseguimos, cuando estaba a punto de finalizar la última sesión plenaria, votar el endurecimiento de las condenas que se imponen a los asesinos confesos de su pareja o cónyuge; antes, se les condenaba a penas inferiores que si su relación de parentesco con la víctima era otra.

La diputada socialdemócrata reconoce que si estas leyes han salido adelante ha sido por que su partido, en el poder durante la legislatura que ahora termina, las ha impulsado. Porque también ha habido solidaridad con las mujeres diputadas, por encima de partidos políticos. “Pero tuvimos que negociar en el PD. Avanzar en los derechos de las mujeres es una batalla permanente, también en nuestras propias filas”.

¿Por qué hay tal resistencia? El mundo político italiano es un fiel reflejo de la sociedad del país. Una sociedad donde, según esta diputada de Lombardía, “las mujeres no se perciben como personas que trabajan o que participan en los asuntos públicos. La tendencia general lleva a pensar que la mujer tiene que quedarse en casa”. De modo que, cuando quieren desempeñar una carrera profesional o política, “algunas deciden no tener hijos”. No en vano, Italia cuenta con dos récords europeos: es uno de los países con mayor tasa de paro femenino... y donde hay más mujeres sin hijos.

La figura de Silvio Berlusconi, con su comportamiento sexista hacia las mujeres y sus implicaciones en varios casos de carácter sexual, no ayuda en este panorama político en que las féminas no son iguales, de facto, a los hombres. “Él no es nuestro principal enemigo”, dice Fabrizia Giuliani. “Lo ha producido el modelo. Muchos políticos italianos, de derechas o de izquierdas, responden a ese modelo de macho. Y el problema es que los líderes populistas de hoy ven en Berlusconi un modelo ganador”.

Il Cavaliere, de 81 años, ha reaparecido en el centro del juego político italiano en esta campaña electoral, algo que no parece suponer un problema para Maria Rizzoti, de Forza Italia. Al contrario. “Es un hombre poderoso y un seductor”, asegura, para justificar su comportamiento, al tiempo que afirma que las mujeres nunca han sufrido discriminación en el partido. “Forza Italia siempre ha reconocido y recompensado el mérito, independientemente del sexo”. Maria Rizzoti no cree en una especificidad italiana a la hora de explicar el lugar que ocupan las mujeres en el mundo político. “Algunos hombres en el Parlamento tienden, quizás, cuando ven a mujeres jóvenes y guapas, a olvidar que son inteligentes... pero esto sucede en todos los países y no sólo en el ámbito de la política”.

Esta senadora recuerda con orgullo que el último gobierno de Berlusconi (2008-2011) incluía a cinco ministras, que dieron su nombre a numerosas leyes, mientras que otras cinco ocuparon sendas secretarías de Estado en ámbitos “decisivos”. Nada muy progresista en realidad: los cinco Ministerios en cuestión son el de Medio Ambiente, Educación, Igualdad, Juventud y Turismo. Ni un solo cargo de primer orden en el ejecutivo.

“Berlusconi sólo es la punta visible del iceberg”, dice Eleonora Forenza, de la formación postcomunista Rifondazione en el Parlamento Europeo. “En Italia, el sexismo está vinculado al ejercicio político, bebemos de una cultura patriarcal. Así, en su campaña, el partido de izquierdas Liberi e uguali [Libres e Iguales], fundado por ex del ala izquierda del PD, difundió carteles electorales con las imágenes de cuatro hombres cabeza de lista. ¡No aparecía ni una sola mujer! Este partido también convocó una rueda de prensa donde sólo tomaron la palabra los hombres. Y una periodista se marchó de la sala en señal de protesta”.

De cara a las elecciones del 4 de marzo, Rifondazione se ha unido a una coalición integrada por movimientos sociales y activistas y constituida a finales de 2016 en un centro social de Nápoles. La líder de este colectivo, denominado Potere al Popolo (El poder al pueblo) es una mujer, Viola Carofalo, a quien entrevistamos en París. La candidata, que nunca antes se había dedicado a la política, lo hace ahora para aumentar la presencia de las mujeres en el espacio público. “La cuestión de la representación de las mujeres es un elemento fundamental de nuestra campaña”, explica. “Lo que se observa es que en las luchas locales, en las asambleas de campo, las mujeres están muy presentes, mientras que en la política institucional son mucho menos visibles. Eso es lo que queremos cambiar”.

Subalternas de los hombres

En la campaña electoral actual, Viola Carofalo desentona. Es la única jefa de filas, a excepción de Giorgia Meloni, la presidenta de Fratelli d’Italia – formación postfascita aliada a Forza Italia–. Y su partido, Potere al Popolo, uno de los pocos que muestra su preocupación por las cuestiones de igualdad entre mujeres y hombres. “Se trata de uno de los puntos principales que nos distinguen del resto de partidos”, dice la eurodiputada Eleonora Forenza, que hace hincapié en el retraso que acumula el mundo político en este sentido con relación a la sociedad italiana actual. “La oleada del #MeToo generó muchos debates en la población, pero se puede decir que no hay toma de conciencia en los partidos políticos tradicionales”.

Otro partido italiano que presenta cierta diversidad, aun cuando los discursos que le acompañan son radicalmente diferentes es el Movimiento 5 Estrellas (M5S). Maria Edera Spadoni, integrante de dicho movimiento y diputada desde 2013, explica lo populares que son las mujeres en la formación. “En 2013, cuando sometimos nuestras listas a la votación de los internautas, las mujeres que encabezaban las listas recibieron apoyos sin ningún problema”. El M5S realiza votaciones periódicamente a través de internet y así lo hizo también de cara a las legislativas del día 4. “Las dos personas más votadas en esta ocasión son dos mujeres, Paola Taverna y Carla Ruocco”, ambas ya presentes en el Parlamento y candidatas en estas elecciones.

“Somos la prueba más palpable de que si dejamos a la gente que vote por internet, vota a las mujeres”, añade Maria Edera Spadoni, contraria al sistema de cuotas. “Tengo miedo de que este sistema conlleve una discriminación en sentido inverso y que impida, por imposición de esa alternancia, que una mujer válida encabece la lista. Para mí, primero hay que resolver los problemas de raíz, en lugar de centrarse en las cifras. Hay que acabar con todos los obstáculos que impiden hoy que las mujeres hagan política. Muy a menudo, las mujeres italianas tienen que ocuparse de los niños, de la casa y del resto de la familia. Son ellas las responsables del hogar”.

Maria Edera Spado, que todavía no tiene hijos, sabe perfectamente lo difícil que le resultará conciliar el compromiso político y la vida familiar. “Las reuniones políticas a menudo son por la tarde”, cuenta. Para esta candidata a la reelección, es necesario que Italia desarrolle guarderías para los más pequeños. Pero, antes de nada, hay que hacer evolucionar las mentalidades: “Hacer comprender a los hombres que no es deshonroso ocuparse de su hijo”. Maria Edera Spadoni sueña con un permiso de paternidad en Italia “como el que existe en Suecia”. “Para mí, la revolución llegará cuando los hombres hagan suyas problemáticas como la lucha contra la violencia sexual que sufren las mujeres, sentencias, la igualdad salarial”.

Las políticas italianas –relegadas a puestos simbólicos o secundarios, figuras a menudo instrumentalizadas o dejadas de lado cuando molestan, obligadas a jugar con la seducción– no están allí donde radica el poder. Cierto que hay excepciones de mujeres que ocupan cargo destacados, como Frederica Mogherini, alta representante de la UE para asuntos extranjeros; Maria Boschi, que ocupa un papel de primer orden en el Gobierno actual, fiel entre los fieles a Matteo Renzi... En este panorama, los hombres siguen siendo los que mueven los hilos.

“Es verdad que ya no es posible, habida cuenta de la opinión pública, formar un gobierno sin mujeres”, subraya la filósofa Francesca Izzo, militante en el movimiento Se non ora quando (Si no es ahora, ¿cuándo?). “Pero estas mujeres ministras no tienen poder real. Incluso si parecen poderosas, permanecen, a la hora de tomar decisiones, como subalternas de los hombres. Siempre están vinculadas a un “jefe”, no tienen un poder autónomo”.

El sistema de cuotas aprobado de cara a las elecciones legislativas no van a revolucionar la manera de hacer política en Italia. Sin embargo, para aquellas que lo han defendido, se trata de un primer paso, necesario, para avanzar hacia una sociedad más igualitaria. Esto pasa también por más solidaridad entre mujeres políticas y por combates compartidos con la sociedad. “De momento, las mujeres políticas se encuentran aisladas. Tendrían que respaldarlas un movimiento social”. _________________

Giuseppe Conte, un profesor del M5S sin experiencia política para gobernar Italia

Giuseppe Conte, un profesor del M5S sin experiencia política para gobernar Italia

Traducción: Mariola Moreno

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