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Los privilegios del ministro de Exteriores francés para matricular a sus nietos en el Liceo de Barcelona

Ministro de Asuntos Exteriores, Jean-Yves Le Drian (a la izquierda).

Pudoroso, Jean-Yves Le Drian siempre ha sido un hombre comedido a la hora de hablar de su familia, pero el jefe de la diplomacia nunca se olvida de los suyos. Según informaciones a las que ha tenido acceso Mediapart –socio editorial de infoLibre–, el ministro de Asuntos Exteriores, peso pesado del Gobierno de Macron, recurrió a su gabinete para conseguir matricular de forma excepcional a dos de sus nietos en el demandado liceo francés de Barcelona.

En el mes de junio de 2017, Paul y Jacques (nombres supuestos) presentaron la solicitud de matriculación fuera de plazo, pero contaron con el apoyo activo de los servicios diplomáticos ministeriales franceses. El gabinete de Jean-Yves Le Drian, contactado por Mediapart, se ha limitado a señalar que “el responsable del establecimiento educativo fue informado por el Ministerio de la llegada de los niños”. En realidad, según los documentos que obran en nuestro poder, la actuación ministerial permitió la admisión, fuera de plazo, mientras que cientos de estudiantes que sí presentaron la documentación en tiempo y forma, se quedaron sin plaza.

La historia se remonta al miércoles 7 de junio de 2017. Jean-Yves Le Drian, que acababa de dejar a regañadientes el Ministerio de las Fuerzas Armadas, se encontraba ese día muy ocupado con el arranque de la legislatura. Ese día, encadenó reuniones de vital importancia. A las 9 se celebraba en El Elíseo un “consejo restringido de defensa”, apenas tres días después del ataque terrorista perpetrado en Londres, y el consejo de ministros se reunía una hora después. Por la tarde, el exministro próximo a François Hollande se entrevistaba primero, en el Ministerio a Khaldoon al-Mubarak, presidente de la autoridad ejecutiva de Abu Dabi; acto seguido veía a Witold Waszczykowski, ministro polaco de Asuntos Extranjeros, y a su homólogo noruego Børge Brende, antes de participar en una cena del consejo de la OCDE en París.

En ese mismo momento, los servicios diplomáticos se ponen en marcha en Barcelona por otro motivo. Alrededor de las 22 horas, el cónsul general Édouard Beslay se pone a teclear en su teléfono. Este diplomático, en el cargo desde julio de 2013, tras pasar por la Escuela Central de París y de la ENA, acaba de recibir una llamada del Ministerio. La llamada es lo suficientemente importante como para que transmita ipso facto sus indicaciones a Dominique Duthel, director del liceo francés de Barcelona.

“Dominique, acaba de llamarme el director de gabinete del ministro Le Drian con relación a Paul [...] y Jacques”, le dice, mientras le indica las fechas de nacimiento de los dos adolescentes. “Son los nietos de Le Drian”, añade inmediatamente el diplomático. El padre –miembro de la familia de la segunda pareja del ministro, María Vadillo– se ha trasladado a Barcelona por motivos profesionales. El cónsul general de la región se muestra claro: “Sería de desear que [los niños] consigan plaza”. Antes de ofrecer algo a cambio: “De esta manera, quizás estés más presente al más alto nivel y tengas la alegría de recibir la visita del ministro el año que viene”.

Es tarde, pero Dominique Duthel necesita menos de diez minutos para responder. La misión está en su mano: “Buenas noches, Édouard, no se trata de los cursos más fáciles, pero haremos lo necesario lo antes posible, por supuesto”. Y eso pese a requerirse todo un proceso de matriculación para acceder al centro. Al menos en teoría. De cara al inicio del curso 2017-2018, se convocan dos comisiones de asignación de alumnos a los diferentes grupos. La primera se fija el 23 de marzo; la segunda “para las plazas restante”, el... 8 de junio, es decir, un día después de recibida la solicitud del gabinete del ministro y de sus conversaciones nocturnas. La normativa requiere seguir un protocolo de acceso. Y no es para menos: víctima de su éxito, el instituto, que acoge a 3.000 alumnos, desde infantil a bachillerato, había dicho no a 300 estudiantes al comienzo del curso 2017-18, según un reportaje emitido en la radio local francófona equinox, donde se cuenta el calvario de un expatriado que pretende matricular a su hijo adolescente. “Este año se recibieron 700 demandas de primera inscripción, pudimos responder favorablemente a 400 de ellas [...], no podemos hacer más, el liceo está a tope, ya hay clases con más de 30 alumnos en algunos niveles [...]. La situación es muy tensa”, confesaba también un responsable del centro al medio de comunicación local.

Aunque se le da prioridad a los estudiantes de nacionalidad francesa, siempre que al menos uno de sus progenitores haya sido trasladado por su empresa,  “la fecha de llegada del ‘impreso en papel’ será tenida en cuenta en caso de empate”, avisa el centro. Para este curso, la fecha límite para la recepción del expediente completo (ficha de inscripción firmada y documentos anexos) se fijó para el “el jueves 1 de junio de 2017”. La fecha aparece subrayada en rojo en la documentación dirigida a las familias.

Sin embargo, según las informaciones que obran en nuestro poder, los dos expedientes remitidos por los padres de Paul y Jacques no estaban completos en el momento en que expiró el plazo formal. El padre de los dos adolescentes no había proporcionado entonces el justificante de empresa relativo al traslado laboral. Lo hizo el 7 de junio, remitiendo una “propuesta de colaboración” de su nueva empresa con fecha de finales de mayo.

A preguntas de Mediapart, Dominique Duthel se muestra ambiguo sobre la intervención del gabinete del ministro. El director del instituto discute primero que existiese petición alguna: “Hasta donde yo sé, Le Drian nunca intervino”. Pero es menos formal cuando se le pregunta si el cónsul general Beslay –que se marchó de Barcelona en julio– le transmitió el mensaje del gabinete: “Es posible, no sé nada, en cualquier caso, no hizo falta”.

El funcionario que dirige el liceo francés de Barcelona desde febrero de 2015, después de haber pasado por Atenas y Toronto, discute la existencia de trato de favor, asegurando que los grupos en cuestión no estaban saturados: “Tratamos de encontrar plazas para ciudadanos franceses. Y las encontramos para este señor que, se da la circunstancia, es familiar de Le Drian, pero que, por encima de todo, es un francés que ha encontrado trabajo aquí; por tanto, se trataba de un traslado profesional y de ahí que fuese prioritario por esa razón. [...]  No estamos aquí para enchufismos ni cosas similares.

¿Qué decir de los alumnos en listas de espera? “Las listas de espera existen, en un momento dado, y son absorbidas, en otro. De memoria puedo decir que, quizás hubiese listas de espera en primaria o en cursos así. No había [en los cursos de los nietos del ministro]”, asegura el director. O lo que es lo mismo, el aparato diplomático se puso en marcha para nada.

 

Traducción: Mariola Moreno

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