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Forensic Architecture, la agencia que contrainvestiga los crímenes de Estado

Captura de la reconstrucción de una cárcel de tortura siria.

Cuando arquitectos, realizadores, ingenieros de sonido, grafistas y artistas inventan una nueva disciplina para reconfigurar la política de derechos humanos y redefinir las nociones de prueba y de crimen de Estado, a todo eso se le denomina forensic architecture.

La agencia Forensic Architecture ha inventado una disciplina innovadora de investigación científica y artística y de acción política. Y estos últimos años, ha puesto en marcha nuevos métodos de investigación dirigidos al ámbito de los derechos humanos y de los abusos cometidos por Estados o empresas.

El grupo produce pruebas para tribunales internacionales, organizaciones no gubernamentales o incluso para la ONU. Emplea los medios que tiene a su alcance la arqueología, la arquitectura, la reconstrucción sonora o visual, para cartografiar destrucciones de casas beduinas en el desierto del Néguev, reconstruir un tiroteo en los territorios ocupados, presentar con detalle un ataque con drones en un edificio en Pakistán, reconstruir de manera virtual un centro de detención secreto en Siria a partir de los recuerdos de los supervivientes o investigar lare la violencia medioambiental y el cambio climático en Guatemala.

La forensic architecture o, en español, la arquitectura de investigación, responde más concretamente a la urbanización de la guerra. La mayoría de las víctimas de las guerras civiles mueren en el interior de edificios y éstos pueden convertirse en pruebas sobre el tipo de violencia que se ha infligido a la ciudad y a sus habitantes.

De este modo, Forensic Architecture busca convertir a países y edificios en sensores políticos, en “diagramas de los campos de fuerza que se ejercen en torno a ellos” y en “herramientas de investigación” al servicio de los derechos humanos, sobre todo en situación de guerra y de conflictos.

Al analizar los crímenes de Estado desde un punto de vista ciudadano, movilizando saberes tanto topográficos o balísticos como sonoros o arquitecturales, Forensic Architecture es el ejemplo de cómo la verdad, con ayuda de las herramientas digitales, puede convertirse en un arma al servicio de los ciudadanos.

Eyal Weizman acaba de publicar una obra muy documentada y apasionada, tanto teórica como empíricamente, que recoge el trabajo que viene haciendo en los últimos años Forensic Architecture; se titula Forensic Architecture. Violence at the Threshold of Detectability, publicada en Zone Books.

También es el autor de dos libros significativos, The Least of All Possible Evils. A Short History of Humanitarian Violence (Verso, 2011, 2017) y Hollow Land: Israel’s Architecture of Occupation (Verso, 2007). Entrevista con Eyal Weizman.

PREGUNTA: ¿Por qué eligió el término forensic para designar, a la vez, su actividad y la agencia que ha fundado?forensic

RESPUESTA: Porque en este término veo, al mismo tiempo, problemas y potencialidades. El problema principal es que la actividad que abarca el término de forensics, tal y como se practica a día de hoy, es un medio para los Estados, las policías o las agencias gubernamentales de supervisar y vigilar a la población.

Pero, históricamente, el origen del término designa algo muy diferente. Mientras que forensics ahora hace mención a la acción de recurrir al peritaje científico en la esfera jurídica, la palabra procede del étimo latino forensis, que remite a la plaza pública, al hecho de llevar una cuestión o una reclamación en el foro. Expresa por tanto una práctica política. Para nosotros, el técnico-legal (forensics) no puede prescindir del cuestionamiento público (forensis).

Pienso que es necesario sacar esta palabra de la boca de la bestia y emplearla como si se tratase de un término que pertenece al vocabulario de la sociedad civil y a la contrainvestigación.

Soy perfectamente consciente de que estos dos términos, forensics y también architecture, nos llegan con una connotación autoritaria. Ambas palabras, juntas, pueden incluso parecer una verdadera pesadilla. Sin embargo, pienso que poner ambas palabras juntas también permite desestabilizar cada una de ellas. Forensics exige a arquitectos que se conviertan en investigadores y a figuras públicas que se impliquen en los debates públicos. Y architecture exige a expertos en crímenes que se interesen por los lugares y el entorno de los crímenes. Esto permite interesarse por el modo en que las cosas sucedieron efectivamente, por reconstruir el recorrido que llevó de la pistola a la habitación donde se disparó.

P: ¿Es posible subsanar la ventaja que tienen los Estados antes tales peritajes y análisis técnico-legales?R:

En cualquier caso, debemos intentarlo. Me parece absolutamente esencial establecer medios de contrainvestigación, de al menos dos maneras. En primer lugar, la contrainvestigación consiste en conocer los medios de vigilancia de los Estados para poder camuflarse. El camuflaje, como yo lo entiendo, no designa únicamente la pintura de los  uniformes o los blindados de la Segunda Guerra Mundial.

La tecnología de camuflaje mas importante hoy es la que tiene como objetivo proteger del ojo de las máquinas que nos rodean y de los algoritmos, sobre todo de aquéllos que aspiran a desarrollar el reconocimiento facial, gracias a cámaras de vigilancia. Hemos visto cómo migrantes se quemaban o dañaban las huellas digitales para evitar ser identificados. En el origen, la contrainvestigación (counter-forensics) supone una manera de coartar la recogida de señales por parte de los Estados.

Pero la contrainvestigación también se refiere a la tentativa de superar la brecha entre los medios de información de los que disponen los Estados y las grandes compañías y aquellos de los que dispone la sociedad civil y los ciudadanos. Para esto, debemos desarrollar, al mismo tiempo, herramientas específicas y saber utilizar las herramientas existentes ya y que eran antes accesibles sólo a los Estados, por ejemplo las imágenes por satélite. Para ello se hace necesario combinar un cierto espíritu periodístico con un planteamiento propio de los grupos que trabajan en defensa de los derechos humanos o de los activistas políticos.

Pero la dificultad estriba en que la investigación (forensics) opera en tres ámbitos. El primero es el espacio (field) donde ha ocurrido el crimen; el segundo es el laboratorio (lab) donde se trata la información y el tercero es el foro, donde se presentan y muestran las cosas.

El técnico-legal estatal y gubernamental va a tratar, de forma constante, de conservar su ventaja en estos tres ámbitos. Por ejemplo, el cordón que rodea el escenario de un crimen es una manera de excluir a cualquiera considerado ilegítimo por el Estado de derecho donde se ha cometido el crimen. Esto transforma la zona del crimen en zona de soberanía estatal exclusiva, sin otra mirada que la suya, la de sus expertos o técnicos.

En el laboratorio, la ventaja del Estado está vinculada, desde el giro técnico-legal de comienzos del siglo XX iniciado sobre todo gracias a los trabajos del criminólogo francés Alphonse Bertillon, a la idea de que el Estado debe ver y saber más y mejor que los individuos a los que persigue. Este diferencial es lo que permite inculpar a los criminales por el hecho de controlar los archivos, los datos, las señales, las visiones, las ópticas...

En lo que respecta al foro, la ventaja de los Estados es un control completo del protocolo de presentación: ¿quién puede hablar de los hechos y quién no?

La contrainvestigación debe poder acabar con estos tres monopolios. Primero, debe ser capaz de franquear el cordón policial. Cuando hay una guerra en Gaza a la que yo debería ir, el Estado israelí no me lo va a permitir. En el caso de Gaza, existe un cordón policial en torno a la zona del crimen que es la Franja de Gaza. Ni las ONG ni los investigadores de la ONU, ni los grupos de la sociedad civil pueden franquear ese cordón del estado.

Por supuesto, la sociedad civil tiene medios de romper el cordón. En primer lugar, con las filtraciones. Algo que se encontraba entonces en el ámbito reservado del Estado cruza el cordón del interior hacia el exterior. O bien, algunas personas en el interior del cordón, por ejemplos los habitantes de Gaza, pueden proporcionar informaciones, grabar imágenes, poner en línea datos...

En lo que respecta al laboratorio, el Estado israelí dispone, para seguir con el mismo ejemplo de Gaza, muchísimos datos, grabaciones telefónicas, imágenes, mientras que nosotros tenemos, en comparación, muy muy poco. Nunca dispondremos de recursos financieros o tecnológicos comparables a los de los Estados.

Pero contamos con la posibilidad de transformar el laboratorio que nunca podremos obtener en un estudio multidisciplinar, con profesionales de la imagen, realizadores cinematográficos, ingenieros de sonido, arquitectos y –por supuesto– también abogados y científicos, para esclarecer –también nosotros, incluso a menudo con herramientas diferentes– hechos y producir acciones legales y políticas a partir de las verdades así determinadas.

En lo que respecta al foro, no es posible llevar a juicio, en los tribunales israelíes, a los que cometen los crímenes que ocurren en Gaza. Pero nosotros hemos podido, en algunos casos, crear foros alternativos a los de los Estados para esclarecer pruebas de delitos y la implicación de criminales. En este sentido, hemos trabajado con periodistas o instituciones culturales o artísticas.

Es fundamental porque si hay pruebas o elementos de prueba que no son públicos, no existen. Tenemos que encontrar foros que no son sólo los de los tribunales para hacer públicos estos elementos de prueba.

P: ¿En qué medida la arquitectura puede ser útil a la hora de investigar la violencia o los crímenes de Estado?

R: La primera respuesta es muy sencilla. La arquitectura, o la construcción, en general, es hoy el lugar donde ocurren la mayor parte de los conflictos armados. El territorio donde se libra una guerra de drones en Afganistán o en Pakistán está formado por ciudades y puebles. También ocurre así en Palestina, en Siria o en México. Hablamos de fenómenos sobre todo urbanos.

La segunda es que, durante mucho tiempo el problema, para los investigadores y los analistas que trabajan en defensa de los derechos humanos, ha sido la falta de datos. Hoy, el problema también estriba en que a veces tenemos demasiados datos para analizarlos; para hacer un trabajo no sólo de recopilación, sino también que permita relacionar los datos.

Nosotros utilizamos modelos arquitecturales, lo que se conoce en inglés como architecture data complex para cruzar las fuentes, entender, pensar y construir relatos en medio de cantidades ingentes de datos.

Por ejemplo, el 1 de agosto de 2014, en el bombardeo de Rafa, en Gaza por parte del Ejército israelí, recabamos más de 7.200 vídeos aquí y allá. Había que conseguir relacionar lo que ninguna de esas imágenes mostraba con un único punto de vista sobre la guerra que se libraba allí. Así que construimos  un modelo virtual de la ciudad, que nos permitió integrar todas las imágenes, todos los heridos, todas las destrucciones, todas las muertes que pudimos detectar en diferentes imágenes.

Otro ejemplo: trabajamos en la desaparición y la muerte de 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa, en la ciudad de Iguala, en México, en 2014.  Teníamos miles y miles de datos digitales. Y son siendo capaces de ponerlos juntos, en un modelo cronogeográfico, algunas cosas se hicieron visibles.

Así pudimos relacionar las llamadas de la Policía Local y del Ejército y el hecho de que inmediatamente después de estas llamadas, se produjeran disparos en diferentes puntos de la ciudad de manera simultánea. Fue posible cartografiar y poner en evidencia que se había dado una orden, que procedía de estructuras estatales, mientras que la versión oficial acusaba a los narcotraficantes de ser los únicos responsables de lo sucedido. Así pudimos probar la implicación del Estado mexicano.

La arquitectura también es importante en el sentido de que se puede definir como un arte mnemotécnico, como la posibilidad de recurrir a la memoria de los testigos para reconstruir hechos cuando no hay datos telefónicos, imágenes, grabaciones...

También pudimos reconstruir de este modo el interior de un centro de tortura secreto en Siria, Saydnaya, al que nadie había accedido, a excepción de los detenidos, a partir de los testimonios de supervivientes refugiados en Turquía. Y todo ello pese a que muchos no había visto el lugar porque tenían los ojos vendados.

Trabajando con ingenieros de sonido la memoria sonora, la acústica, uniendo los testimonios, pudimos ayudarles a recordar detalles importantes que habían podido olvidar. La arquitectura puede ser un punto de entrada esencial en la memoria, a menudo traumatizada en situación de guerra.

P: ¿Qué quiere decir al definir su posición como de “objetividad comprometida” (engaged objectivity)?R:engaged objectivity

Pensamos que la objetividad no consiste en deshacer situaciones o posiciones subjetivas. La objetividad puede ser considerada como un bien común. Podemos ponernos de acuerdo sobre lo que vemos juntos, aunque podamos debatir sobre lo que eso significa. Podemos encontrar una manera compartida de mirar objetos o hechos. La verdad es una especie de bien común, de recurso común, como el aire, el agua, el planeta, y sucede que este bien común se encuentra contaminado, ya sea por los políticos o las industrias que vierten toxinas en este recurso compartido.

Que una fábrica vierta productos tóxicos en un río no significa que el agua de dicho río deje de existir. Ocurre lo mismo con la verdad. Políticos pueden manipular la verdad, pero esto nos obliga sobre todo a luchar juntos para limpiar este recurso común de contaminación.

La objetividad comprometida es una manera de decir que los conocimientos y los saberes existen y sobre todo que las comunidades víctima de la violencia a menudo son las más válidas para comprender las situaciones y proporcionar los análisis para describirlos y eventualmente combatirlos.

Tomando partido, no fingiendo una falsa neutralidad, dando muestras de solidaridad, se pueden llevar a cabo investigaciones y datos más precisos que permaneciendo en una situación dominante cuando hay conflicto.

Hacer política no es antitético con el hecho de producir saberes, al contrario, puede revitalizar la producción de datos y de conocimientos. Sin interesarse por la política, me parece difícil encontrar la verdad.

Dicho esto, nosotros no disimulamos nada. Si encontramos algo que no habíamos previsto o imaginado, lo hacemos público, pero lo abordamos a partir de nuestra posición o de nuestro compromiso político.

P: ¿Qué significa el subtítulo del libro: “Violencia en el umbral de detección”?

R: Para mí, el umbral de detección define la ventaja de los Estados en términos de conocimientos, de saberes y de medios de obtener informaciones en situación de guerra. La resolución de un dron, en el momento en que mata, es de varios milímetros por pixel. Los grupos procedentes de la sociedad civil que vigilan estos ataques de dron sólo disponen de una resolución de 50 centímetros por pixel.

Esta diferencia entre la resolución de la que dispone el Estado para matar y la resolución de la que dispone la sociedad civil para vigilar supone el espacio del crimen. El crimen ocurre siempre en el interior de este espacio porque los crímenes de Estado necesitan ser negados por activa y por pasiva.

Se produce simultáneamente un crimen contra personas o cosas y un crimen contra la verdad. La violencia de Estado tiende entonces a desplegarse por debajo del umbral de detección, que pude tomar la forma de resoluciones de imágenes o definirse por el hecho de excluir grupos de la sociedad civil de los terrenos que se quiere mantener en secreto. El secreto es esencial al despliegue de la violencia. La contrainvestigación ciudadana debe encontrar el medio de pasar bajo este umbral de detección.

P: ¿Hay que distinguir entre negación, denegación y lo que usted llama glomarization, en alusión al Glomar Explorer, un barco construido por la CIA en los 70 para encontrar un submarino nuclear ruso hundido?  El episodio dio paso a lo que ahora se conoce como Glomar Response, que las agencias americanas “no confirman ni desmienten ni la existencia ni la no existencia” de objetos o de situaciones sobre las que se les pregunta... ¿Se debe combatir del mismo modo estas diferentes maneras de negar algunos hechos?R:glomarizationGlomar ExplorerGlomar Response

La negación no es solo un acto retórico. Depende de las tecnologías sobre las que es posible apoyarse. Depende de las leyes, de lo que la ley obliga a revelar o de lo que prohíbe decir. También depende de su modo de aparición. La ley, la tecnología, la política, los hechos: todo eso cuadra la ecuación en la que la negación se formula y a veces se utiliza como medio de Gobierno.

En esta medida, la negación y la glomarization articulan de manera diferente las tecnologías, la ley, la política y la retórica. La glomarization consiste en negarse a pronunciarse, a decir sí o no.  Es una contratecnología que se enfrenta a la libertad de información, pero esto puede revelar, incluso en el rechazo a afirmar o confirmar que se ha tomado una decisión.

La negación, en el sentido que ha podido darle el negacionista Robert Faurisson, consiste para mí en negarse por ejemplo a un testigo el derecho a decir algo, por que la epistemología elegida para acceder a la verdad sería errónea en sí misma.

La negación ataca menos a los hechos mismos, como sucede con la denegación, como al modo en que estos se manifiestan o relatan. Se trata de una lucha sobre el modo en que la verdad y los hechos se producen, sobre la espistemología misma.

Si tomamos como ejemplo el calentamiento climático, se puede distinguir a los que dicen que no existe y a los que afirman que la ciencia no tiene medios para pronunciarse de manera exacta o fundada sobre la cuestión.

Por tanto, las respuestas que se puede hacer a estas formas de denegación dependen de las situaciones y las articulaciones entre los hechos, las leyes, las retóricas y las maneras en que las denegaciones se formulan y aparecen.

P: Describe su trabajo como político y estético a la vez, pero cuenta el ejemplo de un abogado británico que le explicó que la estética era antitética a la concepción jurídica y legal de la verdad, percibida como simple y objetivamente dada. ¿Cómo se puede lidiar con eso?R:

Cualquier científico conoce la importancia de los hechos y de los signos que manifiestan aquéllos, pero también del modo en que estos se ponen juntos, compuestos o recompuestos, ya sea para convencer a sus pares u obtener financiación. Sin embargo, ningún científico admitiría que la belleza de sus logros puede tener un papel en esto.

En la investigación técnico-legal, todo el mundo sabe que la manera de hacer posible la representación, la potencia de la retórica, la calidad de las imágenes, la potencia de la cartografía, la manera de componer modelos espaciales o de realizar películas, son esenciales. Pese a ello, mantenemos la idea de que existe una pureza de hechos y que los actos de mediación y de representación serían necesariamente manipulaciones.

Sin embargo, afirmamos que los gestos de traducción, de mediación y de representación forman parte de los hechos y no nos alejamos de ellos porque los hechos siempre deben ser compuestos. Cualquier acto de investigación, de composición o de restitución es la a vez político y estético y nos acerca a los hechos más de lo que nos aleja.

Pero es verdad que un abogado me dijo que, ante un tribunal, no debía emplear nuca el término “estética” porque existía el riesgo de que todo el mundo se fuese de la sala.

P: ¿Qué diferencias hace entre su trabajo y el que efectúan los periodistas de investigación?R:

Procede de la historia y de la teoría de la arquitectura. Existía un debate en Israel entre los contrarios a la ocupación de los palestinos sobre la manera de actuar contra esta y formaba parte de los que pensaban que hacía falta construir una máquina teórica que aunara las herramientas de la filosofía y las del periodismo para dotarse de armas para luchar contra la ocupación.

Forensic Architecture es una tentativa en esa dirección que consiste en entrar en la microfísica de los acontecimientos, en la sombra proyectada de la historia y de los procesos culturales sobre las situaciones políticas presentes, las costumbres, las teorías...

No me intereso por el periodismo sin hacer filosofía o por la filosofía sin aspectos periodísticos. La labor de una actividad teórica y política actual me parece que pasa por unir estos enfoques. ______________

Traducción: Mariola Moreno

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