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'Caso Sarkozy' o crónica de una cobardía política

Nicolas Sarkozy, expresidente de Francia, en una imagen de archivo.

La política del avestruz. Desde 2012, pese al caos en Libia, pese a las sospechas de financiación ocultas y los acuerdos de Francia con una dictadura, el poder político ha cerrado continuamente los ojos ante el caso Sarkozy-Gadafi, que presenta los síntomas más graves de un escándalo de Estado. Hasta ahora. Este miércoles, tras 25 horas de interrogatorio, quedaba el libertad Nicolas Sarkozy, sospechoso de haber recibido al menos cinco millones de euros del régimen de Muamar Gadafi para financiar las elecciones que lo llevarían al Elíseo en 2007.

Sin embargo, ante la impasividad francesa, en el extranjero el resto de potencias occidentales, embarcadas en la guerra de Libia hacían frente a su pasado. La constatación es sobrecogedora. En Gran Bretaña, una comisión parlamentaria de Asuntos Extranjeros, integrada en su mayoría por diputados conservadores, investigó sin descanso negando la versión oficial ofrecida por el ex primer ministro David Cameron. En septiembre de 2016, cinco años después de la intervención militar en Libia, la comisión presentaba conclusiones demoledoras, llegando incluso a denunciar el hecho de que la operación, destinada a proteger a los civiles, se había transformado en una “política oportunista de cambio de régimen”.

En Estados Unidos, Barack Obama también admitió, en marzo de 2016, en las columnas de la revista de la revista The Atlantic, que Libia estaba “sumida en el caos” desde la operación militar. Antes de asumir, un mes después, su parte de responsabilidad: “Mi peor error probablemente fue no haber puesto en marcha un plan para el día después de lo que fue, considero, una intervención justificada en Libia”, reconoció en una entrevista concedida a Fox News antes de dejar la Casa Blanca.

Y en Francia… nada. Ni investigación parlamentaria, ni iniciativa política dirigida a interrogar –más allá de los elementos que abarcaba la investigación judicial sobre la financiación de la campaña de Nicolas Sarkozy en 2007– los posibles compromisos políticos, diplomáticos, comerciales o militares al más alto nivel del Estado.

Transcurridos cinco años de presidencia, el propio François Hollande sin embargo no parecía dudar del valor de las informaciones reveladas por Mediapart –socio editorial de infoLibre– y en manos de la Justicia desde abril de 2013. En un párrafo que pasó relativamente desapercibido del libro entrevista Un presidente no debería decir eso…, publicado por dos periodistas de Le Monde Gérard Davet y Fabrice Lhomme en octubre de 2016, el inquilino del Elíseo hacía esta sorprendente declaración, sin rodeos: “Yo, presidente de la República, nunca he sido investigado… Nunca he espiado un juez, nunca le he pedido nada a un juez, nunca me he financiado en Libia…”.

Prueba de que ya era consciente de la gravedad del asunto en julio de 2012, el presidente, tras la extradición de Túnez a Libia, el 24 de junio de 2012, del exprimer ministro de Gadafi, Baghdadi al-Mahmoudi, decía: “Hablamos de este caso [con Moncef Marzouki, presidente tunecino en visita en París]. Deseamos que los dictadores y los que han participado en regímenes corruptos y sanguinarios puedan ser conducidos ante el Tribunal Penal Internacional. Eso vale en todas partes y para todos. Más aún porque la persona concernida, seguramente tenía informaciones que conseguir que serían útiles para conocer determinados flujos”.

Por tanto, ¿por qué se dio continuamente la espalda a las propuestas de la apertura de una comisión de investigación parlamentaria?

Los socialistas no siempre han sido tan timoratos: cuando la izquierda estaba en la oposición instó en numerosas ocasiones a investigar las relaciones franco-libias de la era Sarkozy.

En marzo de 2012, en plenas presidenciales, Mediapart publicó el contenido del documento en el que el vendedor de armas Ziad Takieddine describía las “modalidades de financiación” que pudieron ir a parar a la campaña de las presidenciales de 2007. La diputada Delphine Batho, entonces portavoz de François Hollande, pedía de inmediato a Nicolas Sarkozy que “se explicase sobre la naturaleza de sus relaciones con el coronel Gadafi”. “Pienso que debería explicarse, sobre todo en lo que respecta a la relación con su visita oficial a Libia en octubre de 2005 y la entrevistas que habrían podido tener otra naturaleza. Por supuesto, hablo en condicional. No quiero prejuzgar nada, pero pienso que debería explicarse cuando hay informaciones tan preocupantes”, justificaba entonces la parlamentaria.

Entonces, el portavoz del PS, Benoît Hamon también insistía en la necesidad de esclarecer los hechos: “Si estas revelaciones son verdad, son muy graves”, decía la misma época. Cuestionan la probidad de la campaña de Nicolas Sarkozy en 2007 y demuestran que existió financiación oculta, que los amigos de la UMP han tenido un papel nefasto para la democracia francesa. Que el presidente deja de presentarnos la teoría del complot y que deja de entorpecer a la manifestación de la verdad”

Peticiones de investigación parlamentaria sin respuesta

El exdiputado Christian Paul, en el origen también de una petición de comisión de investigación parlamentaria sobre la aplicación de los acuerdos de seguridad entre Francia y Libia, abundaba en este sentido al justificar la necesidad de inclinarse ante las relaciones franco-libias en su conjunto: “La financiación de la campaña de Sarkozy sería sin duda uno de los agravios más graves en estas relaciones, pero hay más. Las ventas de un material de vigilancia, los acuerdos de defensa y de seguridad que se firmaron con Libia… Y no hablo de la visita de Gadafi a París durante el famoso 14 de julio…”, explicaba. Antes de afirmar que, para que se pueda “pasar página”, sería necesario esclarecer “la forma en que Francia, durante todo este periodo, organizó el amiguismo bajo diversas facetas con las dictaduras en el mundo mediterráneo o en el mundo árabe”, que consideraba “absolutamente escandaloso”.

Sólo que, pese al cambio de Gobierno de 2012, el poder político francés no hizo nada para tratar de reconstruir el puzzle de las relaciones franco-libias. Después de haber accedido al Elíseo, cambiar la mayoría en el Senado y posteriormente en la Asamblea, las escasas iniciativas de parlamentarios socialistas quedaban en letra muerta.

En otoño de 2012, sin embargo, la proposición de abrir una comisión de investigación sobre los secretos libios de la presidencia Sarkozy contó con el varios diputados de la mayoría (Razzy Hammadi, Arnaud Leroy, Sébastien Denaja, François-Michel Lambert, Sergio Coronado, Daniel Goldberg…). Como representante entonces de los franceses en el extranjero (en una circunscripción que incluye a Libia) y secretario de la comisión de Asuntos Extranjeros, Pouria Amirshahi fue una los que actuó como punta de lanza. “Pasamos del beso de la vergüenza, comparable a la prostitución, a la pólvora, a la guerra. La cuestión de una eventual corrupción evidentemente se encuentra muy presente”, declaraba en 2012 a propósito de las relaciones entre Sarkozy y Gadafi, considerando que “este caso había que incluirlo entre los potenciales escándalos de Estado. Hay que saber sin falta si, y cómo, Nicolas Sarkozy utilizó sus relaciones con Gadafi, después la guerra contra él para fines personales”. Su colega socialista Nicolas Bays, exvicepresidente de la comisión de defensa de la Asamblea, justificaba la apertura de una investigación para “las cuestiones que se plantean y que comprometen la imagen de Francia. Francia ha hecho algo más que traspasar el mandato de la ONU durante la guerra”. Pero al igual que las tentativas precedentes, su nueva propuesta formulada en noviembre de 2014 no contó con el apoyo de su propia mayoría.

El poder socialista no se vio alterado por su oposición. Sin sorpresas, durante el quinquenio de Hollande, la derecha sacrificó la exigencia de verdad –incluso sobre la única cuestión de la guerra en Libia– en beneficio de la unidad de su familia política en torno a su expresidente. El regreso de Nicolas Sarkozy a finales de 2014 no debió ayudar a los parlamentarios a emanciparse de la doxa del partido.

Nueve meses después de su victoria de mayo de 2017, Emmanuel Macron se entregó, en febrero pasado, a una de las críticas más vivas de la intervención de la OTAN en Libia, en 2011.

Ante la Asamblea de los representantes del Pueblo (ARP), el presidente francés declaró en esta ocasión que “Europa, Estados Unidos, entre otros, tienen una responsabilidad en la situación actual en Libia […]. No olvido que varios han decidido que había que acabar con el dirigente libio sin que exista un proyecto para la continuación”. Pero Macron, a día de hoy, sigue sin proponer que se esclarezca al completo las condiciones de estallido de la guerra.

Finalmente, ironías de la suerte, la única investigación parlamentaria sobre las relaciones franco-libias la impulsó… el propio Nicolas Sarkozy. En octubre de 2007, después de la épica liberación de las enfermeras búlgaras, el jefe de la oposición de la época, un tal François Hollande, entonces responsable del Partido Socialista, reclamó públicamente la creación de una comisión de investigación para estudiar las condiciones de negociación entre París y Trípoli.

Nicolas Sarkozy respondió favorablemente a dicha investigación, su primer ministro François Fillon estimaba entonces que la investigación permitiría “aclarar con total objetividad la representación nacional sobre los desarrollos recientes de las relaciones entre Francia y Libia, incluido en materia de armamento”.

Tres meses después, entre audiciones secretas y mentiras confesadas del brazo derecha de Nicolas Sarkozy, Claude Guéant, la comisión se cerró con cierto regusto a incompleto. Incluso su ponente, el diputado UMP Axel Poniatowski, reconoció en enero de 2008 que la comisión no había podido “aclararlo” todo. Diez años después, el Parlamento no ha sido capaz de ir mucho más lejos. ____________

Sarkozy, imputado por asociación de malhechores en la campaña que le llevó al Elíseo en 2007

Sarkozy, imputado por asociación de malhechores en la campaña que le llevó al Elíseo en 2007

Traducción: Mariola Moreno

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