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Una movilización feminista sacude Chile

Imagen de la multitudinaria manifestación no sexista celebrada el 6 de junio de 2018 en Santiago de Chile.

El pasado miércoles 6 de mayo, a las 11 de la mañana, en un día frío y soleado, un bulldozer avanza por la Alameda, la avenida principal de Santiago de Chile. La apisonadora, una maqueta concebida por los estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Santiago acaba de derribar –y de demoler– “la objeción de conciencia”, “el micromachismo” o el “patriarcado”, representados en cajas de cartón, que son aplastadas de inmediato.

En el cortejo de esta nueva manifestación a favor de una “educación no sexista” –a la que asistieron a 150.000 personas según la organización, la Coordinadora Feminista Universitaria, y 15.000 según las autoridades locales–, estudiantes, en su mayoría mujeres de menos de 25 años, compiten en originalidad por defender un movimiento considerado la mayor movilización feminista de la historia de Chile. “Somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar”, podía leerse en algunas pancartas.

Algunas llevaban pasamontañas de color burdeos; otras enarbolan el pañuelo verde que simboliza el derecho al aborto libre, seguro y gratuito de sus hermanas argentinas –Argentina votará el miércoles 13 un proyecto de ley sobre la interrupción voluntaria del embarazo–.

En las calles de Chile, las mujeres de edad avanzada tampoco han querido faltar a la cita. Norma Carrasco, de 76 años, también se manifiesta, junto a su marido y con dos pancartas donde se lee: “Nosotras, las abuelas, apoyamos a nuestras nietas”. Se trata de un recordatorio de la larga historia de lucha feminista en el país. “Sufrimos con la dictadura [1973-1990] y, también desde entonces, un patriarcado extremadamente violento”, explica. “Hay que aspirar a algo mejor, a mucho más. Desde los primeros movimientos estudiantiles de 2006, ya no me pierdo una manifestación”.

La autorización del aborto en los llamados “tres causales” (violación, peligro para la vida de la madre o inviabilidad del feto) fue posible en agosto de 2017, después de una intensa lucha, en el último mandato de la expresidenta Michelle Bachelet. Atrás quedaban 28 años de prohibición total y otros tantos de lucha. Una despenalización parcial que, un año después, está lejos de aplicarse.

Esta “tercera ola feminista” (después de las grandes huelgas de las obreras del salitre y el movimiento de las sufragistas en los años 30 y tras el reconocimiento parcial de los derechos políticos y sexuales en los años 80) ha adquirido una magnitud desconocida en defensa de la liberalización mundial de la palabra y del alcance del movimiento #NiUnaMenos que, nacido en Argentina en 2015, lucha contra los feminicidios en varios países de América Latina.

Las protestas estudiantiles en defensa de la educación pública y gratuita de 2006 y 2011 también han contribuido a esta fuerte movilización de la juventud chilena por los derechos de las mujeres. “A las reivindicaciones de entonces en defensa de una educación pública, gratuita y de calidad, le hemos sumado la de la educación no sexista”, explica Lorena Astudillo, portavoz de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres. El feminismo es hoy un elemento que estructura la identidad política en América Latina, más que la filiación política. La crítica del patriarcado concierne a todos los sectores de la sociedad, a partidos políticos tanto de derechas como de izquierdas”.

Cultura de la impunidad

No es no. Qué parte no entendiste, la N o la O”, gritan los y las estudiantes al unísono, solicitando el fin de la cultura de la impunidad. A mediados de abril, coincidiendo con el fallo del caso de La Manada por abusos sexuales que desencadenaba la ira en España, se presentaron varias denuncias de acoso contra un profesor de la Universidad Austral, al sur de Chile.

Se sucedieron numerosas denuncias y testimonios por violaciones, abusos sexuales o acoso contra funcionarios y profesores eminentes (entre ellos el expresidente del Tribunal Constitucional, Carlos Carmona) y las movilizaciones llegaron hasta los bastiones conservadores de la capital, como la Universidad Católica o la Facultad de Derecho de la prestigiosa Universidad de Chile, habitualmente ajena a las huelgas y a las ocupaciones.

El proyecto de educación “no sexista” está dirigido, entre otros, al fin de los centros educativos que segregan por sexos, pero también quiere acabar con las enseñanzas y programas escolares que cuentan una historia del país únicamente desde el punto de vista de los hombres, mientras la asignación de papeles de género todavía se encuentra muy marcado: las niñas y mujeres tradicionalmente  se encuentran asociadas en Chile a la esfera privada. Símbolo del cambio de los tiempos, las movilizaciones han recibido el apoyo del 71% de la población de Chile, según una investigación reciente de CADEM. Según dicha encuesta, el 90% de las mujeres dicen vivir en un país machista, frente al 64% de los hombres.

El Gobierno del presidente conservador Sebastián Piñera decidió, a finales de mayo, anunciar la puesta en marcha de una “Agenda para las mujeres” en 12 puntos, dirigida a reducir las desigualdades entre sexos; proponía una reforma constitucional.

Lorena Astudillo califica el paso de “oportunista, ya que no se incluye ninguna referencia a la educación no sexista. Sólo son viejos proyectos legislativos en curso que saca el Gobierno esperando calmar los ánimos. Además, en el momento de lanzar su plan, el presidente se refirió a las mujeres con un “nuestras mujeres”. ¡Qué escándalo! No somos propiedad de nadie”. __________

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Traducción: Mariola Moreno

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