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Los intelectuales italianos buscan una respuesta a la llegada de la ultraderecha al poder

El ministro del Interior italiano y líder de la ultraderechista Liga, Matteo Salvini.

El nuevo Ejecutivo no ha tardado en enseñar la patita. Un día después de la toma de posesión del nuevo Gobierno, Matteo Salvini salía a la palestra. Desde Vicence, donde el líder de la Liga viajaba por primera vez en calidad de ministro del Interior, el pasado 2 de junio, hacía un llamamiento: “Para los migrantes clandestinos, la fiesta se ha terminado. Preparen las maletas, de forma serena y tranquila, pero preparen las maletas”, clamó entonces entre clamorosos aplausos. Acto seguido arremetía contra las ONG presentes en el Mediterráneo y a las que definió como “asistentes de los traficantes del mar”. Frente a este nuevo gesto de Salvini, un personaje público se dejaba oír. En un vídeo (bajo estas líneas) grabado de forma precipitada, el periodista y escritor Roberto Saviano, visiblemente emocionado, replicaba al ministro del Interior: “Matteo Salvini quiere que personas se ahoguen... Hago un llamamiento a las mujeres y a los hombres en el seno de las instituciones para que le desobedezcan. Desobedeced a este ministro del Interior. Utilizaremos todos los instrumentos que la democracia nos otorga para acabar con esta violencia”.  

Por la virulencia de su tono y la utilización recurrente del “nosotros”, el vídeo de Roberto Saviano se parece mucho a un llamamiento. El escritor, autor de Gomorra, aprovecha su condición de persona conocida para poner en marcha un movimiento. Y mientras Matteo Salvini subía todavía más el tono y bloqueaba el acceso del Aquarius a los puertos italianos, los intelectuales italianos parecen preocupados.

En el pasado, las figuras del mundo de la cultura no dudaron a la hora de tomar posiciones para influir en el debate público. En la era –no tan lejana– del berlusconismo, movimientos como el de los girotondi –iniciativas ciudadanas en defensa de los pilares de la democracia– supusieron un desafío frente al poder de derechas. Hoy, el mundo de la cultura en Italia busca una respuesta frente a este nuevo Gobierno. Se encuentran desestabilizados a raíz de la confusión general provocada, no por las posiciones xenófobas de Mattero Salvini (que eran de prever), sino más bien por el apoyo silencioso y cómplice del Movimiento Cinco Estrellas. Un movimiento que, estos últimos años, había seducido a buena parte de la intelligentsia de izquierdas italiana.

El primero es sumarse al M5S fue Dario Fo. El dramaturgo y Premio Novel de Literatura en 1997 cayó muy proyecto en las redes del movimientoredes. Exmilitante de los grupos extraparlamentarios de izquierdas en los 70, Dario Fo mantuvo una relación de gran proximidad con su fundador, Beppe Grillo. En febrero de 2013, en Milán, días antes de las elecciones, incluso subió al escenario junto al humorista para dirigirse a una multitud enardecida: “No os desaniméis, por favor. Haced lo que no conseguimos hacer nosotros... Dadle la vuelta a todo, dadle la vuelta a todo, por favor”.

Fiel apoyo al movimiento hasta su muerte en octubre de 2016, el Premio Nobel no es un caso aislado. Otro intelectual de renombre internacional, el escritor Errici De Luca también se mostró muy complaciente, en un primer momento, con el Movimiento Cinco Estrellas. En 2015, el escritor incluso definía al movimiento de Beppe Grillo como una “oposición total, radical, que respeta verdaderamente su mandato electoral”. Una proximidad alimentada por la batalla común contra la alta velocidad, que acabará por hundirse después de que Luigi Di Maio se posicione  contra los barcos de las ONG en el Mediterráneo en mayo de 2017 (a bordo de los cuales el líder del M5S proponía que viajase policía judicial).

Si la simpatía de Erri De Lica por el M5S fue, en definitiva, efímera y más bien superficial, otros intelectuales de izquierdas tejieron vínculos más palpables. Por ejemplo, es el caso de Domenico De Masi, profesor de Sociología del Trabajo en la Universidad de La Sapienza de Roma, que después de las elecciones de 2013 redactó varios informes para el M5S. A menudo presentado como el sociólogo de cabecera de los de Cinco Estrellas, Domenico De Masi rechaza hoy esta etiqueta. En su opinión, esta proximidad tenía un único objetivo: hacer que el movimiento se inclinase a la izquierda.

“Siempre he votado el Partido Comunista italiano y sus diferentes vertientes, hasta el PD [el Partido Democrático de Matteo Renzi], explica De Masi a Mediapart (socio editorial de infoLibre). “En las últimas elecciones, voté al Cinco Estrellas con la esperanza de que se aliase con el PD. Algunos intelectuales como yo, críticos con la deriva neoliberal del PD, se aferraron a esta eventual alianza. Queríamos dirigir al PD hacia una dimensión socialdemócrata. En lugar de eso, nos encontramos a día de hoy sin vínculos con el Partido Demócrata, nuestro partido de origen y sin vínculos con el Cinco Estrellas, que ahora es prisionero de Salvini”.

Tender puentes con el movimiento para tratar de hacerlo volverse hacia el “lado correcto”... Otros intelectuales de izquierdas también creyeron en esta estrategia, como Tomaso Montanari, profesor de historia del arte en la Universidad Federico II de Nápoles, presidente de la asociación cultural Liberta e Giusitiza y figura en ascenso de la intelligentsia de izquierdas.

“Nunca voté por el Movimiento Cinco Estrellas, pero me he encontrado al lado de sus militantes en varias batallas, en defensa del medio ambiente o en defensa del paisaje y del patrimonio artístico”, recuerda Tomaso Montanari. Este profesor universitario, tras entrar en contacto con el M5S, también intentó sacar partido de dicha proximidad. “La ambigüedad del Cinco Estrellas era un problema, pero también un recurso porque la alianza con la Liga no era ineluctable. Por mi parte, he intentado hacer pedagogía política, hablar, escribir, dar mi opinión. Otras personas del mundo de la cultura, que se habían alejado del PD, han intentado dialogar con el M5S. Si hubiésemos sido más los intelectuales de izquierdas que dialogaban con ellos, habríamos podido tener más influencia”.

¿Regreso a lo local?

Cuando se ve la facilidad con la que el M5S se alinea hoy con las posiciones de la Liga, resulta difícil de comprender qué pudo atraer a tantos intelectuales de izquierdas. Profesor de Economía en la Universidad de Leeds, en el Reino Unido, Marco Veronese Passarella se muestra comprensivo. “Los integrantes del Movimiento Cinco Estrellas cortejaron a este electorado con propuestas que parecían de izquierdas sin serlo realmente. Pienso por ejemplo en la renta de ciudadanía, que puede marginalizar a algunos grupos de personas y conllevar efectos inflacionistas”.

El profesor, que se define como un marxista crítico, asegura que nunca se dejó convencer por el enfoque del M5S. “Los que apostaron por el Movimiento Cinco Estrellas se vieron seducidos por la perspectiva de tener de nuevo un vínculo con algunas capas de la población, olvidadas por la izquierda desde hace años. El M5S parece haber establecido vínculos con sectores del pueblo y eso es lo que necesita un intelectual porque, de lo contrario, no es un intelectual, es un ermitaño”.

Pese a las buenas intenciones que han animado el diálogo entre una parte de la izquierda intelectual y el M5S, la constatación del fracaso es flagrante a día de hoy. Tras los primeros pasos dados por el nuevo Ejecutivo, Tomaso Montanari no duda en hablar de “clima de acentos fascistas inquietantes”. En cuanto a Domenico De Masi, se refiere al Gobierno Conte como el Ejecutivo “más a la derecha de la historia italiana desde 1946” y aboga por una “oposición militante”. Pero ¿cómo organizar esta resistencia?

En este punto han surgido algunas ideas. Un grupo de 12 escritores –los autores selecciones para el Strega 2018, uno de los principales premios literarios de Italia, publicaron un llamamiento el 18 de junio para pedir al Gobierno italiano que abra de nuevo los puertos a los barcos de las ONG. Pero la iniciativa es aislada y no ha merecido la portada de los periódicos.

Pese a la apatía casi generalizada, los profesores contactados por Mediapart son unánimes: no volveremos a partir de las ruinas del PD. El partido es, para muchos de ellos, culpable de un doble crimen. Primero, de haber llevado a cabo una política económica demasiado liberal y, después, de haber rechazado esta alianza postelectoral con el M5S que habría podido evitar el nacimiento de un ejecutivo amarillo y verde (Liga y M5S).

“No termino de ver cómo podría resurgir el PD”, dice Tomaso Montanari. “El PD ha sido la raíz de esta planta, la causa de este efecto. No han hecho nada de izquierdas en cinco años, al contrario: las desigualdades no han dejado de crecer. En lo que respecta a los migrantes, la política de Marco Minniti [exministro del Interior] era la de los campos en Libia”.

Frente a la derechización progresiva del panorama política italiano, otros miran a formaciones nuevas. Sabina Guzzanti, actriz satírica y realizadora romana que, a comienzos del 2000, combatió el berlusconismo a través de iniciativas públicas, documentales o imitaciones vitriólicas, apoyan hoy al Potere al Popolo (Poder al pueblo), una iniciativa política nacida de un centro social napolitano.

“Están reinterpretando el hecho de ser de izquierdas desde un registro diferente, más contemporáneo”, explica Sabina Guzzanti a Mediapart. “Han reunido a asociaciones de voluntarios, gente que se ocupa de encontrar soluciones concretas a los problemas. Por ejemplo, ayudando a los trabajadores que cobran en negro u ofreciendo visitas médicas gratuitas... Hacen una política real, que es lo que se pide a la izquierda, estar con la gente”. La actriz romana primero declaró abiertamente su apoyo al movimiento en un vídeo y ahora está grabando un documental sobre su experiencia.

Volver a la calle. Este mantra está en boca de todos. Incluso entre los que creen aún en una resurrección de los “viejos” partidos. Es el caso de Dino Amenduni, joven profesor universitario de Comunicación Política y Electoral de 34 años, empleado de una agencia que ha trabajado en varias campañas electorales de centro izquierdas.

“Después de las elecciones del 4 de marzo, decidí viajar por Italia, visitar las delegaciones del PD para comprender el sentir de los militantes”, explica Amenduni. “En todas partes me recuerda que si hay una cosa que la izquierda ha hecho muy poco estos últimos años es estar físicamente con la gente. Y en el desierto generalizado de los últimos años, si ha habido alguien que ha hecho más que el resto, ése es el Cinco Estrellas. Ahora hay que empezar por volver a las sedes locales de los partidos, ir a las asociaciones de la periferia, participar en las fiestas de barrio. Personalmente, es lo que trato de hacer”.

Volver a empezar desde abajo, en una Italia donde “la izquierda ha dejado de existir”, constituye la receta del cambio para Tomaso Montanari que dice: “Necesitamos iniciativas prepolíticas. Para la izquierda, es más importante fundar un comedor social que crear una lista electoral”. Y más aún en la medida que las acciones de campo pueden a veces partir de las dinámicas electorales, como ha puesto de manifiesto un episodio romano reciente. En el octavo distrito de Roma, que cuenta un poco más de 130.000 habitantes, un joven de 30 año afiliado a ningún partido, Amedeo Ciaccheri, causaba sensación al vencer a la derecha y al Cinco Estrellas en la primera vuelta de unas elecciones locales el 10 de junio. Se encontró apoyado por una coalición formada por el PD, pero también Libres e Iguales o varias listas ciudadanas del centro social La Strada, una asociación de apoyo escolar destinada a jóvenes en dificultad del barrio.

“Mi candidatura marca una renovación de la izquierda, partiendo de un nombre que no venía de los partidos tradicionales, pero que se ha visto legitimada por mi activismo local”, precisa Amedeo Ciaccheri, cuya trayectoria recuerda a la de Ada Colau, alcaldesa Barcelona. Hoy, uno de los elementos de resistencia frente a las políticas de derechas de este Gobierno puede proceder de las experiencias que se desarrollan en el centro de las localidades. En cierta medida, como estas ciudades de Estados Unidos convertidas en ciudades santuario porque han resistido frente a la prohibición musulmana de Trump.

El ejemplo quizás va a inspirar a una clase intelectual italiana que, a tenor de las palabras de Dino Amenduni, puede dejar atrás su apatía antes de lo previsto. “Este mundo se ha sentido más a gusto cuando la izquierda o el centro izquierda se encontraba en la oposición en lugar de gobernar”, asegura el especialista en comunicación política. Lo que “no excluye que este mundo, que se he mostrado un poco silencioso en los últimos años, se haga oír de nuevo”.

Traducción: Mariola Moreno

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