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El Reino Unido, en riesgo de parálisis

Varios manifestantes 'antibrexit' ondean este martes banderas frente al Palacio de Westminster, en Londres.

Theresa May ha perdido la apuesta. Al ofrecerle a Boris Johnson la cartera de Asuntos Exteriores en julio de 2016, la sucesora de David Cameron esperaba domar al incontrolable exalcalde de Londres, quien colideró la campaña del Vote for Leave (Vota por salir) de los partidarios del Brexit durante la campaña del referéndum de la primavera de 2016 sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea.

Pero la disciplina de partido no es algo con lo que comulgue Boris Johnson. Incómodo en su papel de jefe de la diplomacia británica y discrepante con la primera ministra en lo que respecta a las negociaciones del Brexit, el diputado seguía los pasos de David Davis, el ministro encargado de preparar la salida del Reino Unido de la UE.

Así y, en lugar de permitir que los rumores fuesen a más, desde el 10 de Downing Street se anunciaba la salida del Ministro de Asuntos Exteriores este lunes, pasadas las 3 de la tarde. Era mejor evitar las distracciones en un momento en que Theresa May se preparaba para presentar a la Cámara de los Comunes su proyecto de “zona de libre comercio” con la UE. El imprevisible Boris había terminado por aceptar dicha propuesta el viernes anterior, durante la celebración del seminario gubernamental organizado por la jefa del Ejecutivo y, esa misma tarde, la primera ministra anunciaba, con aire triunfal, que se había alcanzado un “acuerdo colectivo” en la residencia de Chequers.

Sin embargo, apenas 48 horas después, la supuesta entente cordial entre las dos facciones conservadoras del equipo de gobierno no era más que ficción. David Davis, el ministro para el Brexit, que llevaba amenazando con su marcha desde hacía varios meses, terminaba por dar el paso poco antes de la medianoche. “El interés nacional requiere de un ministro para el Brexit que crea firmemente en su manera de hacer las cosas, no sólo un recluta reacio”, justificaba en su carta de renuncia a Theresa May.

Zona de libre comercio

El lunes por la mañana, en la BBC, Davis explicaba que no había dado su aprobación al proyecto presentado por Theresa May el viernes en el seminario del gobierno de Chequers. La idea de que, después de Brexit, Reino Unido siga vinculado a la Unión Europea por “reglas comunes” votadas por el Parlamento británico con el objetivo de crear una “zona de libre comercio” para el tráfico de mercancías entre la isla y el continente disgusta especialmente a David Davis. “Lo que se presenta como un fortalecimiento de la soberanía (nacional), como una recuperación del control de la Cámara de los Comunes, no lo es”, señaló Davis en la BBC.

El lunes por la mañana, la marcha de Davis por sí sola no parecía capaz de desestabilizar al Gobierno de Theresa May. Este antiguo rival de David Cameron por el control del partido conservador, que hace tiempo que está convencido de los beneficios de la salida de la UE, enseguida se vio superado por la tarea histórica que le confió Theresa May en julio de 2016.

Dos días antes de su nombramiento, David Davis, con fama de camorrista, predijo la negociación casi inmediata de “acuerdos comerciales integrales con los socios favoritos (de Gran Bretaña)”. Estas promesas, completamente alejadas de la realidad, no se han cumplido. Davis se convirtió rápidamente en el eslabón débil del equipo de Theresa May. El pasado mes de septiembre, el nombramiento de Olly Robbins, como responsable del Brexit en el 10 de Downing Street, terminó de marginar a Davis. En los últimos seis meses, el ministro del Brexit sólo se ha reunido durante cuatro horas con Michel Barnier, su homólogo de la UE.

El lunes por la mañana, la primera ministra se apresuró a sustituir a Davis sin el menor atisbo de pánico. Poco antes de las 10:30 de la mañana, desde el 10 de Downing Street se anunciaba el nombramiento de Dominic Raab, ferviente Brexiter, desde enero responsable del Ministerio de Vivienda. No obstante, una vez reasignado el cargo ministerial, la brecha abierta por David Davis en el corazón del Ejecutivo permanece abierta.

La pelea por ser primer ministro

Muy crítico con la propuesta de Theresa May, que el viernes calificó abiertamente de “mierda”, según la prensa dominical, Johnson también dejaba el barco gubernamental. “Johnson ha seguido a [Davis] porque quiere ser primer ministro”, escribía el editorialista de The Guardian Martin Kettle. “Davis renunció por una cuestión de principios. Johnson renunció por interés propio”.

El lunes por la tarde en Westminster se volvían a escuchar rumores de nuevas renuncias y la posibilidad de que, desde las filas de los ultra Brexiters, liderados por Jacob Rees-Mogg, se promoviese una moción de censura contra Theresa May. El desalojo de Theresa May del Gobierno –y su reemplazo por un Brexiter puro–, la convocatoria de elecciones legislativas, el regreso del Partido Laborista… a menos de nueve meses de la salida prevista del Reino Unido de la UE, todos esos escenarios son plausibles. Sin embargo, ninguno permitiría desbloquear automáticamente la parálisis causada por el Brexit.

La ruptura radical y brutal con la UE con la que sueñan Jacob Rees-Mogg y los aproximadamente 60 miembros del European Research Group es un proyecto minoritario. Pero tampoco hay mayoría a favor de mantener al Reino Unido en el mercado único europeo. En cuanto a Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista, sigue convencido de que el Brexit marcará el punto de partida de una “revolución socialista”...

A la izquierda y a la derecha, dos años después de la victoria del leave en las urnas, la salida de la UE sigue haciendo fantasear a una parte importante de la clase política, aunque ningún líder es capaz de aplicar el Brexit sin causar profundos y duraderos trastornos en la vida de los británicos. _____________

Traducción: Mariola Moreno

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