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Así se prepara Manuel Valls para la 'conquista' de Barcelona apoyado por la derecha

El ex primer ministro de Francia, Manuel Valls.

Ludovic Lamant (Mediapart)

Repite que aún no ha tomado una decisión. "Me doy todavía unas semanas de reflexión", hacía saber Manuel Valls al diario El País el pasado 19 de julio. El ex primer ministro francés ha previsto anunciar, en septiembre, si se lanzará o no a la carrera para hacerse con la Alcaldía de Barcelona, a la vista de las elecciones municipales que tendrán lugar en mayo de 2019.

En todo caso, Valls parece muy "motivado", según las palabras de Inés Arrimadas, la líder de Ciudadanos en Cataluña. El partido liberal de derechas, aliado de La République En Marche! (La República en Marcha) en Francia, ha propuesto al ex primer ministro ser su candidato en Barcelona. "Debe tomar la decisión, que no sólo es política, sino personal, de lanzarse en una aventura que sería fantástica e inédita", se entusiasmaba Arrimadas a mediados de julio.

A lo largo del verano, Valls ha estado consultando a diestro y siniestro: el ex socialista amontona cenas en la capital catalana, se reúne con jefes de partido, directores de medios de comunicación y empresarios. Con un grupo de unos quince asesores que militan por su candidatura, Valls trata de diseñar una estrategia para hacerse con la Alcaldía de la segunda ciudad de España, donde nació en 1962 antes de instalarse, muy joven, en Francia.

Tan pronto como se lanzó la hipótesis de la candidatura de Valls, las figuras políticas locales comenzaron a prepararse para la batalla. "Parece que algunos están desesperados buscando nombres famosos", ironizaba la actual alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. También ha criticado las posiciones "reaccionarias" de Manuel Valls sobre la cuestión migratoria, añadiendo: "Llama la atención que Manuel Valls no viva en Barcelona". Por su parte, el candidato socialista, Jaume Collboni, apuntaba: "La Alcaldía no puede ser un premio para carreras frustradas".

Por parte de la esfera independentista, el tono es más severo frente a lo que algunos consideran, en términos futbolísticos, un "fichaje galáctico" o "un traspaso fenomenal". Para el conservador Xavier Trias, alcalde de la ciudad catalana por CiU entre 2011 y 2015, Valls es simplemente "un facha", en referencia a su férrea defensa de "la unidad de España". Por su parte, Alfred Bosch, portavoz municipal de Esquerra Republicana, estima que "Barcelona no es un pista de aterrizaje para paracaidistas".

Esta fría bienvenida no parece desalentar al franco-español. Citando fuentes internas de Ciudadanos, La Vanguardia aseguraba que Valls tiene el "96%" de posibilidades de convertirse en candidato. En las sedes de los partidos catalanes, que ya se están preparando para la campaña del próximo año, las especulaciones no cesan. "Tengo la impresión que será candidato, ha multiplicado sus tomas de contacto con personas de primer rango, en numerosos sectores, su agenda está muy estudiada", asegura a Mediapart Ramón Luque, un dirigente de los comúns que trabaja en la reelección de Ada Colau.

"Ha superado una serie de etapas precisas que me hacen pensar que va a presentarse", agrega Carlos Prieto, coordinador de Política Municipal del PSC. "El pasado mes de mayo, tenía el 80% de posibilidades de ganar. Ahora, con la llegada de los socialistas al Gobierno, la situación se anuncia más difícil", atempera, bajo el sello del anonimato, un político catalán que ha propuesto sus servicios a Manuel Valls. "Hace tres meses parecía más probable que hoy", evalúa el editorialista de La Vanguardia Enric Juliana.

"Nos gustan las cosas pintorescas"

"Hay una cierta expectativa por parte del mundo empresarial y del establishment. Estos sectores son los huérfanos del antiguo partido Convergència, que se ha radicalizado estos últimos años en su defensa de la independencia. Hay un electorado decepcionado a conquistar y Valls tiene los medios para ocupar ese espacio político del orden. Aquí, nos gustan las cosas pintorescas. Que un francés, ex primer ministro, que además habla catalán, desembarque, nos llama la atención. Otra cosa es saber si esto funcionará...", analiza el periodista Roger Palà, en la web de investigación Crític.

¿Valls, candidato del "orden", frente a la "izquierda populista" de Ada Colau? El diputado francés se impuso en el debate público español en medio de la tormenta independentista. Se convirtió, en diciembre de 2017, en una de las voces más fuertes en contra del procès de Carles Puigdemont y de sus aliados. Sus vigorosas intervenciones en defensa de "la unidad de España" marcaron sus intervenciones en programas de televisión como Espejo Público, de Susanna Griso; en conferencias con diputados, de izquierda y derecha; o en reuniones organizadas por la Societat Civil Catalana (SCC), una plataforma que reúne a los opositores de la independencia catalana.

El punto culminante de esta guerra relámpago contra los partidos independentistas –que no funcionó en las urnas– se produjo cuando Valls intervino en una sala repleta, el 16 de diciembre, al lado de Albert Rivera, líder de Ciudadanos, o incluso de Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura con posiciones políticas muy conservadores (ver el siguiente vídeo). Según el diario El Mundo, responsables de la SCC se acercaban a Valls desde aquel día para hablarle de una eventual candidatura al ayuntamiento. Por aquel entonces, "les miraba con la boca abierta y rechazaba la oferta".

"Dudo de la competencia de Valls en un contexto municipal"

En marzo de 2018, su posición ya había evolucionado. Asiste a una manifestación en las calles de Barcelona en defensa de la Constitución española, y se deja cortejar por Albert Rivera, que se encontraba en aquel entonces en lo más alto en los sondeos. Rivera sabe que su partido necesita personalidades de primera línea. Su aliada, Inés Arrimadas, es la líder consolidada de Ciudadanos en Cataluña. Pero en lo que concierne a la ciudad catalana, sólo cuenta con segundas opciones para las próximas elecciones municipales, como una exdiputada autonómica del PP, Carina Mejías. "El banquillo de Ciudadanos es tan pobre que ni siquiera tiene un candidato sobre el terreno", ironiza Ramón Luque.

Desde entonces, Valls duda a la hora de manifestarse sobre su decisión final. Discreto en la escena política francesa, eclipsado por el ascenso de Emmanuel Macron, el exalcalde de Évry sabe que Barcelona, ciudad de resonancia mundial, sería una ocasión formidable para relanzar su carrera. A sus ojos, sería "un compromiso en otro país en nombre del ideal europeo"; en resumen, una manera de "simbolizar Europa por la evidencia". Pero también es consciente de que un fracaso en España, tras su disputada victoria –y también polémica– en la circunscripción de Évry en las legislativas de 2017, complicaría aún más el futuro de su carrera política.

En su camino hacia la alcaldía, aparecen dos obstáculos nada desdeñables. En primer lugar, Valls aparece identificado en el debate por su defensa de "la unidad de España". Pero el escrutinio de 2019 podría jugarse también sobre otros asuntos. "En Barcelona, las municipales siempre se han centrado en debates locales. ¿Qué obras hay que poner en marcha? ¿Cuál será la próxima línea de metro? Por tanto, las próximas elecciones no estarán marcadas necesariamente por el procès. Nada hace pensar en estos momentos que será un tema decisivo. Y dudo de la competencia de Valls en este contexto", analiza el periodista Roger Palà.

Valls ha tropezado ya con una primera trampa. Durante una entrevista concedida a la radio catalana –realizada por un periodista que no esconde sus convicciones independentistas–, el ex primer ministro francés no supo decir cuántos barrios conforman Barcelona, ni qué barrios registran la renta per cápita más baja. Desde entonces, representa el estereotipo de un francés que desconoce completamente la ciudad. En una parodia difundida en TV3 en el programa Polònia, aparece en el interior de un coche descubriendo la existencia del mar en Barcelona… (ver el siguiente vídeo).

La otra dificultad es más bien estructural. En unos meses, el paisaje político español ha cambiado totalmente. El socialista Pedro Sánchez, ahora a la cabeza del Ejecutivo, hace gala de una política más conciliadora que su antecesor, Mariano Rajoy, frente a la cuestión catalana. Por frágiles que sean, los sondeos, escrutados minuciosamente por los equipos políticos, esbozarían un colapso de Ciudadanos en Cataluña, en beneficio del PSC.

En lo que concierne al PP, el nuevo presidente Pablo Casado mantiene una posición intransigente, comparable a la de su adversario Albert Rivera, respecto a la cuestión catalana. En definitiva, los días felices de Ciudadanos, que se situaba a la cabeza de los sondeos la pasada primavera, tras su engañosa victoria en las elecciones autonómicas de diciembre de 2017, parecen ahora cosa del pasado. "El escenario actual no tiene nada que ver con el de hace tres meses. El PSOE está en el Gobierno, el PP trata de revitalizarse como fuerza de oposición con un perfil joven. Para Ciudadanos, el escenario ha cambiado totalmente", resume Enric Juliana.

Consciente de esta doble dificultad, Valls ha puesto en marcha, junto a su entorno, una estrategia inesperada. Quiere parecer menos incisivo sobre la cuestión de la independencia, integrando entre sus apoyos a los llamados "catalanistas". Ciudadanos que, sin ser independentistas, reconocen las especificidades de una historia y de una identidad catalanas. "Tendré el apoyo de Ciudadanos [si soy candidato], pero no quiero ser el candidato de un solo partido", ha explicado ya el ex primer ministro francés.

Dicho de otro modo, Valls sueña con una plataforma transversal que abarque desde la derecha dura "españolista" (PP incluido) al centro-izquierda "catalanista" protagonizado, en especial, por los socialistas del PSC. "Si solo es el candidato de los anti-indepe, no podrá ganar en Barcelona. Debe hacer campaña alabando a la gran metrópolis europea", resume Carlos Prieto.

Por este motivo, la pasada primavera, Valls se apresuró a conocer al líder del PSC, Miquel Iceta, y a su candidato para Barcelona para 2019, Jaume Collboni. Sin sorpresas, rechazaron la oferta de crear una alianza antes de las elecciones, convencidos de que el PSC cuenta con los medios suficientes para hacerse con la Alcaldía de Ada Colau.

"Nosotros queremos una campaña que hable de los problemas de los ciudadanos, del alojamiento, de la limpieza de las calles, de la convivencia en los vecindarios", avanza Carlos Prieto. "Tenemos la impresión de que Valls no conoce tan bien la ciudad, su introducción en la política local nos deja pensar que no hablará de Barcelona, sino de otras cosas. Es legítimo, pero no es nuestra posición".

Josep Ramon Bosch, el controvertido consejero

Tras este fracaso, Valls busca ahora seducir a los partidos catalanistas, como Lliures. Hasta ahora, con pocos resultados. Más allá de los vínculos con el mundo económico, también busca esta últimas semanas ganarse el apoyo del mundo cultural. Ha cenado con los escritores Nuria Amat y Javier Cercas, o el arquitecto Óscar Tusquets.

Pero estas tomas de contacto no deben esconder lo esencial: Valls se apoya especialmente en las redes de derechas –incluso de la derecha más dura– para construir su plan. "Valls va a construir una narración en torno a una Barcelona neoliberal, contra la populista de Ada Colau… Va a personificar la batalla, como si fuera el único capaz de acabar con Ada Colau. Lo que volverá a polarizar los problemas en torno al eje derecha-izquierda más tradicional, lejos de los debates sobre la independencia: serán los neoliberales con Valls contra la izquierda de Colau", prevé Ramón Luque, que se frota las manos con anticipación.

Manuel Valls se ha acercado a un grupo de empresarios en la treintena, Twenty50, donde aparece Xavier Cima, un exdiputado de Convergència, ahora en el sector privado, conocido en Barcelona por ser el marido de Inés Arrimadas. Valls trabaja también con las redes del PP, a pesar de que no obtuvo más que un 4% de los votos en las elecciones de 2017.

Esta operación de seducción también tiene sus inconvenientes. Como la cena organizada a finales de mayo en el domicilio barcelonés del empresario Marian Puig, que dirige uno de los lobbies patronales lobbies más influyentes de la ciudad, en compañía de personajes como Màrius Carol, el director de La Vanguardia.

Crispado por los comentarios de ciertos invitados, que se mostraron críticos con la gestión de la crisis catalana por parte de Madrid, Valls aseguró, furioso, según explica Abc: "Todo es culpa vuestra [...]. Os quejáis todo el tiempo, pero no habéis hecho nada. Sois la burguesía catalana, la élite del país, y no habéis hecho nada. Una burguesía que no lidera, que no guía, no es una burguesía: sólo es un club de petulantes y de ricos".

Además del apoyo de Ciudadanos, Valls cuenta especialmente con el soporte de la máquina de guerra de Societat Civil Catalanamáquina de guerra. De nuevo, se trata de una arriesgada apuesta, pues esta organización es de lo más variopinto. Bajo el pretexto de encarnar la oposición a la independencia, la SCC abarca desde la extrema derecha "españolista" y nostálgica de Franco, hasta miembros conservadores más moderados, desestabilizados por el giro independentista de Cataluña estos últimos años.

El diario El Mundo presenta al primer presidente de la SCC, Josep Ramon Bosch, como el cerebro de la Operación VallsOperación Valls. Según este periódico, Bosch es el responsable de la construcción de la agenda de Valls en Barcelona desde abril, le presenta a empresarios y periodistas, y trata de convencerlo para que sea candidato. Pero Josep Ramon Bosch está lejos de ser un desconocido en Barcelona. Antes de presidir la SCC, Bosch, cuyo padre militó en el Frente Nacional [antigua Fuerza Nueva], el principal partido de extrema derecha en España tras la muerte de Franco, cofundó en 2011 Somatemps, un colectivo de extrema derecha que defiende "la identidad hispánica de Cataluña" y, años después, se convirtió en uno de los miembros fundadores de la SCC.

"Los orígenes de la SCC, cuando era una plataforma muy minoritaria, están claramente ligados a la extrema derecha. De ahí viene Josep Ramon Bosch", resume el fotoperiodista Jordi Borràs. Conocido por sus convicciones independentistas, Borràs es el autor de una investigación contra la SCC que pone en evidencia los lazos entre esta última y la extrema derecha (Desmuntant Societat Civil Catalana. Ediciones Saldonar, 2017). "Bosch encarna una versión del nacionalismo español heredada del carlismo. Es un tipo de extrema derecha, que apuesta, por razones tácticas, por un nacionalismo español transversal", insiste, refiriéndose a la reaccionaria corriente política del siglo XIX en España. Borràs está en el origen de la dimisión de Bosch de la presidencia de la SCC en 2015. En un artículo de Borràs –publicado en plena campaña electoral en 2015–, Bosch, que también militó un tiempo en el PP, es acusado de haber insultado y difamado a varias figuras del independentismo catalán, utilizando una página falsa de Facebook. Él siempre negó estas acusaciones, pero la presentación de una denuncia –que no tuvo éxito debido a la prescripción de los hechos–, le obligó a renunciar a su cargo. ¿Valls conocía en detalle el pedigrí de su asesor antes de trabajar con él? Preguntado por Mediapart para aclarar estas cuestiones, Manuel Valls no ha respondido.

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Quizás el caso de Bosch no sea el único defecto de la candidatura de Valls. El pasado mes de diciembre, la web El Nacional reveló que un lobby patronal había solicitado financiación a varias empresas del Ibex 35 para cubrir los gastos de una de las giras de Valls –estimada en unos 40.000 euros– contra la independencia. Mientras, el político francés tiene por costumbre alojarse en el lujoso hotel Alma, en el barrio del Eixample, durante sus frecuentes visitas a Barcelona –tendrá que mudarse definitivamente a la ciudad si decide ser candidato–. Así, la cuestión de la transparencia de la financiación de la precampaña de Valls, actualmente diputado en la Asamblea Nacional de Francia, se adivina también como un tema sensible. ___________Versión y edición española : Irene Casado Sánchez.

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