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La arrolladora victoria de la ultraderecha en Brasil polariza las elecciones presidenciales

El candidato ultraderechista, Jair Bolsonaro, este domingo.

Los simpatizantes celebraban el resultado, frente a la casa de Bolsonaro, antes incluso de que se hubiesen dado a conocer los resultados oficiales. Una sucesión de buenas noticias, que anunciaban una ola pro-Bolsonaro en todo el país, los dejó eufóricos. La música no lograba acallar los gritos de guerra vociferados al unísono y la cerveza corría sin moderación. En el centro de la ciudad, un pequeño grupo anti-Bolsonaro contenía entonces la respiración, tenso. Las pocas cervezas abiertas servían más para mitigar el estrés que para la celebración. En esos momentos todos temían la victoria en la primera vuelta electoral del excapitán del Ejército en unos comicios sin precedentes, ya marcados por el encarcelamiento de Lula y por la agresión con un arma blanca de Bolsonaro.

La presión terminó bajando alrededor de las 20.00 horas: Fernando Haddad, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), pasa a la segunda vuelta. Según el escrutinio final, Jair Bolsonaro ha logrado el 46,06% de los votos; Fernando Haddad, el 29,24%. Como siempre desde 1989, las elecciones se polarizaban entre el voto de los partidarios del PT y los antiPT. Pero esta vez, sin embargo, la división es mucho mayor y el rival ha cambiado: la extrema derecha puede llegar al poder. Frente a la casa de Bolsonaro, la atmósfera seguía siendo festiva, pero la decepción era palpable. En las redes sociales se denuncia un fraude a gran escala que supuestamente le habría restado a su candidato el 4% de los votos necesarios para alcanzar victoria.

Encendidos por las declaraciones de su candidato, que cuestionó la fiabilidad de las urnas electrónicas antes de las elecciones, algunos partidarios del líder de ultraderecha se sintieron agraviados, a pesar de la gran victoria, impensable meses antes. La extrema derecha mantuvo esta duda hasta el final, a pesar de que los sondeos les eran muy favorables, para “movilizar al mayor número posible de electores desde el mismo domingo, en caso de que no lograse la victoria en la primera vuelta. Esto encaja perfectamente en el discurso de un sistema podrido con el que supuestamente Bolsonaro tiene que acabar”, dice Adriano Codato, profesor de la Universidad de Parána (UFPR).

Apenas concluida la primera vuelta, se marcaba el tono: la próxima campaña se anuncia ya extremadamente violenta. “Bolsonaro llevará el debate al nivel de la moral y recitará su discurso anticorrupción y antisistema. No quiere discutir propuestas, sino busca convertir la segunda vuelta en un plebiscito anti-PT”, enfatiza.

“El mensaje de los votantes es claro: están furiosos y quieren marcar la diferencia”, dice Mauricio Santoro, profesor de la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ), que enumera los éxitos de la extrema derecha en las elecciones parlamentarias y de gobernadores estatales.

Bolsonaro no es un fenómeno aislado; el partido al que se unió pocos meses antes de las elecciones tenía sólo ocho diputados en 2014. Este domingo resultaron elegidos 51 parlamentarios, convirtiendo al PSL (Partido Social Liberal) en el segundo grupo parlamentario de la Asamblea, sólo por detrás del PT. “Han logrado presentarse como rebeldes contra el sistema y han sabido navegar perfectamente entre el descontento resultante de los escándalos de corrupción”, continúa Mauricio Santoro. El resultado del histórico rival del PT, el PSDB, que no ha logrado superar el 5% de los votos, es sintomático del rechazo de la clase política tradicional. Marina Silva, la eterna tercera vía, se ha hundido por completo (1% de los votos).

De los 40 millones de brasileños que apoyan a Bolsonaro, no todos son partidarios de la dictadura o de su retórica racista, homofóbica o sexista. Algunos tienen miedo a perder sus privilegios, otros quieren defender valores morales que se supone que están en peligro o ya no toleran la violencia que asola el país. El candidato también seduce a los jóvenes, que no vivieron la dictadura y están indefensos ante las actuales dificultades económicas, que nunca han conocido las crisis sistémicas por las que el país pasaba regularmente antes del paréntesis del PT...

Entrevistado en Radio Piauí, Miguel Lago habla de un “candidato de extrema derecha, mitad payaso, mitad fascista”, que encaja perfectamente en el espíritu de la época. Pero, a diferencia de otros líderes populistas, “no ha hecho concesiones en su discurso radical para alcanzar el centro. Y ahora que el adversario designado es un petista, no debe hacer ninguna de ellas”. Por lo tanto, Bolsonaro intensificará sus ataques y la polarización que ya está desgarrando al país puede empeorar.

Los desafíos de Haddad

Para ello, cuenta con una red de comunicadores muy bien estructurada, que es el motor de su éxito. Si bien las noticias falsas no son exclusivas de la extrema derecha, ésta sí hace un uso sin complejos de ellas, especialmente en WhatsApp. La semana anterior a la primera ronda, se envió un mensaje alarmista a los padres sobre una supuesta distribución de biberones con tetinas con forma de falo que supuestamente debían “hacer que los niños aceptaran la homosexualidad desde una edad temprana”. Fue uno de los más compartidos en la aplicación de mensajería instantánea, principal fuente de información a dos tercios de los brasileños. Y esto en un momento en el que el desarrollo de las ofertas móviles que permiten el acceso a la aplicación sin internet hace imposible que los usuarios puedan comprobar la información, ya que no pueden hacer clic en los enlaces. “Y luego, el sentimiento de desconfianza y rabia hacia el sistema también se aplica a la prensa. Como resultado de todo ello, los votantes están obteniendo información a través de este canal, que se considera más independiente”, agregó Mauricio Santoro. Tras conocerse los resultados, Bolsonaro no se expresó ante los periodistas: simplemente contentó con un live en su página de Facebook.

La escritora Eliane Brum dice que se trata de una nueva era, la de la “autoverdad”, en la que manifestando cualquier cosa, incluso de forma violenta, Bolsonaro y sus partidarios son considerados más honestos que otros políticos calificados de "mentirosos profesionales”. Después de la histórica movilización de mujeres en todo el país el 29 de septiembre, las redes de Bolsonaro demostraron su eficacia: unas pocas noticias falsas y la distribución de fotos de manifestantes en topless fueron suficientes para socavar la credibilidad de todo el movimiento entre el público conservador. Después de la manifestación, Bolsonaro incluso aumentó ligeramente las intenciones de voto de las mujeres.

Por parte del PT, el reto es enorme. Aunque después del encarcelamiento de Lula logró establecerse como un partido antisistema después de 14 años en el poder, debe convencer a los militantes irreductibles más allá de su base. Mientras que Ciro Gomes (12% de los votos) ya ha anunciado que “luchará por la democracia”, declarando implícitamente su apoyo a Haddad, los votantes de los otros candidatos parecen más difícil de convencer. A pesar pasar a la segunda vuelta, el partido está muy debilitado.

Para ganar, Haddad debe comportarse como un estadista que quiere gobernar por todo el país, no como “la farola de Lula”. “Por encima de todo, tenemos que convencer a un centro dividido y hecho añicos; el resto de la izquierda debería apoyarlo con la nariz tapada”, analiza Maurício Santoro. Más bien conciliador, a Haddad de momento no le ayuda un ala más extrema del PT, que ha multiplicado las declaraciones tendenciosas durante la campaña. El apoyo inquebrantable a Venezuela o el anuncio de la inminente liberación de Lula no son bien recibidos por los votantes del centro, que perciben a los dos candidatos como peligros equivalentes.

Haddad debe tomar las riendas de su partido sin preocuparse por Lula. No tiene más tiempo que perder, debe proponer un plan de seguridad, de economía... Su mayor dificultad no es tanto el antiPT como la necesidad de cambiar el eje del debate que propondrá Bolsonaro, que busca la demagogia”, explica Adriano Codato. “Es más fácil bombardear a un enemigo que convencer a los votantes con propuestas fuertes. Para que eso ocurra, el partido debe ganarse la confianza del electorado y no puede decirse que esa sea la fuerza del PT en este momento”, agrega.

En un debate a dos, cabe esperar que muestre las contradicciones de su oponente en un intento de captar nuevos votantes o atraer a algunos del 29% de los brasileños que votaron nulo, en blanco o se abstuvieron. “Por otro lado, aunque logre aliarse con todos los anti-Bolsonaro en nombre de la defensa de la democracia, por ejemplo, los indecisos pueden inclinarse hacia el otro lado interpretándola como una alianza del sistema contra la supuesta renovación”, señala Maurício Santoro.

De todos modos, Fernando Haddad no tiene elección; si no convence, tiene tres semanas para lograr el consenso. Bolsonaro tiene el mismo tiempo para consolidar su aplastante victoria de la primera vuelta.

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Traducción: Mariola Moreno

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