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Las sombras chinas de la economía mundial

Combo de dos imágenes donde están el presidente de EE.UU. Donald Trump y el presidente de China Xi Jinping

Por tercera vez desde la primavera pasada, el Banco Popular de China modificaba el pasado 8 de octubre la normativa bancaria, reduciendo las reservas mínimas obligatorias de los bancos comerciales. Se espera que esta nueva relajación de las normas libere unos 750.000 millones de renminbis —la moneda oficial en China—, alrededor de 100.000 millones de euros, que faciliten la financiación de la economía. ¿Cuál es el estado de la economía china para que el Gobierno y el Banco Central puedan flexibilizar las reglas bancarias durante meses y tratar a toda costa de reactivar el crédito? No se encuentra en su mejor momento, desde luego.

Aunque las autoridades chinas mantienen que el crecimiento de China será del 6,8% este año, todo indica que la máquina económica comienza a darmáquinasíntomas de averíaavería. Las últimas cifras, publicadas el 19 de octubre, reflejan una ralentización mayor de lo esperado. En apariencia, nada alarmante: la actividad creció sólo un 6,5% en el tercer trimestre, frente al 6,7% del trimestre anterior. Pero se trata del crecimiento más lento registrado desde la crisis de 2009.

Los síntomas de tensión se acumulan en todos los sectores. En septiembre, las inversiones en el sector inmobiliario, en industria e infraestructuras, piedras angulares del crecimiento de China, cayeron a sus niveles más bajos, según las últimas estadísticas oficiales. La producción industrial disminuye. El consumo está en retroceso por doquier, las ventas de automóviles han disminuido un 12% desde principios de año, las ventas por internet están disminuyendo, al igual que las ventas al por menor. En cuanto al mercado inmobiliario, se halla en fuerte retroceso.

El malestar es aún más pronunciado en el mercado de valores, en su nivel más bajo desde la crisis de 2015. Este declive acelerado plantea importantes retos a las autoridades chinas: todos los ahorros de la clase media se invierten directa o indirectamente en dicho mercado de valores. De modo que, a medida que la caída continúa, serán muchos los que tal vez pretendan retirar sus ahorros lo antes posible, como ya ocurrió en 2015, para ahorrar lo que puedan... a riesgo de acentuar todavía más el hundimiento del mercado de valores.

Un escenario terrorífico para las autoridades chinas. Porque el sistema financiero y crediticio se ha desarrollado con la entrega de acciones como garantía. “Los reguladores temen un riesgo sistémico. Porque si los mercados de valores siguen cayendo, los bancos se verán obligados a recurrir a los grupos porque el valor de sus garantías habrá caído, lo que podría llevar a ventas masivas”, advierte Jackit Wong, analista del banco de inversiones Mitsubishi UFJ Financial Group. Las autoridades del Banco de China y el regulador, muy preocupados, emitieron una declaración conjunta el 20 de octubre para reiterar su apoyo a los mercados. Prometen nuevas medidas de flexibilidad financiera con el fin de ayudar a los grupos en dificultades, especialmente a aquellos que han pignorado sus acciones como garantía.

Pekín insiste en la responsabilidad del Gobierno de Estados Unidos en las dificultades por las que atraviesa en estos momentos. Y, cada día, el tono se eleva un poco más entre Washington y Pekín. Después de gravar el acero, el Gobierno de EE.UU. impuso, en agosto, un recargo a los 200.000 millones de dólares en importaciones chinas. Y ahora Donald Trump amenaza con nuevos impuestos a otros productos importados de China, si Pekín no se muestra más conciliador.

De momento, esta guerra económica entre Estados Unidos y China no se percibe en las cifras. Las compañías navieras han informado de los aumentos espectaculares registrados en los cargamentos en las últimas semanas. Las exportaciones totales de China crecieron un promedio del 11,7% en el tercer trimestre. El déficit de EE.UU. con Pekín aumentó aún más en octubre hasta alcanzar un nivel récord de 31.050 millones de dólares (26.880 millones de euros) en agosto, lo que supone un +19% que en agosto de 2017.

Para algunos analistas, es sólo cuestión de tiempo: las represalias estadounidenses afectarán inevitablemente a la economía china. El aumento de las exportaciones en las últimas semanas reflejaría las compras cautelares, antes de que entraran en vigor los recargos aduaneros. Algunos analistas, entre ellos los de Macquarie Capital Bank, consideran que las exportaciones chinas caerán entre un 5% y un 10% en los próximos meses. JP Morgan prevé que las exportaciones empiecen a disminuir a partir de 2019 y que el crecimiento chino se reduzca alrededor del 6%.

Hace más de diez años que China ha dejado de ser una economía dependiente únicamente de sus exportaciones: dos tercios de su producción se destinan a satisfacer la demanda interna. Pero los ataques de Donald Trump a Pekín llegan en un momento en que la economía china se encuentra en una situación de gran vulnerabilidad. “Todo tipo de riesgos y problemas acumulados en el pasado reaparecen ahora. Es un proceso inevitable pero que debe ser abordado racionalmente”, explicaba Liu He, principal asesor económico del presidente Xi Jinping, en una entrevista con la agencia de noticias Xinhua News. Antes de asegurar que, a pesar de las dificultades del momento, China tenía “un futuro porvenir por delante”.

Hace varios años que las autoridades chinas intentan cambiar de modelo, lo que le permitió expandirse a un ritmo sin precedentes, pero a base de acumular deudas hasta unos volúmenes históricos. La deuda privada es superior al 250% del PIB, según los cálculos del FMI; para calmar la situación, el Gobierno trata de tomar gradualmente el control del sistema financiero.

A mediados de 2017, el Banco Central cerró el grifo de la liquidez, poniendo fin a su política monetaria ultralaxa, que tuvo que reanudar en el verano de 2015 para evitar una nueva crisis financiera. Se han impuesto nuevas normas a los bancos para contener mejor el crédito y la especulación y obligarles a pagar sus deudas incobrables.

Este endurecimiento monetario, aunque gradual, ha desestabilizado a las finanzas chinas. Sobre todo porque se ha desarrollado toda una financiación en la sombra muy especulativa, junto con los bancos comerciales tradicionales y que amenaza al conjunto. Al menor resbalón, el peligroso andamiaje financiero chinoandamiaje puede saltar por los aires.

A comienzos de 2018, el Gobierno chino comenzó a alarmarse: el crecimiento mostraba peligrosos signos de debilidad. El mercado inmobiliario parecía estar a punto de estancarse; las inversiones en infraestructura, dirigidas por las autoridades locales, estaban disminuyendo drásticamente, mientras que el Gobierno central había limitado su capacidad de endeudamiento; las empresas, en particular los grupos públicos locales, ya no podían cumplir con sus plazos de pago y algunas se declararon en quiebra.

Como resultado, el sistema financiero sufrió convulsiones. Los mercados bursátiles cayeron, los mercados de bonos se cerraban y los bancos veían su estabilidad financiera deteriorarse peligrosamente, mientras que sus balances acumulaban deudas incobrables y préstamos impagados.

La caída del renminbi

Y lo que es más grave aún, China se enfrentaba a una verdadera fuga de capitales, vinculada tanto al miedo a la recesión como al miedo de muchos oligarcas y grandes fortunas a que el sistema chino se endureciera a medida que el presidente Xi Jinping reforzaba su poder absoluto sobre el país. En pocos meses, más de 200.000 millones de dólares salieron del país para refugiarse en algún lugar en el extranjero o en un paraíso fiscal considerado más seguro. Como resultado de estas fugas, el renminbi se depreció rápidamente, perdiendo casi el 10% de su valor frente al dólar.

Ante el rápido e inesperado deterioro de la situación económica, las autoridades sólo vieron una solución: dejar de pisar el freno de la máquina de crédito, inyectando miles de millones en la economía a través de la relajación de las regulaciones bancarias. Desde entonces, pilotan sin instrumental, tratando por todos los medios de lograr un aterrizaje suaveaterrizaje. Sin realmente conseguirlo.

Porque todas las tensiones que se han acumulado en la economía y en el sistema financiero se reflejan en el mercado de divisas: el renminbi está perdiendo valor de forma continuada, particularmente frente al dólar. Para frenar la fuga de capitales, las autoridades han endurecido considerablemente las normas sobre el tipo de cambio. Al tiempo q intervienen casi todos los días. Destaca un sistema empleado durante la época de Mao Zedong para apoyar a la moneda china, con un éxito limitado. El renminbi ha perdido otro 5% de su valor desde el verano, alcanzando el tipo de cambio los 6,92 renminbi por dólar. Los mercados especulan a la baja, anticipando el paso de la barra simbólica del 7.

La depreciación del renminbi ha desencadenado una nueva carga de Donald Trump contra Pekín. El presidente de Estados Unidos acusa a China de organizar una devaluación competitiva para contrarrestar las medidas de represalia comercial de Estados Unidos. El secretario del Tesoro de EE.UU., Steven Mnuchin, también ha denunciado la debilidad del renminbi e incluso pide que el tipo de cambio se incluya en los tratados comerciales a partir de ahora, con el fin de evitar cualquier manipulación de la moneda. La respuesta de Pekín no ha tardado en llegar. “Pekín no tiene otra opción que responder a una guerra comercial iniciada por Estados Unidos”, señaló el embajador chino en Estados Unidos.

Sin embargo, la escalada entre los dos países bajaba un tono esta semana, después de que el Tesoro de EE.UU. declarase, tras llevar a cabo una investigación, que no había habido manipulación de la moneda china por parte de Pekín. Sin embargo, las autoridades estadounidenses han anunciado que siguen vigilando a Pekín. A lo que las autoridades chinas han respondido que seguían de cerca a diario el renminbi –el tipo de cambio de la moneda china se calcula a partir de un total de 24 divisas– para no alterar los equilibrios mundiales.

Si Donald Trump centra toda su crítica en la moneda china, es porque sabe que es el eslabón débil de la política del país asiático. Pekín se encuentra ante la necesidad de resolver una verdadera cuadratura del círculo: transformar su modelo y sanear su sistema financiero cargado de deuda, asegurando al mismo tiempo un crecimiento económico adecuado para el país y manteniendo el valor de su moneda, de modo que pueda, en un plazo más o menos largo, servir de pilar fundamental para un nuevo orden monetario multipolar, en el que el dólar dejaría de ser la única moneda de referencia internacional.

En un estudio, el banco JP Morgan Bank resume las opciones del Gobierno. “O China opta por intervenir en el mercado de divisas para apoyar su moneda, con el riesgo de reducir sus reservas de divisas y penalizar su comercio; o eleva sus tipos de interés para defender su moneda, con el riesgo de debilitar su economía; o permite que su moneda se deprecie más allá de los umbrales críticos, con el riesgo de acelerar la fuga de capitales y provocar correcciones abruptas”, escribió el banco, antes de llegar a la conclusión de que Pekín sólo se enfrenta a malas soluciones.

Para algunos analistas bancarios, las autoridades chinas han optado por permitir que la moneda china se deprecie, pero limitarán la caída para no destruir las posibilidades de imponer el renminbi como moneda de reserva frente al dólar. “Creemos que China mantendrá el valor de su moneda, que puede ser un elemento clave cuando el dólar caiga, lo que puede ocurrir más rápido de lo esperado”, asegura el Banco Saxo en un reciente estudio sobre el estado del mundo. Tras destacar que las autoridades chinas han flexibilizado de nuevo el crédito, las autoridades chinas esperan una nueva política de estímulo fiscal, a través de nuevos programas de inversión pública o reformas fiscales.

“Todavía tenemos cierto margen de maniobra. Todavía tenemos muchas maneras y herramientas para respaldar el crecimiento mundial”, afirmó Yi Gang, Gobernador del Banco de China, en la cumbre del FMI en Bali el 13 de octubre. Eso les gustaría creer a sus socios. Todo el mundo es consciente del papel decisivo que desempeñó China durante la crisis de 2008, y de nuevo en 2015, al aceptar soportar casi totalmente la carga de la reactivación de la economía mundial, inyectando cientos de miles de millones de dólares.

Pero China ya no parece querer jugar la carta del estímulo monetario, que se ha vuelto demasiado peligrosa para su propio sistema. ¿A ella también le gustaría que esta política fracasara? A diferencia de 2008 y 2015, sería el único que abriría válvulas monetarias, mientras que el resto de bancos centrales se han embarcado en la senda de la normalización y la restricción del crédito.

En ese caso, ¿qué sucederá si, esta vez, China ya no acepta desempeñar el papel de estabilizador global? ________

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Traducción: Mariola Moreno

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