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Las condiciones de acogida de refugiados en Grecia siguen siendo inhumanas

Campo de refugiados de Moria, en Lesbos (Grecia).

Los domingos, era él quien leía en inglés los salmos en la iglesia de la zona. En la isla ortodoxa de Lesbos, una pequeña comunidad católica ha crecido en los últimos años con la población de refugiados y empleados de organizaciones internacionales. El joven de 24 años, nacido en Camerún, murió el lunes por la noche. El contenedor del centro de acogida de Moria donde vivía no estaba acondicionado para el frío, en unos días en que las bajas temperaturas se dejaron notar en la isla griega.

Esta muerte brutal confirma una vez más el lamentable estado de las infraestructuras de acogida y de los centros de detención de los solicitantes de asilo en Grecia. Habitualmente están atestadas, mal equipadas en material y en personal médico, no cumplen con las normas internacionales y someten a pruebas crueles a poblaciones vulnerables como mujeres embarazadas o en período de lactancia, menores no acompañados, ancianos, enfermos, víctimas de torturas o de trastornos postraumáticos.

Un informe de Oxfam, publicado este 9 de enero, denuncia específicamente, a raíz del caso de Lesbos y del campo de Moria, el fracaso del sistema griego en la protección de los solicitantes de asilo vulnerables. Se suma a la larga lista de informes de las ONG que lamentan, desde hace años, las malas condiciones de acogida en este país situado en las fronteras exteriores de la Unión Europea y que, en 2015 y 2016, se encontraba en primera línea de la llegada a Europa de exiliados procedentes de Siria, Iraq y Afganistán.

La organización internacional observa en Moria una grave falta de acceso a la atención sanitaria y numerosas disfunciones en el registro de los solicitantes de asilo que hacen que no se identifique a las personas vulnerables como tales: los procedimientos han cambiado tres veces en un año, el número de intérpretes es insuficiente y se producen retrasos extremadamente prolongados en la consulta en el centro médico del campamento (que depende del Ministerio de Sanidad griego). El pasado mes de noviembre, escribe la ONG, ya no había ni siquiera un médico asignado a Moria.

En este contexto, el hacinamiento es un factor agravante en un país en el que el sector de la salud se ha visto gravemente afectado por las restricciones presupuestarias de los últimos nueve años. Según cifras del Ministerio del Interior griego, a 7 de enero de 2019, 8.164 solicitantes de asilo residían en Moria, o bien dentro del campamento o en el campamento improvisado aledaño. Esto es, tres veces por encima de la capacidad de este hotspot, oficialmente de 3.000 plazas. El programa de reasentamiento de refugiados de Grecia e Italia, establecido por la Comisión Europea en 2015, no ha permitido aliviar de forma duradera a las autoridades griegas. A finales de 2018, 21.999 exiliados habían sido trasladados de Grecia a otros países europeos.

La falta de solidaridad europea tiene consecuencias muy concretas; según el informe Oxfam, los habitantes de Moria tienen que esperar hasta 2020 para que se examinen sus solicitudes de asilo. Esto significa más de un año de alojamiento en condiciones que podrían empeorar su salud. La ONG recoge el testimonio de un hombre de Costa de Marfil, ciego de un ojo y con problemas de riñón y rodilla, a quien las autoridades del hotspot autorizaron a viajar a Atenas para que pudiera ser atendido adecuadamente... “Pero eso fue hace cinco meses y mi traslado aún no ha sido arreglado”, dice.

Las personas vulnerables no sólo no tienen acceso a la atención o al alojamiento al que tienen derecho (albergues o apartamentos específicos fuera del campamento), sino que además no se respetan las normas básicas. Así, las mujeres solteras y los menores no acompañados a veces se mezclan con el resto de la población. “Estas personas, muchas de las cuales ya han sufrido abusos sexuales o experiencias traumáticas, corren el riesgo de sufrir un grave deterioro de su salud mental si se ven obligadas a vivir con un miedo constante”, escribe Oxfam.

El problema es que las personas que no son identificadas como vulnerables en el momento en que se examina su solicitud de asilo son sometidas a un procedimiento acelerado. Y corren con ello el riesgo de ser devueltos a Turquía debido al acuerdo negociado por la Unión Europea con el país de Erdogan en febrero de 2016.

En el campamento informal junto al centro de acogida de Moria, al que los habitantes de la isla conocen como el olivar, las condiciones de vida descritas por Oxfam son aún más deplorables. Escorpiones, ratas y serpientes recorren las instalaciones mientras la gente duerme en tiendas de campaña en el suelo. Varias docenas de personas se ven obligadas a compartir el mismo servicio. En Moria y sus alrededores se han observado casos frecuentes de diarrea e infecciones cutáneas.

95 personas en un habitáculo

Con el período invernal, aumentan los riesgos de enfermedades y accidentes. Los residentes del campamento no tienen acceso a agua caliente y los que se encuentran en tiendas de campaña a veces han instalado pequeños calentadores improvisados debajo de sus lonas. La gente también se ve obligada a hacer cola fuera a veces durante horas mientras se distribuye la comida.

Varias personas que han tenido acceso al campamento en los últimos días, contactadas por Mediapart (socio editorial de infoLibre) aseguran que también se producían frecuentes cortes de electricidad y que muchos edificios no se calentaban correctamente. Confirmaron que habían estado en contacto con muchas personas con problemas de salud.

Desafortunadamente, este diagnóstico abrumador no es el primero. En septiembre, el Comité Internacional de Rescate (IRC) y Médicos sin Fronteras expresaron su preocupación por el estado de salud mental en Moria. Tres meses antes, Human Rights Watch (HRW) y el Comité Europeo para la Prevención de la Tortura y de las Penas o Tratos Inhumanos o Degradantes (una organización del Consejo de Europa) informaron sobre las condiciones de detención de los migrantes, esta vez en asentamientos en el noreste de Grecia cerca de la frontera terrestre con Turquía.

La organización IRC, que ha estado trabajando en el campamento de Moria desde 2015 con un equipo de nueve personas, entre ellas cuatro psicólogos, se centró en su informe en las tendencias suicidas de las personas que viven allí. De los 126 pacientes que atendía, el 29% había intentado suicidarse y el 64% sufría de depresión.

El IRC también reveló la importancia de la violencia sexual y de género en Moria. La mitad de sus pacientes, pero también el 33% de los hombres a los que seguía, dijeron que habían sido víctimas. Una información que debe compararse con la decisión del municipio de Lesbos adoptada este verano: los refugiados y los demandantes de asilo ya no son aceptados en su refugio para mujeres víctimas de la violencia, excepto en circunstancias “extremas” y una estancia máxima de dos días...

Los habitantes de Moria viven en un clima de ansiedad donde las agresiones son legión, precisamente cuando han puesto rumbo a Europa para huir de la violencia en sus países... “Los solicitantes de asilo con problemas de salud mental y las personas que han sufrido violencia sexual no pueden encontrar la atención que necesitan en Lesbos”, escribe el IRC. “Pero no tienen otra opción que quedarse allí, en condiciones que exacerban su salud mental”.

Las condiciones de alojamiento en los campamentos de Lesbos, según el informe, “no han mejorado desde noviembre de 2016, cuando una mujer y su nieta murieron en Moria porque la botella de gas que utilizaban para cocinar explotó en su tienda de campaña”.

Por su parte, MSF se centró en el sufrimiento de los niños del campo. Constata las autolesiones y los intentos de suicidio. Otros, explicó la ONG, se ven afectados por el silencio, los ataques de pánico o la ansiedad, o la agresión excesiva. “Esta es la tercera vez este año que MSF ha pedido a las autoridades griegas y de la UE que asuman la responsabilidad de sus fracasos colectivos”, dijo Louise Roland-Gosselin, responsable de la misión de la organización en Grecia.

A principios de verano, dos informes sucesivos de Human Right Watch abordaban las condiciones de acogida “inhumanas” observadas en el noreste de Grecia. En esta región no hay hotspot como en la isla de Lesbos, sino diferentes comisarías de Policía a lo largo de la frontera, así como un centro de detención en Fylakio. Ninguno de estos lugares cumple con los estándares internacionales vigentes. Se caracterizan por el hacinamiento habitual y la mezcla de la población, lo que dificulta especialmente la permanencia de las mujeres y las niñas.

La ONG publicó el testimonio de diferentes mujeres que se encontraron compartiendo el mismo espacio durante varias semanas con una mayoría de hombres con los que no tenían lazos familiares. Contó la historia de Maha, una mujer iraquí que había estado con su pareja durante más de dos semanas en una celda donde vivían unos 60 hombres.

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El Comité Europeo para la Prevención de la Tortura informó de condiciones “inaceptables” en el centro de detención de Moria y en el centro de detención de Fylakio, mientras que otras instalaciones del país tienen condiciones completamente correctas (en particular las de Amygdaleza, cerca de Atenas, y Pyli, en la isla de Kos). En Fylakio, observó una celda ocupada por 95 extranjeros, entre ellos familias con niños, menores no acompañados, mujeres embarazadas y hombres solteros. El resultado fue un espacio promedio de un metro cuadrado por persona. El Comité también tomó nota de la falta de acceso a la atención médica y de que no se habían hecho mejoras para subsanar la falta de intérpretes desde su última misión en 2016.

En total, en toda Grecia, más de 50.000 solicitantes de asilo están a la espera de que se tramiten sus solicitudes. Desde 2016 han aparecido otras rutas de migración, más centradas en Italia y España, y Grecia ha salido del radar de los medios de comunicación. Pero aún no está a salvo. Desde principios de año, según cifras de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), ya han llegado al país 259 personas procedentes de Turquía. Todas las ONG insisten en ello: es más necesario que nunca activar los mecanismos de solidaridad europeos y reformar el sistema de Dublín para aliviar a la península helénica. ___________

Traducción: Mariola Moreno

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