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Un puñado de 'brexiters' se enriquecen gracias al fantasma de la salida sin acuerdo de Reino Unido de la UE

La primera ministra, Theresa May.

El Brexit es un buen negocioBrexit para Owen Paterson. El que fuera ministro para Irlanda del Norte de 2010 a 2012 y ministro de Agricultura y Medio Ambiente de 2012 a 2014 no es una figura política destacada en el Reino Unido. Sin embargo, gracias al Brexit, este escéptico del clima, que defiende el uso de los OMG en la agricultura, ha adquirido una nueva dimensión a ambos lados del Atlántico.

En octubre de 2018, Owen Paterson viajaba a Washington y Oklahoma, un Estado estadounidense al norte de Texas a la vanguardia de la producción de carne de vacuno. El exministro de Agricultura se desplazó en compañía de David Davis, ministro para el Brexit de Theresa May de julio de 2016 a julio de 2018.

Los dos hombres fueron recibidos como emisarios del Brexit duro –es decir, partidarios de una ruptura radical entre el Reino Unido y la UE– por Todd Lamb, entonces gobernador del Estado de Oklahoma y miembro del consejo de administración de la E Foundation, un lobby de la industria agroalimentarialobby de Oklahoma.

“Conversaciones muy positivas sobre las futuras relaciones comerciales entre el Reino Unido y Oklahoma. Es una pena que sea imposible aplicar [tal acuerdo], ya que el proyecto de acuerdo de retirada impide al Reino Unido controlar sus aranceles y su entorno normativo”, escribía en Twitter el 17 de noviembre de 2018 Owen Paterson.

 

Al día siguiente, de nuevo en Twitter, el exministro de Agricultura de David Cameron se mostraba entusiasmado con “las oportunidades de impulsar la inversión y la cooperación en el sector agroalimentario si el Reino Unido puede firmar un acuerdo comercial con Estados Unidos”. Owen Paterson olvida precisar que la carne de vacuno producida en Oklahoma, como en el resto de Estados Unidos, contiene en su mayoría hormonas, por lo que su importación está prohibida por la Unión Europea y se exporta principalmente a Canadá.

Owen Paterson también pasa por alto la forma en que financió su viaje trasatlántico. En una respuesta a The Guardian sobre la cuestión, el diputado se escudó en su think tank, UK 2020, del que es el único director, para enmarañar las pistas. ¿Es legal? No está claro, pero el hecho es que Paterson se sirve de UK 2020 para ocultar las fuentes de financiación de los múltiples viajes al extranjero durante los cuales viene defendiendo el uso de OMG desde 2015.

¿De qué sirve el secretismo del exministro de Agricultura de David Cameron? Tal vez para ocultar los vínculos que mantienen los lobbies ultraliberales estadounidenses y el Institute of Economic Affairslobbies (IEA), un supuesto think tank sobre educación con sede en Westminster que hace apología de una economía desregulada y de la privatización del sistema de salud británico.

La alianza formada por la E Foundation for Oklahoma y el IEA es un secreto a voces desde la publicación el pasado mes de julio de una investigación de Greenpeace. La ONG reveló cómo, a cambio de las promesas de donaciones por parte de la E Fondation y de sus socios, el IEA se comprometió a presionar a los parlamentarios británicos para que firmaran un acuerdo comercial con Estados Unidos para permitir las importaciones, a Reino Unido, de carne de vacuno tratada con hormonas y de pollo lavado con cloro.

La investigación de Greenpeace también detallaba el viaje a Londres en mayo de 2018 de Michael Carnuccio, director ejecutivo de la E Foundation for Oklahoma. A través del IEA, Carnuccio se reunía en Westminster con miembros del European Research Group (ERG) presidido por el conservador Jacob Rees-Mogg, partidario de un no deal –del que también forma parte Owen Paterson– pero también con el entonces secretario de Estado para el Brexit Steve Baker. Greenpeace también desveló que, nuevamente gracias a la intervención del director del IEA, Shanker Singham, Michael Carnuccio se reunió con funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores y del Ministerio de Comercio.

El controvertido centro de reflexión –que ha recibido dinero de la industria tabacalera– mantiene, sin duda, estrechas relaciones con la E Foundation. Shanker Singham, su director, acompañó a Owen Paterson y David Davis a Oklahoma en noviembre pasado. David Davis, ministro del Brexit de Theresa May, también reveló que su viaje había sido parcialmente financiado por ambas organizaciones.

La Charity Commission, el organismo público que regula las organizaciones benéficas, lanzó un recordatorio al IEA el 5 de febrero, en el que afirmaba que se había excedido en sus competencias y que “la promoción de un posicionamiento específico sobre el Brexit no hace avanzar la causa de la educación”. El IEA gastó 2,37 millones de libras esterlinas en 2017, es decir, unos 2,7 millones de euros. Tras la publicación de la investigación de Greenpeace, el IEA negó cualquier tipo de tráfico de influencias. La Charity Commission, al igual que el registro de lobbies británicos, ha abierto una investigación.

A menos de dos meses para la salida prevista del Reino Unido de la UE, las interacciones de los diputados conservadores sin cartera con los lobbystas de Oklahoma (cuya población es de apenas cuatro millones) pueden parecer poco interesantes. ¿El futuro del acuerdo del Brexit no está más en las manos de Theresa May y de los 27 Estados miembros de la UE que de un puñado de brexiters y de lobbystas?

Ciertamente, los brexiters más fanáticos no son los únicos diputados que han rechazado el acuerdo sobre la salida de la UE el 15 de enero. Sin embargo, el hecho de que los medios de comunicación británicos hayan puesto el foco en el tema candente de la gestión de las fronteras entre Irlanda del Norte y la República Irlandesa después del Brexit ha relegado a un segundo plano el poderoso fermento ultraliberal en el corazón del proyecto defendido por Jacob Rees-Mogg y sus camaradas tories en Westminster.

“Salir de Europa es sólo un aspecto del proyecto revolucionario de los brexiters. [El Brexit] es un medio, no un fin en sí mismo”, aseguraba a finales de noviembre Polly Toynbee, editorialista de The Guardian. “Porque son revolucionarios, cuanto más espectacular sea la ruptura, más caótica será la situación y más satisfechos estarán”. 

Adam Ramsay, redactor jefe del sitio web openDemocracy, resume todo esto en un artículo titulado “Dejen de tomar por idiotas a los brexiters partidarios de un no deal. Saben exactamente lo que hacen”: Si el Reino Unido no llega a un acuerdo con la Unión Europea, no será por falta de inteligencia o de competencia. Será porque una poderosa red elitista quiere ir más allá en la transformación del país en un paraíso fiscal y ganar más dinero con ello

David Davis y Boris Johnson, por ejemplo, ya están sacando tajada del Brexit. A finales de enero, el exministro del Brexit anunció que estaba asesorando a JCB, una empresa de vehículos agrícolas y de la construcción cuyo presidente, Anthony Bamford, es donante del Partido Conservador y uno de los financiadores de la campaña del referéndum de 2016 a favor del Brexit.

Por 20 horas de trabajo al año, David Davis recibirá 60.000 libras esterlinas (68.000 euros) este año, casi tanto como su salario de diputado (que asciende a 77.379 libras esterlinas). Por su parte, Boris Johnson percibió 10.000 libras esterlinas de JCB el mes pasado a cambio de un discurso sobre el Brexit pronunciado el 18 de enero en la empresa.

El discurso, que fue ampliamente cubierto por la prensa, dio una gran visibilidad a JCB. También permitió que el exalcalde de Londres atacara el acuerdo del Brexit y adelantara sus peones sugiriendo la creación de puertos francos, es decir, puertos sin ningún tipo de aranceles a las mercancías que transitan por ellos.

La idea surgió del Centre for Policy Studies (CPS), un centro de estudios británico cofundado por Margaret Thatcher, entonces diputada, en 1974. En su página web, el CPS presenta los puertos francos como “una respuesta rápida al Brexit que permitiría aumentar la producción manufacturera, revitalizaría el norte [de Inglaterra] y promovería el comercio". El centro de reflexión, que se niega a revelar las fuentes de su financiación, también aboga por una reducción del impuesto sobre la renta: un recorte de impuestos que beneficiaría a las rentas bajas, pero también a las rentas más altas.

¿Hacia una “salida controlada sin acuerdo”?

Al igual que el Institute for Economic Affairs ya mencionado, el Centre for Policy Studies encuentra entre los brexiters al más convencido de los sólidos relevos de sus ideas ultraliberales. A cambio, el grupo de reflexión ofrece un portavoz a algunos partidarios de una ruptura “limpia” con la UE.

El 14 de enero, víspera del discurso de Boris Johnson, la sede del think tank thatcheriano acogía a Dominic Raab, ministro del Brexit de Theresa May, de julio a noviembre de 2018, para que pronunciase un discurso titulado “El Reino Unido se prepara para un futuro brillante después del Brexit”.

El discurso del diputado conservador, que durante meses se ha posicionado como posible sucesor de la primera ministra al frente del Partido Conservador, merece atención en muchos aspectos. En ningún momento Dominic Raab menciona el problema de la frontera entre las dos Irlandas en el contexto del Brexit, como si no tuviera ninguna importancia, quizás porque su señoría nunca ha leído el acuerdo de paz del Viernes Santo, como admitió el 30 de enero en una audiencia parlamentaria

De manera similar, en su discurso, Dominic Raab pasaba por alto completamente las consecuencias potencialmente desastrosas de una salida sin acuerdo. ¿Por qué? Porque el diputado es “optimista con la economía británica” y asegura que confía en la capacidad del Partido Conservador y de aquellos que “creen en el poder de la libre empresa” para “ganar la batalla de ideas”, la batalla que convertiría al Reino Unido en un “líder mundial en materia de libre comercio”.

El discurso de Dominic Raab puede arrancar alguna sonrisa en la medida en que este abogado de formación acumula tópicos sobre cómo el Reino Unido, fuera de la UE, es decir, fuera del mayor mercado comercial del mundo, podrá volver a convertirse en una gran potencia comercial. Sin embargo, esta pobre declaración de fe en medidas concretas no debe hacernos olvidar que Raab es uno de los autores de Britannia Unchained, Global lessons for Growth and Prosperity [Gran Bretaña liberada de sus cadenas: lecciones globales para el crecimiento y la prosperidad].

El folleto, escrito en colaboración con otros cuatro diputados conservadores, se publicó en 2012, dos años después de que el conservador David Cameron introdujera la cura de austeridad más drástica jamás aplicada en el Reino Unido. Dominic Raab cree que es urgente “desmantelar la narrativa aberrante y debilitante propagada por la izquierda igualitaria contra la austeridad y el capitalismo”.

La publicación del libro, lleno de cifras erróneas, de aproximaciones e ideas preconcebidas, cuenta con el apoyo del Instituto de Asuntos Económicos, el mismo think tank que ahora es investigado por tráfico de influencias. En 2015, en el sexagésimo aniversario de su creación, Dominic Raab expresó públicamente su gratitud al IEA por apoyarle a él y a sus colegas diputados “en esta guerra de ideas”.

Si los caminos de los brexiters y de los centros de reflexión ultraliberales siguen cruzándose, no es casualidad. El Partido Conservador tiene una relación que viene de atrás con los grupos de reflexión mencionados y parece que el Brexit ha intensificado aún más la tendencia.

A finales de julio, openDemocracy reveló que los diputados conservadores participaban en reuniones mensuales con representantes de Westminster de todos los grupos ultraliberales (el Institute of Economic Affairs, el Centre for Policy Studies, la TaxPayers Alliance o el Adam Smith Institute). Según una fuente “conocedora de estas reuniones” citada por la página web de investigación, estas reuniones representan “oportunidades para reunirse y armonizar los mensajes con el fin de lograr un objetivo común sobre el Brexit, pero también frente a los anuncios del Partido Laborista”.

Esta sinergia ha dado sus frutos. Desde la victoria del Leave en las urnas el 23 de junio de 2016, el debate sobre el Brexit ha seguido derechecizándose. “A pesar de sus errores tácticos, el European Research Group [grupo político con sede en Westminster, presidido por Jacob Rees-Mogg] ha logrado posicionarse como árbitro del Brexit. Ha logrado desplazar el debate político de manera tan significativa que el Brexit duro negociado por Theresa May se considera un Brexit blando”, dice Robert Shrimsley, director editorial de The Financial Times, en un editorial fechado el 5 de febrero.

Esta perversión del debate permite hoy a los brexiters más extremistas presentar la “salida controlada sin acuerdo” (un no managed no deal, en inglés) de la Unión Europea como  una forma razonable de salir del punto muerto en el que se encuentra el Reino Unido.

Según este escenario –defendido en particular por Boris Johnson y Dominic Raab–, Londres podría firmar una serie de acuerdos sectoriales con la UE justo antes o después del 29 de marzo. Esta salida “controlada” evitaría al país el impacto de una salida repentina de la UE y garantizaría un período de transición durante el cual ambas partes negociarían un acuerdo comercial.

Anand Menon y Jonathan Portes, ambos profesores del King's College de Londres, creen, en un artículo de The Guardian, que este managed no deal con el que fantasean los brexiters a pesar de los mensajes muy claros enviados por la UE no es más que un “remedio de charlatanes”, un ardid para abogar por una salida brutal de la UE sin asustar a los británicos.

Las múltiples mentiras contadas por Boris Johnson durante la campaña del referéndum por el Leave en 2016 y las promesas vacías hechas por David Davis en los días posteriores a la victoria del Brexit en las encuestas deberían hacer que los votantes sospecharan, y mucho, de ellos. Pero mientras el primer ministro británico siga afirmando que el Reino Unido es capaz de hacer frente a una salida sin un acuerdo el 29 de marzo, David Davis, Boris Johnson y Dominic Raab pueden seguir presentándose como políticos moderados.

Sobre todo porque el Gobierno cuenta con partidarios de un Brexit ultraliberal. TheHuffington Post reveló el pasado 5 de febrero que el ministro de Comercio, Liam Fox, uno de los primeros brexiters, tiene previsto suprimir los derechos aduaneros en caso de salida sin acuerdo de retirada de la UE el 29 de marzo, con el fin de evitar un aumento demasiado fuerte de los precios al consumo.

“Al reducir drásticamente los aranceles, los ministros destruirán el corazón de nuestra industria y nuestras comunidades”, dijo Jude Brimble, responsable de Industria en el sindicato GMB. “El Parlamento debe poner fin al sabotaje ideológico de nuestra industria”. Respuesta del Gobierno: “No se ha tomado ninguna decisión. El Gobierno está considerando todas las posibilidades en caso de una salida sin acuerdo”.

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A menos de dos meses del final –el 29 de marzo­–, el proyecto más revolucionario de los brexiters quizás esté a punto de ser completado. Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

   

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