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La televisión estatal oscila entre el odio y la manipulación en Hungría y Polonia

Funeral del que fuera alcalde de Gdansk (Polonia) Pawel Adamowicz.

Corentin Leotard (Mediapart)

¿Tiene alguna responsabilidad la televisión pública polaca en el asesinato del alcalde de Gdansk, Pawel Adamowicz, apuñalado el 13 de enero durante un concierto navideño benéfico? Quien quiera que lo afirme se expone a ser denunciado por la Telewizja Polska, la TVP.

Su viuda está convencida de ello: “A mi marido lo han matado las palabras. Es responsabilidad de la TVP", declaró a la web Onet.pl. “Los discursos de odio y la forma como han sido descritos han influido en el asesino para elegir a su víctima. (…) Estos últimos años han sido destruidas muchas personas de la misma forma, entre ellas Andrzej Wajda (el cineasta muerto en 2016). Eso lo ha hecho el poder actual, que dispone de instrumentos de persecución y de destrucción de personas". La TVP, magnánima, “hará una excepción por ser una viuda".

El Defensor  del Pueblo, Adam Bodnar, no disfrutará tal vez de la misma clemencia. La TVP le exige excusas públicas y una indemnización de 25.000 zlotis (5.700 euros) para la fundación que organiza ese evento anual de caridad. También él ha sugerido que el asesino ha podido ser influenciado por esas informaciones ya que, en la celda donde purgaba una pena por varios delitos había tenido acceso principalmente  a la TVP Info, su canal de informativos continuo.

Pawel Adamowicz era la antítesis de la mayoría que gobierna el país —pro europeo, abierto a los refugiados, defensor de la causa LGTB— y por ello uno de los enemigos señalados por el poder. El partido ultraconservador en el gobierno (Derecho y Justicia, PiS), la extrema derecha y los medios pro gubernamentales, le habían acusado estos tres últimos años, atropelladamente, de falsificación de la historia, de “colaboración” con las instituciones europeas, de traición a la nación o de participación en un golpe de Estado, como se puede leer en la web OKO.Press.

Tras una carta abierta publicada el 15 de enero por la Sociedad de Periodistas Polacos (Towarzystwo Dziennikarskie –la carta esta disponible aquí) que acusa a la televisión nacional de contribuir al clima de violencia que reina en Polonia, el Consejo de Ética de los Medios ha llegado a mediados de febrero a conclusiones devastadoras en su informe sobre el tratamiento  que la TVP había dado a Adamowicz: “Era objeto de calumnias, sin posibilidad de refutar las acusaciones”.

La sociedad de vigilancia de los medios —Newton Media—, que había sido comisionada por la municipalidad de Gdansk, ha cuantificado la intensidad del acoso: el alcalde había sido objeto de 1.773 reportajes, publicaciones y entrevistas en 2018, en las que los temas eran “provocaciones del alcalde de Gdansk", “secretos del alcalde de Gdansk" o también "la mafia del desarrollo de Gdansk".

Herramientas de propaganda

La simetría entre Polonia y Hungría  es asombrosa. Tres meses después de su regreso al poder,  la Alianza de Jóvenes Demócratas (Fidesz, el partido de Viktor Orbán) se dedicaba a tomar el control de los medios públicos húngaros concentrándolos en una misma entidad, “abriendo así la vía a la influencia política directa sobre los contenidos editoriales de los medios públicos y transformándolos en herramientas de propaganda",  como ha denunciado Reporteros sin Fronteras (RSF).

En Polonia le ha costado menos tiempo al PiS, en el poder desde 2015, para colocar bajo su manto, con una ley del 30 de diciembre, a los medios públicos, “transformados en programas de propaganda pro gubernamental", siempre según RSF, que constata que “Polonia está siguiendo la vía liberticida emprendida por la Hungría de Viktor Orban".

En venganza sobre los que ellos consideran herederos del comunismo, tanto el PiS polaco como el Fidesz húngaro se comportan como el viejo partido único, treinta años más tarde. Los propagandistas de la TVP son “los dignos herederos de StürmerStürmer[tabloide del nazismo] o de la prensa estalinista”, escribe Boguslaw Chrabota, redactor jefe del diario polaco Rzeczpospolita. Por su parte, el periodista húngaro Péter Magyar opina que “el Fidesz está hoy más cerca de los comunistas que el Partido Socialista (herederos del partido único). Su sistema de pensamiento único está marcado por ese periodo comunista".

Él sabe de lo que habla, puesto que ha trabajado en la agencia húngara de prensa (MTI) durante los últimos años de comunismo, cuando era la única fuente de información. Dentro de la MTVA, que controla el conjunto de los medios públicos, una policía interna instaura el miedo y la autocensura (y se asegura de que ninguno de sus periodistas se atreva a denunciarlo, ni siquiera de forma anónima). Una periodista nos cuenta que dejó rápidamente la agencia de prensa, donde trabajaba para la sección de internacional, cuando se dio cuenta de que las noticias desfavorables para el gobierno terminaban en la papelera.

En el telediario, los titulares son aduladores con el poder mientras que sus adversarios políticos son tratados bien de payasos o bien de peligrosos agitadores, pero siempre de enemigos. Krzysztof Leski es uno de los periodistas polacos mejor situado para hablar de ello: a finales de los años 80, en el gran periódico clandestino de la Republica Popular de Polonia, Tygodnik Mazowsze, escribía una columna en la que hacía propaganda del poder. Tras el cambio de régimen, pasó inmediatamente a la Gazeta Wyborcza y a la televisión pública.

“Se puede decir que la propaganda del PiS para glorificar sus éxitos equivale a la de la República Popular”, afirma. El periodista ha desmenuzado, en su Twitter, cada telediario del canal de información pública TVP1, durante un año. "He sentido que el nivel de hipocresía había alcanzado al de la era comunista y que hacía falta documentarlo”, explica.

“Tele Orbán” pillada en flagrante delito

Debido a que la competencia de medios privados no existía entonces, ahora son incluso peores que antes, según Krzysztof Leski: “Los telediarios de hoy ganan a la competencia comunista en un punto: propagando puro odio contra la oposición. El partido único trataba principalmente de ocultar la existencia misma de la resistencia clandestina. Hoy, de los 30 minutos de telediario, hay entre 10 y 15 minutos reservados  a la Plataforma Cívica (el principal partido de la oposición) y sus aliados".

El telediario sigue siempre el mismo modelo. Primero, el gobierno PiS hace todo lo que está en sus manos para que el pueblo sea feliz y el pueblo se lo agradece. A continuación, se cuenta que el anterior gobierno ha arruinado Polonia y la ha convertido en un país no democrático. Finalmente, se señala que los partidos de la oposición actuales no tienen ningún programa, conspiran para derribar al gobierno elegido democráticamente y traicionan Polonia.

La televisión estatal puede ir muy lejos en su agresividad, como lo demuestra este reportaje difundido a primeros de febrero que divulga las fotos y cita claramente los nombres de diez militantes anti-PiS a quienes la TVP acusa de haber agredido a uno de sus reporteros (min. 1’30”). A continuación sus periodistas van a acosarles a su lugar de trabajo preguntándoles: “¿No le da vergüenza atacar a una mujer?”.

La televisión pública húngara tampoco es suave con sus oponentes, que son ignorados o difamados. También esta tiene experiencia en el arte de la manipulación. Entre sus hazañas, el 2 de enero de 2012 uno de sus reporteros mostraba la avenida Andrássy —los Campos Elíseos de Budapest— vacía mientras que a sus espaldas decenas de miles de personas protestaban contra la entrada en vigor de una nueva Constitución.

Más recientemente, el pasado enero, se han filtrado imágenes de unas conversaciones fuera de cámara que muestran casos claros de manipulación. “Una cosa más –dice el periodista–, nos han pedido que usted diga que los guardias no han hecho más que defenderse”; “Muy bien”, le responde su entrevistado, "así habrá menos gente preocupada". En otra grabación, a Zoltán Lomnici, un politólogo próximo al gobierno, se le pide que explique a los telespectadores un vídeo en el que aparece uno de los trabajadores de seguridad de la radio-televisión pública (la MTVA) arrastrando por el suelo al diputado de izquierdas Lászlo Varju.

La escena se remonta a la noche del 17 de diciembre, cuando una docena de diputados de la oposición habían ocupado sus escaños con la esperanza de expresar sus reivindicaciones, entre las que se encontraba la retirada de una ley sobre el tiempo de trabajo y la neutralidad de los medios públicos.

La tele no mostrará jamás la menor imagen de miles de manifestantes aglomerados en ese preciso instante bajo las ventanas y los diputados siendo expulsados al amanecer manu militari por los musculosos brazos de la seguridad privada ante la pasividad de los policías. Las denuncias de la oposición sobre estos hechos han sido rechazadas por el fiscal general Péter Polt, que anunció el 21 de enero que pensaba, muy al contrario, investigar las denuncias presentadas por la MTVA contra los diputados cuyo “objetivo era perturbar las retransmisiones".

El diputado independiente Ákos Hadházy exige, en vano, que la televisión pública cubra su campaña de recogida de firmas a favor de la adhesión de Hungría a la Fiscalía Europea de Anticorrupción, en la que ya ha recogido 450.000 firmas hasta mediados de febrero. Choca cada vez contra un muro, o más bien contra la barrera metálica con la que se ha equipado la radiotelevisión (por la bagatela de 30 millones de florines, unos 95.000 euros) para contrarrestar las tentativas de incursión cada vez más frecuentes de los representantes de la oposición.

¿Es normal ilustrar las agresiones de Año Nuevo de 2016 en Colonia con imágenes grabadas en El Cairo un año antes? ¿O preguntar a políticos del partido alemán de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD) como a ciudadanos corrientes en una pseudo encuesta de calle? El inaccesible jefe de los medios públicos, Dániel Papp, se ha dignado responder finalmente vía Facebook a una docena de preguntas del diputado. Respuestas que pueden resumirse en dos frases: “Es lo que hacen todas las televisiones del mundo" y “No le permito presionar  a nuestros periodistas".

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Última cuestión: ¿cómo se puede llegar a jefe de los medios públicos cuando se es un falsificador? En efecto, Papp, que ha sido elegido para dirigir la MTVA el último mes de diciembre, había falsificado un reportaje de abril de 2011 en el que daba a entender que el eurodiputado verde Daniel Cohn-Bendit se había ido de la conferencia de prensa del partido verde en Budapest tras ser preguntado por un reportero si consideraba que la sexualidad de los menores era un valor democrático. ____________Traducción de Miguel López

Puedes leer el texto completo en francés aquí:  

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