Lo mejor de Mediapart

Los demócratas anuncian la apertura de un proceso de destitución contra Trump y la Casa Blanca les da la razón

“No vale la pena”. Durante meses, Nancy Pelosi, la poderosa portavoz de la mayoría demócrata de la Cámara de Representantes, se negó a escuchar. Ni hablar, decía, de hacerle el regalo a Donald Trump de poner en marcha el muy poco habitual procedimiento de impeachment contra el presidente, previsto por la Constitución de Estados Unidos.

Para desentrañar sus múltiples conflictos de intereses y las fuertes sospechas de corrupción que se ciernen sobre él, los dirigentes del Partido Demócrata prefirieron librar todo tipo de batallas en los tribunales, así como en audiencias parlamentarias, a las que ni siquiera se sometió el entorno del presidente.

A pesar de las peticiones cada vez más urgentes de los congresistas –especialmente de la izquierda del Partido Demócrata–, Pelosi y los líderes del Partido Demócrata, pegados a los sondeos de opinión, pensaron que el impeachment podría perjudicarlosimpeachment. Creyeron que los votantes, preocupados por cuestiones más concretas, les reprocharían que diesen la batalla política perdida de las elecciones presidenciales. Que Trump se presentaría como víctima de una "caza de brujas" liderada por el "Estado profundo", expresiones que se encuentran entre sus favoritas.

Sin embargo, en una semana todo ha cambiado. Este martes, Nancy Pelosi daba un giro y anunciaba la apertura del proceso de destitución contra Trump en la Cámara de Representantes.

"Esta semana, el presidente pedía al presidente ucraniano que emprendiera acciones que pudieran beneficiarlo políticamente. Las acciones del presidente Trump revelan la indignidad de un presidente que traiciona el juramento de su cargo, de nuestra seguridad nacional y de la integridad de nuestras elecciones", señaló Pelosi en un breve discurso.

"Nadie está por encima de la ley", insistió.

La razón de este giro demócrata es un escándalo revelado hace una semana por la prensa americana.

El caso pasa por una llamada telefónica entre dos jefes de Estado –el presidente de Estados Unidos y su homólogo ucraniano–, un denunciante de los servicios de inteligencia y 400 millones de dólares: la jugosa cantidad de ayuda financiera a Ucrania, que se sospecha que el 45º presidente de Estados Unidos ha "congelado" para utilizarla como moneda de cambio con su homólogo ucraniano. Y ello para obtener una investigación sobre las inversiones en Ucrania del hijo de Joe Biden, el vicepresidente de Barack Obama y uno de sus principales rivales presidenciales demócratas.

En este escándalo, la Presidencia de Estados Unidos parece haberse enmarañado; el miércoles 25 de septiembre, la Casa Blanca publicó un documento de cinco páginas que supuestamente tenía que disculpar a Donald Trump. En la práctica, establece claramente la presión directa de Trump sobre el presidente ucraniano. Exactamente de lo que los demócratas lo acusan.

"ACOSO PRESIDENCIAL", tuiteó Trump, quien en las próximas semanas describirá una gran trama destinada a evitar su reelección en noviembre de 2020. "Encabezo las encuestas [lo que es falso] y no saben cómo pararme", dijo el 24 de septiembre en un aparte de la asamblea general anual de la ONU en Nueva York.

Este nuevo escándalo de la Presidencia de Trump estalló, primero sin hacer ruido, el 12 de agosto. Ese día, un informante no identificado de los servicios de inteligencia de Estados Unidos presentó un informe: su identidad y los términos exactos de la denuncia no fueron revelados, ni siquiera al Congreso, ya que la Casa Blanca y el Departamento de Justicia se opusieron a ello.

Más de un mes después, The Washington Post The Washington Postrevelaba la existencia de esta denuncia. La denuncia en cuestión, según se informa, involucra al propio presidente Trump, así como una "promesa" hecha a un "líder extranjero".

A medida que las revelaciones progresan, los hechos comienzan a aclararse. Los medios de comunicación estadounidenses descubren que el país afectado es Ucrania y que el caso concierne directamente al ex vicepresidente de Barack Obama, Joe Biden.

Otros medios están revelando gradualmente otras piezas del rompecabezas. Propiedad de Rupert Murdoch, un amigo de la familia Trump, The Wall Street Journal informó que el 25 de julio, durante una llamada telefónica al recién elegido presidente ucraniano, Volodymyr Zelenski, "el presidente Trump presionó repetidamente al presidente ucraniano para que investigue al hijo de Joe Biden, pidiendo a Volodymyr Zelenski unas ocho veces que trabaje con [su abogado] Rudy Giuliani en una investigación que podría obstaculizar la carrera" de Biden en la Casa Blanca.

Trump nunca negó esa llamada, ni siquiera mencionó a Biden. Incluso se ha jactado de ello en los últimos días. Durante meses, Rudy Giuliani, exalcalde de Nueva York y abogado personal de Trump, ha estado abogando públicamente por una investigación de las autoridades ucranianas sobre la familia Biden.

Historias paralelas

El miércoles 25 de septiembre, al día siguiente del anuncio del inicio del proceso formal de destitución de Trump, la Casa Blanca publicó una transcripción parcial y reconstruida de la entrevista presidencial. Si creía que este documento lo iba a limpiar, Trump cometió un gran error (prueba, quizás, de que el jefe de los fabuladores finalmente se creyó sus propias mentiras).

Durante esta conversación telefónica en la situation roomsituation room  de la Casa Blanca, Trump, que habla con Zelenski por segunda vez, cita a Joe Biden por su nombre.

"Hablamos mucho del hijo de Biden, decimos que Biden detuvo la investigación del fiscal [ucraniano], mucha gente quiere saberlo, así que cualquier cosa que se pueda hacer con el fiscal general estaría bien”, sugiere Trump.

Instó con insistencia al presidente ucraniano a que se pusiera en contacto con su abogado Rudy Giuliani (que no tiene ninguna responsabilidad oficial en la Administración) y con el fiscal general William Barr, uno de sus fieles al frente del Departamento de Justicia.

"El señor Giuliani es un hombre muy respetado, fue alcalde de Nueva York, un gran alcalde y me gustaría que te llamara. Le pediré que te llame con el fiscal general. Rudy sabe muy bien lo que pasó y es muy capaz. Si pudieras hablar con él, estaría bien".

Trump añade: "Vamos a llegar al fondo de esta historia". Y de nuevo: "Todo lo que puedes hacer es muy importante que lo hagas, si es posible".

"Este informe en sí mismo es un arma humeante", lanzaba en Twitter la senadora Elizabeth Warren, candidata demócrata a la elección presidencial de noviembre de 2020. "Si esta es la versión de los acontecimientos que el presidente considera favorable, se encuentra en una situación muy delicada".

Según los medios de comunicación estadounidenses, el Departamento de Justicia se negó este verano a responder a las alertas de inteligencia sobre la conversación.

Mientras los demócratas insisten en consultar la denuncia del denunciante. Según The New York Times, podría denunciar otras acciones problemáticas por parte del presidente.

Otra pregunta, no mencionada en la transcripción presentada por la Casa Blanca, surgirá pronto. ¿Ha suspendido Trump la ayuda financiera a Kiev para obtener del presidente Zelenski la investigación sobre la familia Biden en Ucrania? The Washington Post informa que el propio Trump exigió la "congelación" de un paquete de ayuda de 400 millones de dólares a Ucrania, justo una semana antes de llamar a Zelinski...

Ahora que se ha dado luz verde al impeachment, se abre un proceso incierto. El impeachment está recogido en el artículo II de la Constitución. Dispone que "el presidente, el vicepresidente y los funcionarios civiles de Estados Unidos serán destituidos de sus cargos por imputación [impeachment] y condena por traición, corrupción u otros delitos y faltas graves" [Treason, Bribery, or other high Crimes and Misdemeanors ] . Estos términos no están definidos por la Constitución.

De lanzarse, y una vez activado el impeachment, por parte de la Cámara de Representantes después de una serie de investigaciones y audiencias, sólo conduce a la destitución del presidente si el Senado, que entonces se constituye en un tribunal, lo juzga culpable, de ciertos delitos, en dos tercios.

Con un Senado con mayoría republicana, y totalmente alineado con Donald Trump, esta hipótesis es impensable. Hasta la fecha, sólo tres presidentes, Andrew Johnson (1868), el presidente republicano del Watergate Richard Nixon (1974) y, mucho más recientemente, el demócrata Bill Clinton, han visto como se abría en su contra un proceso de destitución por parte de la Cámara de Representantes. El Senado de Estados Unidos nunca ha destituido a un presidente en ejercicio: en 1974, Nixon renunció antes de que el Senado tomara su decisión.

Como procedimiento legal, el impeachment también tiene un significado político importante. Más allá de la protesta o de las cuitas políticas, encarna el hecho de que el Congreso pida oficialmente cuentas al presidente e investigue sus acciones.

En primavera, cuando el exresponsable del FBI Robert Mueller, al término de una investigación de dos años, apuntó que Trump había al menos en 10 ocasiones intentado obstaculizar su investigacion, además había pasado el testigo explícitamente al Congreso.

Frente a los parlamentarios, Mueller dejó claro que, aunque no había decidido demandar al propio presidente de Estados Unidos –en virtud de la controvertida jurisprudencia del Departamento de Justicia–, no lo había exonerado. Su mensaje fue claro: la Constitución prevé una medida, el impeachment, un proceso legal y político por el cual el Congreso puede investigar formalmente las acciones del presidente.

Se avecina una guerra de palabras e información. Además de denunciar una conspiración del Deep State, los demócratas y los medios de comunicación contra el presidente, Donald Trump y sus amigos trabajarán arduamente en los próximos meses para contar la única historia que les importa: la supuesta corrupción de la familia Biden.

Esta narrativa paralela ya es ampliamente difundida por los medios conservadores estadounidenses y los familiares de Trump. Según ellos, Joe Biden, entonces vicepresidente de Barack Obama, hizo todo lo posible para que un fiscal ucraniano demasiado curioso fuera despedido en 2016, cuyo error fue mirar las cuentas de Burisma Holdings, la mayor empresa privada de gas de Ucrania. El hijo de Joe Biden, Hunter Biden, era un miembro (muy bien remunerado) de la junta directiva de Burisma.

Una pura "teoría de la conspiración", según el sitio de investigación The Intercept, que no simpatiza mucho con Biden, que nos recuerda que el fiscal en cuestión fue destituido por su renuencia a luchar contra la corrupción del clan del ex presidente Viktor Yanukovych, cuyo asesor era... Paul Manafort, exdirector de campaña de Trump.

Paralelamente, Giuliani y un grupo de propagandistas cercanos a Steve Bannon, exasesor de extrema derecha de Donald Trump, también han lanzado otras teorías sobre las actividades de Hunter Biden en China.

Detrás de este malestar, el clan Trump está tratando de organizar un próximo choque entre Trump y Biden. El vicepresidente demócrata de Barack Obama, una anacrónica caricatura del Partido Demócrata neoliberal de Clinton, parece ser el candidato que Trump soñaría enfrentar.

Está siendo cuestionado por todas partes por sus vínculos con los donantes ricos de la industria fósil o los bancos, votó por la guerra en Irak, abogó en la década de 1980 por políticas criminales que contribuyeron a encerrar aún más a los pobres y los negros, hizo declaraciones en la década de 1970 sobre su segregación, que ahora es inaudible por su racismo. En las últimas semanas se ha distinguido por contar historias inventadas que indican, como mínimo, una cierta distracción mental.

Por todas estas razones, está en desconexión significativa con las bases del Partido Demócrata, que se manifiestan, organizan y movilizan. Para Trump, el hombre al que llama Sleepy Joe, actualmente el mejor posicionado en las encuestas primarias demócratas, es obviamente el candidato favorito. Una especie de Hillary Clinton versión 2020, que tiene todo el interés en presentar como su principal oponente.

Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

Más sobre este tema
stats