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La editorial francesa Gallimard, registrada en busca de pasajes de libros de un autor investigado por pederastia

Entrevista televisiva ofrecida en 1990 por el escritor Gabriel Matzneff. © Archivo INA

La editorial Gallimard era registrada por primera vez este miércoles 12 de febrero, en el marco de la investigación por “violación de menores” de 15 años, a la que se enfrenta el escritor francés Gabriel Matzneff, según ha podido saber Mediapart (socio editorial de infoLibre). Más exactamente, los agentes de la Oficina Central de Represión de la Violencia contra las Personas (OCRVP), al frente de la investigación, llevan a cabo esta semana una operación destinada a intervenir fragmentos de Gabriel Matzneff, eliminados de sus libros antes de la publicación de los mismos y conservados por el escritor en una caja fuerte.

Los investigadores también han añadido otro elemento a la causa: un libro de homenaje dedicado al escritor –Gabriel Matzneff–, publicado en 2010 por Éditions du Sandre, bajo la dirección de Florent Georgesco, editor y crítico literario. Este libro de 366 páginas, que obra en poder de Mediapart, incluye textos inéditos de los Carnets noirs del escritor, entrevistas y textos de admiradores. También incluye detalles de los viajes de Gabriel Matzneff a Filipinas, durante los cuales tuvo relaciones sexuales con niños menores de edad.

La investigación judicial se inició con la publicación, el 2 de enero, del libro de Vanessa Springora, Le consentement, en el que se describía el control que Gabriel Matzneff ejercía sobre ella y con quien tuvo relaciones sexuales a los 14 años.

En este libro, la directora de la editorial Julliard también escribió sobre las estancias del escritor en Manila. Leyendo a escondidas los “libros prohibidos” de Matzneff en su casa un día, cuenta que se detuvo “en un párrafo en particular donde, en un viaje a Manila, G. [Gabriel Matzneff] va en busca de ‘culos frescos’”, y menciona a “niños pequeños de 11 o 12 años que [él] mete aquí en [su] cama”. La escritora hablaba de “una orgía de cuerpos de niños de 11 años”, que conseguía “por el precio de un billete de avión a Filipinas”.

Matzneff, que en la actualidad tiene 83 años, dijo, en una entrevista concedida a BFMTV el 29 de enero, “lamentar” estas acciones: “A veces puedes hacer cosas sin pensar. Debo decir que en ese momento, nadie pensaba en la ley. Se hacían cosas prohibidas. Algo completamente lamentable. Un turista, un extranjero, no debería comportarse así”.

El martes, los agentes de policía de la OCRVP hacían un llamamiento en las redes sociales para tratar de localizar a posibles “víctimas o testigos”.

Además del escritor, en estos momentos hay un segundo personaje en el punto de mira de los investigadores: Christian Giudicelli, de 78 años. Este hombre, íntimo de Matzneff, también él novelista, es miembro del comité de lectura de Gallimard y dirige la colección "La fantaisie du voyageur", que publica Éditions du Rocher, editorial en la que ha publicado el escritor. Contactado por Mediapart, Giudicelli no ha respondido a nuestras llamadas.

Giudicelli, muy presente en los círculos intelectuales y literarios de París, es uno de los diez miembros del jurado del Premio Renaudot. En varias ocasiones, promovió la candidatura de Matzneff en las deliberaciones, tal y como informó Le Monde. En 2013, su labor de lobby daba frutos: el escritor era premiado con el Renaudot, en la categoría de ensayo, por su libro Séraphin, c'est la fin!

La proximidad que los une se percibe en las obras de Giudicelli. En Les Spectres joyeux (2019), se define a sí mismo como el “fiel cómplice” de Matzneff. En un texto titulado Gabriel infiniment aimable, publicado en el libro homenaje de Éditions du Sandre (2010), alude a un “flechazo” amistoso con “un hombre próximo a él desde hace unos 35 años”. Subraya “la inalterable complicidad que los une” desde “el final de los años 70, coincidiendo con la celebración de una cena en Pia Daix, en la Avenida de la Ópera”.

Matzneff admitía el martes en The New York Times que su amigo Christian Giudicelli accedió a esconder en su casa las cartas y fotos de Vanessa Springora que le comprometían.

Lo que interesa a los investigadores no es la complacencia del editor con su escritor, sino su posible complicidad. Christian Giudicelli fue también, si no fundamentalmente, el compañero de viaje de Matzneff cuando fue a Filipinas a tener sexo con menores. La Policía investiga la participación de Christian Giudicelli. Especialmente porque la pareja ha sembrado, a lo largo de los años, sus libros y entrevistas de pistas, ahora halladas por Mediapart.

En el sitio web dedicado a Matzneff (matzneff.com) –eliminado a finales de diciembre tras los primeros artículos que relatan el libro de Vanessa Springora–, figura una detallada cronología en la que se alude a los viajes del escritor por Filipinas. El escritor fue allí por primera vez el 14 de diciembre de 1978, según esa web. En la década de los 1980 se menciona una serie de viajes a Manila “con Christian Giudicelli” (30 de marzo a 17 de abril de 1985; 26 de abril a 26 de mayo de 1986; febrero de 1988).

Esta cronología queda confirmada por una serie de elementos. En particular, dos fotografías publicadas en el libro de homenaje de las Éditions du Sandre. En una de ellas se ve a Christian Giudicelli al lado de Matzneff en Filipinas; la otra muestra a Matzneff posando con dos pequeños niños filipinos en segundo plano.

Gabriel Matzneff, en un volumen de su diario dedicado a Vanessa Springora (La Prunelle de mes yeux, 1993), menciona sus “semanas en Filipinas” con Christian Giudicelli en la primavera de 1986. Y narra uno de sus intercambios, “el 13 de mayo de 1986”, en el avión de Air-France de Manila a París, con escala en Bangkok.

Pero Matzneff y Giudicelli fueron todavía más explícitos. En sus respectivos libros, hablan el uno del otro por números –“804” en el caso del primero, “811” del segundo. Un guiño a sus respectivas habitaciones del Hotel Tropicana de Manila que ocupaban. 

Esos códigos aparecen en todos sus libros. En Station balneaire (1986) –novela de Giudicelli en la que encontramos a un escritor de 40 años manteniendo relaciones sexuales con un portugués de 18 años que se prostituye–, el héroe se aloja en la habitación “811” de un hotel , “Eight one one”, en la Costa Azul. En La Planète Nemausa (2016), Giudicelli menciona a su “querido Gabriel Matzneff”, especificando: “Eight o four en algunos de mis libros, mientras que yo soy Eight one one en los suyos”EightfourEight one one.

Gabriel Matzneff se atreve a poner otro dato –explícito en esta ocasión–, en la dedicatoria de su libro Les Émiles de Gab la Rafale (2010): “Para Christian Giudicelli, alias Eight one one”Eight one one.

En sus escritos, no sólo aparecen códigos de números de habitación. En su Carnets noirs (2008), Matzneff habla de “lo que hoy llamamos (frunciendo el ceño) 'turismo sexual'" que “sigue siendo un turismo de pobres fracasados, de pobres tipos”, con “notables excepciones”, señala, citando a “Byron”, “Gide”, “Montherlant”, y sobre todo a “811 y a mí”. Alude a los “polvos en Oriente con el joven Nelson o el joven Lito” con “811”.

Encontramos a este mismo Lito en un capítulo entero de la novela de Giudicelli La planète Nemausa, en la que el narrador, de “algo más de cuarenta años”, tiene relaciones sexuales durante tres semanas en Manila con este “joven filipino de clase media” que “sólo bebe Coca-Cola”, que estudia en el instituto y al que le “suda la frente como a un bebé”. Prudente, dice que Lito tiene 18-20 años. Le Point vio en este libro un “autorretrato”.

En La Prunelle de mes yeux, Gabriel Matzneff presenta una escena en la que sodomiza a una joven, que sufre, y añade: “Me retiré inmediatamente del sendero de las especias (es una anécdota de Giudicelli, una broma privada)”.

En una entrevista publicada en el semanario Belgique nº 1 (10 de mayo de 1990), Matzneff vuelve a abordar sus relaciones sexuales con muchachas de 14, 15 y 16 años (entre ellas Vanessa Springora) y expresa su atracción por Asia, en particular por Tailandia y Filipinas. Presenta su diario como “experiencia pura y dura”. “Soy natural, no puedo falsificar mi diario”, dice. El periodista Skender Sherifi se refiere irónicamente a este escritor “pervertido” que "colecciona menores y muchachas menores de edad, que acuesta con las filipinas”. En Un galop d'enfer (1985), uno de los volúmenes de su diario, Matzneff no puede ser más explícito. "Llego a estar con cuatro niñas –de entre 8 y 14 años– en mi cama al mismo tiempo", escribe.

En Une leçon particulière, la primera novela de Christian Giudicelli (1968), el narrador habla de sus jóvenes amantes en los siguientes términos: “A mí las chicas, me interesan desde los 14 años y hasta los 23. Me encantaría desflorar vírgenes [...] Rasgar la minifalda, abrir las piernas. Morder. Los ojos en blanco. El grito. Satisface mi gusto por destrozarlo todo. Cuanto más destruya, más fuerte seré”. Unas páginas más adelante, explica que “sería bueno dislocarse en los pechos duros de Virginie. De ellos saldría leche, que se mezclarían con la sangre. Antes de morir, tener fuerzas para hacer el amor con ella. Esta carne tranquila espera el destrozo”.

También describe una relación sexual con una joven. “Oh, señor, enséñeme latín. Con gusto, mi niña. [Posa] tus ojos azules en mi bajo vientre. Impresionante, ¿no? Oh, señor, señor, llamo a mi madre. Mater. Mater. Dolorosa [en español en el original]. Oído. Ay. Para empezar no está mal. [...] Ven mañana, te haré pruebas más completas. Te acompaño. Acepta mi pañuelo, tienes sangre en la pierna”.

Matzneff y Giudicelli son conscientes de que estos actos son reprensibles. En una entrevista en el sitio web Biffures en junio de 2008 –que también aparece en el libro de homenaje–, Gabriel Matzneff habla del “riesgo de [que se emprendan] acciones legales”. En esta misma entrevista, el escritor afirma que “en 2001” fue “por primera vez [...] censurado por un volumen de [su] diario, Les Soleils révolus, en Gallimard”. Dice que, por “prudencia”, según los consejos de Philippe Sollers y Christian Giudicelli, que “habían leído el manuscrito”, “decidió eliminar ciertos pasajes que el nuevo orden moral habría considerado especialmente escandalosos”.

¿Qué contenían estos pasajes? “El tipo de pasajes que Montherlant destruyó cuando arrojó su diario al Sena”, respondió Matzneff a la periodista, añadiendo que su publicación provocaría “protestas”, “la indignación de los santurrones” y supondría que se emprendieran, potencialmente, acciones legales. ¿Esas páginas ocultaban posibles cómplices?

En cualquier caso, el escritor revela que no destruyó estas “páginas censuradas”. “Están a salvo en una caja de un banco y serán publicadas tan pronto como las condiciones atmosféricas lo permitan”. Los investigadores han localizado dicha caja fuerte.

Contactado por Mediapart, Antoine Gallimard no ha respondido a nuestras preguntas. A principios de enero, después de haber decidido dejar de comercializar Le Journal de Matzneff, que llevaba 30 años publicando, el jefe del editor declaró en una entrevista concedida a JDD que “siempre le había avergonzado que el Journal informara sobre hechos reales de personas vivas”, al tiempo que subrayaba que se oponía a cualquier forma de censura. “No se cuestiona una editorial ni un entorno, sino el funcionamiento de una sociedad al completo, en la que estamos”, se defendió.

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Traducción: Mariola Moreno

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