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El tratamiento de la violencia machista en la prensa mexicana desata la indignación en el país

Mujeres protestan frente al periódico 'La Prensa' este viernes, en Ciudad de México.

Ingrid Escamilla tenía 25 años y los sueños de una joven de su edad. Originaria de un pueblo del Estado de Puebla, al sudeste de la Ciudad de México, vivía en la capital mexicana, se había licenciado en turismo, acababa de quitarse la ortodoncia, lo que aprovechaba para hacerse muchos selfies. En sus redes sociales, documentó cuidadosamente una vida sin preocupaciones, donde tenían cabida los conciertos, los viajes y las labores de voluntariado.

Pero alguien decidió cuáles serían las últimas imágenes de Ingrid. El 9 de febrero, la joven fue brutalmente asesinada por su pareja, 20 años mayor que ella, en la casa que compartían al norte de la Ciudad de México. Después de apuñalarla, el hombre la descuartizó, tratando de deshacerse del cadáver antes de ser arrestado. En el vídeo de su confesión, admite, con el torso todavía salpicado de sangre, que mató a su novia después de una discusión en la que ella le reprochó su consumo de alcohol.

Las imágenes del crimen, especialmente atroces, captaron la atención de la prensa sensacionalista mexicana. De los archivos de las autoridades a las portadas de los periódicos más sensacionalistas de México; aquellos que los kiosqueros colocan en un lugar bien visible, como se coloca el cebo para atraer a la presa. “La culpa es de Cupido”, tituló uno de esos tabloides sobre una foto particularmente explícita del cuerpo mutilado de la joven.

El suceso, que ha causado indignación a la par que horror, ha desatado una gran ola de protestas en México, donde son asesinadas una media de diez mujeres al día. El viernes 14 de febrero, en la madrugada de un día marcado por las protestas en varias partes del país, un grupo de jóvenes exigía Justicia bajo las ventanas de la Presidencia, donde Andrés Manuel López Obrador celebra a diario una rueda de prensa a las siete. En las puertas de madera del edificio, alguien escribió con pintura roja, con espray, “Estado feminicida”.

Georgina, veinteañera, se desgañitaba con el megáfono: “¡Responda, presidente! ¡Ahora hay que actuar! ¡¡Ya basta!!”. “Nadie nos escucha”, explica después, sin aliento. “La estrategia de las autoridades no funciona, no funciona, a la vista de que Ingrid ha sido... ha sido...”. Su voz se ahoga. “Hemos venido a exigir que el presidente garantice nuestra seguridad. Es el que tiene la sartén por el mango para actuar y no lo hace. No son hechos aislados. El asesino de Ingrid no se despertó una mañana y dijo: ‘Voy a descuartizarla’. Estamos ante problemas estructurales, como la impunidad, ¿cuántas Ingrid existen en México sin que nadie haya oído hablar de ellas?”.

Más de 130 mujeres han sido asesinadas desde principios de año en México, según cifras de de varios activistas, pero no se dispone de estadísticas oficiales. El año pasado, las autoridades registraron 1.006 feminicidios –una categoría criminal reciente en México, en la que se contabilizan cada vez más mujeres asesinadas–, pero las cifras aún está lejos de ser representativas de la realidad del país. Entre 2015 y 2019, los homicidios voluntarios de mujeres aumentaron más del 60%.

En México hay muchos casos de feminicidios cuya crueldad o investigaciones chapuceras llevan a las jóvenes a salir a la calle para reclamar a las autoridades una llamada de atención. Antes de Ingrid, fue Lesvy –una estudiante asesinada en 2017 por su novio en el campus de la UNAM, la universidad más grande de la Ciudad de México, joven de quien inicialmente se dijo que se había suicidado con el cable de una cabina telefónica– o Abril, asesinada de un disparo a finales de 2019 mientras huía de su marido que había intentado asesinarla con un bate mientras dormía. Al hombre, exdirector de Amazon en México, lo busca la Justicia mexicana y ahora se dice que ha huido a Estados Unidos... “Y habrá otros porque la violencia no va a cesar”, predice Georgina.

El tratamiento en los medios

La difusión de estas fotos macabras por parte de la prensa sensacionalista, que fue posible gracias a la probable complicidad de los policías encargados del caso, sirvió para recordar hasta qué punto la violencia contra la mujer está arraigada en la sociedad mexicana. “En esta prensa de cloaca, en un lado hay una mujer medio desnuda y en el otro, una mujer en pedazos”, se alarma Julia, de 24 años, presente en la manifestación en memoria de Ingrid. “¿Qué significa? Significa que es normal atacar a las mujeres”.

La socióloga y periodista Lucia Lagunes Huerta, que lleva mucho tiempo observando el tratamiento del feminicidio en la prensa: “Los medios de comunicación se centran en los hechos violentos; la noticia es que una mujer ha sido asesinada, apuñalada 50 veces o ahogada. Se ofrecen a propósito los detalles morbosos, pero nunca tratan de averiguar la causa de esta violencia”.

Este tratamiento de la noticia se basa en la colusión con las autoridades, explica la periodista. Las filtraciones, como estas fotos monstruosas, son habituales: “Los periodistas de sucesos nos han contado que la Policía y la oficina del fiscal les dan acceso regularmente a los archivos. Esta relación de complicidad entre el Gobierno y los medios de comunicación se remonta a mucho tiempo atrás y debe romperse, porque estas filtraciones tienen una clara intención, debilitar a la víctima, de quien se da nombre, dirección... Esto puede poner en peligro a la víctima y a la investigación”.

Frente a la indignación suscitada por el caso de Ingrid, las autoridades anunciaron la apertura de una investigación para identificar la fuente de las imágenes publicadas y presentaron un proyecto de ley que tipifica como delito las filtraciones a la prensa por parte de funcionarios del Estado. Muy poco, demasiado tarde, critican las manifestantes en un país en el que seis de cada diez mujeres denuncian haber sido objeto de violencia y en el que el miedo a denunciar y las deficiencias del Estado sólo permiten resolver un porcentaje ínfimo de los casos.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, que no ha demostrado una comprensión real del problema de la violencia contra la mujer, se parapetó tras un incongruente “decálogo” de medidas a cual más genérica como “Proteger la vida de hombres y mujeres” y “No a la violencia contra la mujer”, durante su conferencia de prensa diaria del viernes.

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En las redes sociales, los internautas han difundido masivamente, en los últimos días, imágenes de lagos tranquilos, nubes de mariposas y otros paisajes que sin duda alguna le hubiera gustado a Ingrid añadir algún día a su colección de fotos de viajes, acompañadas de los hashtags más utilizados en el caso, para tapar las fotos morbosas de sus restos en las profundidades de los algoritmos y devolver parte de su dignidad a la alegre joven asesinada por su pareja.

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Traducción: Mariola Moreno

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