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China cree que ha visto el final del túnel

La provincia centro oriental china de Hubei, cuna de la pandemia de coronavirus y la más afectada por el virus en China, retomó buena parte de su movimiento.

François Bougon (Mediapart)

Pasadas dos semanas en confinamiento, los habitantes de la ciudad de Wuhan, epicentro de la epidemia de Covid-19 que ha causado en China más de 3.000 muertos e infectado a más de 81.000 personas, empiezan a ver el final del túnel con el anuncio por las autoridades locales de la próxima flexibilización de las medidas de confinamiento.

Con cierto retraso inicial por parte de las autoridades locales, que trataron de negar el comienzo de la epidemia, las fuertes medidas tomadas a partir del 20 de enero, bien consideradas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en particular la prohibición de desplazamientos y el aislamiento obligatorio de los habitantes, han permitido detener la progresión del nuevo coronavirus. No se ha detectado estos últimos días ningún nuevo caso, ahora que la pandemia está causando estragos en Europa y en EEUU.

Al mismo tiempo, el otro gigante asiático, India, ha ordenado este martes el confinamiento de sus 1.300 millones de habitantes durante tres semanas. “Si no son respetados estos 21 días, el país y vuestras familias van a retroceder 21 años”, ha advertido el primer ministro, Narendra Modi, en una intervención en la televisión.

Esta decisión eleva ya a más de 2.600 millones el número de habitantes de todo el planeta que deben quedarse en casa, más de un tercio de la población mundial, estimada por la ONU en 7.800 millones de personas en 2020.

En Wuhan, el tiempo se ha puesto de su parte: ha salido el sol y la gente que puede empieza a salir de sus residencias. Los autobuses vuelven a circular y las estaciones de metro, cerradas desde hace dos meses, se están limpiando y desinfectando en vista de sus próximas aperturas.

Según ha contado el lunes la escritora Fang Fang en un diario que lleva desde hace dos meses en su web Weibo, la gente está retomando sus actividades normales. Por ejemplo, hacen colas en el exterior de los edificios para cortarse el pelo, con la distancia prudencial de un metro, y ella misma pasea a su perro por el parque. Los habitantes de la provincia de Hubei podrán disfrutar a partir de hoy del levantamiento de la restricción de desplazamientos, antes que los de la capital provincial Wuhan, que deberán esperar catorce días más.

Unos 12.000 sanitarios que habían llegado para echar una mano han regresado ya a sus casas, como muestran las imágenes de la televisión china (ver video aquí): “Cuando llegué había nieve y ahora es ya primavera”, dice una mujer procedente de la provincia de Guizhou, en el suroeste. Algunos se han quedado por prudencia porque, aunque la primera oleada de la epidemia parece haberse contenido, los expertos nos ponen en guardia contra una segunda ola, especialmente por los casos procedentes del extranjero.

Según un epidemiólogo citado por Nature, habrá que esperar ocho semanas para volver más o menos a la normalidad y comprobar si las restricciones a los desplazamientos han sido o no eficaces. A los chinos procedentes del extranjero se les ha aplicado cuarentenas obligatorias. Un vídeo muestra lo que les espera: un equipo de recepción a la salida del avión y transporte en autobús hasta el hotel cuyas paredes están totalmente cubiertas de plástico...

La oficina de propaganda del partido comunista de la provincia de Yunnan, en el suroeste, ha difundido una canción para festejar estas buenas noticias tras un largo y doloroso invierno, con el fin de celebrar “la nación de nuestros héroes, la época heroica, el pueblo heroico y la ciudad heroica”. Muchos héroes, pero ¿no había acaso Xi Jinping, que visitó Wuhan el 10 de marzo, declarado ya la guerra a la epidemia? (antes de que le imitara Emmanuel Macron).

Fang Fang, voz crítica del régimen, anuncia que sólo le queda una entrada por escribir. En efecto, había prometido que se limitaría a 60 entradas en su diario, señalando que “nosotros, los habitantes de Wuhan, nos hacemos aún muchas preguntas. Por desgracia nadie podrá responder a casi ninguna”.

No todo el mundo podrá sin embargo circular libremente. Tendrá que estar descontaminado y, para estar seguros, pese a algunas polémicas y errores, las autoridades se basan en un código QR individual, un sistema de evaluación de la salud que había sido inicialmente lanzado por el gigante de Internet Alibabá de forma experimental en su feudo de Hangzhou el 11 de febrero, antes de ser aplicado en un centenar de ciudades, entre ellas Pekín, según cita el South China Morning Post.

A cada ciudadano se le asigna un QR, disponible a través de la aplicación Alipay de Alibaba, o en WeChat de Tencent, que permite conocer su estado de salud: si todo está bien el código es verde, un color que le permite circular sin problemas. Amarillo es sinónimo de auto confinamiento y rojo significa confinamiento con supervisión.

Por otra parte, las autoridades centrales han ordenado el regreso progresivo a la producción, como ha señalado una reunión del grupo especial encargado de la lucha contra la epidemia, que se celebró en Pekín este lunes bajo la dirección del primer ministro Li Keqiang. “Las autoridades locales y los ministerios deben coordinar y resolver inmediatamente los problemas prácticos de prevención y de control de la epidemia, de la reanudación del trabajo y de la producción en la industria y de la vida de la gente”, informa El diario del pueblo, órgano del partido comunista chino.

Aunque Pekín ve ya el final del túnel, no canta victoria demasiado pronto por miedo a tener que enfrentarse a una segunda ola por los casos importados o por los enfermos asintomáticos (portadores del virus pero sin síntomas). La propaganda oficial no se priva de alabar la ayuda que la nación está aportando a los países europeos afectados.

El lunes por la tarde aterrizó en Praga un avión procedente de China que transportaba 1,9 millones de máscaras y 100.000 respiradores artificiales. Hungría, por su parte, espera más de 3 millones de máscaras, 100.000 kits para los test y 86 ventiladores. También el lunes por la tarde, el telediario de la televisión pública abría con la noticia de la conversación telefónica mantenida entre el secretario general del PCC y presidente Xi Jinping y Emmanuel Macron. Según el presentador, Xi dijo que “la parte francesa toma una serie de medidas activas de prevención y de control y les presento mi sincero pésame y mi firme apoyo al gobierno y al pueblo francés. China está dispuesta a continuar con el apoyo y la asistencia a Francia en la medida de nuestras capacidades”.

El presidente francés respondió, según el presentador, que “el Gobierno chino y el pueblo chino han mostrado una gran valentía y han tomado medidas decisivas para controlar eficazmente la epidemia en poco tiempo, lo que aprecio enormemente. Francia agradece sinceramente a China su valioso apoyo y su asistencia. La parte francesa está dispuesta a emprender una cooperación bilateral en materia de salud con China para reforzar la cooperación en el marco multilateral como el G20 y la OMS con el fin de vencer la epidemia y enfrentarnos al impacto económico mundial”.

Esta diplomacia de máscara hace rechinar tanto los dientes en Europa y en EEUU, tanto que algunos diplomáticos chinos no se privan de divulgar teorías conspiranoicas en sus cuentas Twitter sobre un posible origen americano del virus.

Reporteros sin Fronteras (RSF) ha denunciado este martes la forma en que Pekín reescribe la historia, basándose en un estudio hecho por universitarios de Southampton (Reino Unido) publicado el 13 de marzo, según el cual el número de casos de coronavirus en China podría haberse reducido en un 86% si las medidas de lucha contra la epidemia, que China comenzó a partir del 20 de enero, hubieran comenzado dos semanas antes. Lo que hace pensar a RSF que “sin el control y la censura impuestos por las autoridades, los medios chinos habrían informado al público mucho antes de la gravedad de la epidemia, salvando miles de vidas y evitando tal vez la pandemia”.

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Traducción de Miguel López.

Texto original en francés:

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