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El grupo automovilístico PSA se prepara para reiniciar su actividad en medio de la incertidumbre

Trabajadores durante su jornada laboral en la planta de Opel/PSA de Figueruelas.

Guillaume Clerc (Factuel-Mediapart)

¿Para cuándo la reactivación de PSA? Renault ha arrancado con una pequeña parte de su producción en algunas de sus factorías, Toyota ha anunciado una reactivación muy parcial de su planta en Valenciennes, parece ser que para el nuevo Yaris, pero el grupo PSA (Peugeot, Citroën, Opel) sigue en silencio. La confusión es total en el grupo automóvil después del cierre de sus factorías el 17 de marzo. Inicialmente, el grupo esperaba una reactivación rápida, pero luego la dirección dio marcha atrás ante la hostilidad de los sindicatos, preocupados por la salud de los trabajadores. La realidad de las cifras también ha pesado en la decisión. Tras dos semanas de confinamiento, PSA ha visto bajar sus ventas en un 68% en marzo, según la Asociación Europea de Constructores de Automóviles (Acea). En el mes de abril, la caída será del orden del 90%.

Para el grupo, la prioridad es que los concesionarios puedan reabrir sus puertas rápidamente. PSA está “a la espera de la autorización del Estado y del Ministerio de Trabajo para una reapertura anticipada”, explican en el grupo. Esperan que sea el 2 de mayo. Para las fábricas será más tarde, pues no se ha anunciado ninguna fecha para su reactivación. Tal vez para el 11 de mayo, una fecha mágica desde que la anunció Emmanuel Macron. Pero no hay nada seguro por el momento.

Mientras tanto, PSA se prepara para el desconfinamiento. “Somos capaces de prever una reactivación, pero aún no estamos ahí”, confiesa un portavoz del grupo. La primera etapa consiste en poner en marcha un protocolo de seguridad sanitaria en las fábricas. Van por la tercera versión y se cree que ya está casi a punto. En la planta de Sochaux (Doubs, Franco-Condado), feudo de Peugeot, han sido marcados en el suelo seis kilómetros de camino peatonal para fijar una distancia física. Los espacios están organizados de manera que se respete una distancia de un metro y está previsto instalar separaciones cuando sea posible. Llevar mascarilla y gafas será obligatorio y algunos deberán llevar también guantes. Los restaurantes estarán cerrados y se distribuirán bolsas de almuerzo a los que no hayan llevado nada. No habrá distribuidor de agua, ni máquinas de café, ni áreas para fumar.

El protocolo sanitario ha sido aceptado por todos los sindicatos menos la CGT, que cree que es insuficiente y no quiere oír hablar de la reactivación mientras dure el confinamiento. “No queremos recargar las camas de reanimación para producir coches que van a estar en el garaje”, afirma Jérôme Boussard, delegado sindical de la CGT en Sochaux. Por su parte, en Fuerza Obrera (FO), a quienes les parecen bien las medidas para la reactivación, aun así se mantienen prudentes y subrayan que el riesgo cero no existe. “El protocolo sanitario está perfectamente a punto, pero lo que queda por hacer es adaptar la parte industrial a este plan. Dicen que hay que lavarse las manos cada hora pero las pausas son cada dos horas y media. ¿La dirección va a tener en cuenta el tiempo que tardamos en vestirnos y desvestirnos, mucho más largo porque no podemos ir todos al mismo tiempo a los vestuarios?”, se pregunta por ejemplo Éric Peultier, delegado de FO en la fábrica.

Si es más bien fácil poner en práctica los separadores recomendados por el Gobierno, será cosa de los trabajadores implantar aquellos que sean específicos en las fábricas, respetando un metro de distancia con los demás en su espacio de producción. “Tenemos algunas cosas, como las marcas en el suelo, pero lo que va a faltar es la verificación de su aplicación real sobre el terreno. Hemos pedido pequeños grupos comprueben lo que funciona y lo que no funciona sobre el terreno, y ha sido aceptado”, indica Laurent Oechsel, delegado de la CFE-CGC en la fábrica.

“Volveremos a empezar de manera humilde, sin imposiciones de arriba a abajo. Hay cosas que los trabajadores ven y nosotros no, esto no es un modelo matemático. Los primeros días van a ser diferentes, con una bienvenida especial y un punto pedagógico por un pequeño equipo”, afirman en la dirección, que ya ha preparado vídeos destinados a los trabajadores para explicar las nuevas consignas sanitarias. “La gente va a descubrir un centro de trabajo diferente del que conoce, no vamos a trabajar de la misma manera”, añade el portavoz.

En el protocolo establecido por PSA está previsto que cada trabajador recibirá dos mascarillas quirúrgicas por día, y dos suplementarias si acuden al trabajo en coche con dos ocupantes o en los autobuses de empresa. Sin mascarillas no hay pues reactivación posible. ¿Será esa una de las razones del retraso de PSA respecto a la competencia? “Por el momento tenemos en stock el equivalente a una semana de trabajo a bajo ritmo. A sabiendas de que podremos ir reponiendo a medida que lo vayamos necesitando, hemos apostado por ello”, dice una fuente cercana a la dirección. Los sindicatos, por su parte, han preguntado sobre el nivel de stock de mascarillas, pero no han recibido respuesta.

Sochaux no se ha librado del desorden general sobre la gestión de las mascarillas. El 17 de marzo, la Prefectura de Doubs emitió un decreto de requisa de las mascarillas que había en la fábrica en beneficio del hospital Nord-Franche-Comté de Trévenans. Aunque el grupo PSA comunicó el 20 de marzo que donaba un total de 130.000 mascarillas, sin embargo la requisa nunca tuvo lugar. “Hemos paralizado la requisa de común acuerdo, y luego, también de común acuerdo, hemos acordado que la donación era la mejor solución. No podemos hacer creer que ha habido presión por parte del Estado para que PSA provea de mascarillas a los sanitarios”, indica la prefectura. PSA está en la misma línea: la requisa ha sido vista primero como una forma de sacar las mascarillas de almacén con un papel oficial. Pero como las mascarillas donadas por la fábrica de Sochaux (25.000 a Trévenans, 20.000 al Sdis y 10.000 al CHRU de Besançon) no estaban allí sino en Vesoul (Alto Saona), dejaba inoperante un decreto redactado con tal precipitación que hasta le faltaban palabras. Entonces, de común acuerdo, todos optamos por el donativo.

“Si respetáramos todas las reglas, Vesoul estaría bloqueada”Si respetáramos todas las reglas, Vesoul estaría bloqueada”

La fábrica de Vesoul no es solo la que tiene las mascarillas, es el centro mundial de piezas de repuesto del grupo y la mayor plataforma logística de automóviles de Europa. También es una fábrica piloto para la reactivación de PSA en Francia en este nuevo contexto sanitario.

Considerada altamente estratégica, nunca ha parado, aunque funciona a ralentí. A finales de abril están trabajando allí algo menos de 450 personas, un 20% del efectivo normal. Hay que añadir unos 150 operarios más que trabajan para otras empresas en la misma fábrica. “Al principio pensábamos que íbamos a parar, como las demás, pero nos dimos cuenta de que había una excepción para la producción de piezas de repuesto”, explica un trabajador.

Al comienzo del confinamiento, los trabajadores de la fábrica iban a trabajar con un miedo terrible: no había mascarillas ni gafas para los trabajadores ni limpieza de las instalaciones. Los separadores fueron instalados bastante rápido, pero no fue suficiente por lo que parece. La CGT denunciaba, a través de su delegado en el centro Cédric Fischer, un aumento importante de contagios del covid-19. El delegado indicaba que el número de casos sospechosos entre los trabajadores se había triplicado en dos semanas hasta llegar a 128 el 1º de abril. Eso es más del 10% de las personas presentes en fábrica en aquel momento. Al no querer ir a trabajar en ese clima de ansiedad, algunos decían que tenían fiebre, dentro el seguimiento de autovigilancia médica que la dirección había puesto en marcha y que se va a generalizar en todas las fábricas.

Las medidas deberían haber sido más estrictas en Vesoul. “Normalmente, si hubiéramos aplicado las reglas, se debería haber tomado la temperatura al entrar a fábrica. Pero eso nunca se ha hecho en Vesoul por la simple y buena razón que si se controla a 1.300 personas a la entrada, más a los conductores de camión, la ciudad de Vesoul estaría bloqueada y no se podría circular. En las demás fábricas van a pedir a la gente que se tomen ellos mismos la temperatura, pero si hay una persona portadora del virus sin síntomas, no podrá ser detectada”, advierte Jean-Yves Poulet, delegado de FO en Vesoul.

En las demás fábricas, la dirección dice que el regreso al trabajo se hará de modo voluntario. Pero no es exactamente eso lo que pasa en Vesoul. Los interinos, que no tienen elección, representan cerca de la mitad de la plantilla actual y entre los contratados presentes en el centro, algunos no son voluntarios sino más bien movilizados por razón de la importancia de su puesto.

El regreso obligatorio debería aumentar rápidamente en Vesoul porque las previsiones para el mes de mayo cuentan con una reanudación del 40 al 60% de la actividad. La dirección prevé poner en marcha un sistema de turnos para que la gente se acostumbre a los separadores y también para los que han estado trabajando desde el principio y que no le ven muchas ventajas descansar. El subsidio de paro parcial está garantizado al 100% por PSA hasta el 30 de abril por un fondo de solidaridad financiado en parte por un día de vacaciones pagadas para los obreros y los técnicos, y dos días para los directivos. El dispositivo de desempleo parcial acaba de ser prorrogado hasta el 30 de junio, pero no hay todavía garantías sobre el mantenimiento del 100% del salario.

Actualmente, PSA espera poder afinar el protocolo sanitario que ha establecido. La coordinación realizada por el grupo con sus proveedores y subcontratas para garantizar que no habrá rupturas logísticas parece estar avanzada. Pero falta una condición esencial: la reactivación de las ventas. Reiniciar la producción cuando la red comercial no está aún abierta, o si las ventas de coches no despegan con el fin del confinamiento, conduciría a la acumulación de stocks y acabaría en un nuevo cierre de factorías. Un escenario que PSA quiere evitar, aunque espere un año catastrófico: según sus primeras estimaciones, las ventas podrían caer a la mitad en 2020.

Toda esta incertidumbre empieza a pesar en la moral de los trabajadores. Muchos comienzan a preocuparse seriamente por las consecuencias económicas potencialmente catastróficas de un parón prolongado de la actividad de su empresa. “Hay mucho ruido de pasillo, por parte de la jerarquía, en las redes sociales... Hay dos o tres escenarios sobre la mesa, pero hace falta que la dirección nos dé información verdadera para trasladarla a los trabajadores, porque esto provoca estrés, angustia e incertidumbre” dice Éric Peultier, preocupado.

La dirección se ha comprometido a avisar a los trabajadores al menos cinco días antes de la reactivación y a que se hará suavemente. En Sochaux hablan de un equipo o, lo más probable, un semi equipo de los seis que tenía la fábrica antes del confinamiento. Los sindicatos temen que se suspenda el equipo VSD (viernes, sábado, domingo), el de fin de semana y el último que se puso en marcha. Respecto de los interinos, se teme lo peor.

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Pero a la dirección le cuesta dar más detalles por el momento, pues también está confusa y sigue improvisando. “Cuando se para una fábrica bruscamente como se ha hecho, hay un flujo de pedidos registrados. ¿Cuánto tiempo toma eso? ¿La gente va a mantener su pedido? Eso va a ser trabajo de los concesionarios y no responsabilidad de los productores. Estamos en una crisis inédita, no como en 2008. ¿Qué es lo que va a empujar la reactivación? ¿La gente va a tener ganas de consumir? ¿Será el coche parte de los elementos de consumo? Este será con seguridad un año muy particular...

Traducción de Miguel López.

Texto original en francés:

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