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El nuevo ministro venezolano del petróleo, enésima pesadilla de Washington

El petrolero iraní 'Fortune' en la costa de Puerto Cabello, estado de Carabobo, en Venezuela.

Adrien Galpin (Mediapart)

Tareck El Aissami, impecablemente trajeado y bien peinado, parece un brocker de la City. Sin embargo, el nuevo ministro venezolano del petróleo se declara chavista “radical”, fiel de Hugo Chávez desde el principio y sostén importante del actual presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Pero también es una de las bestias negras de los Estados Unidos, ya que le acusan de narcotráfico y le han sancionado en 2017, mucho antes que a la mayor parte de los altos dirigentes chavistas que ahora están en el punto de mira del Tesoro norteamericano.

Un decreto publicado en el Boletín Oficial de Venezuela el 27 de abril le encarga “reestructurar y reorganizar” una industria petrolera al borde del precipicio y que representa más del 90% de los ingresos del Estado venezolano. Lo que está en juego es de vital importancia debido al mal estado del sector: la producción de petróleo ha pasado de tres millones de barriles diarios hace diez años a los escasos 700.000 actuales, según la OPEP.

Este nombramiento ha sido recibido de inmediato como una provocación y un desafío a Washington que desde hace meses está aumentando la presión sobre el entorno de Nicolás Maduro. Aunque en realidad, sabiendo que prácticamente todos los colaboradores cercanos al presidente están vigilados por los Estados Unidos, la llegada de Tareck El Aissami a la dirección del sector petrolero parece responder a otras lógicas diferentes de la eterna lucha contra el “imperialismo americano”.

Primero está el mensaje enviado a los venezolanos. Desde finales de marzo, el país vive una de las más grandes penurias de gasolina de su historia. La escasez de combustible es recurrente en Venezuela, pero nunca lo había sido con tanta intensidad: es la primera vez que la capital, Caracas, que en general siempre se ha librado, está seca desde hace tanto tiempo. Las colas de espera en las pocas gasolineras que aún tienen gasolina pueden durar horas e incluso días.

A primeros de abril se decretó un plan de racionamiento para servir prioritariamente a las profesiones “esenciales” como policías, militares y sanitarios. “El país es víctima de una tormenta perfecta”, explica Luis Vicente León, director del instituto Datanálisis. “A pesar de sus importantes reservas de petróleo, el Estado tiene que importar gasolina desde hace meses porque las refinerías están paradas por falta de mantenimiento lo que, unido a las sanciones norteamericanas contra la PDVSA (empresa pública petrolera) y a la reducción de la actividad en plena pandemia, ya no encuentra apenas proveedores y no tiene con qué pagarlos”.

Con el nombramiento de un pilar del sistema político venezolano como Tareck El Aissami para dirigir el sector petrolero, el gobierno espera tranquilizar a la población. Este venezolano de origen sirio-libanés, ha sido parlamentario, secretario de Estado de Seguridad Ciudadana (2007-2008), ministro del Interior (2008-2012), gobernador del Estado de Aragua (2012-2017), vicepresidente (2017-2018) y finalmente ministro de Industria. Es además miembro desde febrero de una comisión para reestructurar la PDVSA, que ahora preside Asdrúbal Chávez, primo del comandante fallecido en 2013.

El nombramiento de Tareck El Aissami supone un duro golpe para otro peso pesado del chavismo: Diosdado Cabello. El todopoderoso presidente de la Asamblea Nacional Constituyente y jefe del Partido Socialista Unificado (PSUV) era afín al general Manuel Quevedo, anterior ministro del petróleo. “Se trata claramente de una pérdida importante de poder para Diosdado”, estima Eugenio Martínez, periodista especializado en las guerras de influencia en el aparato del Estado. “Ya no tiene mano sobre el que se supone es el sector más lucrativo del país. Nombrando a Tareck, Maduro le recuerda quién manda”. Sin ser un peón del presidente venezolano, El Aissami está de todas formas más próximo a Nicolás Maduro que Cabello, que jamás ha podido digerir que Hugo Chávez no le hubiera elegido para sustituirle.

Se trata también de un cambio de doctrina económica dentro de la empresa petrolera. Manuel Quevedo era el sucesor de una gestión muy centralizada en los militares, heredada de Chávez, y sospechosa de tener parte de culpa en el hundimiento de la industria petrolera. Un experto del sector que prefiere quedar en el anonimato cree que Tareck El Aissami es el adalid de una privatización de la PDVSA que, de creer a Bloomberg, estaría sobre la mesa desde finales de enero y representaría un giro histórico para esta empresa que pertenece en su totalidad al Estado desde 1976. Parece paradójico para un gobierno anticapitalista e históricamente más inclinado a las nacionalizaciones, pero esa es sin embargo la dirección que ha tomado la economía desde hace más de un año. Para hacer frente a la crisis, el gobierno de Nicolás Maduro, a través de Tareck El Aissami, ha iniciado ciertas medidas de flexibilización como el fin del control de cambios y el fin del techo de precios.

La primera consecuencia de este nombramiento es el estrechamiento de lazos de Venezuela con la República Islámica de Irán. “Se le atribuyen a Tareck El Aissami muy buenas relaciones con Irán, y también con Hezbollah”, cuenta Eugenio Martínez. Según una investigación de la CNN de 2017, él habría facilitado también la instalación en Venezuela de varios militantes del grupo islamista chiita libanés. La arribada de cinco petroleros, que transportan 1,5 millones de barriles de combustible que podrían abastecer algo a las estaciones de servicio, es un primer testimonio de un acercamiento que debería ir en aumento. Según Elliott Abrams, el emisario norteamericano para Venezuela, y el líder de la oposición Juan Guaidó, este apoyo se está pagando con el oro en bruto extraído ilegalmente de las minas del sur de Venezuela. También afirman que hay en el país expertos iraníes para ayudar a “reconstruir la industria petrolera”, una información negada por el Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, según el cual Washington trata de “desestabilizar” el comercio entre los dos países.

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Mientras tanto, pese al respiro que debería suponer los millones de barriles iraníes, la llegada al ministerio del petróleo de Tareck El Aissami encarna más un enésimo escalón superado por un chavista ambicioso que una verdadera buena noticia para el sector petrolero, según el experto anónimo: “Mientras Venezuela y los Estados Unidos no se pongan de acuerdo para una cooperación y un levantamiento de sanciones, la producción de petróleo no podrá empezar de nuevo”.

Traducción de Miguel López.

Texto original en francés:

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