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La carrera armamentística: los 'doctores Strangelove' parecen inmunes ante el virus

Imágenes del submarino 'Poseidón' difundidas por Rusia.

La crisis sanitaria mundial, que ya se ha cobrado más de 360.000 vidas, podría haber tenido un efecto disuasorio. Pero no ha sido así. En un mundo patas arriba por efecto del Covid-19, la carrera armamentística se reanuda con ímpetu. Y lo hace principalmente en dos frentes, con el desmantelamiento de los sistemas de control y desarme y mediante el desarrollo de nuevas armas de destrucción masiva.

Una vez más detrás de estos movimientos se encuentran Donald Trump y Vladimir Putin, con Xi Jinping pisándoles los talones. China se ha convertido en el segundo productor de armas del mundo, según el instituto de referencia sueco Sipri, por detrás de Estados Unidos y por delante de Rusia. La nueva Guerra Fría tiene ahora tres patas en un contexto de inseguridad internacional creciente.

Donald Trump ha decidido retirarse de un nuevo tratado internacional. El 21 de mayo, el presidente estadounidense anunciaba que Estados Unidos denunciaría el llamado Tratado de Cielos Abiertos. La retirada será efectiva en seis meses, en noviembre de 2020. Este acuerdo, ratificado en 1992 y en vigor desde 2002, está firmado por 34 países, a saber, los miembros de la OTAN y Suecia, Finlandia, Ucrania, Bielorrusia y Rusia.

Cielos Abiertos tiene como objetivo establecer un programa de vuelos de reconocimiento aéreo, de observación y de vigilancia, de cada Estado miembro por parte del resto de países. El proceso está determinado al milímetro: número de vuelos y rutas, equipo de observación a bordo (cámaras, analizadores de infrarrojos, imágenes de radar), comunicación de la información recogida a los estados sobrevolados, etc. El objetivo es sencillo, organizar la transparencia en los movimientos de tropas, bases militares y equipos y facilitar los intercambios entre los cuarteles generales de los Estados miembros.

Mensualmente, los representantes de los Estados se reúnen en Viena en la sede de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) para hacer un seguimiento de los programas de sobrevuelo. El Tratado de Cielos Abiertos se ha convertido en uno de los pilares de la arquitectura de control y desarme de los años 80.

Sin embargo, Donald Trump está decidido a hacer tabla rasa. El año pasado denunciaba el importante Tratado FNI sobre fuerzas nucleares intermedias, piedra angular de la seguridad en Europa. La renegociación del Tratado Nuevo Start para la reducción de las armas nucleares estratégicas, que expira en 2021, se encuentra paralizada. Y ahora Washington pone término al Tratado de Cielos Abiertos...

El argumento ofrecido es el mismo empleado para poner fin al Tratado FNI: Moscú no respeta este acuerdo, según Donald Trump, impidiendo, por ejemplo, que se sobrevuele el enclave ruso de Kaliningrado. Pero el Pentágono no ha facilitado ninguna prueba. El acuerdo también prevé una comisión de conciliación en caso de controversias sobre su aplicación por parte de los países miembros.

“Se trata de una bofetada a nuestros aliados europeos”, protestaron los demócratas norteamericanos. Rusia denunció este nuevo “paso en el desmantelamiento de la arquitectura de seguridad internacional”. Los ministros de Asuntos Exteriores europeos expresaron su desacuerdo en un comunicado conjunto.

Sólo el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, hizo suyo el argumento estadounidense, al declarar que “la actual aplicación selectiva por parte de Rusia de sus obligaciones ha socavado la contribución a la seguridad de este importante tratado”.

Mientras que Donald Trump deshace uno a uno los acuerdos multilaterales de control de armas, Vladimir Putin por su parte acelera el desarrollo de nuevas armas nucleares estratégicas. Tiene en marcha seis programas distintos. Y aunque el presupuesto de Defensa de Rusia es más de diez veces inferior al de EE.UU., la sorpresa es que los calendarios anunciados para el desarrollo de estas armas parecen ir más o menos por buen camino.

Cinco días después de conocerse la decisión de Trump sobre el Tratado de Cielos Abiertos, un alto funcionario de defensa ruso anunciaba a la agencia de noticias rusa Ria-Novosti que en otoño se pondría en marcha una nueva campaña de pruebas del torpedo PoseidónPoseidón. Un lanzamiento de prueba de esta arma nueva puede incluso llevarse a cabo desde el nuevo submarino nuclear gigante, el Bélgorod, botado el año pasado.

El torpedo Poseidón hace pensar en las horas más críticas de la Guerra Fría. Muchos especialistas en Defensa lo han descrito como el “torpedo del juicio final” o el “torpedo del Apocalipsis", un arma que podría poner patas arriba las estrategias de disuasión nuclear.

¿Qué es? El Poseidón se presenta como una especie de dron submarino. Es un torpedo gigante, el más grande jamás construido, propulsado por un reactor nuclear, pilotado de forma remota, cargado con una ojiva nuclear de 2 megatones (133 veces Hiroshima). La nave puede viajar 10.000 kilómetros, alcanzar velocidades submarinas de 200 km/h y viajar a grandes profundidades (hasta 1.000 metros), lo que la hace en gran medida indetectable y perfectamente inalcanzable.

Como a Rusia le gusta últimamente enseñar su nuevo músculo nuclear, su Ministerio de Defensa incluso ha colgado un vídeo en YouTube que supuestamente demuestra las capacidades destructivas de Poseidón (véase más arriba) y ha dejado que se publiquen otros vídeos en webs rusas especializadas.

"Nadie en el mundo tiene un arma así"

El torpedo Poseidón no sólo tiene capacidad para destruir cualquier naval. Según los doctores Strangelove, podría explotar bajo el agua a pocos kilómetros de las costas enemigas, cerca de Nueva York por ejemplo, causando un tsunami radiactivo de “olas de varias decenas de metros” que engulliría la ciudad y su costa. Suficiente para hacer soñar a los guionistas del Apocalipsis de Hollywood. Bajo estas líneas puede verse otro vídeo “autorizado” por el Ministerio de Defensa ruso:

El programa Poseidón, llamado entonces Status-6, fue revelado, al parecer, por error en 2015 con la difusión de imágenes en dos cadenas públicas rusas, dejando escépticos a todos los observadores, dado el estrecho control que ejercen las autoridades rusas sobre todos los asuntos de defensa. Pero en marzo de 2018, durante su discurso anual a la Asamblea Federal, Vladimir Putin detallaba los nuevos programas estratégicos y se refería al torpedo Poseidón.

“Nadie en el mundo dispone de un arma así”, dijo entonces el presidente ruso, invitando a Estados Unidos a “tener en cuenta el alcance y la velocidad de las futuras armas [rusas] antes de tomar decisiones que amenacen a Rusia”. En total, se desarrollarán 32 torpedos que podrán ser lanzados desde cuatro submarinos, incluidos el último construido, el Bélgorod, que estará operativo y será entregado a la flota del Norte en las próximas semanas, y el Khabarovsk, en construcción.

Como ha señalado la Fundación para la Investigación Estratégica (FRS), junto con el Poseidón, Rusia está socavando los colosales esfuerzos de Estados Unidos por desplegar escudos antimisiles, en particular en Europa. “Poseidón está diseñado para contrarrestar el desarrollo de los sistemas de defensa de misiles estadounidenses creando alternativas a las fuerzas de misiles balísticos tradicionales que pueden llegar a ser menos eficaces a medida que mejoran las capacidades antimisiles”, dice el FRS.

Los responsables de EE.UU. se toman muy en serio la amenaza de semejante arma, si llega a estar realmente operativa. Hasta la fecha, el Pentágono no tiene un sistema para protegerse de un riesgo así. Baste como ejemplo la Nuclear Posture Review de 2018, documento oficial del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, que menciona el torpedo varias veces, insistiendo en la modernización acelerada del arsenal nuclear ruso.

Afortunadamente, hay otros expertos que relativizan el peligro real del “torpedo del juicio final”. Estos expertos señalan en primer lugar el atraso tecnológico de Rusia, que Vladimir Putin reconoció en su discurso de marzo de 2018, y de la falta de financiación. ¿Tendrá Rusia los medios necesarios para llevar a cabo un proyecto así hasta el final? La explosión accidental ocurrida durante un ensayo, en agosto de 2019, de lo que sería el nuevo misil tierra-aire de propulsión nuclear Burevestnik (Moscú no dio ninguna explicación) pondría de manifiesto la extrema dificultad de llevar a cabo esos programas de armamento.

La guerra, el terror y la disuasión también son formas de comunicación, señalan otros expertos. Y el discurso marcial de Rusia prometiendo armas sacadas de películas de terror sería un farol. “No es un farol”, escribe el analista H.I. Sutton en la web especializada Covert Shores.

Sin embargo, Sutton quiere desmitificar el famoso torpedo: “Poseidón tiene un aire de misterio de superarma similar a los desarrollos de armas soviéticas de la Guerra Fría. Por tanto, gran parte de la información y el análisis, tanto rusos como occidentales, son altamente especulativos, mal informados y absurdos”.

“Putin debe continuar dando a conocer las armas nucleares rusas en el panorama internacional porque literalmente son lo único que Rusia posee y que la sitúa al mismo nivel que Estados Unidos, de lo contrario sería otra potencia media atrasada y corrupta”, escribe Justin Bronk, analista en el centro de estudios británico Rusi.

Si bien las palabras de Justin Bronk forman parte de los análisis comúnmente oídos en occidente, el esfuerzo de Moscú para modernizar sus fuerzas estratégicas sigue siendo continuo. Submarinos nucleares, planeadores hipersónicos, nuevos misiles, todos los programas han ido adelante en la última década.

Oficialmente, todos tienen el mismo objetivo, perseguir, o incluso ganar, el pulso que mantiene con Estados Unidos desde el año 2000. Pero la principal preocupación de Rusia es adaptarse a la nueva situación estratégica mundial marcada por la aparición de China como una gran potencia militar. Con más de 4.000 kilómetros de frontera común, Moscú quiere protegerse de las nuevas aspiraciones de Pekín.

En los próximo años, el Ministerio de Defensa ruso podría publicar un vídeo que muestre el “torpedo del Apocalipsis” explorando esta vez no el puerto de Nueva York y las costas americanas sino la costa china...

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Traducción: Mariola Moreno

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