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Emmanuel Macron quiere pasar página tras la debacle de su partido en las elecciones municipales

El presidente francés, Emmanuel Macron, este lunes en una conferencia de prensa junto a Angela Merkel.

Ellen Salvi (Mediapart)

Apenas anunciados los primeros resultados de las elecciones municipales, el Elíseo hizo saber que Emmanuel Macron estaba "preocupado por la baja tasa de participación". Con una abstención histórica –próxima al 60%–, el jefe de Estado encontró un argumento de peso para evitar sacar una lección nacional de las elecciones municipales. Sin embargo, los malos resultados obtenidos por La República en Marcha (LREM) dicen mucho de las debilidades del partido presidencial, que se vio obligado a salir al rescate de la derecha Los Republicanos (LR) para conseguir alguna victoria.

Lejos de las aspiraciones ecológicas reivindicadas por los macronistas, algunos candidatos de LREM habían incluso alcanzado algunas alianzas con el único objetivo de bloquear al movimiento Europa Ecología-Los Verdes (EELV). Una estrategia considerada "estúpida", "inútil" y "contraproducente" por parte de Daniel Cohn-Bendit, exeurodiputado. "Frente a una ola verde, es realmente estúpido construir una muralla, caminar de la mano de la derecha conservadora y de gente políticamente anticuada como el alcalde de Lyon, Gérard Collomb", había dicho recientemente el exdiputado europeo a Le JDD

Pero a decir de los altos cargos del partido presidencial, esta estrategia, que habrá tenido el mérito de clarificar el panorama a pesar de no funcionar, no era realmente tal estrategia. "Los Verdes no quieren gobernar con nosotros –explicaba uno de ellos unos días antes de la segunda vuelta de las municipales–. Como no hemos enviado muchas señales a la izquierda en los últimos tres años, fue difícil conseguir incluso un debate". Incapaz de iniciar el más mínimo movimiento, LREM no ha podido hacer otra cosa que seguir el iniciado desde el comienzo del quinquenio por Emmanuel Macron y su electorado: la derechización.

El domingo por la noche, la formación presidencial sólo tuvo un éxito del que alegrarse: el del primer ministro Édouard Philippe, que fue reelegido con una amplia mayoría en Le Havre con el 58,83% de los votos emitidos, frente al diputado comunista Jean-Paul Lecoq. Qué importa si el exdiputado de Los Republicanos nunca se unió a las filas de LREM. "Es una victoria que nos honra a todos", insistió la portavoz del Gobierno Sibeth Ndiaye. Otros alcaldes salientes apoyados por LREM, como Laurent Hénart en Nancy y Olivier Carré en Orléans, fueron derrotados.  

No es de extrañar que la mayoría de los diputados macronistas que analizaron, a través de las redes sociales, los resultados, pusieran el foco en las abstención. "Todo el mundo comenta esta noche las #Municipales2020 pero en realidad, con una abstención del 20%, es la abstención la que gana", escribió por ejemplo la diputada Olivia Grégoire. "Esta noche también gana la abstención. Un hecho significativo. Es urgente, para la democracia, preguntarse cómo podemos restablecer la confianza de nuestros conciudadanos", reaccionó su colega Naïma Moutchou. En France 2, el delegado general de LREM, Stanislas Guerini, trató de defender el balance verde del Ejecutivo. 

El partido en el poder sabía desde hace tiempo que no llevaría a cabo un milagro en las elecciones municipales. Estas elecciones, que en un principio se plantearon como la puerta de entrada a una implantación territorial casi inexistente, se convirtieron rápidamente en un pesado "fardo", como señaló un ministro al principio del desconfinamiento. Esta es una de las razones por las que Emmanuel Macron quiso organizar la segunda ronda antes del verano: para pasar rápidamente a otra cosa, con la esperanza de conseguir un nuevo impulso de cara a los dos últimos años de su quinquenio.  

Estos últimos días, el presidente de la República ha proseguido con sus consultas para idear "el mundo de después", sin dar ninguna pista de sus intenciones. En el Palacio del Elíseo, todo estaba dispuesto para superar estas elecciones como si nada hubiera pasado. Se hizo hincapié en la cita de julio que el jefe de Estado fijó durante su último discurso, para especificar la hoja de ruta de los "18 meses útiles" que lo separan de las elecciones presidenciales de 2022. En medio de una crisis sanitaria, económica y social, el Gobierno pende del destino que Emmanuel Macron quiera reservarle. 

Desde que este último lanzó sus promesas de "reinvención", los pasillos ministeriales están plagados de rumores y apuestas. Todos están obnubilados por una reestructuración de la que nadie sabe nada excepto que se llevará a cabo en 15 días. Para desvelar la magnitud de la misma, el presidente de la República deseaba esperar los resultados del domingo y, en particular, la reelección de su primer ministro. Sin embargo, esto no garantiza que Édouard Philippe se quede en Matignon. "Está a un 50-50", repiten nuestros interlocutores una y otra vez. Los dos hombres tenían previsto reunirse en la mañana de este lunes. 

En el entorno del jefe de Estado, muchos son los que abogan por un cambio "de arriba a abajo", con un equipo completamente renovado, capaz de emprender "el nuevo camino"que Emmanuel Macron dice querer tomar. "No puede haber un nuevo camino sin señales concretas", estima un miembro de la formación LREM. Más allá de las preguntas sobre personas en concreto, el Elíseo indicó que este lunes se daría la primera respuesta, durante una reunión en el Palacio del Elíseo con los 150 miembros de la convención de ciudadanos por el clima.

La mayoría de los apoyos del presidente de la República insisten en la convocatoria de un referéndum para someter a votación popular una o varias de las medidas anunciadas el 21 de junio. Por su parte, Édouard Philippe recordó a la Asamblea Nacional que la convención ciudadana no estaba destinada a sustituir al Parlamento. "La ley, en particular el derecho constitucional, sigue aplicándose y se aplicará con todo su rigor mientras no se modifique", insistió.

El tema divide al dúo del Ejecutivo, que acumula numerosos desacuerdos desde el comienzo de la crisis sanitaria. En una reciente entrevista en París-Normandie, el primer ministro advirtió: "Emmanuel Macron sabe quién soy, lo que represento, lo que puedo y no puedo hacer". El alcalde de Le Havre, hombre de derechas, se niega a renunciar a ciertos temas que le preocupan, como la aplicación de un nuevo sistema de pensiones. Además de su victoria, sabe que tiene en sus manos una gran ventaja: la evolución del electorado macronista.

Su amigo y antiguo asesor en Matignon, el diputado europeo Gilles Boyer, lo dejó caer en el micrófono del programa Quotidien: "Desde hace tres años, Édouard Philippe atraviesa momentos difíciles. El electorado de centro-derecha lo ve como un punto de referencia. Y eso será muy importante en 2022 –subrayó–. Estoy seguro de que el presidente de la República lo sabe y que su decisión será la correcta". Pero a los partidarios históricos del jefe de Estado no les gusta esta lectura de la situación, señalando por el contrario el éxito de los ecologistas en las elecciones municipales.

"La recomposición de la izquierda se está produciendo sin nosotros y nos está quitando algunos de nuestros votantes", lamentaba un miembro de la formación macronista. En el seno del partido presidencial, algunos incluso ven esta reorganización como un mal augurio de cara a las futuras elecciones presidenciales. ¿Qué pasa si Emmanuel Macron no pasa la primera vuelta? Esta pregunta no deja de acechar a todos aquellos que están preocupados –la palabra se queda corta– por este electorado de centro-izquierda, "piedra angular" de las elecciones de 2017.

Por el momento, el presidente de la República se ha limitado a desarrollar una idea lo suficientemente vaga como para que nadie sepa de qué se tratará finalmente. Sin embargo, su último discurso fue aplaudido sobre todo por la derecha de LR, que se vio reconocida en la idea de "trabajar más" así como en el "patriotismo republicano". Bajo el disfraz de una reflexión sobre la soberanía, este último ha adoptado de hecho los discursos identitarios que a veces la acompañan.

Con la afirmación de que "no todo puede decidirse tan a menudo en París", Emmanuel Macron también hizo saber que quería lanzar un nuevo acto de descentralización, gracias al cual espera posponer las elecciones regionales –que también se anuncian complicadas para LREM– hasta después de 2022. Las conversaciones con los presidentes de las Regiones tuvieron un mal comienzo, ya que algunos de ellos acusaron al presidente francés de querer condicionar la ayuda financiera del Estado para revitalizar la economía a su apoyo para aplazar las elecciones. 

Durante un almuerzo con responsables parlamentarios, organizado el 25 de junio, el principal interesado se defendió de todo "chantaje", pero no convenció a sus invitados. "Estamos a favor de la reforma territorial, pero no de la manipulación electoral", dijo a la AFP el jefe de los diputados de Les Républicains, Damien Abad. "No confiamos en Macron –resumió un presidente regional–. Ya ha pronunciado el mismo discurso dos veces sin jamás moverse". En abril de 2019, el jefe de Estado había evocado en efecto un nuevo acto de descentralización que debía completarse "en el primer trimestre de 2020". 

Sea lo que sea que decida o anuncie, Emmanuel Macron está atrapado en la montaña de promesas que no ha cumplido en tres años. En su terreno, las decepciones son significativas. En la oposición, la desconfianza parece irreversible. Sin una estructura y con una red territorial que es, como mínimo, particular, el presidente de la República entrará, por lo tanto, en la última parte de su quinquenio más frágil que nunca. "En Marcha está vacío en términos de ideas y ya no se corresponde con la recomposición política que habíamos iniciado –concluye un alto responsable del partido–. Si no hacemos nada, nos dirigimos a la desintegración".

¿Quién se cree la "reinvención" de Macron?

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Traducción: Irene Casado Sánchez (Mediapart) / Revisión: infoLibre. 

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