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La gente contra los federales en las calles de Portland

Manifestantes del movimiento 'Black Lives Matter' este lunes en Portland, Oregon.

Gwenola Ricordeau (Mediapart)

La "Ciudad de las Rosas", llaman oficialmente a Portland, aunque también es conocida por "Little Beirut", sobrenombre que le puso George W. Bush, exasperado por las manifestaciones que se producían contra él allí al principio de los años 90. Desde hace algunas semanas, los relatos que corren por las redes sociales y en las cadenas de televisión en una ciudad donde se está calentando el ambiente dan la sensación de un déjà-vu. En 2016, las manifestaciones anti-Trump fueron muy concurridas allí y a Portland se la conoce por su larga tradición de luchas sindicales y por la fortaleza de los movimientos anarquistas.

Como en muchas grandes ciudades de los Estados Unidos, han tenido un gran alcance las movilizaciones en Portland tras la muerte de George Floyd, con manifestaciones diarias. Pero el 2 de junio, como respuesta a la decapitación de estatuas, el presidente Trump aprobó un decreto para proteger los monumentos federales al que siguió el envío de un centenar de agentes federales (los Feds) a PortlandFeds.

Esta decisión provocó inmediatamente protestas que a mediados de julio se han ido ampliando. La indignación suscitada por la presencia de los Feds y la represión violenta de las manifestaciones, particularmente las heridas causadas el 11 de julio a un joven, Donoban La Bella, han lanzado por las tardes cada vez a más gente a la calle, entre ellas a decenas de mujeres que constituyen el "Wall of Mums" (muro de mamás), que aparecen en primera línea en las concentraciones.

Además, a partir del 14 de julio, los agentes federales comenzaron a hacer detenciones que, por una parte eran ejecutadas por agentes casi siempre sin identificar y que se mueven además en vehículos sin identificación policial, detenciones denunciadas por los manifestantes como técnicas de intimidación: en efecto, no se dan los motivos de las detenciones a las personas arrestadas y luego son liberadas al cabo de unas horas.

Todas las tardes resuena en el centro de Portland el eslógan "Feds go home"Feds. Los manifestantes convergen hacia dos plazas adyacentes frente al Multnomah County Justice Center (sede de la policía de Portland y centro de detención del condado) pero sobre todo al Tribunal Federal. Este edificio, que ha cobrado importancia por la presencia de los Feds en la ciudad, está desde hace un mes protegido por unas rejas altas.

Tanto de día como de noche

En un primer vistazo, Portland se parece poco a la imagen ofrecida por muchos medios y por Washington. No tiene nada de ciudad "en estado de sitio", como ha dicho Chad Wolf, el secretario general del ministerio de Seguridad Interior, aunque sí pueden verse en el centro algunas degradaciones y grafitis BLM (Black Lives Matter, las vidas negras importan) o contra la policía y los Feds.

Escasean los viandantes y hay poca circulación, pero muchos centros urbanos en los Estados Unidos están ahora desérticos por motivos sanitarios y por el cierre de comercios en el contexto del covid-19.

Para darse cuenta de la importancia de la movilización contra la presencia de los Feds hay que acercarse al edificio del Tribunal Federal. Allí hay tiendas de campaña de gente diversa pero destacan los Riot Ribs, un grupo de voluntarios que desde hace semanas reparte comida gratis las 24 horas, y la tienda de los Street Medics, que se ocupan de dispensar primeros auxilios y reparten equipos para protegerse contra los gases lacrimógenos que sin falta serán lanzados más tarde.

Cuando la muchedumbre se junta ante el edificio federal es a la caída de la noche. La gente llega por grupos de amigos, de colegas y de todas las edades. Ahí no hay banderas de organizaciones políticas ni distribución de octavillas pero están presentes diferentes cultos: nos podemos encontrar con un grupo de miembros de la iglesia menonita (un movimiento cristiano anabaptista) o de judíos que han venido a la concentración tras una ceremonia religiosa celebrada por allí cerca.

Pero lo que más llama la atención sin duda son las "Wall of Mums" y, pese a sus pocos miembros, los "Wall of Vets" (muro de veterinarios). Menos numerosos que las mamás, están también los papás, que forman el "Wall of Dads" pero no pasan inadvertidos gracias a sus aspiradores-sopladores que se utilizan normalmente para recoger las hojas secas y que en este caso sirven para dispersar las nubes de gases lacrimógenos.

Conforme va avanzando la noche, miles de personas se agolpan ante las rejas que rodean el Tribunal Federal. Más lejos se oyen intervenciones de testimonios personales, reivindicaciones y reflexiones sobre la lucha en marcha. El martes por la tarde llegaron amerindios de diversas naciones para apoyar al movimiento BLM, denunciar la colonización de sus tierras y entonar cánticos rituales para acompañar la lucha actual.

Al cabo de algunas horas, la concentración va tomando otra forma. El edificio federal recibe cada vez más objetos, petardos y fuegos artificiales y por los altavoces del edificio ordenan cada poco a los manifestantes que se vayan a casa. Sobre medianoche, los Feds comienzan a dispersar a los manifestantes, a menudo más de un millar, con gases lacrimógenos y granadas incapacitantesFeds .

Pero la tarea de los Feds no es sencilla: los manifestantes son recalcitrantes y la mayor parte de ellos portan cascos y máscaras anti-gas. Además, cuentan con la ayuda de los Street Medics y los sanitarios que están instalados en las proximidades con su vehículo medicalizado llamado "Breonna Taylor Memorial", en homenaje a la joven negra que la policía mató en Louisville (Kentucky) el pasado mes de marzo.

De hecho, el empleo de Feds es normal en el control de fronteras o en el mantenimiento del orden en los centros de detención, pero es mucho más rara su utilización para reprimir movimientos sociales. Respecto al extendido recurso a la fuerza por los Feds contra los manifestantes, su despliegue en Portland está ampliamente considerado como un atentado a los derechos políticos de los habitantes y en particular a los derechos protegidos por las Primera y Cuarta enmiendas a la Constitución (derecho de reunión pacífica y prohibición de detenciones arbitrarias).

Buen poli, mal poli

El miércoles, Kate Brown, la gobernadora de Oregón, anunció que se había alcanzado un acuerdo para una rápida retirada de los Feds. No obstante, la situación sigue estando confusa ya que el ministerio de Seguridad Interior lo ha desmentido. Pero desde del viernes, el edificio federal está ya protegido por la policía de Portland y desde entonces se están desarrollando las concentraciones con más tranquilidad.

En el contexto de las movilizaciones que desde finales de mayo están exigiendo, tanto en Portland como en el resto del país, reformas radicales en la policía (incluso su desaparición), la municipalidad es más bien prudente. Pero la policía de Portland (sobre la que tiene autoridad) no se libra de las críticas de los manifestantes que les recuerda cada poco las muertes que le son imputables en los últimos años. Pero la municipalidad justifica su inacción por el contrato firmado con el poderoso sindicato de policía de la ciudad que les protege de hecho contra toda medida disciplinaria.

Desde el inicio de la presencia de los Feds, la municipalidad se defiende diciendo que ha cooperado. Incluso ha prohibido toda colaboración con ellos a partir del 23 de julio. Sin embargo, los manifestantes han denunciado varias veces que la policía de Portland ha venido a echarles una mano en los alrededores del edificio federal. Algunos denuncian que la municipalidad, en una especie de juego político local, tratan de hacer pasar a su policía como "buenos polis" y a los Feds como "malos polis"Feds , un juego cuya finalidad es contrarrestar el cuestionamiento en profundidad del sistema policial, sea municipal o federal.

Trump a prueba con el BLM

Aunque Trump se ha basado en la protección de los edificios federales para enviar a los Feds a Portland, nunca ha ocultado que su intención es sobre todo la de "restablecer el orden" en la ciudad, pero también en el resto del país. Desde el 8 de julio, en el marco de la Operación Legend, se han desplegado tropas federales en las grandes ciudades, generalmente dirigidas por los demócratas. Esta semana han sido enviados también a Cleveland, Detroit y Milwaukee.

Oyendo a los comentaristas políticos en los Estados Unidos, aunque también a cualquiera, se enfrentan dos teorías. Para unos, el envío de los Feds obedece a una estrategia calculada que permitiría a Trump, en dificultades con las encuestas, removilizar a sus bases apareciendo como el hombre del "partido del orden" (Law and Order)Law and Order.

Para otros, estaría cometiendo un error táctico que puede separarle de su electorado, en esencia más bien contrario a los Feds y a la injerencia de Washington en los asuntos locales. Por otra parte, se desmorona la confianza hacia el Estado federal por la crisis económica provocada por la pandemia.

Además, Trump está haciendo una apuesta peligrosa. Como en Portland, el envío de Feds tiene el riesgo de provocar nuevas manifestaciones como las que se han desarrollado el pasado sábado en todo el país en apoyo de Portland.

Desde el asesinato de George Floyd ha habido más de 65 días de manifestaciones en la ciudad. No hay ninguna razón para que ahora cesen, por mucho que hayan conseguido la marcha de los Feds. Aunque las manifestaciones nunca han perdido de vista la lucha contra la discriminación de los negros y la crítica radical a la policía, el alejamiento de los Feds debería sin embargo permitir que, en las calles de Portland, se oiga aún más a menudo el eslógan de Black Lives Matter.

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Traducción: Miguel López.

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