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El coronavirus pone a prueba el modelo federal alemán

Angela Merkel y el ministro de finanzas, Olaf Scholz, llegan a la reunión semanal del gabinete federal alemán, este lunes.

Thomas Schnee (Mediapart)

Si Alemania, que se suele poner como ejemplo en la lucha contra la pandemia, todavía dudaba de que la segunda ola la hubiese alcanzado, el país acaba de superar la barrera psicológica de los 10.000 nuevos contagios diarios, con 14.714 casos registrados el sábado 24 de octubre. También se ha traspasado otro umbral, el de los 10.000 muertos, en concreto hasta esa fecha se habían registrado 10.003 fallecidos por covid-19, borrando así definitivamente las ilusiones de quienes se imaginaban pasar una Navidad casi normal.

Aunque el país sigue teniendo tasas de incidencia más bajas (número de casos por 100.000 habitantes en siete días) que los países vecinos, el mapa alemán está empezando a teñirse seriamente de rojo, especialmente en el sur y el oeste, en los länder de Baviera y Renania del Norte-Westfalia (NRW), pero también en las grandes ciudades. El hecho de que el ministro de Sanidad Jens Spahn acabe de dar positivo refuerza más si cabe el carácter de urgencia.

“Tengo que admitir que ya no se puede descartar un nuevo confinamiento... Ya no tenemos mucho margen de maniobra ni opciones”, admitía el alcalde de Berlín, Michael Müller, en las noticias de la ZDF del jueves por la noche. Hasta hace dos semanas, el propio Michael Müller luchaba ferozmente contra las restricciones al turismo impuestas por el Gobierno Federal.

Los alemanes sólo podían permanecer en un land distinto al suyo si daban negativo en la prueba que debía presentar. Esta última medida clave se ha convertido en el símbolo del llamado “caos federal”. Tomada justo antes de las vacaciones de otoño (el 12 de octubre, en la mayoría de las regiones), no sólo arruinó las vacaciones de miles de alemanes y la cifra de negocios de otros tantos hoteleros, sino que también provocó un desorden federal sin precedentes; algunos länder decidieron aplicarla para protegerse, como Baviera o Mecklemburgo-Pomerania Occidental (costa báltica), mientras que otros rechazaron esta medida “injusta e ilógica”, como Berlín.

El ministro federal de Economía Peter Altmaier también utilizó este ejemplo esta semana: “En esta situación tensa, incluso dramática, no podemos permitirnos un mosaico de regulaciones diferentes y contradictorias”, explicó. El ministro-presidente bávaro Markus Söder, el dirigente del Estado con el mayor número de muertos por coronavirus (2.734) propuso incluso transferir competencias de los länder al Estado federalländer, exclusivamente del ámbito sanitario: “Soy un federalista convencido, pero creo que el federalismo está llegando a sus límites”, precisó.

En Alemania, la lucha contra una pandemia está regulada por la “ley contra las infecciones” de 2001 (Infektionsschutzgesetz). Esta se ocupa de asuntos que son responsabilidad de los länder (Policía, escuelas, agencias sanitarias) y del Gobierno federal (sanidad, prevención, derecho laboral, etc.). En la práctica, y desde el comienzo de la pandemia, una conferencia que reúne al Gobierno federal y a los representantes de los länder es la que “aboga” por medidas sanitarias. Los länder son entonces libres de aplicarlas… ¡o no! Como sucedió con la prohibición de permanencia o el uso de máscaras en las aulas, una medida que aún no se sigue ampliamente.

Al mismo tiempo, el Bundestag aprobaba en marzo de este año una enmienda a la “ley contra las infecciones”, que permite al Gobierno Federal y al ministro de Sanidad tomar ciertas medidas por decreto durante seis meses. Por ejemplo, para requisar medicamentos, camas de hospital o personal médico, o para permitir el despliegue de 15.000 soldados (desarmados) en el territorio para ayudar a los organismos sanitarios que se encargan, en particular, de la localización de los casos positivos y la aplicación de la política de pruebas.

“Sobre el terreno, estos numerosos niveles de decisión pueden dar lugar a sorpresas desagradables”, dice Gundekar Fürsich, que dirige 14 residencias de ancianos en Turingia en nombre de Cáritas, “Tenemos unos 1.100 ancianos para un equipo de 800 empleados que tenemos que proteger lo mejor posible, pero que están en distritos diferentes, es decir, dependen de diferentes organismos sanitarios”.

Por ejemplo, “cuando la Conferencia de Estados Federados o el ministro de Sanidad anuncian que las visitas serán de nuevo posibles en las residencias de ancianos, las familias se apresuran”, continúa Fürsich. “Pero después cada land lo acepta o no. Acto seguido, en función del nivel de contagio y de sus propias estimaciones, los organismos de salud, que dependen del Estado o del municipio, deciden al final de la cadena si se permitirán las visitas, por completo, un poco o nada”.

Para la politóloga y jueza constitucional regional Nathalie Behnke, especialista en federalismo, la estructura federal alemana plantea un problema de organización más que de eficacia: “Un debate como el de la prohibición de permanencia en un land es desafortunado y da la impresión de caos o de falta de solidaridad. Por ejemplo, cuando Baviera rechaza a los turistas de otras regiones pero sigue permitiendo a sus propios ciudadanos hacer turismo intrarregional”, explica.

Sin embargo, este problema lleva inmediatamente a debates entre los propios länder y con el Estado federal, en el seno de los partidos y Parlamentos, etc. “Estos debates ponen de manifiesto la duda e indecisión de nuestros líderes. Esto no es necesariamente bueno para la aceptación de las políticas por parte de la población. Sin embargo, el vigoroso debate que siguió a la medida condujo, 15 días después, a la desaparición de esta medida finalmente inapropiada. Lo que este ejemplo dice es que el federalismo no es un sistema tan malo para seleccionar la mejor soluciónmejor, es decir, la solución más factible. Y, de hecho, no hay pruebas de que el sistema sea más lento e ineficiente”, apunta Nathalie Behnke.

La revista Der Spiegel también ha comparado la situación y las políticas de Baviera y Renania del Norte-Westfalia. Ambas regiones son a la vez las más densamente pobladas de Alemania y las más afectadas por el covid-19. Pero también están lideradas por dos ministros-presidentes conservadores, Markus Söder (CSU) y Armin Laschet (CDU), que tienen estilos muy diferentes, pero ambos sueñan con suceder a Angela Merkel el año que viene.

Tras comparar la situación, las políticas aplicadas y los resultados, la revista concluye que, en última instancia, las diferencias entre los dos länder no son tan grandesländer: “Esto sugiere que la rivalidad entre los dos líderes regionales viene motivada más por cuestiones políticas que por hechos sobre la pandemia”, concluye la revista, arrojando así luz sobre el tristemente célebre “circo federal”.

“Existe un debate creciente sobre el papel de los Parlamentos y del Bundestag en la lucha contra la pandemia también”, explica Behnke. Se trata de la próxima ampliación de la enmienda a la ley contra las infecciones, que permite al Gobierno federal actuar por decreto. “La prórroga de seis meses de estos poderes se someterá de nuevo a votación la semana próxima y el presidente del Bundestag, Wolfgang Schäuble, aprovechó la oportunidad para abrir un debate sobre el fortalecimiento del papel del Parlamento en la lucha contra la pandemia frente a los poderes ejecutivo y judicial”, dijo el político.

Schäuble cree que una mejor supervisión parlamentaria puede, al menos, ayudar a evitar los escollos del “mosaico federalista” y a unificar las políticas anticovid. “Será difícil que se imponga. Pero los Parlamentos, tanto a nivel federal como regional, tienen ciertamente un papel que desempeñar en la supervisión, evaluación y exploración”, concluye Behnke.

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Traducción: Mariola Moreno

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