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Las lecciones de la estrategia sueca contra el covid-19

Ciudadanos pasan al lado de un cubo de basura con un cartel que dice 'El peligro no ha terminado. Mantenga su distancia' en una calle peatonal en el centro de Uppsala, en Suecia.

Juliette Robert | Rouguyata Sall (Mediapart)

El martes 20 de octubre, se anunciaban por primera vez medidas en la región de Uppsala, en Suecia. Hasta el 3 de noviembre, los habitantes de esta ciudad universitaria situada al norte de Estocolmo deben “evitar el contacto con personas ajenas al domicilio familiar, no organizar ni participar en fiestas y evitar el transporte público”.

En contraste con estas restricciones, aumenta a 300 el número máximo de personas que pueden participar en acontecimientos culturales y deportivos a partir del 1 de noviembre, frente al medio centenar establecido hasta la fecha. Aunque el número de nuevos contagios diarios va en aumento –1.575 el 21 de octubre, frente a los 389 casos a mediados de septiembre– la situación en los hospitales sigue siendo tranquila; hay 34 pacientes en cuidados intensivos aquejados de covid-19, frente a los 558 de finales de abril.

En esta segunda ola, el Gobierno sueco sigue en su línea y no ha anunciado ninguna medida drástica de control, como el confinamiento o el toque de queda. De hecho, las autoridades sobre todo están haciendo recomendaciones y apelando a la responsabilidad individual, en un momento en que gran parte de Europa endurece las medidas dictadas.

De marzo a mayo, se pidió evitar viajar por el país y hasta mediados de junio superar las dos horas de viaje en coche. Escuelas de primaria y establecimientos de secundaria permanecieron abiertos, pero institutos y universidades cerraron el 18 de marzo, dando paso a la educación a distancia.

Permanecen las instrucciones de respetar la distancia social y la consigna del lavado de manos. Pero no así el uso de mascarillas. “Es muy sorprendente que la Agencia de Salud Pública sueca no diga que hay que llevar mascarilla”, señala Anders Vahlne, profesor de virología del Instituto Karolinska, universidad de Medicina adjunta al principal hospital de Estocolmo del mismo nombre. “Hay más de 170 países en el mundo que recomiendan el uso de una mascarilla, especialmente en interiores, lo mismo que las autoridades sanitarias de Estados Unidos, Europa y la OMS. Entonces, ¿por qué no lo hacemos en Suecia?”, se pregunta.

Una pregunta legítima en un momento en que el número de casos va en aumento. “En este punto, no descartamos ningún tipo de acción”, responde Anders Tegnell, epidemiólogo jefe de la Agencia de Salud Pública. “Estamos supervisando de cerca la situación, como lo hicimos en Uppsala, estamos tratando de ver cuál es el problema y dirigir realmente nuestras medidas en esa dirección, no tomar medidas generales”.

¿Qué hay de la estrategia de diagnóstico? El diagnóstico se hizo más frecuente en verano y ya no está reservado a las poblaciones de riesgo, a las que tienen afecciones graves o a los cuidadores. Ahora se recomienda hacer pruebas en caso de tener síntomas, incluso en caso de niños mayores de 6 años. Anders Tegnell añade que el rastreo de contactos ha mejorado. “Ahora los recursos están ahí, la capacidad está ahí y se está recurriendo a ellos mucho más. Por eso también tenemos muy buenos datos sobre Uppsala, que podemos analizar para dirigir nuestras mediciones a donde se están realizando las transmisiones”.

Al epidemiólogo estrella se le critica sobre todo la estrategia de inmunidad de rebaño. El Reino Unido apostó por esta estrategia de llegar al 50% al 60% de la población infectada, que desarrolla la inmunidad, para frenar la propagación del virus. Los británicos dieron marcha atrás rápidamente. No así Suecia, donde Tegnell repitió repetidamente que obtener la inmunidad de rebaño no era el objetivo del Gobierno.

“Dijeron que sólo querían aplanar la curva lo suficiente para que los hospitales no se vieran saturados”, recuerda el virólogo Anders Vahlne. “Pero querían que la propagación del virus continuara, para que la gente se viera inmunizada. ¿Qué es eso si no la inmunidad de rebaño?”.

Desde entonces, los intercambios de correos electrónicos obtenidos por los periodistas suecos gracias a las leyes de acceso a la información muestran que Tegnell discutió el objetivo de la inmunidad de rebaño a mediados de marzo, como se explica en este artículo de opinión publicado el 14 de octubre en Time, del que son coautores la escritora y activista de derechos humanos Kelly Bjorklund y el profesor de biología molecular Andrew Ewing, para quien la estrategia sueca es un desastre.

“En abril, la Agencia de Salud Pública predijo que el 40% de la población de Estocolmo se contagiaría y que adquiriría anticuerpos protectores en mayo”, recuerdan. Pero las cifras son sólo el 11,4% en Estocolmo y el 7,1% en toda Suecia. “Eso es quizás porque nuestras restricciones han sido mucho más efectivas de lo que pensábamos originalmente [...]. En realidad hemos reducido la propagación mucho más [de lo que esperábamos]. A pesar de las revelaciones, el epidemiólogo nos repite una y otra vez que su estrategia no aspira a lograr un cierto nivel de inmunidad, sino frenar la propagación del virus”, justifica Tegnell. 

No obstante, el número de nuevos casos sigue aumentando. Sin embargo, la situación en los hospitales sigue estando bajo control. En Södersjukhuset, el segundo hospital más grande de Estocolmo, no hay actualmente ningún paciente de covid-19 en cuidados intensivos. Para Emma Jerkegren, jefa de servicio, la situación es completamente diferente a la del comienzo de la pandemia, cuando tuvieron que “crear 200 o 300% más camas de cuidados intensivos”.

Los hospitales suecos también estaban faltos de personal en el punto álgido de la epidemia. En Södersjukhuset, los refuerzos vinieron de otras áreas. “Muchos colegas, por ejemplo, de cirugía general, ortopedia y neonatología, acudieron a ayudarnos inmediatamente a cuidados intensivos, bajo la supervisión de especialistas”, dice Emma Jerkegren.

“Por supuesto, esto tuvo un gran impacto en lo que respecta a cancelaciones de citas”, dice Jerkegren. Muchas operaciones tuvieron que ser reprogramadas. En cuanto al equipamiento, el doctor Jerkegren asegura que pudieron los pacientes que lo necesitaban tuvieron un respirador, “a pesar de que tuvimos que devanarnos los sesos y usar respiradores de hace 10 años”.

La selección de pacientes es una de las razones por las que el sistema de salud sueco no se ha visto desbordado. Si bien las autoridades suecas afirman que no se negó la atención a ningún paciente durante la pandemia, una filtración de documentos internos demuestra lo contrario.

El 13 de octubre, el diario nacional Dagens Nyheter publicaba que a pacientes de Estocolmo se les negó la atención (oxígeno) o el acceso al hospital debido a estas directrices. Unas semanas antes, la Sveriges Radio, la emisora pública nacional, revelaba que más de 100 personas habían presentado denuncias a la Inspección de Salud y Asistencia de Suecia.

“La única razón por la que los hospitales y las unidades de cuidados intensivos no se han visto desbordados es porque no han enviado a los hospitales a los pacientes de 80 años o más”, lamenta el virólogo Anders Vahlne, que asegura que los mayores de 80 años representaban un pequeño número de pacientes tratados, pero representan la gran mayoría de las muertes. De hecho, el 50% de los fallecimientos se produjeron en residencias de ancianos –en Francia, un tercio de los fallecimientos se produjeron en centros de personas dependientes–.

Sin embargo, de cara cara a los próximos meses, Anders Vahlne se muestra bastante confiado. “Hemos mejorado en el tratamiento de los pacientes. Y las residencias van a prestar mucho más atención y enviar enfermos a los hospitales para que reciban oxígeno y medicamentos”.

Emma Jerkegren se muestra preocupada por una nueva afluencia masiva de pacientes, pero, por otra parte, manifiesta estar tranquila por el aumento del número de camas de cuidados intensivos y por el plan de emergencia. “Hemos planificado qué hacer si tenemos el 20%, 30% o 40% de pacientes Covid. Y lo hemos hecho una vez, así que no habrá que volverlo a hacer todo”.

Para los firmantes de la columna de Time, la respuesta sueca no debería ser un modelo para el resto del mundo. Con 60 muertes por cada 100.000 habitantes (frente a las 50, por ejemplo, en Francia), Suecia tuvo una de las tasas de mortalidad más altas de Europa en la primera ola.

Por el contrario, la economía sueca fue una de las menos afectadas, aunque según el Instituto de Estadística de Suecia, el desempleo subió en junio aproximándose al 10%, su nivel más alto desde 1998. Se espera que el PIB caiga un 6% en 2020; frente al 8,3% de la Unión Europea y más del 10% de Francia, Italia y España.

La bajada de la cifra de negocios para los profesionales afectados, como es todas partes, por las medidas de distancia física, empezando por los bares, restaurantes, hoteles, pero también el comercio minorista. La economía sueca también depende mucho del comercio exterior, que se desaceleró durante la primera ola.

Por el contrario, la economía sueca se ha visto menos afectadas que otros países de Europa. A principios de agosto, Robert Bergqvist, economista del banco SEB, explicaba en el periódico suizo Le Temps que esto no sólo se debía a no haberse confinado. “También está la estructura particular de nuestra economía, menos dependiente del turismo, y una muy buena infraestructura digital” que ha fomentado el teletrabajo.

Si los suecos han podido respetar las indicaciones de distanciamiento físico y permanecer en casa al menor síntoma como se recomienda, es también gracias a la eliminación del día de espera para la baja por enfermedad en marzo. Además, desde abril, la duración de la baja por enfermedad sin justificación pasaba de 8 a 21 días. Por no mencionar el permiso parental por cada niño enfermo, que existe desde 1978.

La práctica del teletrabajo ya estaba muy extendida en Suecia, algunas empresas también han instalado puestos de trabajo en las casas de sus empleados desde el comienzo de la epidemia. Además, colegios y escuelas infantiles han permanecido abiertas. Además, se introdujeron las medidas de rescate del Gobierno. “Creo que lo más importante era el plan de trabajo parcial, que permitía a las empresas hacer contratos a corto plazo”, dice Lena Hensvik, profesora de economía de la Universidad de Uppsala. De esta manera, los empleados en situación de paro parcial o total durante un corto período de tiempo, debido a una caída de la actividad o a un cierre temporal, conservaban el 90% de su sueldo.

Especialista en economía del trabajo, la investigadora también se refiere al futuro establecimiento de un límite máximo a las cotizaciones a la seguridad social para los jóvenes, medida prevista para la primavera, “de modo que el dinero se destine a sectores que dan empleo a muchos jóvenes, que son también industrias que se han visto muy afectadas”. Para ella, “la principal diferencia con otros países es que Suecia ha tratado de establecer restricciones más sostenibles y, por lo tanto, un poco más permisivas y basadas en la voluntad. Pero, al mismo tiempo, nuestras restricciones no han cambiado en absoluto, o muy poco”.

Ya se recomienda el teletrabajo hasta el final del año. Se deben anunciar nuevas medidas para impulsar la economía en 2021 y 2022. Mientras tanto, las autoridades sanitarias suecas seguirán con las recomendaciones, basadas en la responsabilidad individual.

¿Podrían avanzar hacia medidas coercitivas, como es el caso del toque de queda en Francia? “No, en realidad no, no tenemos la legislación para hacerlo de manera razonable”, responde Anders Tegnell. “Nuestras leyes se basan realmente en la confianza, entre la agencia sanitaria, los políticos y la población. Y nunca hemos impuesto medidas de salud pública con multas”.

Sin embargo, el Gobierno sueco trabaja ya en una ley excepcional para el próximo verano para limitar la afluencia de personas en los transportes o reducir el horario de apertura de las tiendas.

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Traducción: Mariola Moreno

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