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Irán espera el fin de las sanciones tras la victoria de Biden, pero ¿está preparado Alí Jamenei?

El líder supremo de Irán, Ali Jameneí.

Jean-Pierre Perrin (Mediapart)

Antes de las elecciones del 3 de noviembre, el grupo musical iraní DasandazBand compuso una canción mitad rap, mitad tradicional, que puede verse en vídeo, para instar a los votantes estadounidenses a acudir a las urnas. Un ritmo pegadizo y una letra, en persa, divertida e incluso alegre para abordar un tema muy serio: el futuro de Irán. “Eh, Joseph, Laura, Thomas, tu voto nos afecta más de lo que pensáis. Si éste gana, el precio del dólar bajará, si éste gana, el precio de un coche se duplicará. Eh, Peter, Alice, incluso para comprar un teléfono móvil, dependemos de ti”.

Sin nombre, sin consignas de voto –al régimen no le habría gustado–pero, en la canción se percibe que una alta participación beneficia a Joe Biden.

Las paradojas de Irán están en esta canción, que se ha vuelto viral: en un país donde el antiamericanismo es un valor sagrado, detrás del cual se encuentran todas las tendencias del régimen islámico, la campaña para las elecciones estadounidenses la siguieron, día tras día, millones de iraníes.

Y la siguieron mucho más que las elecciones presidenciales iraníes, que tendrán lugar el próximo mes de junio y que, por el momento, no entusiasman a nadie: los cinco primeros candidatos que se presentan son todos antiguos oficiales de los pasdaráns (guardias revolucionarios). Por consiguiente, muchos iraníes están convencidos de que su futuro dependerá, más que en ningún otro país, excepto Estados Unidos, de la elección de un nuevo presidente estadounidense.

El Gobierno iraní siempre ha fingido no tener preferencia entre los dos candidatos. Así fue en las elecciones anteriores. El influyente diario Kayhan, en el que unen todas las corrientes radicales y que es, al mismo tiempo, muy cercano al Guía supremo Alí Jamenei, tituló a toda página, en portada: “La victoria de un loco sobre una mentirosa”.

Y el líder iraní tuvo esta reacción cuando se anunció la victoria del candidato republicano: “A diferencia de los que celebran la presidencia de Donald Trump o los que la lamentan, no celebraremos ni lamentaremos el resultado de estas elecciones porque no hay ninguna diferencia entre ellos y no nos preocupa”.

Desde entonces, Donald Trump destrozó el Plan de Acción Integral Conjunta (PCJ), acrónimo del acuerdo nuclear de Viena, firmado el 14 de julio de 2015, el 8 de mayo de 2018; impuso nuevas sanciones –la primera oleada comenzó el 6 de agosto de 2018–, asesinó al general Kasem Soleimani el 3 de enero de 2020 y finalmente sancionó al sistema bancario iraní, atacando 18 bancos el 8 de octubre.

¿Cuál fue el resultado? “Aunque no logró derribar el régimen, hacer que renunciara a su programa nuclear y hacer que la República Islámica volviera a la mesa de negociaciones, tal y como esperaba, Donald Trump, en cambio, sí consiguió asfixiar económicamente a Irán. Y su política de sanciones ha tenido un efecto negativo en la naturaleza de la protesta interna: las demandas de más democracia han dado paso a las revueltas del pan”, resume el investigador Clément Therme, especialista en Irán e investigador del Centro de Investigaciones Internacionales (CERI-Ciencias Políticas de París).

El exembajador francés en Irán, François Nicoullaud, añade: “Irán ha jugado bien al permanecer dentro del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), mientras ponía en marcha una serie de violaciones calculadas del acuerdo, al que dijo que estaba dispuesto a volver si las cosas mejoraban. Estas infracciones, moderadas, sin embargo lo acercaron a la capacidad de adquirir armas nucleares, si así lo deseaba. Y durante este período, los otros cinco países firmantes del acuerdo (Francia, Rusia, Gran Bretaña, Alemania y China) estuvieron más bien del lado de Irán, poniendo de manifiesto la soledad de Washington”.

Por tanto, en enero comenzará una nueva etapa en las relaciones irano-estadounidenses con Joe Biden, que ha hecho saber que Estados Unidos quiere volver al acuerdo nuclear, rompiendo así con la estrategia de “máxima presión” de la administración Trump.

Pero este cambio de rumbo no se producirá sin exigir primero a Washington que reclame a Teherán que siga escrupulosamente los términos del acuerdo y que alcance compromisos sobre ciertas cuestiones. “No me hago ilusiones sobre el régimen iraní, que está desestabilizando Oriente Medio, ha reprimido brutalmente a los disidentes en Irán y que está deteniendo injustamente a ciudadanos estadounidenses. Pero hay una forma inteligente de contrarrestar la amenaza que Irán representa para nuestros intereses, y una que es autodestructiva, y esa es la forma que Trump ha elegido”, dijo Biden en un número de febrero/marzo de Foreign Affairs.

“El reciente asesinato de Qasem Soleimani [...] eliminó a un peligroso actor, pero también aumentó el riesgo de una escalada de violencia en la región e impulsó a Teherán a hacer retroceder los límites impuestos por el acuerdo nuclear. Teherán debe volver a cumplir estrictamente el acuerdo. Si lo hace, volveré al acuerdo y reanudaré los esfuerzos diplomáticos con nuestros aliados para fortalecerlo y ampliarlo, al tiempo que pospondré todavía más las restantes actividades desestabilizadoras de Irán”, añadió.

“El objetivo”, comenta François Nicoullaud, “sería mejorar el texto con las demás partes firmantes del acuerdo reforzando sus disposiciones de protección contra las tentaciones de proliferación de Teherán. Además, Irán tendrá que liberar a los estadounidenses injustamente detenidos, hacer progresos en materia de los derechos humanos y dar un paso atrás en sus ‘compromisos de desestabilización’ de la región. Por último, Biden subraya que seguirá recurriendo a sanciones selectivas para contrarrestar las violaciones de los derechos humanos, el desarrollo del programa de balística y el apoyo al terrorismo”.

Con la excepción de los ultrarradicales, algunos de los cuales ocupan altos cargos en el aparato de seguridad y el Poder Judicial, cabe imaginar que el nizem (sistema) acogió la victoria de Joe Biden con alivionizem. El presidente Hassan Rohaní se apresuró a expresar su optimismo sobre un cambio en la actitud de Washington hacia Irán, al tiempo que subrayó que Estados Unidos “debe enmendar los errores del pasado y volver a respetar sus compromisos internacionales”.

En la capital iraní ya circulan rumores de negociaciones secretas entre ambos países, como las que tuvieron lugar en los años 2000 en el Sultanato de Omán, bajo la administración de Obama, y que condujeron al acuerdo nuclear de 2015.

“Si EEUU es una prioridad para Irán, Irán no es una prioridad para EEUU”

La gran mayoría de los iraníes quiere estas negociaciones y las habrían querido incluso si Trump hubiera ganado. Según una encuesta realizada en la web Saham News, cuyos resultados se publicaron en Telegram poco antes de los comicios estadounidenses, el 92% de los encuestados se mostraban a favor; de ellos, el 88% eran partidarios, independientemente del candidato. Sólo el 4% aceptaba renunciar si el candidato republicano ganaba.

En el caso del presidente Rohaní, de su ministro de Asuntos Exteriores, Mohammad Javad Zarif, y de las corrientes pragmáticas reformistas y conservadoras –conocidas en Irán como los kargozaran (reconstructores)– también es manifiesto. Sin embargo, no pueden abogar abiertamente por la apertura de negociaciones con el Gran Satán, ya que éstas son el tabú de tabúes y son decisión exclusiva del Líder Supremo.

Si lo hicieran, se arriesgarían a ser atacados violentamente por las facciones radicales y, si se trata de un medio de comunicación, se podría prohibir su publicación. “Los problemas del país no tienen nada que ver con las sanciones”, ha amenazado ya Kayhan, negando que exista diferencia alguna entre demócratas y republicanos, que “muestran una unidad estratégica” frente a la República Oslámica.

El diario Hamshrahri, cercano a los kargozaran, tuvo que ser extremadamente cauteloso al hablar de posibles negociaciones. Se abstuvo de saludar la victoria del candidato demócrata, pero acogió la derrota de Trump con este titular que dice mucho: “Tamam Shod” (Se acabó). También comentó que la elección fue “un paso de una parte del pueblo norteamericano –no de sus políticos–, hacia la mejora de las relaciones entre Estados Unidos y el mundo”. Aludiendo a las posibles conversaciones con Estados Unidos, pidió que el gobierno “si es posible, tome una respuesta oportuna”.

El “si es posible” implica que el centro de gravedad del régimen podría no estar de acuerdo con tales negociaciones, especialmente si los términos del PCJA tienen que ser renegociados. Porque la República Islámica consta de dos entidades políticas, con poderes bastante distintos.

El primero es el corazón del nizem, el Líder Supremo, su oficina, encabezada por su hijo Mojtaba, el alto mando del pasdarán, el ejército y los órganos de seguridad, así como el poder judicial. Les corresponde a ellos tomar las decisiones que afectan al futuro y la seguridad de Irán. Por lo tanto, es esta entidad, cuyo funcionamiento es bastante misterioso, la que decidirá si se negocia o no con Estados Unidos.

La segunda es la fachada oficial del régimen, representada por el Gobierno, simplemente pone en marcha las decisiones tomadas por el primero y asume las consecuencias. Según el científico social y político iraní Mohammad Hossein Ziya, en una contribución al think tank norteamericano The Middle East Institute, Ali Jamenei finalmente “tomó la decisión de negociar con América y encargó a Hassan Rohaní que se ocupara de ello”. No hay duda de que se harán públicas, lo que permitirá al Guía seguir sus diatribas antiamericanas a voluntad.

Ya se pueden sentir las preocupaciones de las corrientes radicales hostiles a cualquier acomodamiento. “Incluso con la administración Biden, el Majlis (Parlamento) no permitirá que el gobierno renegocie con Estados Unidos”, señala un diputado conservador, citado por un editorialista iraní en su cuenta de Twitter. Por su parte, el diario Kayhan ha reanudado sus ataques a Rohaní con renovado vigor.

“La animosidad de Estados Unidos contra Irán no empezó con Donald Trump y terminó con [Joe Biden]”, escribió su editorialista el 9 de noviembre, que también criticaba “las señales pasivas enviadas al gobierno demócrata” como “contra los intereses” de la República Islámica.

Por lo tanto, la mayoría de los investigadores occidentales son escépticos sobre la posibilidad de tales negociaciones, secretas o no. “¿Quién puede entrar en la cabeza del Guía y saber lo que está pensando?”, dice el investigador Clément Therme que recuerda que Ali Jamenei salió escaldado por la retirada americana del acuerdo nuclear y que dejó claro que no quiere más negociaciones de este tipo.

Añade: “También hay que tener en cuenta la posición de la República Islámica dividida entre, por una parte, los imperativos de supervivencia económica del régimen que requieren negociaciones con Washington y, por otra parte, el factor ideológico que hace del antiamericanismo una cuestión de identidad política del régimen. También hay en Teherán una crisis de confianza en la posibilidad de alcanzar un acuerdo a largo plazo con una administración americana. De hecho, la participación de Washington en el acuerdo anterior fue sólo por tres años, de 2015 a 2018”.

Por último, el mismo investigador señala: “Si bien Estados Unidos son una prioridad para Irán, Irán no lo es para Estados Unidos”.

Por lo tanto, hay pocas posibilidades de que las sanciones de EE.UU. se levanten pronto, especialmente si el Senado sigue siendo de mayoría republicana. Además, ¿cómo lo hará la nueva administración Biden? ¿Acabara las sanciones? Si es así, algunas seguirán existiendo dado que resulta difícil imaginar cómo se pondría fin a unas sanciones dirigidas contra los pasdarán, acusados de "terrorismo".

¿O acaso se establecerá un acuerdo que se limite a cuestiones nucleares y de corto plazo entre Washington y Teherán que es más probable que coincida con la realidad, una hipótesis que parece más probable? Por el momento, ningún investigador lo sabe con certeza. Como resultado de ello, las empresas europeas, que tanta falta hacen a la economía iraní, no están listas para volver a Teherán.

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Traducción: Mariola Moreno

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