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"Buenas noches Nightline, te escucho", el servicio de salud mental por y para universitarios franceses que no da abasto

Alrededor de 150 estudiantes atienden, por turnos, en las instalaciones de Nightline las llamadas o los chats de otros estudiantes.

Khedidja Zerouali (Mediapart)

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“Buenas noches Nightline, te escucho”. Todas las noches, de 21.00 a 02.30, estudiantes voluntarios de Nightline en París, Saclay, Lille y Lyon responden a estudiantes estresados, deprimidos, solos.

La plataforma de escucha, que funciona en Francia desde 2017, se dio a conocer durante el primer confinamiento al salvarle los muebles a los Ministerio de Sanidad y de Universidades, incapaces de hacer un listado de los servicios de salud mental dirigidos a los estudiantes. Desde entonces, a Patrick Skehan, el fundador del servicio de atención telefónica, allá donde va, se le considera protagonista indiscutible.

[En el Senado para hablar de la salud mental de los estudiantes. Para apoyar a los estudiantes en el tiempo, hace falta una estrategia nacional de salud mental estudiante y un refuerzo perenne de los servicios de apoyo psicológico]

 

En cuanto a la ministra de Universidades, a menudo cuestionada por la inacción del Gobierno ante el malestar de los estudiantes, menciona de forma regular el apoyo público al servicio de apoyo telefónico. El 17 de marzo de 2021, Frédérique Vidal publicó en Twitter un vídeo promocional de Nightline: “Responder al malestar de los estudiantes es, en primer lugar, saber escucharlo. Gracias a los voluntarios de la asociación @NightlineFrance que escuchan y aconsejan, por chat o por teléfono, a quienes lo necesitan”.

Nightline es una red internacional de atención telefónica nocturna reservada a los estudiantes que vio la luz en los años 70 en el Reino Unido. La iniciativa se extendió rápidamente por todo el mundo anglófono. Actualmente existen servicios de este tipo en Irlanda, Estados Unidos, Canadá y Europa.

En 2016, Patrick Skehan, que todavía era un estudiante irlandés, decidió importar a París el modelo anglosajón de una línea de atención telefónica por y para estudiantes. En 2017 se formaron los primeros voluntarios. En 2021, el equipo se ha profesionalizado. Cuenta con más de una decena de empleados, unos 150 voluntarios y puede cerrar el año con cerca de 7.500 llamadas o mensajes por chat recibidos. Dentro de unas semanas, está prevista la apertura de un nuevo servicio de atención telefónica en Toulouse.

Es un servicio que es bienvenido después de un año de pandemia, pero que ha suscitado criticas y no puede, por sí solo, responder a la situación catastrófica en la que se encuentran muchos jóvenes. El fundador de Nightline en Francia así lo dice: “Podemos ofrecer una escucha inicial, pero eso es todo”, matiza. “¿Por qué tenemos que seguir diciendo a los estudiantes que pidan ayuda si no hay nada detrás? Contamos con el apoyo del Gobierno, pero nuestra posición es muy clara: un servicio telefónico no es suficiente, necesitamos una verdadera política de salud mental para los estudiantes de este país”, explica Patrick Skehan.

Y aquí es donde radica el problema, como señalan los psicólogos de los servicios sanitarios universitarios o de los gabinetes de ayuda psicológica (Bapu), que durante años han carecido de medios y consideración. Uno de los psicólogos de Bapu, que pide permanecer en el anonimato, mostraba su malestar por la falta de compromiso de la ministra con este asunto: “Existimos desde los años 60, hay cerca de 17 Bapu en Francia, y sin embargo la ministra y su gabinete se enteraron de nuestra existencia con esta crisis... No sé cómo es posible, pero no nos conocían antes”.

En el Bapu de Rennes la lista de espera es de cuatro meses. Una eternidad habida cuenta de que el malestar estudiantil se está convirtiendo en una emergencia. “Es difícil encontrar financiación en los Bapu y en los servicios sanitarios de la universidad y el dinero público se destina a una organización privada. Es una opción ideológica y una respuesta miope”, afirma Jean-Noël Donnart, psicólogo del Bapu de Rennes, antes de matizar: “Sí, es útil, pero son cuidados. Además, nos preocupa porque puede verse como un paso al desmantelamiento del servicio público, que ya atraviesa dificultades”.

La financiación también es un problema; mientras que en el extranjero las asociaciones de Nightline son casi exclusivamente privadas, en Francia la estructura depende principalmente de los fondos públicos: los de muchas universidades, especialmente parisinas; de los fondos del Ministerio de Sanidad, de los del Ministerio de Educación Superior, de la región de Île-de-France, del Ayuntamiento de París y de la Cruz Roja y de agencias sanitarias regionales. “También recibimos fondos de escuelas privadas. Los estudiantes del sistema privado están excluidos de los planes establecidos por las universidades y también es muy complicado para ellos”, cuenta Patrick Skehan

En el ámbito público, la Universidad de París VIII en Saint-Denis participó recientemente en la financiación de Nightline. La administración anunció en el primer confinamiento una ayuda social de emergencia en cuatro partes. La única relativa a la salud mental fue una ayuda abonada a Nightline. Una elección cuestionable cuando, dentro de la universidad, el servicio de medicina preventiva no se encuentra en su mejor momento, con sólo cuatro psicólogos a tiempo parcial; o  lo que es lo mismo, 1,4 psicólogos a tiempo completo para 22.000 estudiantes. La universidad, pregunta a este respecto, no ha respondido a nuestras preguntas.

“Y hay que ver cómo se trata este servicio”, explica Laurent Gerbaud, director del servicio de salud universitario de la sede de Clermont-Auvergne y presidente de la Asociación de Directores de Servicios de Salud Universitarios (ADSSU). “Es vergonzoso, hay una gran falta de recursos en París VIII, como en casi toda Francia. En medio de una catástrofe, las instituciones intentan poner las cosas en su sitio pero hay un retraso tal, tremenda falta de medios, que ya no saben cómo abordar el problema”.

“Hace 50 años que los servicios sanitarios universitarios están en mal estado...”

Y no son las escasas propuestas del Gobierno las que van a compensar la falta estructural de recursos.

En un intento de acortar las largas listas de espera, el Ejecutivo ha anunciado la contratación de 80 psicólogos en los servicios universitarios de salud. “Supone un verdadero paso adelante, pero estos servicios llevan mal 50 años”, precisa Laurent Gerbaud. “Nos reunimos una vez a la semana con la DGESIP y el gabinete de Vidal, es la primera vez que tenemos esos vínculos con el Ministerio. El hecho es que hemos recorrido un largo camino... Desde 1998, una serie de reformas ha hecho retroceder la cuestión sanitaria de los estudiantes”. Si bien la ministra del ramo Frédérique Vidal repite, en cada ocasión, que el número de psicólogos dedicados a los estudiantes se ha duplicado, la realidad es más compleja.

Según una encuesta presentada por el Ministerio de Educación Superior en octubre de 2020, había 57 servicios universitarios de medicina preventiva y promoción de la salud (SUMPPS), 26 de los cuales se habían creado como centros de salud. De estos 57 servicios, sólo 48 respondieron a las peticiones del Ministerio. Tienen un total de 1.013 empleados, incluidos 134 psicólogos, para una población estudiantil de más de 1.675.000 personas en 2020.

A tenor de estas cifras no absolutas, habría un psicólogo a tiempo completo en Francia para casi 29.882 estudiantes. Estas cifras, recogidas por el Ministerio, son ahora cuestionadas por la ministra, que señala con razón que los Bapu no están incluidos. “Pero incluso contando con los Bapu, estamos muy lejos de otros países”, observa Patrick Skehan.

En una de sus publicaciones, Nightline se hace eco de estas cifras, que son, por el momento, las únicas facilitadas por el Ministerio. La asociación los ha comparado con lo que se hace en el resto del mundo y la conclusión es clara: la ratio francesa es ocho veces superior a la media de los demás países estudiados. En Estados Unidos hay un psicólogo por cada 1.600 alumnos, en Irlanda la proporción es de uno por cada 2.600 y en Australia de uno por cada 7.305.

El primer ministro Jean Castex también había anunciado, en una reunión a mediados de enero, la introducción de un bono para que los estudiantes más afectados por la crisis pudieran consultar gratuitamente a un psicólogo. Al principio, eran tres sesiones de 45 minutos, para consternación de los psicólogos de los Bapu. Sin embargo, en una entrevista concedida a HugoDécrypte en Twitch, el viernes 5 de febrero de 2021, Frédérique Vidal echaba balones fuera al escuchar las críticas al servicio: “Ir a ver a un psicólogo, se enmarca en un proceso de atención sanitaria. Se ofrece una atención de al menos tres sesiones con un psicólogo... y, al final, el psicólogo decide si es necesaria una terapia más larga”.

A pesar de nuestra insistencia, el Ministerio no ha respondido con precisión a las preguntas relativas a las modalidades exactas de dicha “terapia más larga”. En la página web habilitada por el Ministerio, disponible desde el 10 de marzo de 2021, se precisa que lo único que se ofrecerá a los alumnos más frágiles es un segundo ciclo de tres sesiones, y luego, si es necesario, la inscripción en las largas listas de espera de los servicios preexistentes...

“No por dar tres veces 30 euros [la tarifa que perciben los psicólogos autónomos que participen en el plan de bonos de psicología] a un estudiante se van a resolver problemas que llevan más tiempo. No se trata tanto de ofrecer siempre terapias largas como de adaptarse a cada alumno”, comenta Jean-Noël Donnart.

En una carta abierta publicada en Mediapart (socio editorial de infoLibre), la Red de Atención Psiquiátrica y Psicológica a Estudiantes (Resppet) se muestra molesta por las condiciones del sistema: “Podemos temer, en lo sucesivo, que en muchos casos, estas sesiones pagadas (más bien poco) a un profesional autónomo no bastarán. ¿Qué pasará entonces al final de estas consultas? ¿Un ‘cheque regalo’ sin seguimiento, aunque ya se haya establecido un vínculo terapéutico a veces poderoso? Sería violento cerrar una puerta que apenas se ha abierto. Si la atención prestada debe ser continuada o si la gravedad de la situación lo requiere, estos colegas liberales no deben ser uberizados o dejados sin apoyo para hacer de enlace con los servicios especializados (que ya tienen importantes listas de espera) a las que se verán obligados a redirigir a los alumnos”.

Traducción: Mariola Moreno

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