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"Atacamos a civiles, pero no fue nada personal": la declaración de uno de los autores de los atentados del 13N en París

Flores frente a la sala Bataclan, en París.

Karl Lakse (Mediapart)

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Una guerra. Los atentados yihadistas del 13 de noviembre de 2015  fueron como el estallido de una guerra en París. De forma repentina. Fulgurante. Salah Abdeslam ofreció, el miércoles, sus argumentosal tribunal que le juzga para justificar su participación en los atentados de los comandos del Estado Islámico. Según el acusado, la guerra en Siria se había trasladado legítimamente a Francia para tomar represalias contra los bombardeos de la coalición internacional. Así que Abdeslam, el décimo hombre, el que dejó a los terroristas suicidas en el Estadio de Francia antes de huir a Bélgica, se declaró culpable, por así decirlo. "A menudo dicen que soy un provocador, pero lo que quiero es ser sincero", proclamó.

Al inicio de la vista, el presidente del tribunal, Jean-Louis Périès, pidió a los acusados que aclararan "sus posiciones" tras las primeras declaraciones de los investigadores y de la jueza belga Isabelle Panou [que instruye en el país vecino este mismo caso] el lunes y el martes. Les advirtió de que su intervención debía tener "unas pocas palabras", "no se trata de hacer un largo discurso", temiendo que Abdeslam aprovechara para realizar una larga declaración. Tras saludar a todo el mundo, Salah Abdeslam pregunta preocupado a los magistrados: "¿Por dónde empiezo?".

En primer lugar, por responder a la jueza belga. La magistrada había hablado el día anterior de "terrorismo radical", pero para Abdeslam "estos términos crean confusión". Y corrige: "En realidad, sólo se trata del auténtico islam. Estos radicales son musulmanes", intenta aclarar. El primer día de la vista, Abdeslam se presentó como "combatiente del Estado Islámico", y el miércoles se reafirma un poco más en este papel:

"Una acusación particular preguntó [a Isabelle Panou] '¿por qué Francia?'. La jueza no dio una respuesta. Te la doy yo: luchamos contra Francia. Atacamos a Francia. Apuntamos a la población, a los civiles, pero no fue nada personal. Nuestro objetivo era Francia y nada más. Porque los aviones que bombardean al Estado Islámico no distinguen entre hombres, mujeres y niños. Queríamos que Francia sufriera el mismo dolor que nosotros". Abdeslam dice "nosotros" y "nos", y así habla en nombre del Estado Islámico para justificar los atentados de París. Es difícil no ver esto como una forma de reivindicación de los crímenes.

Con un traje deportivo gris, continúa, especialmente tranquilo. Su rostro, parcialmente cubierto por una máscara quirúrgica negra, aparece repetidamente en las pantallas planas que cuelgan en la sala. "He oído a François Hollande decir que estamos luchando contra Francia por sus valores y para dividirla. Esto es una clara mentira. Cuando François Hollande tomó la decisión de atacar al Estado Islámico, sabía muy bien que su decisión conllevaba riesgos. Cuando Estados Unidos pidió a Francia que atacara Irak, Jacques Chirac rechazó su apoyo. Dijo que provocaría el odio antifrancés y ataques asesinos. Esto es exactamente lo que está ocurriendo".

Observamos de paso que Abdeslam habla de esta guerra en tiempo presente, a pesar de la derrota militar de Dáesh en Siria e Irak. "Sé que algo de lo que digo puede chocar y ofender, especialmente a las almas sensibles", continúa. "El objetivo no es echar sal en la herida, sino ser sincero con estas personas [las víctimas presentes en el juicio] que están sufriendo". El terrorista da las gracias y se sienta.

Salah Abdeslam se presenta así como todo lo contrario a un arrepentido. Sus palabras despiertan la curiosidad. ¿Hablará? ¿Será capaz de arrojar luz sobre las zonas de sombra de su papel exacto en los atentados, por qué abandonó un cinturón de explosivos en su huída en la mañana del 14 de noviembre? Imposible decirlo por el momento.

La mayoría de los acusados intervienen brevemente. Sólo dejan caer una o dos frases. Algunos anuncian que no hablarán hasta más tarde: el tunecino Sofiane Ayari, que compartió el escondite de Abdeslam durante su huida, dice que no tiene "ninguna declaración que hacer hoy". El yihadista sueco Osama Krayem explica que es "prematuro dar [su] posición sobre los hechos". Los dos hombres son sospechosos de haber planeado un atentado simultáneo en Ámsterdam, donde acudieron el 13 de noviembre de 2015. Entre los presuntos responsables de la logística, varios dicen que están dispuestos a responder a las preguntas (Ali Oulkadi y Muhammad Usman), o que siguen siendo inocentes (Abdellah Chouaa). Yassine Atar, hermano de uno de los organizadores de los atentados, se queja de que está allí por sus "vínculos familiares". Su hermano Oussama es uno de los acusados fantasma del juicio. Al parecer, fue asesinado en Siria el 17 de noviembre de 2017.

Algunos de los acusados admiten su culpabilidad por ayudar al grupo, pero dicen que no están implicados en terrorismo (Hamza Attou, Farid Kharkhach, Adel Haddadi, Mohamed Bakkali y Ali El Haddad Asufi). "No niego la documentación falsa", dice Kharkhach. "Por desgracia, me encontré con esta gente, pero nunca pensé que los papeles falsos se hubieran utilizado para las masacres". Sospechoso de haber facilitado coches y escondites a los miembros del comando, Mohamed Bakkali reconoce "haber cometido ciertos actos" pero no "otros". Mohamed Amri, que colaboró en la huída de Abdeslam, asegura que "nunca fue consciente de lo que iba a pasar": "Me etiquetaron como terrorista cuando no lo soy", sostiene.

Por último, Mohamed Abrini, que acompañó a Abdeslam durante los preparativos en la región de París (alquilando coches y alojamientos en Alfortville), y que está implicado en los atentados del aeropuerto de Bruselas –durante los cuales fue identificado como el "hombre del sombrero"–, mantiene un perfil bajo. "Por mi parte, reconozco mi participación en los atentados", afirma. "Pero tampoco soy Osama Atar: no soy el patrocinador ni el cerebro de las operaciones".

Las "operaciones" son precisamente el tema del día. Un funcionario de la sección antiterrorista (SAT) de la Brigada Criminal, conocido como BC025, escuchado de forma anónima pero con la cara casi descubierta (lleva una mascarilla quirúrgica), resume la reconstrucción de los investigadores sobre el despliegue de los comandos del Dáesh en París. Una operación de guerra meticulosamente preparada.

La identificación de un vehículo, un Polo, en los alrededores del Bataclan, y el hallazgo de un primer teléfono en una papelera. A continuación, la aparición de un terrorista en el teléfono de la videovigilancia de los alrededores del Stade de France. La demarcación permite identificar esta línea, luego un tercer teléfono cuyo recorrido seguirá el camino de los ataques a las terrazas, y un teléfono belga. Hay tres equipos. La investigación determina que el 9 de noviembre se alquilaron tres coches en Bélgica. El Polo encontrado en el Bataclan. El Seat utilizado por el comando de las terrazas, encontrado gracias a su rastreador, en Montreuil. Y un Clio, en el que Abdeslam dejó al primer comando en el Stade de France; un coche encontrado en la Place Albert-Kahn, cerca de Porte de Clignancourt.

"El sistema telefónico permite reconstruir los intercambios entre los comandos y el número belga, conocido como B3, que transmite la información. Desde el Stade de France, el teléfono llamado B1 se comunica con dos líneas, B2 y B4, en manos de Abdelhamid Abaaoud, el líder del comando y su cómplice Chakib Akrouh, en el Seat. B2 o B4 se hacen eco de B3, que se refiere a B90, la línea que se encuentra cerca del Bataclan. La geolocalización de estos teléfonos permite reconstruir el recorrido de los tres vehículos. Y confirma la coordinación y el momento de los ataques. Las explosiones en el Estadio de Francia, a las 21.16 horas y luego a las 21.20, fueron precedidas por intercambios entre el B1 y el equipo de la terraza, que se comunicó con Bélgica antes de iniciar sus ataques en la calle Bichat a las 21.24, en la calle de la Fontaine-au-Roi y luego en la calle de Charonne a las 21.36. El Seat llamó a Bélgica, que llamó al Polo", resumió el policía. Siempre es Bélgica la que llama al Polo. Después, el equipo del Bataclan envía un último mensaje de texto: "Nos vamos, empezamos". El ataque al teatro comenzó a las 21.47 horas. El estallido de un chaleco explosivo por parte del último suicida en el Estadio de Francia se produjo a las 21.53 horas.

"Esa noche, no entendemos lo que pasó", dice el policía. En particular, existen dudas sobre el número de terroristas implicados. La identificación de Abdelhamid Abaaoud en las cámaras de seguridad a las 22.14 horas en la estación de metro Croix-de-Chavaux de Montreuil relanzó el operativo de búsqueda.

El vídeo fue visto brevemente por el tribunal. Muestra al líder del comando con sus zapatillas de deporte de color naranja, que había sido visto anteriormente en dos escenas del crimen y filmado en la calle de Charonne. Abaaoud y su cómplice Akrouh parecen relajados. Incluso intercambian algunas palabras con un viajero.

"Vemos a individuos que acaban de matar a cuarenta personas y que no parecen estresados en absoluto", continúa. "Entendemos que tenemos al menos dos terroristas que siguen en París, y estamos entrando en un contexto de rastreo para evitar un nuevo ataque".

Las autoridades belgas transmiten la posición del Seat abandonado el 14 de noviembre, gracias a los datos de geolocalización del rastreador. En el interior, la policía descubrió tres kalashnikovs y diecisiete cargadores, trece de los cuales estaban completamente vacíos. Las imágenes de las armas de guerra, los cepos de madera, remendados con cinta adhesiva, se muestran en las pantallas del tribunal. Se designan con los números de sello Seat 6, Seat 7, Seat 12. Luego los tres cuchillos encontrados en el vehículo, también de 17 centímetros de hoja, perfectamente afilados.

"Se dispararon varios centenares de cartuchos", resumió el policía de la Brigada Criminal, contando las balas por lugar de los ataques. En Le Carillon [y Le Petit Cambodge], el Kalashnikov Seat 6 disparó cincuenta balas, el Seat 7: veinticuatro, el Seat 12: cincuenta y seis. En La Bonne Bière [y Casa Nostra], rue de La-Fontaine-au-Roi, cincuenta y seis, veinticinco y veintinueve veces. En La Belle Équipe, rue de Charonne, cincuenta y cinco, treinta y siete y setenta y dos veces.

Estos tres atentados causaron treinta y nueve muertos.

"Hay una ruta bien establecida, especialmente para el Seat y el Polo, podemos ver que el Polo dio varias vueltas al Bataclan, que el Seat fue directamente a las escenas del crimen", señala el presidente del tribunal, Jean-Louis Périès, que se pregunta sobre la ruta errática del Seat después de los ataques hasta que fue abandonado en Montreuil.

Tras el atentado suicida perpetrado por uno de los tres terroristas del Comando Terraza (Brahim Abdeslam, hermano de Salah) en el Comptoir Voltaire, a las 21.41 horas, Abaaoud y su cómplice salieron en coche en dirección a Ménilmontant, volvieron a subir hacia Porte de Bagnolet y llegaron a Montreuil, haciendo un bucle inexplicable en el este de París. Allí tomaron el metro.

"Esto es algo que nos sorprendió", respondió el investigador. "Esta ruta no es en absoluto lógica. Pero en enero, tuvimos el mismo fenómeno cuando el coche de Kouachi se fue. Adrenalina quizás. Un efecto de descompensación a nivel de adrenalina, un efecto de euforia. Y está el abandono del arma en el vehículo, que nos resulta difícil de explicar".

Los investigadores también se preguntan por los lugares anotados en un papel encontrado en el Clio: la plaza Charles-de-Gaulle, el Stade de France, la plaza de la República, el Bois de Boulogne... "¿Había otros planes?", pregunta un magistrado. No ha salido a la luz nada concreto. Sin embargo, se sospecha que Abaaoud tenía el deseo de continuar su viaje asesino. "La reivindicación [de Dáesh] hablaba sólo de ocho combatientes, mientras que nosotros sabemos que son diez", señala el investigador.

Un abogado de la parte civil, Jean Reinhart, preguntó al policía sobre su llegada al lugar del crimen del Bataclan.

"¿Puede decirnos con sus propias palabras lo que ve?

"Es algo difícil", responde conmovido el investigador, "porque estuvimos en Charlie Hebdo y ahora nos decimos: 'Esto va a ser como eso pero peor'". En el Bataclan, la sensación que tenemos es claramente de fracaso. No me gusta la palabra. Significa que podríamos haber evitado esto. Y cuando entro en el Bataclan, me digo: "Bueno, esta noche hemos fracasado".

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