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Los diablos azules

Darío Jaramillo: “Este libro me sirvió para mirar la muerte cara a cara”

El poeta colombiano Darío Jaramillo.

Manuel Borrás

Cuando se vive en una época como la nuestra en la que el poder hace un esfuerzo titánico por desacreditar las humanidades o en la que los gurús de la tecnología quieren regalarnos esa suerte de falsa virtud de la ubicuidad que nos permite estar virtualmente en muchos sitios a la vez para que en el fondo no podamos acceder de verdad a ninguno; cuando abrazamos la posibilidad de alcanzar la inmortalidad porque, según nos dicen, han descubierto en Siberia una bacteria eterna; cuando hemos preferido sentirnos inteligentes viendo a un idiota antes que sentirnos idiotas viendo a un inteligente, nos llega un libro como El cuerpo y otra cosa [Pre-Textos] de Darío Jaramillo, su hasta la fecha última entrega poética. Un libro que viene a recordarnos de manera sencilla de qué materia estamos hechos, de qué emociones partimos, supone, créame el lector, la llegada de un inesperado regalo. De un regalo, pese a su tono elegíaco y quizás de despedida, lleno de vida, de una vaharada de aire fresco, de estímulo o trallazo desde muy adentro.

Pregunta. A menudo te oigo repetir la famosa frase que le dice Rick en la película Casablanca al oficial alemán que le insinúa la posibilidad de invadir Nueva York: “Hay determinados barrios en los que no les aconsejaría que se metieran”. ¿Cómo se te ha ocurrido meterte en los barrios temáticos en los que te has metido con este último libro?Casablanca

Respuesta. Tengo la sospecha de que yo no escojo los temas. Los temas se me meten, como obsesiones, como insomnios, como deudas que tengo que pagar. En este caso concreto las cosas comienzan con una percepción: que, entre los varios seres que me habitan y desfilan entre mi pellejo, hay unos nuevos que están llegando a mi cuerpo ahora, a mis 69 años. Y con un reproche: que me sobran palabras, que tengo deudas muy serias con el silencio.

P. Para mí un libro como El cuerpo y otra cosa es un libro que nos recuerda quiénes fuimos y además nos impele a reconciliarnos con el cuerpo que se siente herido. ¿Compartes mi opinión?El cuerpo y otra cosa

R. Bien sabes lo difícil que es para mí diseccionar el contenido de un libro mío, más éste, que sale de un trasfondo mío que, en realidad, no tiene palabras: acaso es la reafirmación de que soy sólo cuerpo en el sentido de que, desaparecido el cuerpo, dejaré de ser. Y a la vez es la intuición de otra cosa, otras cosas, que corresponden a otras identidades que han formado mi yo, mi intimidad.

P. ¿Piensas, mi querido Darío, que la poesía es el arte más directo de mostrarnos la naturaleza y por ende de mostrarnos a pelo nuestra propia naturaleza?

R. A mí me sirve para tratar de reconocerme como individuo y como parte de una especie; y es un asunto inacabable porque a cada asomo de respuesta surgen muchas más preguntas. La poesía es un intento, un intento terco y repetitivo, de ahondar en los abismos interiores. También es una ascética y una inacabable artesanía.

P. En este libro pareces querer decirnos que a medida que la vida crece crecen las preguntas.

R. Sí, las preguntas crecen, las preguntas cambian, las respuestas engendran más preguntas y así.

P. ¿Tú crees que al poeta le permanece todo en un perpetuo presente y una euforia que además le acompañará hasta el fin?

R. Tiendo más a la euforia que a la tristeza, adivino una especie de juego lleno de humor en los asuntos más trascendentales. Eso no le quita trascendencia a la indagación poética. Pero la ataraxia proporciona una especie de euforia.

P. Además, ¿para qué entristecerse si uno mientras está vivo puede seguir gozando de las cosas de la vida?

R. Lo que más le debo a la vida, a los que me criaron, a mis amigos, a mi gente, acaso también a mí mismo, es la vocación de placer que tengo. Y procuro ser fiel a esa vocación.

P. Yo también observo esa especie de juego lleno de humor incluso en este libro, ¿me puedes decir cómo se manifiesta en tus poemas? Es decir, ¿cómo actúa a favor de la vida, de las cosas?

R. Creo que el humor es una cosa muy seria. El humor no está en algo que se llama sentido del humor del sujeto sino que está en las cosas mismas, en las relaciones de paradoja o de exageración o de verdad desnuda que presenta la realidad.

P. ¿No crees que todo libro elegíaco, como el tuyo, esconde, en el fondo, al lamentar el transcurso del tiempo, un profundo amor por la vida, es decir, un trasfondo hímnico?

R. Sin duda: quien ama la vida, acepta la muerte. Si fuéramos inmortales sospecho que detestaríamos nuestra condición.

P. ¿Qué es eso otro que ya desde el título del libro nos dices acompaña al cuerpo?

R. En un verso de El cuerpo y otra cosa dice: “Yo moriré, yo moriré como carne y como yo, pobre y efímero animal, bestia gozosa, y esa otra cosa que es el alma, seguirá sin recordarme más”. Y, para más (deliberada) confusión, en otro fragmento dice:

El cuerpo y esa otra cosa y esa otra.El cuerpo y el alma y esa otra.El cuerpo y el alma y la muerte.La muerte que es cuando el tiempo ha dejado de pasarnos.El tiempo, que es el cuerpo.

P. Tengo para mí, a lo peor porque soy muy ingenuo, que eso otro que quizá nos sobreviva nos sobrevivirá sólo en la medida en que hayamos sabido amar la vida.

R. Creo lo mismo (a lo mejor porque me sumo a la tribu de los ingenuos).

P. ¿Te sientes deudor en silencios? ¿Tratas de reducir, en definitiva, tu tamaño para conseguir hacerte invisible?

R. Quiero ser invisible. No hacerme notar. No pensar en primera persona. Ahorrar palabras.

P.  ¿Crees que mucha de la poesía que hoy se hace se enreda mucho en la jungla de las palabras, es decir, le sobra palabrería?

R. Hay muchas clases de poesía y que a uno le guste una determinada no deslegitima las otras. Mi búsqueda está más cerca del silencio que de la exuberancia verbal. Eso lo noto cuando corrijo porque corrijo tachando.

P. ¿Qué opinión te merece la siguiente frase de Epicuro: “Todo el mundo se va de la vida como si acabará de nacer"?

R. Tiene razón porque siempre estamos acabando de nacer. Y empezando a morir. Siempre. A cada instante.

P. Para mí la realidad nunca es triste, ¿lo es para ti?

R. No, la tristeza es un invento de la autocompasión.

P. ¿Qué puede esperar el lector tras un libro como El cuerpo y otra cosa?El cuerpo y otra cosa

R. No lo sé, al menos no lo sé de otros lectores. A mí me sirvió para limpiar el alma, para sacudirme de cosas superfluas, para mirar la muerte cara a cara.

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