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'El novio chino': Amor en Shanghái

Portada de 'El novio chino', de María Tena.

Pedro M. Domene

El novio chinoMaría TenaFundación José Manuel LaraSevilla2017El novio chino

 

La narradora María Tena (Madrid, 1953) reflexiona sobre el concepto de la vida pasada y el desarrollo de la pareja, y al hilo de la historia a contar añade juicios sobre la amistad y las relaciones, e insiste en la evidente consideración humana que alberga un sentimiento de culpa. Todas y cada una suman constantes que ya apreciábamos en sus inicios narrativos cuando leímos su primera novela Tenemos que vernos (2003), un extenso diario estructurado en dos niveles diferenciados: de una parte la historia que nos contaba, ¿un amor o un desamor?; de otra, esa alternativa de los mensajes confidenciales que la protagonista envía a una desenfadada amiga, según el desarrollo de los acontecimientos, pidiéndole consejo pero sin obtener respuesta alguna. Asistíamos en esta primera novela a un gradual proceso narrativo, a la caída de una mujer, a la velada expresión de sus sentimientos más íntimos y al despertar de nuevas sensaciones, tras meditar sobre esa idea común de que siempre es posible volver a empezar.

Con la literatura de María Tena los lectores disfrutan descubriendo que muchas de las nimiedades de nuestra vida se mueven en ese espacio del autoengaño y de la improvisación con que nos sorprende nuestra cotidianidad; es decir, subsistimos a la tragedia de lo diario. Una nueva propuesta, Todavía tú (2007), contaba la historia de un arquitecto español que ha triunfado en Estados Unidos, y realiza un viaje a España para inaugurar un edificio que ha diseñado y dar unas conferencias. Conoce a una arquitecta joven y comienzan una relación; en realidad, el viaje le trae a la memoria los recuerdos de infancia y de adolescencia en un pueblo del norte cuando el turismo daba sus primeros pasos, y conoce a Inés, una veraneante de Madrid, muy guapa y rica, y de la que se enamora. Durante toda la novela intercala el relato de su viaje a España, el proceso de entusiasmo con la arquitecta y los recuerdos relacionados con Inés. Y una tercera entrega, La fragilidad de las panteras (2010), tres mujeres, tres hermanas, tres maneras diferentes de plantearse la vida y algunos puntos en común: un pasado un tanto dramático que ninguna de ellas ha compartido pero que las ha marcado, levantando un muro de silencio, con el retrato de una madre absorbente, excéntrica, egoísta, y un hombre: Iñaki, que vuelve a sus vidas desde su infancia, el recuerdo de aquellos largos veranos que despierta en cada una de ellas unos sentimientos, y unas vivencias que siempre habían querido esconder, un hecho que rompe el frágil equilibrio con que, cada una de ellas, intentaba curar unas heridas que nunca se habían cerrado.

El Premio Málaga de Novela El novio chino (2017), su cuarta entrega, desarrolla una historia de amor en el marco del Pabellón de España en la Exposición Universal, evento celebrado en Shanghái 2010, aunque lo que, sin duda, resulta más sorprendente es que se trata de un tórrido romance homosexual, protagonizado por un miembro de la delegación española y por un personaje chino que procede del ámbito rural. Bruno, un sevillano acosado por graves problemas de deudas, encontrará una solución a sus desvelos cuando consigue un puesto de jefe de protocolo en la misión española de la Expo. Nada más llegar conoce en un local gay a Wen, que ha huido de su aldea y vaga desnutrido por las calles de la gran ciudad. Bruno le ofrece comida, le procura asistencia médica y le ayuda económicamente, pero poco después en un reencuentro casual se hacen amantes. Entonces deciden vivir juntos, y Tena narrará los desencuentros de la pareja, mientras asoman nuevos personajes, como el oscuro Wei, un alto funcionario con el que Bruno también tendrá relaciones íntimas, y cuyo tentador ofrecimiento de establecerse en China acabará desoyendo para regresar a España, cuando ya John (Wen) ha desaparecido de su vida. Lo que sigue es el tortuoso trazado de los pasos de los protagonistas, el modo en que la vida los conduce por caminos insospechados, los vuelve a reunir o los aleja definitivamente bajo un insospechado impulso de azares variopintos, y finalmente configura sus vidas por separado con esa gran dosis de ironía que solemos atribuirle a nuestro destino.

El novio chino está concebida y escrita con una notable originalidad, y María Tena acierta con elegir la Expo de Shanghái como telón de fondo, no solo para certificar que también allí puede concebirse un amor homosexual, sino para comprobar la extensión a que pueden llegar las relaciones entre hombres, incluso de alto nivel. Utiliza el recurso de la educación del buen salvaje porque Bruno pretende hacer de John una persona “respetable”, sin que el intento presuponga que debamos entender esta pretensión como una fábula moral. La historia de ambos amantes, y cuanto ocurre a su alrededor, tiene sentido y vibraciones propias, escenario que se sustenta en la exótica ambientación que no se muestra proclive en los detalles a los que podría haberse acogido la narradora madrileña, incluso las escenas homoeróticas no caen en una desproporcionada ostentación sexual ni en el pudor excesivo; solo podemos imaginarlas naturales, como la vida misma.

Regreso a casa

Regreso a casa

La Exposición Universal le procura a María Tena un argumento para su nueva novela, y una ocasión de mostrar lo hermoso y lo ignominioso de la condición humana, que entre otras muchas virtudes permite ese oscuro fenómeno que llamamos amor, en la amplitud de sus posibilidades.

*Pedro M. Domene es escritor. Su último libro, Pedro M. DomeneEl secreto de las Beguinas (Trifaldi, 2016).

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