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Los libros

En menos de 500 palabras: 'Ciudades de autor'

Ciudades de autor, de José Luis García Martín.

José Manuel Benítez Ariza

Ciudades de autorJosé Luis García MartínImpronta EditorialGijón2017Ciudades de autor

 

“Uno cree viajar a diferentes ciudades y viaja siempre a los libros que ha leído”, confiesa la voz que narra el último de los textos que componen este libro repartido a partes iguales entre breves ensayos sobre ciudades en las que confluyen dos escritores en principio muy dispares y relatos propiamente dichos. Las diferencias entre unos y otros son elusivas: en los “ensayos” que componen la primera parte no faltan los elementos de ficción –por ejemplo, la invención de textos apócrifos, a la que tan aficionado es el autor–, mientras que los protagonistas de los relatos que ocupan la segunda también viajan siempre, como el erudito cronista de la primera, a ciudades que previamente han recorrido en las páginas de un libro.

Poeta, crítico, diarista, profesor y escritor asiduo de  las llamadas “redes sociales”, José Luis García Martín (Aldeanueva del Camino, Cáceres, 1950) ha forjado en sus escritos en primera persona un personaje autobiográfico que parece guardar un gran parecido con el propio escritor, pero que no hay que confundir necesariamente con él, aunque sí pueda otorgársele absoluta credibilidad como perfil intelectual e incluso, quizá, como proyección sentimental. La curiosidad que le mueve a viajar y a contar luego sus viajes es, en cualquier caso, contagiosa, cuando no intelectualmente estimulante: lo es, por ejemplo, el paralelismo que establece entre los libros que publicaron sobre Nueva York Julio Camba y Juan Ramón Jiménez en 1917, que admitiría desarrollo en una tesis doctoral; o la sugerencia, lanzada como por casualidad, de que el encuentro de Ángel Valente con Lezama Lima en la Habana cambió decisivamente la poesía del primero. No es que la función de estas crónicas duales, en las que siempre se da cuenta de la confluencia de dos escritores en una ciudad visitada por el autor, sea hacer alardes de erudición: dan cuenta, más bien, de una inteligencia bien ocupada, en la que el espectáculo de lo que discurre por dentro es casi tan intenso como la realidad física, palpable, de las ciudades. En los “Relatos de hotel”, por contra, el personaje adquiere una nueva dimensión: esa insaciable curiosidad bien alimentada se presenta ahora como la otra cara, la máscara social, de una insondable melancolía. Las ciudades son ahora para él acicate de recuerdos más o menos dormidos y escenarios para encuentros con fantasmales personajes que tienen la virtud de contar historias en las que se transgreden sutilmente los límites de la realidad y lo recordado de los libros o de la historia de la literatura entra a formar parte de las nebulosas tramas de los recuerdos.

Cabría calificar estos textos, unos y otros, de “ficciones eruditas”, si no fuera porque ese marbete podría hacer olvidar su rasgo fundamental: la ironía –e incluso autoironía– desde la que están escritos, el humor que las anima, el gozo de vivir –en la vida y en los libros– que contagian.

*José Manuel Benítez Arizaes poeta. Sus últimos libros, Nosotros los de entonces (La Isla de Siltolá, 2015) y Efémera (Takara, 2016).#dts iframe {display:none!important;} #dts #txt iframe, #dts .col8-f1 iframe {display:block!important;} José Manuel Benítez Arizaes poeta. Sus últimos libros, Nosotros los de entonces (La Isla de Siltolá, 2015) y Efémera (Takara, 2016).

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